CAPÍTULO 13
Minho estaba listo para salir como un rayo de
la habitación y dejar que Kibum se alimentara por sí mismo.
El temeroso
polluelo lunático casi le había escaldado las pelotas con un tazón de sopa, y
ahora tenía puesta la mirada en la cuchara como si también tuviese planes para
utilizarla.
—Ni se te
ocurra —la advirtió.
Kibum lo
fulminó con la mirada.
—No vas a
obligarme a beber tu sangre sin importar lo bien que la disfraces.
Hasta ahora,
había sido el señor Tío Encantador ‑o al menos encantador según él‑, pero eso no estaba funcionando, así que era
hora de pasar al plan B.
—No es mi
sangre. Los Susano no pueden tenerla y tú menos aún. Ahora baja esa jodida
cosa y come algo.
Kibum apretó
los labios. Probablemente no habría querido a desafiarle así, pero por
desgracia para el niño. Lo había hecho.
Minho observó
su frágil cuerpo. Odiaba manipularlo. Se veía como si fuera a partirse en dos
si le rozaba la piel, lo cual era por lo que había tenido cuidado de no
hacerlo, ni siquiera por accidente.
¿Pero qué
elección tenía ahora? Tenía que conseguir que comiera algo o iba a caer muerto,
y eso no podía suceder. Ese niño quizás fuera capaz de salvar la vida de uno de
sus hermanos.
Quizás incluso
la de él.
Minho se miró
el anillo otra vez, por billonésima vez en los últimos diez minutos. Nada. Nada
de remolinos de colores, ni vibraciones. Ninguna jodida cosa. Todo lo que veía
era el poco color que quedaba y que se había desvanecido incluso más desde
ayer, los colores morían al tiempo que lo hacía su alma.
Una salvaje
llamarada de rabia lo inundó hasta que quiso gritar, romper los muebles y darle
de puñetazos a las paredes hasta que solo quedara polvo y sangre. No era justo.
Después de todos aquellos siglos de leal servicio, de trabajar, sudar y sangrar
para cumplir con su juramento, no era justo que aquel niño no pudiera ser el
único que lo salvara. Liberarle de su
dolor.
Esta era una
enfermiza broma del Izanagi, no había duda. Alguien tenía que atravesar el
portal y pegarle una fuerte patada en el culo al rey de Kami no michi. A Minho
no le importaba si él era descendiente del Izanagi.
El jodido se
merecía una buena paliza.
Un suave jadeo
atrajo su atención de vuelta a Kibum. Él había estropeado la cuchara que había
estado sujetando, doblándola hasta que ya no servía para nada.
Mierda. Al
menos no le había tocado a él. Habría hecho lo mismo con sus dedos o su brazo.
Minho lanzó la
cuchara a través de la habitación. Los ojos azules de Kibum se abrieron
desmesuradamente e intentó apartarse de él cruzando la cama.
No más. Ya
estaba cansado de ese juego.
—Basta de esos
jodidos rodeos, Kibum. Vas a comer y a ponerte fuerte y descubriremos a cuál de
los hombres puedes salvar una vez que volvamos a Castillo Matsumoto.
¿Entendido? No voy a permitir que mueras de hambre.
Kibum todavía
tenía los ojos muy abiertos y temblaba, y el conocimiento de que él había sido
quien lo había provocado hacía que cada porción de su alma se estremeciera con
repugnancia.
Minho respiró
profundamente y reunió cada pedacito de paciencia que pudo encontrar. Lo que
realmente necesitaba era pasar algunas horas machacando hierro, después unas
pocas más bombeando en una puta. No necesitaba jugar a las enfermeras.
Pero lo era, y
estaba atrapado, así que se estiró lentamente y envolvió con la mano su muñeca,
que era tan gruesa como dos de sus dedos y mucho más frágil. Kibum se congeló
en su aprehensión y los ojos se le pusieron en blanco. Todo su cuerpo comenzó a
sacudirse y dejó escapar un grito de dolor.
Minho lo dejó
ir como si estuviera en llamas.
—Oh, dios. Lo
siento. —se oyó diciendo a sí mismo, esperando que la sangre empezara a manar
de su brazo donde le había tocado. Debía haberle roto un hueso o algo, pero no
veía signo alguno de rotura. Ni siquiera una marca roja.
El pequeño se
lanzó al otro lado de la cama, haciendo volar la comida por todos lados. Cuando
empezó a deslizarse de lado, Minho se apresuró a rodear la cama y a cogerlo
antes de que cayese.
Quizás había
tenido algún tipo de ataque y no tenía nada que ver con él.
Sí, claro. Y
él iba a vivir feliz para siempre, rodeado de conejitos, gatitos y perritos y
todo el algodón de azúcar que pudiera comer.
Si no hacía
algo, iba a hacerse daño a sí mismo, así que lo arrastró a la cama y envolvió
su cuerpo con las mantas, usando los brazos y piernas para tirar de la tela,
poniendo cuidado en no tocarlo de nuevo.
Lentamente, el
temblor se detuvo y su cuerpo quedó inmóvil. Él todavía no podía asegurar si
estaba respirando y el pánico lo cubrió hasta que se puso a sudar por todos los
poros.
Minho presionó
el oído sobre su corazón, desesperado por oír un latido, sentir su pecho
elevándose con la respiración. Algo.
Pasaron los
segundos y pensó que había sentido algo, pero no estaba seguro. Entonces oyó un
tenue latido y su pequeño turgente pezón se presionó contra la mejilla cuando
respiró.
Minho cerró
los ojos de alivio. No lo había matado.
Kibum cambió
de posición contra la sujeción de las mantas, así que él se incorporó, montando
todavía sus piernas a horcajadas, pero sin posar ningún peso sobre él.
Su piel estaba
pálida y sus ojos estaban vidriosos, pero el pequeño lo miró, y por primera vez
esa noche, parecía lúcido.
—Sed —susurró
con voz seca—. ¿Puedo tomar algo de agua?
Minho asintió
y saltó de la cama. Recogió la taza que estaba en el suelo, la lavó y la llenó
en el lavabo del baño. Cuando volvió, vio a Kibum intentando sentarse sin
conseguirlo. Sus brazos no eran lo bastante fuertes para soportar incluso su
insignificante peso.
Lo cual quería
decir que tendría que tocarlo otra vez. Sagrada mierda, no quería hacerlo. No
es que lo que él quisiera hubiese realmente importado alguna vez en el esquema
de las cosas.
Él bajó la
taza y deslizó el brazo detrás de sus hombros para incorporarlo. Estaba tan
huesudo como el infierno y pesaba tan poco como su alegre disposición. Él le
sostuvo la taza de modo que no la derramara, no es que fuera a importar con el
desastre de comida que ya cubría la cama.
Él vació la
taza y cayó como si ese pequeño esfuerzo le hubiese drenado.
—Gracias —le
dijo, y todavía parecía cuerdo.
Eso lo
acojonaba más que sólo un poco.
— ¿Puedo tomar
alguna tostada o galleta?
— ¿Quieres
comer? —preguntó Minho, incapaz de ocultar la sorpresa.
—Si no es
demasiado problema.
¿Problema? ¿Y
qué mierda pensaba que había sobre toda la cama? A él eso le parecía un enorme
infierno de problemas.
— ¿Vas a
lanzármelo o intentar cortarme el pene con el borde de la galleta?
Esta vez fue Kibum
el que lo miró como si fuese él el loco.
—Esa no es mi
primera elección, no. Prefiero comérmela.
Había llegado
un paquete de galletas junto con toda la otra comida. Minho lo encontró bajo un
bol de macarrones con queso y limpió la mayoría del desastre con su camiseta,
añadiéndolo a la mezcla de comida que ya estaba seca en ella. Rompió el
plástico para abrirlo y se lo tendió.
Kibum se
estiró por él, pero le temblaba tanto la mano, que Minho lo hizo a un lado.
—Lo haré yo
—le dijo, sonando disgustado.
Sacó una
galleta salada y se la acercó a la boca. El niño le dio un mordisco, masticó, y
sus ojos se cerraron con un dichoso gemido.
—Dios, esto
está bueno.
Minho frunció
el ceño ante el paquete y lo miró, buscando el ingrediente secreto que le había
hecho tan feliz. Fuera lo que fuera, le habría gustado cubrirse él mismo con
ello y dejarlo lamerlo…
Sagrado infierno. No iba a ir por ese camino con Kibum. Ni en un
millón de años. Ni siquiera si todas las putas sobre la faz de la tierra caían
redondas y él no tenía a nadie con quien joder.
Kibum era puro.
Precioso. Frágil. Y no era suyo.
Además, no le
gustaban los polluelos huesudos. Al menos, creía que no le gustaban. El pene
pensaba de forma diferente, pero es que siempre había tenido una mente propia.
— ¿Más? —pidió
él.
Minho le
alimentó con otro mordisco y le observó comer. Era bastante bonito, aunque se
imaginaba que con unos nueve o trece kilos más sería realmente maravilloso.
Quedando fuera de su alcance.
Además,
incluso si Kibum estuviera fuerte, probablemente todavía sería demasiado frágil
para la clase de sexo que le gustaba tener: duro, rápido y a menudo. Infiernos,
probablemente era el tipo de chico que querría que después se pegara a él y lo
abrazara, también. No podía soportar esa mierda. Él solo quería meterla y
sacarla.
La línea de
pensamientos hizo que su pene palpitara y los restos de la galleta se
convirtieron en polvo en el puño. Él cambió de posición las caderas de modo que
no pudiera ver su erección y cogió otra galleta.
Después de
comer seis galletas, suspiró como si estuviera lleno.
— ¿Crees que
podría convencerte de darme un baño? —Preguntó, mirando las manchas de comida
de la ropa—. Estoy hecho un desastre.
— ¿Estás seguro
que te mantendrás en pie?
—Lo que sé, es
que no dormiré con esta inmundicia toda la noche.
—Sí, lo que
digas.
—Si no tienes
tiempo, estoy seguro de que Jaejoong me ayudará.
Como el
infierno. Este era su trabajo por esta noche y lo estaba haciendo malditamente
bien.
—Jaejoong está
ocupado.
Kibum le
dedicó un ceño herido que le hizo querer besarlo para borrarlo.
Whoa. Realmente estaba perdiendo la cabeza. ¿Desde cuándo
quería besar a alguien? Ni siquiera podía soportar besar a la puta que jodía.
Una
esperanzada sospecha se iluminó en él y bajó la mirada hacia su anillo otra vez
buscando algún tipo de señal. Nada. Ni una jodida cosa.
La esperanza
murió con rapidez, que era exactamente como debería ser.
No digas que no te lo advertí.
Jaejoong
estaba teniendo serios pensamientos acerca de seducir a Yunho, persuadirlo para
que se atreviese a tener sexo con él. Algo en él había cambiado en el momento
en que le había dado esa advertencia. Lo veía en sus ojos era un tipo de brillo
depredador que encendía las virutas doradas. Incluso su postura había cambiado.
Ya no le estaba ofreciendo comodidad. Su agarre sobre él era caliente y duro.
Posesivo.
Jaejoong
intentó cambiar de posición, solo para que su apretón se hiciera más fuerte. Su
grueso brazo le envolvía y le sostenía en el lugar. Tenía la otra mano todavía
enterrada en el pelo, sosteniéndolo tan fuerte que casi le lastimaba.
Probablemente habría podido escaparse si realmente hubiese puesto la mente en
ello, pero no estaba seguro de que su huída pudiera durar. Él emitía con fuerza
esa predatoria ansiedad, advirtiéndole de que si huía, iría tras él. Y esas
piernas largas y poderosas no tendrían problemas en alcanzarlo.
— ¿Qué estás
haciendo? —le preguntó.
Su voz fue
baja, así que tuvo que esforzarse en oírle sobre los cantos de los grillos.
—Dándote lo
que quieres. El poder para ayudar a Kibum.
—Bueno. Vale.
Puedo encargarme de eso.
— ¿Lo que
quiera que conlleve? —dijo él, y le acarició la oreja con la boca, sus palabras
vertiéndose igual que una oscura seducción.
El estómago de
Jaejoong se encogió y se le secó la boca. Asintió.
Él soltó su
pelo y movió la mano alrededor de su cuerpo hasta que le rodeó la garganta con
los dedos, cubriendo la luceria. Las chispas saltaron de las yemas de los dedos
y se hundieron en su interior, resbalando por su cuerpo hasta caer en la
tierra. Todo su cuerpo se tensó ante la intensidad, pero Yunho le calmó con
pequeños movimientos del pulgar.
—Shhh. Lo
detendré si quieres, e iremos a dentro. Podemos intentarlo otro día.
A Kibum no le
quedaban muchos días si las cosas no cambiaban.
—Sólo hazlo.
Yo puedo con ello.
Él se rió
entre dientes y pudo sentir la vibración hasta los dedos de los pies. Este
hombre se le subía rápidamente a la cabeza y no estaba seguro como guardarse
eso para si mismo.
Su pulgar
continuó acariciándolo en una perezosa trayectoria sobre el cuello. Luchó con
el impulso de retorcerse, para que de algún modo, él se moviera más abajo.
—Tan valiente
en el exterior. Pero yo sé cómo te sientes realmente. Tu corazón está desbocado
—le dijo—. Casi pensaría que tienes miedo.
El orgullo se
elevó en su interior, haciéndole enderezar la espalda.
—No estoy
asustado. Simplemente no sé lo que estás haciendo.
—Sí, lo sabes
—dijo bajando la cabeza hacia la de él.
Este no fue un
amable y engatusador beso como antes. Este era caliente y exigente, y le robó
todo el aire de los pulmones. Él empujó la lengua en su interior y presionó el
cuerpo sobre el suyo, obligándolo a separar las piernas para hacerse sitio.
Probablemente
debería haberle empujado para que se detuviera, pero no quería, que dios lo
ayudara. Quería lo que le daba y más aún.
Un momento
después, una ola de energía acometió a través de él y lo dejó temblando a su
paso. Sentía el cuerpo como si estuviera en llamas, ardiendo desde el interior
hacia fuera. Un hambriento hoyo se asentó en su bajo vientre y necesitaba
encontrar la manera de detenerlo. Al no estar acostumbrado a relaciones a largo
plazo, Jaejoong conocía la frustración sexual, pero esto iba más allá de
cualquiera cosa que hubiese sentido antes. Esto no era un deseo, sino una
necesidad, como la de respirar.
No estaba
seguro de si quería sentir esta desesperación por alguien, pero no tenía mucha
elección. Ya no.
Se apretó a si
mismo contra su muslo, intentando encontrar algún tipo de alivio, pero allí no
había nada que hacer. Había demasiadas ropas bloqueando la piel. Necesitaba más
contacto. Más fricción.
Un áspero
quejido se elevó saliendo de si mismo, sobresaltándolo con el frenético sonido
de necesidad.
—Eso está bien
—murmuró Yunho contra su boca—. Ahora nos vamos acercando.
No sabía
exactamente lo que quería decir con eso, pero la verdad es que no le importaba.
Le necesitaba desnudo, duro y dentro de él. Ahora mismo.
Jaejoong tiró
de su camiseta y oyó el desgarrón de la tela bajo la fuerza de su
desesperación. La tela desapareció de su pecho, revelando el tatuaje del árbol
que había visto antes, solo que ahora ya no estaba desnudo. Pequeños brotes se
habían formado a lo largo de las ramas, haciéndolo parecer casi frondoso.
Pasó el dedo delicadamente
sobre ello, distrayendo a su cuerpo del propósito principal.
— ¿Más magia?
—preguntó.
—Nada comparado
a lo que está almacenado para ti.
Este fic es una adaptación, no es mío,
yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO
PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA
PRINCIPAL: YUNJAE
espero conansias los proximos cap
ResponderEliminarunnie gracias por el cap ....
ResponderEliminarYa estaré actualizando con regularidad ^^
Eliminar