sábado, 31 de agosto de 2013

CAPÍTULO 19


CAPÍTULO 19

—Fuiste terriblemente duro con ese chico esta noche —dijo Eric mientras acostaba a Hyesung en su cama.
No estaba seguro de que tuviera fuerzas ni siquiera para taparse con las sábanas. Había llegado demasiado lejos esta noche. De hecho, había estado empujándose demasiado duro durante demasiadas noches seguidas. Los Yokai parecían estar burbujeando por todas partes últimamente. Algo totalmente malo iba a ocurrir. Podía sentirlo en los huesos.
—No tuve alternativa —le dijo a su marido.
Eric le quitó los zapatos y deslizó sus pies debajo de las sábanas frías.
—No deberías haberle dicho a Eunhyuk que estabas dispuesto a matarlo. Tendrías que saber que eso sólo avivaría los instintos protectores del muchacho.
Hyesung miró a su marido, estudiando sus movimientos. Era gentil como siempre, pero había una vacilación leve en él que no podía entender. Eric nunca vacilaba. Se movía con seguridad y certero autocontrol. Era lo que los había mantenido a ambos vivos durante tantos siglos. Tal vez lo sentía, también -ese destino inminente que parecía latir en el aire alrededor de todos los Caballeros de la Luz.
—Crees que estaba alardeando, ¿verdad? —Le preguntó.
Los torpes dedos de Eric se movieron hacia el botón superior de su túnica y comenzaron a sacarlo de su ojal. No miró de frente, por el contrario, enfocó la atención en su tarea.
— ¿No lo hacías?
—No —mantuvo sus emociones bajo un apretado control para que ninguno de ellos pudiera escabullirse de su unión. Estaba acostumbrado a mantener los secretos lejos de él, por ahora. No le gustaba, pero era hábil en esconder la verdad. Nunca querría que supiera lo que le había hecho a él -lo que le había hecho a todos los Amaterasus—.  Preferiría verle morir antes que a Eunhyuk. Hemos perdido demasiados últimamente. Yong Ha, Eli y Andrew. Y eso sólo en las últimas semanas. ¿Cuántos hombres más tenemos que perder antes de que tenga permiso para estar enfadado?
—Tienes permiso para estar tan enfadado como quieras, Hyesung. Pero no tienes derecho a sacrificar a una persona por alguien a quien quieres más.
—No puedo perder a cualquiera de ellos. No ahora. No tan pronto. El pobre Yong Ha... —su garganta se apretó mientras luchaba contra las lágrimas que no podía dejar caer.
Le llevó varios segundos antes de que estuviera seguro de que no lloraría.
La muerte de Yong Ha  se reprodujo en su mente otra vez. Había extraído sus últimos recuerdos de su espada y se había obligado a volverlos a vivir repetidas veces hasta que estuvieron grabados a fuego en su cerebro. Había sido como un hijo para él y había muerto con atormentado dolor.
Como tantos otros.
La mano ancha de Eric alisó su pelo y lo miró con tanto amor en sus ojos azules que pensó que podría dividirse por la culpa. Le amaba y lo había traicionado. Todavía lo traicionaba con su silencio, día tras día.
—Tienes que dejar de hacerte eso a ti mismo —le regañó suavemente—. Ninguno querría que cargaras con esos últimos momentos de sus vidas.
¿Cómo podría explicarle que era la única manera que conocía para evitarles morir solos? No pudo estar allí para protegerlos. No pudo estar allí para aliviar su dolor. No pudo estar allí para decirles cuánto los amaba, lo orgulloso que estaba. Todo lo que podía hacer era cargar sus muertes en él para que nunca más estuvieran solos.
—Sólo estoy cansado —le dijo.
Ambos sabían que era una mentira, pero era una con la que ambos estarían cómodos. Una con la que ambos podrían vivir.
Eric terminó de desabotonarle su túnica y lo deslizó completamente por su cabeza. Nunca había podido acostumbrarse a la ropa interior moderna, así que estaba desnudo debajo de la seda suave.
Sintió un latido de deseo pulsar a través del enlace antes de que Eric tuviera tiempo para controlarse a sí mismo.
Nunca dejaba de asombrarlo que, después de tener al mismo hombre durante varios cientos de años, Eric todavía pudiera excitarse por algo tan simple como verlo desnudo. Pero, en vez de hacer algo al respecto, él subió las sábanas suaves sobre él y le besó en la frente.
—Duerme, mi señor. Aclararemos qué hacer con Donghae mañana.
—Voy a obligar a Victoria a verlo. Es la única que sabrá de cualquier modo si la visión de Donghae es real.
La mano de Eric se apretó en la sábana.
— ¿Crees en realidad que esa es una buena idea? Victoria está todavía furiosa contigo, y obligándola a hacer algo sólo empeorará las cosas entre ustedes.
Como si pudieran ponerse peores.
— ¿Tienes una idea mejor?
Eric expulsó un suspiro cansado.
—Donghae no está listo para Victoria. No está, incluso, preparado para enfrentar que es uno de nosotros. No quiero empujarlo demasiado duro o demasiado rápido.
— ¿Preferirías que simplemente matara al chico?
—No puedes hacer eso —su voz fue dura, definitiva.
— ¿No crees que sea capaz de matar a un inocente?
Eric le dirigió una sacudida triste de su cabeza.
—No, sé exactamente de lo que eres capaz de hacer. Pero aún así, no le puedes matar. Si lo haces, matarás a Eunhyuk también. Está ligado a Donghae casi permanentemente.
¿Permanentemente? No podía ser. Hyesung sintió una puñalada de miedo.
—No. Es demasiado pronto para eso. Le deberían quedar semanas, si no meses.
—Sólo le quedan algunos días, en el mejor de los casos.
— ¿Cómo lo sabes?
—Los colores de su luceria casi se han solidificado.
—Pero no completamente. Todavía formaban remolinos esta noche. Lo vi por mí mismo.
—Estabas demasiado cansado para sentir lo que yo sentí. Ha pasado mucho tiempo desde que vi a otra pareja unida que casi había olvidado cómo se sentía estar cerca de ellos. Hay una especie de armonía en el aire a su alrededor.
Hyesung aspiró un aliento profundo mientras recordaba esa armonía de su juventud y comparándola con la de esta noche.
—Tienes razón. Estaba allí. ¿Cómo puede ser eso? No ha habido tiempo aún para que se unieran permanentemente.
Eric encogió sus anchos hombros.
—No estoy seguro si es porque él ha esperado tanto por Donghae o si es porque Donghae ya ha usado un tanto de su poder. En todo caso, están casi vinculados. Si intentas matarlo, después de que haya ocurrido, Eunhyuk no sobrevivirá. De una u otra manera.
Hyesung cerró los ojos contra una oleada de pánico. No podría salvar a Eunhyuk a menos que obligara a Donghae a cooperar. Tenía que hacer algo para que eso pasara. Todos sus muchachos -su familia adoptiva- se estaban muriendo uno a uno. Ya había perdido a todos sus hijos biológicos. Todos los siglos pasados no habían aliviado el persistente dolor de ver a un niño morir. Recordaba la cara de su hijito. Sus sonrisas.
Ninguno de sus bebés podría sonreír nunca más.
Había perdido a Yong Ha, Eli, Andrew e incontables otros. No iba a perder a Eunhyuk, también.



Eunhyuk esperaba encontrar a Donghae dormido cuando regresó a su cámara. Estaba exhausto, razón por la cual lo había dejado solo para empezar. Sabía que si se quedaba allí y le ayudaba a meterse en la cama de la forma en la que sus instintos protectores clamaban que hiciera, terminaría encima, arrastrándose directo hacia él. Los desnudaría a ambos, cubriendo su cuerpo curvilíneo con el suyo, y se empujaría dentro suyo hasta que estuviera sepultado tan profundamente como para no pensar en nada aparte del calor resbaladizo de él agarrándole. Hasta que no hubiera espacio para el miedo, la preocupación o la pena... sólo los dos luchando por ese placer perfecto donde nada malo les podría tocar.
Pero cuando se permitió regresar a su suite y comprobó si estaba durmiendo profundamente, encontró una cama vacía en lugar de eso. Las mantas ni siquiera habían sido arrugadas.
Eunhyuk maldijo y enfocó la atención en su enlace en un esfuerzo por encontrarlo. Sabía que estaba seguro aquí -al menos del Yokai- pero no le gustaba la idea de Hae deambulando por los alrededores solo. Había demasiadas cosas que le podrían ocurrir, aún por obra de esos que consideraba aliados. Había demasiados hombres aquí que le podrían herir sin querer. Demasiados hombres que la necesitaban para cosas que aún no comprendía. El pacto de sangre de Kyuhyun había probado eso.
Simplemente el pensamiento de que Kyuhyun tuviera el derecho de exigirle que le diera sangre cada vez que quisiera hizo a Eunhyuk querer matarlo. Y ese pensamiento violento hizo a su cabeza martillear. Jodida unión de paz.
Le costó varias respiraciones profundas antes de que Eunhyuk pudiera aclarar su cabeza lo suficiente como para decidir dónde había ido Donghae. Siguió el sutil tirón de su anillo, el cual lo condujo hacia las puertas corredizas de cristal del patio trasero de su suite.
Nunca había hecho nada con el terreno como hicieron algunos de los residentes de Castillo Matsumoto. No había plantado ninguna maceta con flores, había comprado muebles de jardín o había instalado una bañera de agua caliente. Raras veces tenía tiempo para disfrutar de su casa, y su patio era un cuadrado desolado de cemento que resplandecía pálido en la oscuridad.


Donghae estaba sentado en el borde exterior del patio de cara a los terrenos. Desde allí, tenía la vista del lago donde habían trabajado más temprano. A su lado, había un jarro vacío, el cual, basándose en su pelo y su ropa empapada, había vaciado sobre sí mismo. El algodón delgado de su camiseta se aferraba a su piel y el estómago de Eunhyuk se apretó contra una corriente de deseo.
Se veía bien a la luz de la luna. Más suave, lo cual no pensaba que fuera posible. Conocía lo suave que era por todos lados, y el solo recuerdo casi le hizo ponerse de rodillas. Deseaba tocarlo tanto que sentía sus manos temblar y tuvo que tomar varias respiraciones profundas antes de que confiara en sí mismo para acercársele.
Eunhyuk descorrió la puerta de vidrio y dio un paso fuera de la habitación. Donghae no se dio la vuelta. No hizo nada como crisparse o reconocer su presencia siquiera. Se quedó completamente quieto, con sus piernas cruzadas, sus antebrazos descansando sobre sus rodillas y sus palmas hacia arriba
En ese momento fue cuando lo sintió -un diminuto flujo de poder fluyendo fuera de él, tan pequeño, que no lo había sentido antes. Estaba tratando de llamar al fuego.
Eunhyuk se sentó a su espalda, acercando su cuerpo tanto como podía sin llegar a tocarlo. Era una forma preciosa de tortura pero estar tan juntos no era, ni de lejos, lo suficientemente cerca. Podía oler su piel, caliente por el esfuerzo, el aire bochornoso de la noche y el perfume de no importa qué jabón de la lavandería que los Pami hubieran usado para lavar su ropa. El agua goteaba de sus lóbulos y su pelo. Su piel estaba perlada con humedad así que refulgía bajo la débil luz.
Todavía no lo había visto. Su concentración era demasiado intensa. Podía sentir la tensión de su esfuerzo mental vibrando en sus músculos y huesos delicados. Su cuerpo estaba rígido y Eunhyuk quiso cogerlo en sus brazos y aflojar la tensión.
No le gustaba que se empujara a sí mismo de esta forma. Era demasiado. Necesitaba descanso, y como su Amaterasu, era parte de su trabajo procurar que consiguiera cualquier cosa que necesitara.
Por supuesto, parte de lo que necesitaba ahora mismo era la confianza de que podía hacer el trabajo para el que fue creado. Hyesung había sacudido la fe de Donghae en sí mismo más de la cuenta esta noche y ésta era su forma de intentar restablecer algo de esa confianza. Eunhyuk sabía eso. No le gustaba, pero sabía por qué sentía la necesidad de empujar tan duro.
Tenía sólo dos elecciones. Podía ayudarle a recobrar su confianza o impedirle lastimarse a sí mismo. Tanto su salud física como la emocional eran importantes y era difícil poner una por encima de la otra.
Eunhyuk se preguntó si Eric alguna vez tuvo que ocuparse de esta clase de dilema. No era algo que se enseñara durante todas esas largas lecciones sobre lo que serían sus deberes hacia su señor. Y no había tenido ninguna experiencia durante tanto tiempo que no estaba seguro de cuánto de eso recordaba, de cualquier manera. Después de que los Yokai hubieran matado a la mayor parte de sus parejas, los Amaterasu perdieron la esperanza de que alguna vez tuvieran la suerte de encontrarse con uno como Donghae.
Eunhyuk todavía no podía creer en su buena fortuna y sabía que tenía que conseguir hacer bien esto. Tenía que protegerlo y convencerlo de quedarse con él.
Donghae se estremeció y jadeó. Su cuerpo cayó hacia adelante y Eunhyuk no dudó más. Tenía que tocarle. Tenía que sujetarlo y convencerle de descansar. No iba a hacer ningún progreso tan cansado como estaba.
Eunhyuk le tiró hacia atrás, contra su pecho, y brincó ante el contacto antes de relajarse sobre él.
—Eunhyuk —jadeó—. No sabía que estabas aquí.
El agua empapó su camisa, pero no le importó. Conducía el calor de su cuerpo, dejándolo fluir en Hae. Su piel estaba fría y recorrió con sus manos de arriba a abajo por sus brazos en un esfuerzo por calentarlo.
—Estabas ocupado —le dijo quedamente.
Recostó su cabeza hacia atrás y lo miró. El blanco de sus ojos estaba casi rojo -más congestión ocular de la que él había visto alguna vez. Había oído que podía ocurrir si una pareja intentaba canalizar demasiado poder, pero había visto a Hyesung manejar mucha cantidad de magia a la vez y sus ojos nunca habían tenido más que una leve congestión ocular. Ni de lejos como esto. Si necesitaba cualquier prueba de que lo que hacía era lo correcto, era esta. Donghae se había presionado demasiado.
Sus brazos se apretaron alrededor de él contra su voluntad y contuvo el deseo primitivo de abrirse paso dentro de su mente, dejarlo inconsciente, y acabar de una vez con esto. La única cosa que lo detuvo fue el conocimiento seguro de que si hiciera eso, no le agradarían los resultados que llegarían por la mañana.
Quería la confianza de Donghae, no su furia.
Sus pulmones todavía trabajaban mucho y, cada pocos segundos, temblaba como si estuviera febril. Eunhyuk presionó una mano en su cabeza. Estaba fría y húmeda.
Donghae cerró los ojos y dejó escapar un suspiro ante su toque.
—Estás caliente.
Su voz suave y tranquila penetró en él, calentándolo aún más. Amaba su voz. Especialmente cuando gritaba su nombre en su liberación.
Su cuerpo respondió al recuerdo con una explosión de necesidad que lo hizo endurecerse tan rápidamente que dolió. Movió el cuerpo de Donghae para escudarlo de su indisciplinada falta de control, pero no iba a poder guardar la distancia durante mucho tiempo. Necesitaba estar seco, caliente y en la cama. Solo.
—Me gustaría que descansaras —le dijo en su tono más diplomático.
Por supuesto, con su sangre latiendo calurosamente a través de sus venas y su polla lo suficiente dura como para excavar en busca de diamantes, su voz sonó más como una orden gruñona.
—Creo que casi lo conseguí —dijo —. Quiero hacer otro intento.
—No esta noche.
—Sí, esta noche. Podemos no tener otro día para que practique.
—Entonces no lo haremos. No puedes exigirte más esta noche. Vas a herirte a ti mismo.
—Estoy siendo cuidadoso.
—No sabes cómo ser cuidadoso. ¿Cómo podrías? Nunca te han enseñado.
Sacudió la cabeza un poco y gotitas de agua les salpicaron.
—Lo puedo sentir... como alguna clase de sistema interno de advertencia.
Eunhyuk nunca había escuchado sobre tal cosa, pero se alegró de que lo tuviera.
—Estás exhausto igual que yo.
Esa última parte era una mentira, pero no sintió ni siquiera una punzada de culpabilidad.
El enrojecimiento, de apariencia dolorosa, de sus ojos le molestaba más por segundos, pero permaneció tranquilo para no asustarle.
Tal vez necesitaba llamar a uno de los Susano’s para atenderle. No le gustaba la idea de otro hombre tocándola, pero menos le gustaba la idea de él sufriendo.
—Tus ojos están bastante mal. ¿Cómo los sientes?
—Como si estuvieran ardiendo, pero viviré.
— ¿Quieres que llame a alguien para sanarlos? —Le preguntó.
Le dirigió una débil mueca.
— ¿Uno de esos vampiros? No, gracias. Prefiero sufrir.
Eunhyuk sonrió. Vampiros. Kyuhyun iba a odiarlo cuando lo llamara así, exactamente el motivo por el que no lo corrigió.
—Entonces, al menos, déjame ayudarte con el dolor.
— ¿Puedes hacerlo?
En vez de responderle, Eunhyuk situó su mano alrededor de su garganta hasta que las dos partes de la luceria estuvieron conectadas. Sintió un torrente de placer en el toque... completo y absoluto corrección y satisfacción... y tuvo que  mantener conscientemente su agarre relajado y no doblar los dedos alrededor de su cuello en una caricia acalorada. Le tomó un momento enfocarse lo suficiente como para encontrar el dolor en su mente y sacarlo a la suya.
Sus ojos ardían como si alguien hubiera pasado un soplete sobre ellos. Tuvo que pestañear varias veces antes de que pudiera aclarar las lágrimas que habían brotado para combatir el aguijonazo. Después de algunos momentos, se acostumbró a la sensación de ardor y la ignoró. Si había una cosa que sabía hacer, era ignorar el dolor.
—Vaya, esa es una tremenda aspirina —le dijo, sonriente—. Gracias.
Se puso de puntillas y dejó un casto beso en su boca.
La sensación de sus labios en los suyos hizo a su cuerpo apretarse completamente contra una ráfaga caliente de lujuria. No había intentado encenderlo con ese beso. Sabía eso, pero no importó. Lo hizo de cualquier manera.


La mano de Eunhyuk acunó la parte de atrás de su cabeza, mientras la otra se apretó ligeramente alrededor de su garganta. No podría ir a ningún lugar, no podría alejarse de él. Lo observó comprender eso y esperó ver un destello de miedo o repugnancia en sus ojos, pero nunca llegó. Al contrario, se relajó ligeramente, aceptando su decisión de abrazarlo, todavía esperando ver lo que él haría.
Se lamió los labios y la mirada de Eunhyuk fue atraída por el movimiento como una polilla a la llama. Tenía mejor criterio que besarlo. Sabía que si lo hacía, soltaría la última hebra de control que todavía tenía. Si lo besaba, lo tomaría, y había una razón por la que se suponía que no haría eso. No podía pensar en cuál era, ni parecía tan importante como lo había sido hacía un momento, pero había algo en su cabeza advirtiéndole del peligro.
Donghae tragó y él sintió su garganta moverse bajo su mano. Estaba allí, congelado, tratando de aclarar lo que había sido tan importante. Por qué no lo debería llevar adentro, desnudarlo y hacerlo venirse repetidas veces hasta que desfalleciera. Sonaba como un plan realmente bueno.
Su cuerpo latió con pulsos calientes de sangre, la cual, parecía acumularse en su ingle. Su piel se calentó y sus manos temblaron por el esfuerzo que llevaba contenerse de besarlo.
Arrastró sus ojos lejos de su boca, esperando que eso le ayudara a pensar. Su cara estaba preciosa bajo la débil luz… sus mejillas tan perfectamente lisas y suaves. Era suave por todas partes, especialmente la piel delicada a lo largo del interior de sus muslos y la parte inferior de su espalda. Recordaba exactamente cómo sabía allí, también, y su boca se hizo agua en respuesta.
El cuerpo de Donghae se estremeció otra vez. ¿Tenía frío? ¿Lo deseaba tanto como él lo hacía? No estaba seguro, así que miró directamente a sus ojos para leerlo.
Sus ojos estaban casi ensangrentados. Repentinamente, recordó por qué no podía hacer el amor con él ahora. Estaba cansado. Frágil. Tenía que protegerlo y hacerlo descansar.
—Descansaré mejor después de que me hayas ayudado a relajarme. Después de que me hagas venirme —le murmuró al oído.


Había oído sus pensamientos. Había estado demasiado distraído por su atracción sobre él para acordarse de protegerlo. Con un esfuerzo de voluntad, bloqueó la visión, pero no podía resignarse a dejarlo ir. Los únicos lugares a los que sus manos querían moverse eran el territorio más íntimo de su cuerpo, así que se estuvo quieto.
—No me dejes fuera, Eunhyuk. Eres el único ancla que tengo ahora mismo y te necesito.
Eunhyuk sintió una emoción de triunfo dispersarse a través de él. Lo necesitaba. Era más de lo que alguna vez había esperado oírle decir. Si lo necesitaba, tal vez se quedaría con él.
—Dilo otra vez —demandó.
Odió que su voz fuera tan áspera, pero no podía evitarlo.
— ¿Decir qué?
—Que me necesitas. Dilo otra vez.
Una mirada extraña cruzó su cara, pero no la pudo leer a través de la neblina ensangrentada de sus ojos. Sus propias emociones corrían calientes, requiriendo toda su concentración y, por mucho que lo intentara, no podía aclarar lo que estaba pensando.
—Te necesito, Eunhyuk. Déjame entrar —sus palabras fueron apenas perceptibles, pero oyó cada una de ellas y quiso aullar de victoria.
Le había pedido que lo dejara entrar y no podía  negarle nada. No ahora. Eunhyuk dejó de intentar ocultarse de él. Dejó que viera cada pizca de su lujuria, esperanza y regocijo. Presionó sus caderas contra su vientre y le dejó sentir la erección de la que le había estado protegiendo también.
Los ojos de Donghae se cerraron agitados y dejó escapar un gemido que sintió vibrar debajo de su mano. Sus pezones se perlaron bajo la camiseta mojada y su cara se encendió en un bonito color rosa.
Eunhyuk estaba perdido. No besarlo era imposible, así que cubrió sus labios separados con los suyos y, simplemente, cedió. Sus dedos se apretaron en su pelo y le inclinó su cabeza para poder deleitarse en su boca. Las manos de Donghae agarraron sus brazos y su lengua giró con la de él.
Se agarraba con fuerza y podía sentir el esfuerzo que le llevaba permanecer en posición vertical.
Eunhyuk lo levantó y lo llevó dentro, cerrando la puerta con su codo. El aire fresco golpeó la piel caliente, pero no hizo nada para enfriar el horno rabiando dentro de él. La única cosa que podría hacerlo era Donghae. Necesitaba estar dentro de él. Ahora.
No podía arrancar su boca de la de él y, por algún milagro, encontró el camino hacia su cuarto y lo colocó en su cama. En segundos, su pantalón deportivo y sus bóxers no eran más que un montón empapado en su alfombra. Abrió sus pantalones vaqueros lo suficiente como para liberar su erección, extender sus piernas y empujarse dentro de él.
El estremecimiento de Donghae se registró en algún lugar en la parte de atrás de su mente y se congeló. El sudor brotó sobre sus costillas por el esfuerzo que le llevó no ceder ante su necesidad de moverse. Algo no estaba bien, pero no podía aclarar lo que era.
Eunhyuk abrió los ojos y bajó la mirada hacia él. Su pelo estaba dejando una mancha oscura de agua en su almohada. Llevaba todavía puesta su camisa. Tal vez era eso lo que estaba mal. Le quería desnudo, pero no podía ser capaz de recordar cómo hacer que pasara. Se requería toda su atención para permanecer quieto dentro de él.
Hae se estiró hacia arriba y tocó su cara. Un músculo en su mandíbula saltó y un temblor corrió por su columna vertebral. Sus caderas ya no lo escucharon y presionó hacia adelante, empujando a Donghae en el colchón. Sus ojos rodaron hacia atrás y dejó escapar un quejido apenas perceptible.
Encontró la parte de él que vivía sólo para protegerlo y preguntó:
— ¿Estoy haciéndote daño?
Se mordió el labio inferior y negó con la cabeza.
—No. Está bien. Justo así.


Eunhyuk no necesitó mayor incentivo. Se deslizó fuera de él, sintiendo el calor resbaladizo de su excitación serpenteando entre ellos. Era perfecto. Él era perfecto. Caliente, apretado y resbaladizo. Hecho justo para él.
No iba a durar mucho. No había forma de que pudiera contenerse cuando todo en Hae le daba un insano placer. Apoyó su peso sobre su codo y acunó la parte de atrás de su cuello en su mano. Ambas partes de la luceria se encontraron mientras se empujaba pesadamente dentro de él otra vez.
Donghae jadeó y Eunhyuk intentó mirarlo y ver si fue de placer o de dolor, pero no podía ver. Llameantes colores bailaron ante su vista, cegándolo, girando en una mezcla profunda de rojos y naranjas. Todo lo que pudo hacer fue sentir su placer pulsar a través del enlace y confiar en que fuera correcto. Su cuerpo era flexible debajo del suyo, aceptando sus movimientos poderosos. Sus dedos se deslizaron arriba y abajo por su camisa y se clavaron en los músculos de su pecho.
Las hojas de su marca de vida temblaron en respuesta a su toque, enviando un calor hormigueante a la base de su columna vertebral.
Sintió el cuerpo de Donghae apretarse alrededor de su erección en una contracción sedosa en el mismo momento que sintió como se venía en sus manos. Él dejó escapar un grito suave de placer y envió a Eunhyuk justo al borde. Su orgasmo estalló dentro de él y se sepultó tan profundo como podía, queriendo estar tan cerca de Donghae como era posible. Se derramó en él, en mente y cuerpo, dejándolo sentir sus alborotadas emociones pulsando en Hae al tiempo que su liberación.
Su dulce voz llenó el espacio, disminuyendo en un suspiro jadeante. El cuerpo de Eunhyuk brincó de placer. Sabía que era demasiado pesado, encima de él, pero no podía hacer funcionar sus extremidades para moverse.
Se requirió de varios minutos para controlar su respiración y conseguir que su cuerpo cooperara. Cuándo encontró la fuerza para empujarse hacia arriba y mirarlo, Donghae ya estaba dormido.
Los colores de la luceria casi se habían reacomodado en un remolino de ricos rojos llameantes.
El Caballero Escarlata. Su Caballero.


Una sensación profunda hasta los huesos resplandeció dentro de él. Sabía que cuando los colores dejaran de moverse, su unión sería completa y eso podría significar su muerte si él eligiera dejarlo, pero no le importó. Lo aceptaba, y aún si fuera sólo durante poco tiempo, era más de lo que alguna vez había esperado tener antes de morir. Había cumplido con su propósito en la vida y había encontrado a su pareja. Iba a hacer todo lo que estuviera en su poder para lograr que permanecieran juntos por un largo,  largo tiempo. Cualquier cosa que Donghae quisiera o necesitara, sería suya. Le haría feliz y le demostraría cada día cuánto lo amaba.
Eunhyuk se inmovilizó ante el pensamiento. ¿Amarlo? ¿Podría amar verdaderamente tan pronto? Se preocupaba por Hae y quería que estuviera seguro y feliz, pero ¿amor?
Donghae le había mostrado su fuerza y su bondad desde el momento en el que lo conoció. Protegía a aquellos por los que se preocupaba y se había pasado la vida ayudando a los demás. Había sacrificado su sangre para salvar su vida y se había entregado libremente para ayudarle a pasar a través de su pena.
Había mirado dentro de su mente y había sentido su alma rozarlo todo el tiempo que ambas mitades de la luceria estuvieron conectadas. Era gentil, generoso y fuerte. ¿Cómo podría no amarlo?
Confesar su amor por Hae lo liberó de alguna manera, lo satisfizo de una forma que nada más podría. Iba a hacer cualquier cosa que hiciera falta para mantenerlo a su lado.
Eunhyuk alejó un mechón de su pelo oscuro lejos de su suave mejilla. El rubor de la pasión en su piel sólo había comenzado a desvanecerse. Medias lunas azuladas de fatiga colgaban debajo de sus ojos. Su camisa estaba todavía húmeda, como lo estaba la cama debajo de ellos.
Necesitaba descanso y una cama mojada no iba a ser muy cómoda para él, así que se liberó de su cuerpo. Rápidamente lo acomodó, quitándole la camisa mojada y envolvió su pelo en una toalla. Lo deslizó en la seca y limpia cama de invitados, se despojó de su ropa y se arrastró adentro con él, asegurándose de que su espada estuviera cerca, a mano. Ni siquiera se movió una vez, lo cual demostró lo exhausto que estaba.
Eunhyuk no necesitaba mucho sueño, pero no podía abstenerse de doblarse alrededor de su suave cuerpo y abrazarlo mientras dormía. Era un obsequio raro... uno que esperaba conseguir disfrutar durante largos años venideros.
Sabía que Donghae pensaba que moriría pronto, pero Eunhyuk se rehusaba a creerlo. Había suficiente magia en el mundo que encontraría para impedir que su visión llegara a ser verdadera. Ahora que estaban unidos, había poco que no pudieran lograr juntos. Lo mantendría a su lado, lo protegería y nada alguna vez lo lastimaría. No lo permitiría.
Eunhyuk se dio cuenta de que estaba sujetando a Donghae muy fuerte y aflojó su agarre. Los próximos días iban a ser duros para él. Todavía estaba ajustándose a esta nueva vida, y ver a Victoria no sería fácil. Y la espada de Eli estaba todavía allí afuera.
Otra vez, la idea de dejarlo e ir a encontrarla era apremiante. Donghae se vería forzado a quedarse con él para siempre si no la encontraban, y eso era suficiente para tentar a un santo. Pero Eunhyuk no le quería de esa forma... a través de la fuerza. Quería que se quedara con él porque le importaba.
Porque lo amaba, también.
Eunhyuk casi bufó. Se estaba ablandando. Primero se enamoraba y ahora estaba completamente meloso ante la idea de que Donghae lo amara también. Parecía una idea ridícula que lo hiciera, pero no podía hacerla a un lado. Aunque eso significara que se había ablandado. 


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE

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Ellos son los Caballeros de la Luz...

Tres razas descendientes de antiguos Guardianes de la Humanidad, cada una posee habilidades únicas en su batalla por proteger la humanidad contra sus eternos enemigos -- Los Yokai.

El Caballero de la Luz y guerrero Yunho ha estado buscando durante siglos un hombre como Jaejoong. Para encontrarlo, hace un trato con el Cazador de Sangre Kyuhyun que podría costarle su propia vida. Ahora, su deseo por Jaejoong amenaza con destruir su más que necesitado control.


En contra de sus deseos, Jaejoong accede a unirse a Yunho en un viaje contra el peligro -y que conduce directamente al Yokai que masacró a su familia hace ocho años.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL: ECONTRANDO LO PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE

viernes, 30 de agosto de 2013

CAPÍTULO 18

CAPÍTULO 18
Repentinamente, Donghae ya no estaba tan deseoso de ver lo que Hyesung tenía que mostrarle. Basado en la sonrisa astuta que tenía, Donghae estaba seguro de que no le iba a gustar.


El brazo de Eunhyuk se apretó alrededor de su cintura y tiró de él hacia su costado.
—Aguanta —le murmuró al oído.
Donghae no ni tenía idea de lo que quería decir, pero un momento más tarde, Hyesung levantó sus manos y un anillo gigante de fuego brotó de la tierra, encerrándolos adentro.
Donghae no se había preparado para resistir algo parecido, y dejó escapar un chillido de terror. El fuego estaba a pocos centímetros de distancia de ellos. Tenía fácilmente tres metros de altura y rugía con un sonido casi ensordecedor. Un sonido hambriento.
—Estás bien. Sólo respira.
Oyó la voz tranquilizadora de Eunhyuk en su mente, pero no ayudó. Su corazón estaba palpitando y estaba paralizado de terror. No había ningún lugar hacia donde pudiera haber corrido, de cualquier manera. Estaba rodeado de fuego por todos lados. Fuego hambriento y rugiente que quería devorarlo vivo.
Sintió a Eunhyuk forzar su camino dentro de su mente. No supo cómo se empujó a través de sus pensamientos frenéticos, pero estuvo allí. Podía sentir su tranquila presencia reconfortante desvaneciendo los bordes de su terror.
—No dejaré que te lastimes —susurró directamente en sus pensamientos.
No tuvo opción sino escucharlo e intentar creerle.
Capturó su cara en sus grandes manos y le obligó a mirar sus ojos. Con sus manos actuando como anteojeras y su cara llenando el resto de su visión, ya no podía ver el fuego. Lo podía oír, podía sentir su ávida presencia a sólo centímetros de distancia, pero el resto de sus sentidos fueron llenados con Eunhyuk. Podía oler su piel y eso provocó un recuerdo de su cuerpo moviéndose sobre el de él, llenándolo y conduciéndolo fuera de su mente con placer.
Estaba confundido por el recuerdo tan intensamente positivo en medio de tanto miedo, y esa confusión puso de nuevo a funcionar a su cerebro.
Inspiró profundamente en sus pulmones y lo dejó salir de nuevo.
—Así. Simplemente respira. Te tengo.
El pánico se retiró lo suficiente para que pudiera enfocar la atención en permanecer tranquilo. Sus dedos estaban apretados alrededor de sus muñecas y se obligó a aflojar su agarre.
—Estoy bien —le dijo.
Estaba muy lejos de la verdad, pero no tanto como para que no pudiera pretender que lo creía.
—Bueno. Lo estás haciendo fenomenal, Donghae —le dirigió una sonrisa orgullosa.
Era ridículo. Era un chiflado completo y él se enorgullecía de ello.
—Voy a bajar mis manos ahora, ¿está bien?
Asintió.
—El fuego sigue en marcha, pero no te puede herir. ¿Comprendes eso?
No realmente, pero asintió de cualquier manera.
Lentamente, Eunhyuk bajó sus manos y pudo ver el fuego en su visión periférica. Su respiración se aceleró, pero logró mantenerse de una sola pieza. Iba a hacer esto, maldita sea. No iba a permitir que el miedo al fuego le ganara. Especialmente, no delante de Hyesung. Eso era lo que Hyesung quería que Donghae admitiera la derrota antes de que ni siquiera hubiera tenido la posibilidad de intentarlo.
Eunhyuk se enderezó, así que clavó los ojos en su pecho. Enfocó la atención en la banda más pálida de piel alrededor de su garganta donde la luceria había estado durante años. El resto de su piel estaba ligeramente bronceada. Podía ver las puntas de las ramas frondosas de su árbol asomando desde debajo de su cuello abierto.
Donghae no quiso apartar la mirada. Eunhyuk era una visión mucho más atrayente que el fuego, pero tenía que ser más duro que eso. Así que lo fue. Apretó los dientes y giró la cabeza para que no tuviera más opción que ver la pared de fuego a sólo centímetros detrás de ellos.
Pero no emanaba ningún calor. Eso era extraño y sacó su mente del montón errático de pánico que amenazaba con abrumarlo. Se aferró en ese pánico y lo controló con pura fuerza de voluntad.


— ¿Está bien tu caballero? —Hyesung preguntó con un rastro de orgullo en su tono.
— ¿Quieres que haga que se detengan? —Le preguntó Eunhyuk a Donghae con una voz pretendida sólo para él.
—No. Vamos a terminar con esto.
Eunhyuk alzó su voz y se dirigió a Hyesung.
—Está preparado, Caballero Gris.
Donghae estaba a punto de preguntarle por qué la había llamado eso cuando vio a Hyesung alzar los brazos sobre su cabeza. Esta vez, Donghae se preparó para aguantar lo peor, pero ningún otro fuego fluyó desde el suelo. En lugar de eso, al otro lado del círculo, donde los hombres protegían la espada, les vio comenzar a cambiar. El hombre más cercano a ellos... un rubio grande con una cara llena de cicatrices... brilló tenuemente, como había visto a la espada de Eunhyuk hacer cuando estaba a punto de sacarla. Cuando la fluctuación se detuvo, ya no parecía humano. Se parecía a uno de esos monstruos mosquito.
Donghae agarró el brazo de Eunhyuk, listo para alejarle, pero él cubrió su mano.
—Es sólo una ilusión de una reminiscencia. Ese es todavía Baekho.
Donghae intentó relajarse haciendo frente a esa noticia, pero no podía. El siguiente hombre en la línea estaba ya haciendo esa cosa de fluctuar, y cuando se detuvo, era un monstruo de fango.
— ¿Como se llama eso? —Le preguntó a Eunhyuk en un chillido patético.
—Un Seiryū. Probablemente, arrojará un orochi o dos también. No te preocupes, son todos sólo efectos especiales. Hyesung esta luciéndose ante ti.
Donghae dudó que un hombre tan poderoso como Hyesung se preocupara de alardear ante alguien. Seguramente, no ante Donghae, quien parecía temer a su sombra.
El siguiente hombre en la fila se convirtió en una mezcla peluda de chimpancé y lobo, con encendidos ojos verdes que la asustaron hasta los dedos de los pies.
— ¿Eso es un orochi?
Una vez que el último hombre se había convertido en un monstruo horrendo, Hyesung bajó sus manos y le dijo a Donghae:
—Esto es lo que se supone que debes hacer, niño. Juzga bien si eres o no capaz.
Eric desenvainó su espada, lo que era aparentemente la señal para que los monstruos debieran atacar. El orochi peludo se lanzó a la carga sobre sus cuatro patas, dirigiéndose directamente hacia Hyesung.
Eric dio un paso hacia el lado derecho de Hyesung, plantó los pies y cuadró los hombros con su espada levantada. Esta reflejaba llamas anaranjadas y Donghae tuvo que luchar por permanecer tranquilo. Las llamas no estaban calientes, así que tal vez, eran simplemente una ilusión, también.
Donghae se aferró a ese pensamiento y se convenció de creer eso. Lentamente, algo del pánico residual comenzó a desvanecerse y pudo respirar más fácilmente.
La expresión de Eric era serena, pero su cuerpo estaba en posición de golpear.
—Va a matarlos —dijo.
Eunhyuk todavía lo abrazaba y su mano de deslizó por su cadera en una caricia tierna.
—La magia de Hyesung los protege. No te preocupes. Ninguno será herido.
Tres de los orochi brincaron hacia Hyesung. Agitó su mano una vez, como si sacudiera agua de esta. Los orochi se estrellaron contra una barrera invisible y rebotaron.
Había cuatro inugami y cubrieron la distancia más cautelosamente. Se dispersaron, haciendo extraños chasquidos. Dos se dirigieron hacia Eric mientras uno más se movió hacia Hyesung. Eric intentó inclinar su cuerpo para ponerlo entre el inugami y Hyesung, pero las dos cosas se lanzaron sobre él con esos colmillos largos y transparentes y no le quedó nada más que defenderse. Su espada se balanceó en un arco mortífero que cercenó treinta centímetros de los cuatro colmillos.
Los inugami emitieron chasquidos frenéticos, pero no cedieron. Le presionaron más duramente, abalanzándose con sus cabezas de insecto, manteniendo su espada ocupada esquivando sus intentos.
El inugami que se acercaba a Hyesung golpeó otra barrera invisible y azotó contra esta. Chispas fluyeron de la pared mientras la cosa avanzaba.
Los pies de Hyesung se deslizaron sobre el suelo mientras el inugami empujaba de nuevo la barrera hacia el anillo de fuego.
Donghae se tensó ante la idea de Hyesung quemado, pero Eunhyuk acarició su espalda, diciéndole con su lenguaje corporal relajado que todo estaba bien
Hyesung sonrió, y un segundo más tarde, pinchos se dispararon desde el suelo, atravesando al inugami que le atacaba. Este, agitó sus largas piernas en el aire, pero no consiguió nada. La cosa quedó atrapada en los aguijones de piedra.
Estaba tan ocupado con ese monstruo que no había notado al inugami que se había levantado tras de él.


Donghae tomó aliento para gritar una advertencia pero fue muy tarde. Los largos colmillos se lanzaron hacia la espalda de Hyesung. Una fracción de segundo antes de que pudiera alcanzarle, la cosa saltó en el aire y aterrizó rodando a unos seis metros de distancia. Los colmillos del inugami estaban hundidos en el suelo y tiraba de ellos en un esfuerzo por desenterrarlos.
Antes de que pudiera liberarse, otra elevación repentina de picos de piedra brotó del suelo y lo empaló.
Para ese momento, uno de los Seiryū había consumido la espada en un esfuerzo por protegerlo y el otro estaba fluyendo sobre la tierra hacia Eric. Había matado a uno de los inugami, y el otro estaba retrocediendo de su ataque cruelmente agresivo.
Retrocedió directamente hacia el Seiryū, el cual lo absorbió y aumentó de tamaño.
Eric no le prestó atención. Estaba al lado de Hyesung y lo ayudaba a ponerse de pie. Él se sacudió el polvo de su túnica mientras Eric deslizaba su mano sobre su nuca.
El aire repiqueteó de poder. Donghae podía sentirlo rodeándolo, sentía vibrar las piedras debajo de sus pies. Hyesung inclinó la cabeza y su pelo largo cayó para escudar su cara.
Los Seiryū estaban dirigiéndose hacia la pareja, acercándose más y más por momentos.
El aire a su alrededor se enfrió y cuando Hyesung levantó la cabeza, Donghae pudo ver fuego ardiendo en sus ojos. Fuego real. Hyesung abrió la boca y una columna de llamas explotó de sus labios. Levantó la mano hacia la Seiryū y resplandecientes gotas de lava cayeron de las puntas de sus dedos y se agruparon en el suelo.
La cara de Eric se retorció en un gruñido de dolor y el cuerpo de Hyesung se estremeció un instante antes de que un pilar de fuego tan grueso como el tronco de un árbol saliera disparado de su mano y engullera al Seiryū. Un horrible siseo agudo hizo erupción del monstruo, pero continuó avanzando, esparciendo fuego en su caída.
Hyesung se desplomó, pero Eric envolvió un brazo alrededor de su cintura y le ayudó a bajar al suelo. Dejó caer su espada y extendió su mano desnuda sobre el suelo.
Donghae sintió la tierra debajo de sus pies enfriarse.


— ¡Ahora! —Gritó Eric.
Hyesung débilmente levantó su mano y otra explosión de llamas salió a chorros, golpeando al segundo Seiryū.
Ese seseante grito se duplicó y Donghae cubrió sus oídos para bloquearlo. No le importaba si nada de esto era real. Se veía real. Sonaba real.
Uno de los orochi se había vuelto a poner de pie y rodeó a Eric y Hyesung.
Donghae intentó recordarse a sí mismo que era sólo práctica.
Una ilusión pretendida para asustarlo. Bueno, funcionaba perfectamente bien. Quería gritar una advertencia.
La mano de Eunhyuk le cubrió la boca.
—Déjalo pasar.
Como si tuviera elección.
Los orochi no fueron a la carga esta vez, se movieron furtivamente, manteniéndose fuera de la vista del Amaterasu. Los Seiryū estaban ardiendo, empequeñeciéndose por segundos, pero aún avanzando.
Eric se empujó sobre sus pies y levantó a Hyesung con él. Se colocaron espalda con espalda en el centro del círculo llameante usando la gigante piedra esculpida para proteger un flanco. Hyesung se balanceaba sobre sus pies, pero la mirada en su cara era de determinación. Las llamas en sus ojos ardieron más brillantes y lágrimas de fuego se derramaron por su suave mejilla.
Eric vio al orochi y preparó su espada para matarlo mientras Hyesung miraba hacia los dos Seiryū ardiendo. Todos, los tres monstruos, atacaron de inmediato. El orochi fue más rápido y Eric lanzó una cuchillada, fallando.
Sus ojos resplandecieron verdes de triunfo mientras iba por el flanco desprotegido de Hyesung.
Como si leyera la mente de Eric, Hyesung giró en el último segundo, escasamente evitando las garras negras del orochi, que asestó tres cuchilladas filosas como navajas en su túnica larga.
Hyesung se agachó. La espada de Eric cercenó donde su cuello hubiera estado y se clavó en el pecho del orochi.
Los Seiryū estaban ahora lo suficientemente cerca como para alcanzarlo con los negros tentáculos aceitosos. Uno salió disparado hacia Eric. Hyesung dejó escapar un grito de furia y lo bombardeó con un puñado de fuego.
Eric liberó su espada del orochi derrotado y alzó a Hyesung encima de la roca esculpida con un brazo. Su mano se cerró alrededor de su tobillo desnudo y Donghae pudo sentir la conexión entre ellos fortalecerse. Esa retumbante energía extraña reverberó en el aire con el poder de la magia que fluyó entre ellos.
Hyesung estaba fieramente bello, de pie allí, con su pelo oscuro y su túnica pálida flotando detrás de él, sus ojos resplandeciendo con fuego y una sonrisa victoriosa en sus labios. Donghae nunca antes había visto nada tan notable en su vida.

Hyesung alzó ambas manos hacia los Seiryū y soltó otra fuente de llamas hacia ellos. El fuego fluyó de las puntas de sus dedos, retorciéndose e hirviendo como si estuviera vivo. Los Seiryū emitieron más agudos gritos seseantes, pero no cedió. Su cuerpo tembló por el esfuerzo, pero el fuego continuó, encogiendo a los Seiryū hasta que quedaron sólo planos charcos grasientos.
En el centro de uno de esos charcos estaba la espada.
El fuego fue disminuyendo y Hyesung colapsó encima de la gran roca redonda. Eric lo atrapó fácilmente y lo mantuvo muy cerca de su pecho.
El círculo de llamas alrededor del campo de batalla desapareció y la ilusión de los monstruos lo hizo también. Los hombres yacían en el suelo, magullados y gimiendo, pero ninguno estaba sangrando o quemado. Se pusieron de pie y fueron junto a Hyesung.
Eunhyuk tomó la mano de Donghae y lo guió a través del espacio abierto.
Eric estaba sentado sobre el suelo, en la base de la gran roca redonda, y situó a Hyesung en su regazo. Estaba inconsciente y pálido. Su mano izquierda rodeó su garganta y su expresión fue una de concentración profunda.
— ¿Qué está haciendo? —Preguntó Donghae.


—Reviviéndolo. Se excedió en el uso del poder manteniendo en funcionamiento todas las ilusiones así como protegiendo a los hombres y combatiendo en la batalla.
Donghae sólo podía aturdirse ante cuánta energía tenía que llevarse esa clase de magia. Donghae ni siquiera había logrado hacer una chispa y estaba exhausto hasta el punto de caerse. ¿Cuánto poder de fuego poseía Hyesung? Fue un pensamiento atemorizante.
—Eric extrae más energía de la tierra y le alimenta a través de su luceria.
Lo que fuera que estuviera haciendo estaba funcionando. Ya listo, Hyesung estaba moviéndose y abriendo los ojos. Tenía un poco de congestión ocular, pero los ojos brillaban negros otra vez, lo cual fue un enorme alivio para Donghae. No creía que pudiera mirar de frente a aquel hombre si todo ese fuego estuviera allí.
Hyesung luchó por sentarse derecho y Eric lo ayudó.
—Estoy bien. Dejadnos —les dijo a los hombres reunidos allí.
—Sí, mi señor —llegó la respuesta masiva. Esta vez, Eunhyuk no se integró al grupo. Se quedó y sujetó a Donghae junto a él.
Parecía extraño que un montón de grandes tipos recibieran órdenes de un pequeño hombrecito. Por supuesto, aquel hombrecito probablemente podría asar cualquiera de sus culos incluso en su peor día, pero aún así parecía extraño.
Cuando los hombres se hubieron ido, Hyesung miró a Donghae impacientemente.
—Eso fue asombroso —dijo.
Eric gruñó. No se veía complacido. De hecho, le dirigió a Hyesung una mirada que prometía que escucharía lo disgustado que estaba más tarde.
—Habría sido mucho más asombroso si no hubiéramos pasado las dos semanas anteriores asesinando Yokais cada noche, manteniéndolos a raya, para que nuestros hombres pudieran encontrar la espada de Eli. Estabas demasiado cansado como para haber hecho esto esta noche.
Tenía una voz ronca que hacía juego con su cara áspera. Líneas profundas estaban esculpidas alrededor de sus ojos y su boca. Todo en él era duro, excepto el color de sus ojos. Eran de un suave azul cielo que parecía tan fuera de lugar que no pudo evitar mirarlos fijamente.
Hyesung palmeó a Eric en la rodilla.
—Tenía que hacerse, Eric. Estoy bien —se giró hacia Donghae—. ¿Ves ahora lo que se espera de ti?
—No hay forma de que alguna vez pueda hacer lo que tú has hecho. Aunque no tuviera un miedo mortal al fuego, no podría ejercer tanto poder.
—Quizás todavía no, pero un día lo harás. La pregunta es si deberías o no intentarlo. Adentrarse en la batalla sin fuego sería como si uno de nuestros guerreros entrara sin su espada. Podrías hacerlo, pero sería tonto y peligroso para todo el mundo a tu alrededor.
La visión de Donghae relampagueó en su mente. El fuego le rodeaba, y a través de las llamas oscilantes, podía ver esa media sonrisa orgullosa ladeando la boca de Eunhyuk. Sólo que, a diferencia de las de Hyesung, las llamas lo quemaban –produciendo ampollas en su piel. Eran reales y dolían como el demonio.
Cuanto más conseguía conocer a Eunhyuk, cuanto más unido estaba a él, más le dolía su visión. ¿Por qué simplemente estaba allí y lo observaba sin tratar de ayudarlo? ¿Era toda su nobleza desinteresada algún tipo de actuación? ¿O era algo más? Tal vez estaba mirándolo con orgullo porque estaba haciendo algo digno de eso. ¿Estaría dispuesto a ser quemado vivo si fuera por una buena causa? ¿Si salvara la vida de otro? Quería creer que lo haría, pero en verdad, sabía que era una verdadera cobarde. Tal vez, podría aceptar algún otro destino si fuera a salvar la vida de otro, pero no aquél. Lo había temido durante mucho tiempo. Ser quemado vivo era su peor pesadilla.
—No quiero usar fuego —le dijo a Hyesung con una voz llena de vergüenza—. Jamás.
Hyesung volvió su mirada negra sobre Eunhyuk. Tan precioso como era, había algo atemorizante en él -alguna cualidad casi extraña que exigía respeto y obediencia.
—Lo que sé es que no quiero colgar tu espada en la Sala de los Caídos. También sé que si llevas a este niño dañado a combatir contigo, acabaré haciendo justo eso.
—No es tu decisión —dijo Eunhyuk.
— ¿No? Podría matarlo ahora mismo y acabar de una vez con esto. No me preocupa nada y felizmente le vería morir en tu lugar.


Donghae no dudó ni por un segundo que Hyesung decía la verdad.
La mano de Eunhyuk fue a su espada y Eric hizo a un lado a Hyesung y se puso de pie en un movimiento tan rápido que fue difícil creer que había ocurrido.
—Desiste, hijo. No me hagas herirte.
La mandíbula de Eunhyuk se apretó con fuerza, pero soltó su espada y aspiró profundamente. Donghae podía sentir la tensión vibrando en su cuerpo, le podía sentir vibrante entre ellos. Ese control le había costado mucho esfuerzo.
—No hables así, Hyesung. Sabes que lo necesitamos. Lo necesito.
— ¿A quién más debería escuchar él si no a mí? No hay otra pareja Amaterasu alrededor.
—Eso no significa que tengas razón —insistió Eunhyuk.
Hyesung suspiró.
—Comprendo la clase de sentimientos que tienes hacia Donghae, pero Kyuhyun ha mirado dentro de su mente y no hay esperanza para él. Está dañado. Nunca será lo que quieres que sea.
Donghae no estaba seguro de qué la conmocionó más, el hecho de que Kyuhyun hubiera podido extraer algo parecido de su mente, o  que pudiera tener razón.
—Ni siquiera le has otorgado el beneficio de la duda, ¿pero estás dispuesto a creerle a un Susano? ¿Sabes siquiera lo qué le hizo a Hae? —Demandó Eunhyuk.
Hyesung recorrió con la mirada a Donghae, quien estaba muy confundido. Sabía que Kyuhyun se había paseado por sus recuerdos y había tomado algo de su sangre, pero por la forma en la que Eunhyuk lo dijo, sonó como si hubiera violado sus derechos civiles o algo por el estilo.
Una presión llenó sus oídos y los sonidos de la noche -los grillos cantando y el viento a través de los árboles- desaparecieron completamente. Donghae se frotó los oídos e intentó bostezar para hacerlos abrirse. Un momento más tarde la sensación se fue, pero se había perdido cualquier cosa que Hyesung hubiera dicho.
Lo que sea que dijera, enfureció a Eunhyuk. Su cara se oscureció con ira  y sus dedos se clavaron en su cadera.
— ¿Está Kyuhyun todavía aquí? Me gustaría tener… unas palabras con él.
—Deberías estar más preocupado por lo que tu señor va a hacer y menos acerca de lo que Kyuhyun está haciendo.
—El Susano se trae algo entre manos —dijo Eric.
Hyesung agitó su mano en un gesto cansado.
—El Susano se trae siempre algo entre manos. Es su naturaleza.
Eric atrajo a Hyesung a su lado.
—Y es mi naturaleza hacerte descansar. Has dado al chico alimento para pensar. Dale tiempo de digerirlo.
¿Digerirlo? Más bien tragarlo y rezar para que no se pusiera enfermo.
—Prometí que ayudaría a Eunhyuk a encontrar la espada de Eli —dijo Donghae—. No faltaré a mi palabra.
—Niño tonto —Hyesung murmuró—. Al menos, habla con Victoria antes de que intentes algo tan tonto.
—Ya he pedido una audiencia con ella —dijo Eunhyuk.
Los ojos negros de Hyesung se estrecharon.
— ¿Le recibirá?
—No lo sé aún. Junjin dijo que me diría por la mañana si verá a Donghae.
—Victoria lo verá. Me aseguraré de eso.
—Gracias, mi señor —dijo Eunhyuk, inclinando la cabeza formalmente.
—No me lo agradezcas hasta después de que Donghae haya hablado con Victoria —dijo.
—Ya basta —Eric recogió a Hyesung en sus brazos—. La cama está preparada para ti, hombre.
Donghae les observó ir, sintiendo su mundo girar fuera de control debajo de sus pies. Había tanto que no comprendía. Parte de eso era cómo podría ser Hyesung un feroz guerrero exhalando fuego en un minuto y pudiera acurrucarse en los brazos de Eric al siguiente. Parecía totalmente fuera de su carácter, de alguna manera.
—Necesitas descansar, también —dijo Eunhyuk.
Donghae asintió. Estaba cansado hasta los huesos y dolorido por todas partes, por sus anteriores intentos de crear fuego mágico.
— ¿Quién es Victoria y por qué necesito verla?
Eunhyuk vaciló como si no quisiera decírselo, pero finalmente dijo:
—Sabe cómo funcionan las visiones del futuro.
— ¿Cómo?

—Porque las tiene ella misma.



Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE