domingo, 29 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 18


 CAPÍTULO 18


Yunho vio a Yoochun venir por el pasillo hacia él como un ariete. Sus ojos verdes de leopardo estaban rojos, hundidos por la falta de sueño, y su piel de color marrón claro tenía un tono gris enfermizo. Yunho no lo había visto en dos semanas y, en ese tiempo, había aumentado su delgadez, estaba más desesperado.
Todos los Amaterasu habían oído los rumores de que posiblemente había encontrado a su pareja el mes pasado, y que este había huido de él. Había estado buscándolo desde entonces. Sin suerte.
¿Dónde están? exigió Yoochun.
— ¿Quiénes?
—Las parejas que trajiste aquí. Necesito verlos. Asegurarme de que no son mi Junsu.
Yunho sostuvo en alto las manos para detener a Yoochun, evitando que se moviera.
—No son Junsu. Te lo prometo.
Yoochun luchó contra el agarre de Yunho.
—Puedes estar equivocado.
No lo estaba, pero no se lo dijo. En este caso la diplomacia era un mejor y seguro camino de acción.
—Jaejoong mide 1,78, con el cabello oscuro y corto. Kibum mide aproximadamente 1,70 y desde hace mucho tiempo, tiene el pelo blanco. Ambos tienen los ojos azules. ¿Se parecen a Junsu?
Los hombros de Yoochun se hundieron con derrota y la cabeza cayó hacia adelante.
—No. El es pequeño. No es tan alto. Maldita sea.
—Lo siento, hombre. Sé que esto te está matando. ¿Ha habido alguna pista?
—Un par. Él siempre se había ido antes de que yo llegara.
— ¿Es cierto que la marca de sangre que le pusiste no está funcionando? —Yunho había oído rumores, pero no los había creído.
—Sí, es verdad. No sé cómo lo hizo, pero ha sido capaz de bloquearlo de alguna manera.
Yunho puso la mano sobre el hombro de su hermano.
—Estoy seguro de que lo encontrarás.
—O moriré en el intento —dijo Yoochun, y se dio la vuelta regresando por donde había venido.
Yunho clavó los ojos en su amigo, al verlo prácticamente tambalearse. Yoochun siempre había sido orgulloso y fuerte, y ahora estaba reducido a una desesperada confusión.
Y sólo había pasado algunos momentos con Junsu.
Yunho había estado con Jaejoong durante dos días. Si Jae se alejaba de él, iba a sufrir mucho más que Yoochun antes de morir.
Al menos, aún tenía esperanza. Era posible que Jaejoong deseara quedarse. Yoochun había sido rechazado categóricamente. Era un milagro que todavía respirara.
Si Yoochun no encontraba pronto a Junsu, iba a ser otra espada colgada en el Salón de los Caídos antes de que pasara mucho más tiempo. Yunho estaba seguro de ello.
Otro hermano perdido.
El dolor brotó en Yunho hasta que amenazó con estrangularlo. Se estaban muriendo demasiado rápido. Todos ellos. No sólo sus hermanos, también los Susano. Incluso había oído que las filas de los Tsukuyomis se estaban extinguiendo a un ritmo alarmante, su reducida descendencia ya no era capaz de soportar la magia que una vez ejercieron.
Si algo no cambiaba pronto, los Yokai iban a ganar e invadir la Tierra. Matarían a cada humano vivo, sin importar lo pequeño que fuera el indicio de poderosa sangre que ellos poseyeran, y usarían ese poder para abrir la puerta al reino de Izanagi. No habría nadie para detenerlos.
Un problema a la vez. Eso era en lo que necesitaba centrarse. Si pensaba en su futuro, o en la ausencia de él, no sería capaz de seguir adelante, y eso era lo que Jaejoong necesitaba que hiciera. Seguir adelante.






Acababan de terminar de comer, y Jaejoong regresó a comprobar el estado de Kibum, cuando Yunho oyó un quedo golpe en la puerta. La abrió para encontrarse a YoungWoon  allí de pie con Siwon, uno de los Susano.
Yunho dudó en dejarlos entrar No quería molestar el descanso de Kibum, pero más que eso, no quería a uno de los Susano en ningún lugar cerca de ellos. Siwon iba a querer su sangre. Su instinto de protección hizo que le fuera difícil aceptarlo, a pesar de saber que Siwon estaba de su lado.
—Lo siento —dijo YoungWoon —. Victoria ya se ha ido.
— ¿Cuándo va a volver?
—No lo sé. Dejó una nota diciendo que deberías haber llegado antes, como ella te pidió.
—No pude traerlo más pronto. Era demasiado arriesgado para Kibum. Victoria debería haber sabido eso malditamente bien.
—Tal vez lo sabía. Puedes preguntárselo cuando vuelva. Mientras tanto, he traído a Siwon para ayudar.
—Tengo que ver a las parejas —dijo Siwon.
Yunho los dejó entrar.
—No necesitas ver a Jaejoong. Kibum es el único enfermo.
—También debo catalogar la sangre de Jaejoong —dijo Siwon.
—De ninguna jodida manera. Kyuhyun ya tomó suficiente. Oblígalo a compartir.
—Todo lo que él tomó ya se ha consumido. Utilizado para evitar que los ocupantes del hospital vieran el ataque. Necesitamos más.
—Mierda.
El demasiado hermoso rostro de Siwon era liso e impasible. Era inhumanamente pálido y sus azules ojos descendieron hacia el desnudo cuello de Yunho.
—Lo has reclamado. Jaejoong es uno de los nuestros ahora. No puedes negar la necesidad de estudiar su sangre.
La sangre de Jaejoong. Sólo un poco, pero más de lo que Yunho estaba dispuesto a darles.
—No le necesitas ahora. Tal vez más tarde.
—Más adelante podría ser demasiado tarde —dijo Young Woon —. Uno nunca sabe lo que puede pasar, y tenemos que ser capaces de averiguar de dónde viene. Otra pareja capaz de unirse con nuestros hombres simplemente aparece, con un hermano de sangre, nada menos ¿y estás ahí diciéndome que no es importante que hagamos un seguimiento de su línea de sangre?
—No es importante para mí.
Las facciones de YoungWoon  se oscurecieron con ira.
—Por supuesto que no. Tú ya tienes a tu señor. ¿Qué pasa con el resto de nosotros? Estamos perdiendo terreno día a día ¿y tú dificultas el camino de nuestra investigación de su línea de sangre? No pensé que fueras tan egoísta.
Yunho hizo una mueca. Era egoísta, pero la idea de derramar la sangre de Jaejoong y dársela a otro de los Susano era más de lo que podía soportar.
—Es su elección. No la mía.
—Su vida está a tu cuidado —dijo Siwon—. Lo has reclamado como propio. ¿Quién mejor que tú para tomar la decisión de derramar una pequeña porción de su sangre? Con vosotros aquí, cuidando de él, ¿cómo podría llegar a perjudicarle? Me matarías antes de que tuviera la oportunidad de tomar demasiado.
Yunho sintió que deslizaba la mano hacia su espada. No haría falta mucho para alcanzarla y agarrarla. Nunca le había gustado Siwon. Era demasiado falso. Sin demasiadas emociones. Al igual que un reptil.
—Esto no es negociable, Yunho —dijo YoungWoon —. No voy a darte a ti o a las parejas una opción. Tenemos que saber de dónde vienen y cómo no pudimos encontrarlos hasta ahora, y el único hombre que puede hacerlo es Siwon. Así que llévanos con ellos o simplemente apártate de nuestro camino de una maldita vez, porque esto va a ocurrir.
— ¿Qué está pasando? —preguntó Jaejoong detrás de él.
Yunho se acercó a él y colocó el cuerpo delante, en un gesto abiertamente protector.
—Quieren un poco de tu sangre.
—Para propósitos de investigación —aclaró YoungWoon —. Esperamos encontrar más información acerca de ti, sobre cómo eres capaz de absorber el poder de Yunho sin perjuicio.
— ¿Crees que mi sangre te dirá por qué soy una esponja mágica? —preguntó él.
Siwon se rió, dejando escapar un melodioso y totalmente inhumano sonido.
—Encantadora imagen. Apropiada. Pienso que vas a gustarme.
—Deja de coquetear con Jaejoong, es mío —gruñó Yunho.


— ¿Tuyo? —preguntó Jaejoong en un tono que era en parte alerta, en parte curiosidad.
Yunho sintió como le ardía la cara. Estaba sobrepasando los límites. Tenía que recordar eso. Jaejoong no le pertenecía, no importaba lo mucho que deseara lo contrario. Él podía hacer lo que quisiera. La idea lo cabreó mucho.
Yunho se hizo a un lado, por lo que ya no estaba protegiendo su cuerpo de la sanguijuela.
— ¿Quieres que succione de ti? Estupendo. Sírvete.
—Uh. ¿Al igual que un vampiro chupasangre? ¿Cómo Kyuhyun? ¿Ese tipo de succión?
—Sí —dijo Yunho, sintiéndose encantado con su apropiado disgusto.
—No —dijeron YoungWoon y Siwon, al mismo tiempo.
Jaejoong miró a los tres hombres y dio un corto paso acercándose a Yunho.
—Lo siento. Me asusté —dijo.
Siwon disparó contra Jaejoong una fabulosa y hermosa sonrisa de modelo llena de dientes blancos.
—Es indoloro. Te lo prometo.
—Eso es lo que dicen todos los vampiros —le dijo.
—Encantadora criatura. Espero que tu hermano sea como tú. Podríamos usar un poco de humor para aligerar el lugar. Todos estos viejos aburridos Amaterasu son casi tan divertidos como un funeral.
YoungWoon  dejó escapar un gruñido de advertencia.
—Atrás, sanguijuela.
— ¿Ves lo que quiero decir? Ninguna diversión en absoluto. Excepto tú y yo, querido, podríamos divertirnos mucho juntos.
La voz de Siwon rezumaba promesas. Dio un paso más cerca de Jaejoong, y al segundo, Yunho desenvainó su espada y mantuvo la hoja desnuda delante del demasiado hermoso cuello de Siwon.
—Ni un paso más —advirtió al Susano.
Siwon, levantó las manos en señal de rendición, pero no eran las manos las que eran peligrosas. Eran los ojos azules, del tipo que subyuga a las presas y los mantienen así mientras come. Los ojos estaban firmemente fijos en Jaejoong y él no apartaba la mirada a otro lado.
—Aparentemente, este es un mal momento —dijo Siwon.
—Cualquier momento es malo para que bebas la sangre de Jaejoong, él es mío —dijo Yunho.
—Me iré, pero regresaré cuando esté más dispuesto. Estoy seguro de que su hermano aguantará ese tiempo.
— ¿Puedes ayudar a Kibum? —preguntó Jaejoong.
—Por eso estoy aquí.
—Entonces hazlo —extendió los brazos como si le dejara decidir cuál de ellos era más sabroso—. Toma tanto como quieras. Sólo ayúdalo.
A Siwon le brillaron los ojos con hambre.

—Tan generoso. Qué desinteresado. Tu hermano tiene suerte de tenerte.
Yunho aumentó la presión sobre la espada.
—También quiere la sangre de Kibum, Jaejoong.
—No la puede tener. Está demasiado enferma. Tendrás que tomar la mía en su lugar.
—Esa no es la manera en la que funciona, precioso —dijo Siwon—. Voy a necesitar la suya, también.
—Kyuhyun dijo que está demasiado débil.
—No soy Kyuhyun. Mis habilidades son mucho mayores que la suyas, que es por eso por lo que estoy aquí ahora.
— ¡Basta ya! —Gritó YoungWoon —. Yo estoy al mando aquí. Todos me elegisteis como líder y harás malditamente bien en aceptar este liderazgo, porque estoy seguro como el infierno que no hago este trabajo para divertirme.
Yunho miró a YoungWoon, aturdido. Este exabrupto no era en absoluto propio de él.
—Ahora —dijo Young Woon —. Siwon va a tomar un poco ‑y quiero decir un poco‑ de la sangre de Jaejoong para que podamos tratar de averiguar de dónde viene. Yunho, simplemente te vas a sentar y a permitirlo. Y, Siwon, si siento el más leve indicio de magia saliendo de ti, te cortaré el apéndice más cercano con mi espada, probablemente tu cabeza. Puedes quedar con tus compinches sanguijuelas para volver a unirte, si crees que son lo suficientemente buenos.
Yunho miró a Jaejoong, ignorando las órdenes de YoungWoon. No le importaba si le expulsaban por desafiarlo. Era su protegido, y no iba a renunciar el día después de haberle hecho el juramento. Se adelantó para que sólo pudiera verlo a él.
— ¿Vas a permitir a Siwon tomar un poco de tu sangre? Podemos luchar contra ellos.
Los ojos azules de Jaejoong se abrieron con sorpresa.
—Estás bromeando, ¿verdad?
—Estoy mortalmente serio. Esas son nuestras dos únicas opciones.
—No podemos luchar contra estos tipos. Son los buenos, ¿no?
Yunho asintió con la cabeza.
—Aunque “buenos” puede ser un poco exagerado. Estamos en el mismo bando en la guerra, si eso es lo que quieres decir.
—Así es. Además, él es el único que puede ayudar a Kibum.
—Haré lo que pueda —dijo Siwon.
Jaejoong tomó aliento profundamente mientras le decía a Siwon:
—Está bien. Toma un poco de mi sangre, pero mejor que haya un maldito zumo y galletas esperándome cuando hayas terminado.


A Jaejoong estaba empezando a no gustarle los vampiros casi tanto como a Yunho y Minho. Si esto se mantenía, iba a estar seco antes de que la semana terminara.
Yunho se plantó a su lado, con la mano en su espada, mientras Jaejoong se sentaba junto a la mesa de la cocina, al lado de Siwon. YoungWoon  se había excusado para hacerse cargo de algún tipo de emergencia, advirtiéndole a Siwon que se andara con pies de plomo.
—Te prometo que no te hará daño —dijo Siwon, cuando se inclinó hacia adelante.
—Toca su cuello y morirás aquí mismo —advirtió Yunho.
Jaejoong levantó la vista y no pudo dejar de mirarlo. Nunca lo había visto con un aspecto tan feroz, ni siquiera cuando se había enfrentado a los demonios que habían secuestrado a Hyun Woo. Parecía un guerrero decidido a cobrar venganza, casi sin poder controlar la ira. Los anchos hombros bloqueaban la luz de la sala de estar detrás de él, moldeando la silueta de su cuerpo. Las sombras fluían por los lados de la cara, proyectando los masculinos rasgos hacia un rudo relieve. La mandíbula estaba apretada y las aletas de la nariz llameaban.
Jaejoong le tocó el brazo en un intento de calmarlo, pero sólo logró hacerle sobresaltarse.
— ¡Date prisa y termina! —le dijo a Siwon.
—Su brazo, mi señor —dijo Siwon.
Jaejoong no era el señor de nadie, pero no se detuvo a discutir el punto. No estaba seguro de cuánto tiempo más podría resistir Yunho. Podía sentir su posesividad latiendo a fuego lento a través de su unión.
Jaejoong extendió el brazo.
— ¿Me prometes que no dolerá?
Siwon la dedicó una suave sonrisa que habría hecho derretir a cualquiera.
—Basta con que me mires a los ojos y todo habrá terminado antes de que te des cuenta.
—No —gritó Yunho—. Jaejoong es mío —su voz era tan tosca que las palabras apenas fueron descifrables.
Jaejoong no estaba seguro si la posesividad de Yunho lo halagaba o le molestaba. Si no hubiera sido por su conexión y el miedo que sentía por ella saliendo en ondas de él, podría haber estado furiosa con su bárbara declaración. Como fuera, sabía que él sólo estaba tratando de protegerlo de lo que percibía como una amenaza.
—Si no quieres que le mire, tal vez, deberías ser tú el que me distraiga —dijo Jaejoong, con lo que esperaba fuera una seductora sonrisa.


Él se inclinó, cogió el corto pelo con el puño de la mano, le reclinó la cabeza hacia atrás, y tomó posesión de la boca en un abrasador beso. El mundo de Jaejoong se inclinó hacia el borde y suspiró en su boca. La mano libre se acercó y se envolvió alrededor de su nuca para sujetarlo en el lugar y que no pudiera alejarse esta vez. En algún lugar más allá de la esfera flotante del beso de Yunho, Jaejoong apenas era consciente de que le estaban haciendo algo en el otro brazo. No le importaba el qué.
La lengua de Yunho jugueteó con su boca abierta y Jae saboreó su gruñido de aprobación mientras se deslizaba en su interior. Su mano se tensó en su pelo ‑un agradable mordisco de dolor. Él le presionó la espalda contra la silla, con los labios y la lengua deslizándose con una necesidad casi frenética.
El vientre de Jaejoong se calentó y los miembros se volvieron maleables y dispuestos. La luceria zumbó felizmente, resonando con el ronroneo del anillo contra el cuello. Sus cálidos dedos se presionaron contra el pulso, y estaba seguro de que la zumbante sangre de ahí se había calentado cerca de la ebullición.
La respiración se le aceleró, y Jae pudo sentir el ardor del deseo arrollando por el pecho. Todo aparte de ellos dos se desvaneció en insignificancia. Nunca había sentido nada tan devorador antes, y si hubiera quedado algún sitio dentro de su hormigueante cuerpo para el temor, se habría aterrorizado. Este no era el tipo de beso que llegaba al final con cada uno de ellos yendo por caminos separados. Este era el tipo de beso que mezclaba corazones entre sí y cambiaba vidas. Había una especie de magia en eso ‑una especie de poder‑ que los tejía conjuntamente con delicados zarcillos de necesidad. Jaejoong estaba seguro de que no había nada aparte del desnudo, sudoroso sexo que pudiera apagar el fuego que la ardía en el vientre. Estaba totalmente a favor de eso.
El cuerpo de Yunho se tensó con el esfuerzo; entonces sintió que empezaba a alejarse. Jaejoong apretó el agarre sobre él, usando toda su fuerza para sujetarlo en el lugar. Pero él era más fuerte y, cogiéndole de la mano, lo mantuvo a raya.
Jaejoong quedó jadeante, necesitado y dolorido. Ahora que estaban separados, pudo sentir la lujuria de Yunho ‑separada de la suya propia‑ estrellándose sobre sí en violentas ondas. Lo deseaba tanto como le había deseado a él y, sin embargo, se había detenido.
Lentamente, a medida que su confusa mente se despejaba, recordó que tenían audiencia. El rostro de Jaejoong ya estaba ruborizado por la pasión, de modo que estaba seguro que nadie notaría su sonrojo.
Siwon se aclaró la garganta con una delicada tos.
—Yo he, ah, terminado.
Jaejoong retiró la mano con fuerza y se miró la muñeca. Ahí no había nada, excepto inmaculada piel.
—No sentí nada —admitió.
—No estoy de acuerdo —murmuró Siwon—. Pero me alegro de no haberte lastimado.
—Ve a ayudar a Kibum —ordenó Yunho.
Estaba de pie a pocos metros, medio encarado hacia las ventanas. Jaejoong podía ver la expresión de dolor en su semblante, y el rígido control que estaba tratando de mantener.
Siwon elevó las oscuras cejas.
— ¿Estás enfermo, Amaterasu?
—Estoy bien. Ve a ayudar a Kibum.
Jaejoong se levantó, necesitando tocarle para calmarlo. Trató de alcanzarlo. Pero Yunho se apartó de un tirón.
—No te acerques más, o te tendré desnudo debajo de mí sobre el suelo en treinta segundos. No me importa quién esté observando.
El interior del cuerpo de Jaejoong brillaba tenuemente, con los efectos residuales del beso. Le requirió un esfuerzo de voluntad mantener la compostura y evitar dirigir las manos sobre la tensa espalda de Yunho.
—Él tiene razón —dijo Jaejoong, echándole un vistazo a Siwon—. Kibum te necesita.
Siwon inclinó respetuosamente la cabeza.
—Como quieras.
— ¿Estarás bien? —le preguntó a Yunho, empezando a preocuparse.
—Sí. Esto es simplemente la versión de los Susano's de una broma. Estaré allí en un minuto.
Jaejoong no estaba riéndose. Le dolía demasiado para encontrar algo de esto gracioso. Miró el rostro de Siwon y no pudo ver ningún rastro de humor acechando en sus ojos.
— ¿Dónde está tu hermano? —preguntó él.
—Te lo mostraré.
Jaejoong llevó a Siwon a la habitación donde estaba descansando Kibum. Abrió la puerta silenciosamente. Estaba oscuro, por lo que Jaejoong encendió las luces. Kibum no se movió, pero había pasado años con médicos y enfermeras invadiendo su sueño, así que a estas alturas probablemente estaba acostumbrado.
Estaba tan delgado y frágil, casi esquelético. El cabello claro se mezclaba con las almohadas de blanco brillante. Las azules venas se extendían a través de las sienes y sobre el dorso de las manos. Los cardenales de las correas y las intravenosas eran oscuros, desagradables marcas que aún no habían comenzado a curar.
El destrozado corazón de Jaejoong se abrió y sangró por su hermano. Si esto no funcionaba…
— ¿Cuánto tiempo ha estado dormido? —preguntó él, frunciendo el ceño hacia Kibum.
—Horas. Se despertó y tomó algo de comer antes de salir de Hokkaido, pero se durmió el resto del camino hasta aquí. Minho le dio un poco de agua cuando llegamos, para irse directo a dormir.
Siwon se sentó en el borde de la cama. Cogió la huesuda mano con un cuidado exquisito. Los largos dedos revolotearon sobre su pulso por un momento. Cuando miró a Jaejoong, el rostro era sombrío.

—Ya no está durmiendo. Está inconsciente.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO PERDIDO  - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA PRINCIPAL: YUNJAE

viernes, 27 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 17

 CAPÍTULO 17


Jaejoong siguió a Yunho a través del túnel subterráneo que conducía del garaje a lo que él llamaba salón principal. No estaba seguro de que salón fuera la palabra correcta para una habitación con el techo de cristal a quince metros sobre las cabezas y suficiente espacio para albergar un campo de fútbol. Los salones eran oscuros, largos y escuálidos, no enormes, brillantes y llenos de plantas vivas en cada rincón.
La habitación estaba dividida en secciones. La mitad tenia mesas desparejadas de cocina, con asientos de dos a doce. Cada mesa estaba decorada con un jarrón de flores frescas y un brillante y alegre mantel amarillo. La otra mitad de la habitación estaba separada en dos zonas más, una con una enorme televisión y un montón de sillones mullidos, y la otra con una mesa de billar y varios sistemas de videojuegos conectados a más televisiones grandes.
Varios niños holgazaneaban por allí, y un par de adultos estaban tomando café, vigilándolo todo. Cuando Jaejoong entró, todos dejaron lo que estaban haciendo y lo miraron.
— ¿Qué es este lugar? —le preguntó a Yunho.
—Lo llamamos Castillo Matsumoto. Es el hogar de cerca de quinientos hombres, mujeres y niños.
— ¿Te refieres a que esos niños viven aquí? ¿No es solo un lugar de vacaciones?
—Correcto.
— ¿Por qué?
—Algunos porque sus padres viven aquí, aunque la mayoría son huérfanos a nuestro cuidado. Hoy es día de escuela, pero ahora que la jornada escolar ha terminado, pasan el rato y hacen cosas de chicos.
—Pero es verano.
Yunho sonrió.
—Nos gusta mantenerlos ocupados para que se mantengan fuera de los problemas.
—No me parece que estén causando ningún problema —dijo Jaejoong.
—Eso es normalmente cuando están en su peor momento. Especialmente los adolescentes. Siempre están planeando algo, luchando contra los confines de este lugar.
—Me hubiera gustado tener un lugar como este para ir cuando era un niño.
—Dices eso ahora, pero muchos de esos chicos no tienen elección sobre estar aquí. Pueden estar aquí, o pueden morir cuando los Yokai les cacen para comer. Ese tipo de cosas rechina sobre los adolescentes más rebeldes.
— ¿Los hacen de otra clase? —preguntó.
—No desde que he estado vivo.
Pasaron a través de la zona del comedor y giraron a la derecha, entrando en un largo pasillo.
— ¿Dónde vamos?
—Pensé que deberíamos comprobar para asegurarnos que Kibum se ha instalado en mis habitaciones antes de ir a ver a Kim YoungWoon.
Sus amplios hombros extendían el tejido de punto gris de la camiseta, dejándole ver los deliciosos bultos de los músculos de su espalda. Su pelo rubio oscuro estaba alborotado, y desde su vista lateral podía decir que él tenía una desesperada necesidad de un afeitado.
O tal vez no. Los suaves arañazos de esa barba sobre la piel podía ser una especie de dolor placentero, del tipo del que definitivamente podría acostumbrarse. Yunho sabía lo que estaba haciendo cuando se trataba de darla placer.
—¿Quién es Kim YoungWoon ?
—El desafortunado bastardo que fue elegido para liderarnos. Nos tiene a todos firmes, como nadie puede hacerlo. Necesitará saber sobre ti y Kibum.
—Va a aceptar ayudarlo, ¿verdad?
—Lo hará. Kibum es uno de nosotros ahora.
Jaejoong dejó escapar un lento suspiro de alivio. Estaba seguro que si alguien podía ayudar a Kibum, seria esa gente.
Yunho le llevó por otro largo pasillo que le recordó al de un hotel. Puertas alineadas a cada lado, aunque estaban más separadas que en cualquier hotel que hubiera estado. En una puerta cerca del final del pasillo, él deslizó una tarjeta llave en la cerradura y le abrió la puerta para que pasara primero.
Jaejoong se sorprendió al encontrar que a pesar de que parecía una habitación de hotel desde el exterior, en el interior parecía un hogar normal. El lugar era pulcro, con unas pocas piezas de arte en las paredes, todas de paisajes marinos. Una pared estaba llena de estantes que se quejaban por el peso de cientos de libros. El sofá y el sillón a juego estaban gastados, pero parecían cómodos, y la televisión de pantalla plana casi llenaba una pared ella sola. Una pequeña cocina estaba metida en un rincón, con una mesa redonda y dos sillas ocupando el espacio.



—Te llevó bastante tiempo —dijo Minho en voz baja. Silenciosamente cerró la puerta por la que acababa de salir, sin que hiciera ni un click. En la mano tenía un vaso de agua vacío.
— ¿Cómo entraste en mis habitaciones? —preguntó Yunho.
—Aron tiene a Baekho abriendo la cerradura remotamente. —Minho fue a la cocina de Yunho y agachó la cabeza para mirar en la nevera.
Jaejoong señaló con la cabeza el vaso.
— ¿Le diste de beber?
—Sí. Sin embargo, está durmiendo de nuevo.
—Bien. ¿Dónde fue Aron? —preguntó Jaejoong.
Minho sacó una cerveza, la abrió y tomó un largo trago de la botella.
—Estoy seguro que fue a decirle a todos que hemos encontrado dos parejas más. Este lugar se va a llenar de hombres dentro de una hora.
—Tengo que ir a ver a YoungWoon  —dijo Yunho.
—Entonces me quedaré aquí con Kibum. —Minho sacó una silla de la pequeña mesa de la cocina y apretujó el cuerpo en el estrecho espacio. Se echó hacia atrás y se acomodó, como si no estuviera planeando dejarlo en un corto plazo.
Yunho asintió a regañadientes.
—Bien. Quédate —se volvió hacia a Jaejoong. — También, deberías quedarte aquí.
—Creo que debería hablar con ese tipo de líder, contigo. Solo en caso de que necesite cualquier cosa para convencerlo para ayudar a Kibum.
Yunho apretó la boca.
—No creo que eso vaya a ser un problema.
—Tal vez no, pero si voy, entonces podré asegurarme de que no lo es.
—Haz lo que quieras.
Jaejoong dejó caer la bolsa de viaje y siguió a Yunho a la puerta. Él abrió y la sostuvo para que saliera. Cuando volvió al pasillo estilo hotel, se volvió a sorprender con el hecho de que no estaban en alguna casa de los suburbios. Y entonces se sorprendió incluso más cuando colisionó con el pecho de un hombre que venía por el pasillo.
Jaejoong rebotó contra el hombre y Yunho lo estabilizó antes de que se cayera de culo y se humillara más. Las manos de Yunho fueron sorprendentemente fuertes, incluso para un tipo tan grande como era, y a pesar que se mantuvo en pie, no le soltó. Mantuvo un flojo asidero sobre su cintura y codo, y su contacto le provocó una oleada de calor que le atravesó el estómago. Jaejoong sabía que debería apartarse, pero se sentía demasiado bien ser tocado por sus fuertes y capaces manos. Había visto lo que el hombre podía hacer con una espada ‑la brutal letalidad de la que era capaz‑ pero ahora mismo, todo lo que sentía era dulzura, calidez y alborotados hormigueos en espiral en el vientre.


—YoungWoon —dijo Yunho como saludo—. Me gustaría que conocieras a Kim Jaejoong.
YoungWoon  era más alto que Yunho, cerca de dos metros. Tenía hombros anchos, pero estaban inclinados, como si llevaran el peso de una carga invisible. Tenía profundas líneas de preocupación grabadas en el hermoso rostro, y los ojos castaños estaban hundidos y bordeados de rojo por falta de sueño. El corto pelo oscuro tenia canas en las sienes, y parecía que había dormido con las ropas que llevaba. En más de una ocasión.
Jaejoong automáticamente tendió la mano en señal de saludo y sintió a Yunho tensarse a su lado. YoungWoon  le dio la mano con un firme apretón.
—Es maravilloso conocerte, mi lord.
¿Mi lord? Jaejoong miró hacia atrás sólo para asegurarse que él no estaba hablándole a alguien más.
—Uh. Gracias.
—Es un término formal. No te preocupes. Te acostumbraras a eso.
Sí, claro.
Cuando YoungWoon  le soltó la mano, Yunho se relajó, aunque pudo ver su intensa mirada escrutando a YoungWoon  como si buscara algo.
Jaejoong ignoró la rareza de Yunho. Tal vez esos dos no estaban en los mejores términos. Realmente no le importaba mientras él pudiera ayudar a Kibum.
— ¿Sabes por qué estamos aquí?
YoungWoon  asintió, pero estaba frunciéndole el ceño al anillo de su mano izquierda, el que todos esos hombres parecían llevar.
—He oído que tu hermano está enfermo. Aron dijo que estaba peligrosamente delgado.
—Kibum esta… en problemas. —Las mejillas de Jaejoong se encendieron de vergüenza, no porque su hermano estuviera enfermo, sino porque Jaejoong hubiera dejado que sucediera. Era su fracaso el que casi había matado a Kibum.
—Es su mente la que está en más riesgo, YoungWoon  —dijo Yunho—. Lleva viviendo con eso durante ocho años.
Young Woon  abrió la boca con conmoción.
—No puede ser correcto. ¿Ocho años? ¿Y todavía está vivo?
—Es fuerte —dijo Jaejoong—. No lo parece ahora, pero es un luchador. Intenta duramente superar las imágenes en su cabeza. Ha estado en terapia durante años, pero nada parece ayudar.
—Por supuesto que no. Las terapias humanas no harían nada para ayudar. Voy a llamar a Siwon. —Young Woon se sacó el móvil del bolsillo.
—Kyuhyun dijo que estaba demasiado débil para que Kibum fuera capaz de dar su sangre.
—Entonces encontraremos otra manera. No le vamos a dejar morir. Es demasiado valioso.
Jaejoong no estaba seguro de que quería decir con eso, pero si pensaba que era valioso, y eso le hacía actuar más rápido, entonces eso valía y mucho.
—Todos los hombres quieren verle y tocarle —dijo Yunho—. Creo que eso solo empeoraría las cosas.
Jaejoong agarró el brazo de Yunho.
—No voy a dejar que un puñado de hombres desfilen a través de su habitación manoseándole.
Yunho ahuecó la mejilla de Jaejoong.
—Por supuesto que no. Pero tienes que entender lo mucho que esos hombres están sufriendo. Si es compatible con uno o más de ellos, de la manera que tú lo eres conmigo, podría ser otra forma de ayudar.
Jaejoong estaba roto. Quería hacer cualquier cosa que pudiera por Kibum, pero había visto como eran esas personas. Eran agresivos, exigentes. Asustaban. Al menos, así sería para Kibum.
—Viste la forma en que reaccionó a Kyuhyun.
—Parece estar bien con Minho —dijo Yunho.
Las oscuras cejas de YoungWoon  se elevaron.
— ¿No creerás que…?
—No. Lo comprobé. Su luceria no reaccionó. De hecho, los colores desparecieron —dijo esta ultima parte como si tuviera algún tipo de significado especial.
— ¿Crees que tenemos que vigilarle? —preguntó YoungWoon.
—Sí. Sé que nunca lo dañaría mientras su marca de vida resista, pero una vez que esté seco…
—Tendré a Baekho manteniendo un ojo electrónico sobre él. Sus cámaras de seguridad lo recogen todo.
Jaejoong miraba a ambos hombres, intentando averiguar sobre lo que estaban hablando.
— ¿Chicos, estáis diciendo que Kibum podría estar en peligro con Minho?
—Estoy seguro que él está bien ahora. Sólo… se está quedando sin tiempo.
— ¿Está muriéndose?
Yunho abrió la boca y la cerró de nuevo como si tratara de decidir qué decir.
—Sí, pero no es contagioso. Solo necesitamos estar atentos de los signos que muestren que él esté cambiando. Volviéndose… más oscuro.
—El hombre ya está enfadado sin los signos. Me vuelvo dentro con mi hermano.
—Necesitamos hablar, Yunho —dijo YoungWoon.
Yunho le dio a Jaejoong la tarjeta llave.
—Volveré tan pronto como pueda.
—No te preocupes. No voy a necesitar tu ayuda con esto.
Jaejoong volvió a las habitaciones y encontró a Minho en la puerta de la habitación de Kibum. Él llenaba el espacio, así que apenas podía ver a su hermano durmiendo plácidamente en la cama. Pero lo estaba, y algo en el interior de Jaejoong se soltó y relajó.
— ¿Qué estás haciendo? —exigió Jaejoong en un susurro.
Minho se dio la vuelta como si no la hubiera oído acercarse. Frunció el ceño y cerró la puerta antes de avanzar más allá, ignorando su pregunta.
—No me ignores. Te he preguntado qué estás haciendo.
—Solo estaba vigilándolo.
—Yunho dice que te estás muriendo, y sonó como que antes de que lo hagas ibas a convertirte en algo desagradable. ¿Es verdad?
—Lo suficiente cerca. —Se dejó caer al sofá y encendió la tele.
Jaejoong le arrebató el mando a distancia y la apagó. El aspecto amenazador que cruzó su cara la hizo detenerse, pero no dio marcha atrás.
—Quiero que te mantengas alejado de Kibum. Muy lejos.
— ¿Que infiernos crees que voy a hacer, jovencito?
—No lo sé, y eso es el problema. No sé nada sobre vosotros chicos o que hacéis o de lo que sois capaces. Lo que sí sé, es que Yunho está preocupado, lo que debe ser malo, porque sabe cómo manejarte. Kibum no.
—Estás jodidamente loco si crees que voy a hacer nada sólo porque lo digas.
—Soy su hermano. Es mi responsabilidad. Puedo no ser capaz de ganarte en una lucha limpia, pero si no te apartas, te encontraré y te mataré mientras duermes. ¿Está claro?
Minho se levantó lentamente del sofá, con los músculos agarrotados en las poderosas piernas. Una luz realmente aterradora brilló dentro de los salvajes ojos verdes. Tan enfadado como estaba en el exterior, en el interior era peor. Mucho, mucho peor. Había algo oscuro allí. Algo peligroso al acecho detrás de la fachada que le mostraba al mundo.
Su voz se redujo a una amenaza baja y tranquila:
—Siéntete libre para venir y lograr tu mejor tiro. Habitación dos‑diecinueve. Dejaré mi puerta sin cerrar. Pero ya que quieres que seamos claros, si vienes, estarás en mi territorio. Mis reglas. No voy a jugar limpio.
— ¿Qué se supone que significa eso?

—Significa que si quiero ver a Kibum, no hay una jodida cosa que puedas hacer para detenerme. Y si lo intentas, te arrepentirás.
—Kibum es demasiado bueno para ti.
Minho se estremeció, pero lo encubrió rápidamente.
—También es demasiado bueno para ti, aparentemente. Estabas allí la noche que eso le sucedió, ¿no?
—Que. Te. Jodan.
Minho la dedicó una sonrisa burlona.
—Cada vez que quieras.
—Mantente lejos. Es demasiado inocente para protegerse de gente como tú.
—Al menos soy capaz de mantenerle a salvo. Protegerlo. Tú ni siquiera puedes hacerle comer.
Oh, Dios. Tenía razón. Jaejoong se sentía como si le hubieran golpeado, pero intentó no dejarle verlo.
—Lo traje aquí, ¿no? Yunho se asegurará de que esté a salvo.
Minho resopló.
—Yunho solo le está ayudando para meterse en tus pantalones. Mantenerte con el collar. Si crees algo mas, estás lleno de mierda.
La mano de Jaejoong fue a la luceria alrededor del cuello. Estaba vibrando ahora, cálida bajo el contacto. Un segundo después, la puerta de las habitaciones de Yunho se abrió bruscamente, Yunho y YoungWoon  entraron armados con sus espadas en las manos.
— ¿Qué infiernos está pasando? —exigió Yunho.
Minho dio un paso atrás.
—Ya me iba. Parece que ya no se me quiere aquí.
Yunho tenía el color subido, y parecía como si estuviera listo para derribar a Minho.
— ¿Te hizo daño?
Jaejoong tuvo que tragar para encontrar la voz.
—No. Estoy bien. Simplemente no le quiero más alrededor de Kibum.
—Te he oído la primera vez —gruñó Minho. Se abrió paso a través de los dos hombres armados y abandonó la habitación.
Yunho llegó hasta Jaejoong y le abrazó.
— ¿Estás seguro de que no te hizo daño?
—Sí. Solo me molestó.
Lo besó en la sien y apretó el abrazo.
—Él es bueno en eso.
YoungWoon  se aclaró la garganta.
—Voy a comprobar esa cosa sobre la que me preguntaste, Yunho.
—Gracias.
—Nos pondremos al día después. —YoungWoon  salió y cerró la puerta tras él.
Yunho le levantó el rostro para que le mirara.


—Pude sentir tu pena tan clara como si hubiera sido la mía propia. ¿Qué te dijo?
—Nada que no me haya dicho a mí misma mil veces. Olvídalo.
—Eso no va a suceder. Me mata verte sufrir.
Su tono era tan dulce, tan cariñoso, que lo iba a hacer llorar.
Jaejoong se apartó de él antes de que pudiera hacer eso.
—Solo déjalo ir. Quiero saber que vamos a hacer por Kibum.
Yunho tensó la mandíbula de frustración, y tomó un profundo aliento.
—Siwon está en camino y YoungWoon  está yendo a solicitar una audiencia con Victoria.
—Bien. Eso es bueno, ¿verdad?
—Sí. Eso es bueno. Vamos a cuidar de él.
—Minho dice que solo estas ayudando a Kibum para llegar a mí.
—Minho es un imbécil.
—Eso no significa que no tenga razón —dijo Jaejoong.
Yunho se sentó en el sofá y tiró de Jae a su lado.
—Aunque nunca te hubiera conocido, todavía estaría haciendo todo lo posible para salvar a Kibum.
— ¿Porque es valioso para ti?
—Porque eso es lo que hago. Eso es lo que todos nosotros hacemos. Cada uno de nosotros ha tomado un voto de proteger a los humanos de los Yokai. Así que incluso si no fuera uno de los nuestros, todavía estaría aquí, luchando por mantenerle vivo. Esa es la razón por la que existo.
Jaejoong sentía la verdad de sus palabras resonando a través del vínculo. Sintió su convicción, su honestidad, envolviéndolo y apretándolo fuertemente. Se sentía tan bien no estar solo. Incluso si era sólo por unos pocos días.
La ardieron los ojos, y no podía parpadear lo suficientemente rápido para hacer disipar las lágrimas. Una se deslizó por la mejilla, y se volvió para que Yunho no pudiera ver su debilidad.
—No —le dijo—. No te apartes de mí. No tienes que ser fuerte y controlado todo el tiempo.
—Sí, tengo que serlo. Tengo que seguir entero. Por favor intenta entenderlo.
Él se quedó callado durante un momento, y pudo sentir algo de su frustración pulsando a través del enlace. No disfrutaba frustrándole, pero sabía que si se agrietaba ahora, se rompería ampliamente y se destruiría. Tenía que mantenerse fuerte.
— ¿Qué tal si nos busco algo de comer? ¿Te doy unos pocos minutos a solas?
Jaejoong asintió.
—Eso estaría bien.
— ¿Alguna petición?
—Sorpréndeme.




Cuando la puerta de la habitación de Changmin se abrió, él sabía quién sería. Lee Tae Min. Era la última persona en la faz de la tierra que quería que lo viera así, tan impotente como un bebé.

Si su cuerpo no hubiera sido una pila de carne sin valor, simplemente se hubiera reunido con él en la puerta y suavemente lo hubiera mandado a otra parte. Era una criatura tímida, y no le habría tomado demasiado hacerlo huir.
Al menos, era tímido con los demás. No con él. Estaba paralizado desde el cuello, incapaz de dañar una mosca. Nadie le temería más. Ni siquiera podía sostener su espada, mucho menos balancearla.
Taemin le ofreció una sonrisa alegre cuando entró en la habitación llevando una caja de plástico llena de sus instrumentos de tortura.
— ¿Cómo estas hoy? —preguntó.
Se deslizó por el suelo con silenciosos pasos. Su nombre le iba bien, pero Changmin estaba seguro que sus naturalmente rápidos y elegantes movimientos no eran producto de largas horas de clases de danza. Lo que él había aprendido sobre Taemin, era que había aprendido a esquivar puños y botellas que volaban desde una edad temprana.
Nunca más. Su padrastro se estaba pudriendo en un agujero en el suelo, y él estaba a salvo aquí.
Deseó decirse que aliviaría el nudo de tensión que sentía entre ellos cada vez que le veía, pero no lo hizo. De alguna manera no era suficiente. Quería hacer más.
Por otra parte, esa era la historia de su vida esos días. No podía ni siquiera alimentarse, mucho menos proteger a Taemin de amenazas imaginarias.
—Estoy cansado. Vete —le gruñó.
Tae hizo un chasquido con la lengua.
—No eres agradable, Changmin. Estoy aquí para ayudarte, lo desees o no.
Él era una persona tan bonita, especialmente cuando sonreía. La sonrisa nunca tocó sus tristes ojos marrones, pero se había acostumbrado a eso en las últimas semanas. Venía a verle cada día, y nada de lo que él dijera o hiciera lo ahuyentaba.
—Envía a otra persona —dijo él.
El halo de rizado pelo negro alrededor de su cabeza le hacía parecer más joven de sus veintidós años. Debería haber sido capaz de verla como un niño, teniendo en cuenta que él estaba cerca de los cuatrocientos, pero con él, eso simplemente no sucedía. Era un hombre ‑uno que encontraba tan sexy como el infierno‑ y eso era parte del problema. Había demasiadas cosas en su vida que quería ahora y no podía tener. No apreciaba la adición de él al montón.
— ¿Por qué? —le preguntó—. ¿No crees que se lo que estoy haciendo?
Por supuesto que lo hacía. Tae sabia cuan desesperado estaba. Sabía que estaría paralizado durante el resto de su muy larga vida, y se compadecía de él. Eso era por lo qué estaba aquí. Era demasiado amable para no actuar con esa piedad.
—No tengo tiempo para esto —dijo él.
Él siguió sonriendo y puso la caja sobre la mesa cerca de la silla de ruedas.
—No seas un bebé. No voy a hacerte daño.
—Por supuesto que no. No puedo sentir una maldita cosa.
—De acuerdo, Sr. Calzones Irritables. Sé así. Todavía no me voy a ir. Tengo una hora antes de que comience mi turno.
No había nada que pudiera hacer para detenerlo. Estaba débil. Indefenso.
Si le hubiera quedado algún tipo de fuerza, la habría usado para ponerle fin a su miserable vida tan pronto como se dio cuenta de que los Susano's eran incapaces de curarlo, antes de que desperdiciaran más preciosa sangre intentando curarlo.
Taemin le hizo condujo a la cama, la cual era el punto central de la sala de estar. Todo el equipo que se necesitaba para mantener su lamentable culo limpio y alimentado era demasiado grande para su habitación, así que ahora vivía aquí. Todo el día. Cada día.
Anhelaba la libertad tanto que estaba seguro que le desgarraría la mente. Hasta el momento, no había sido tan afortunado.
—¿Has oído las noticias? —le preguntó mientras ajustaba la silla hasta que estuvo colocado. Le ató con unas correas y manipuló la palanca que le acomodó de vuelta en la cama.
Ese maldito dispositivo hacia fácil para alguien tan pequeño como Tae moverlo, pero también significaba que no necesitaba ninguna ayuda. Significaba que tenía que estar a solas con él.
Cuanto más tiempo estuviera a solas, más de sí mismo se perdería. Su orgullo había sido la primera cosa en irse. En su lugar había una ardiente bola de vergüenza y humillación de la que no podía escapar.
— ¿Qué noticias? —preguntó, incapaz de evitar la curiosidad sobre el mundo exterior.
Tae deslizó las manos en el interior de la cinturilla del pantalón de deporte y se lo quitó de las piernas, dejándole en bóxers. Él le miró fijamente un poco demasiado tiempo, haciéndole preguntarse en lo feo que se habría convertido su cuerpo mientras la carne se consumía por el desuso.
Él tragó saliva visiblemente antes de contestar.
—Encontraron dos parejas mas como Donghae. Están aquí.
Chagmin se negó a pensar en lo que eso significaba, o al menos lo intentó. ¿Más parejas tan pronto después de Donghae? No parecía posible, y sin embargo estaba pasando. Tal vez Donghae no era una anomalía genética después de todo. Tal vez sus hermanos podrían ser salvados.
Las noticias no le hicieron ningún bien, pero aun estaba contento de que el resto de los Amaterasu tuvieran esperanza.
— ¿Quieres ir a verlos? —preguntó.
—No. —Ni siquiera consideraría nunca ver si alguno de ellos era compatible con el mientras tuviera el cuerpo inútil. Y no importaba con que mentiras le alimentaban los Susano's, Chagmin estaba bastante seguro que no tenían ni idea de cómo arreglar su parálisis.
Tae elevó la cabecera de la cama y luchó con su camiseta. Su masa muscular había comenzado a marchitarse, pero con su corpulencia, todavía era una gran carga para que él maniobrara. Él no era muy grande, tal vez algo más que un metro y medio de alto, pero nunca se había quejado que fuera demasiado pesado. También podía ser que fuera más fuerte de lo que parecía en el exterior.
A diferencia de muchos de sus hermanos, todavía tenía un buen número de hojas en la marca de vida. Siempre se había sentido bendecido por no estar sufriendo como tantos otros, ahora esa bendición se había convertido en maldición. Quedaban años antes de que su árbol estuviera seco, lo que obligaría a YoungWoon  a terminar con la vida de Chagmin.
Se las arregló para pasarle la camiseta por la cabeza, y él tuvo una agradable vista de uno de sus pezones, oscuro y suave. Sabía que eran suaves porque Tae accidentalmente le rozó la mejilla una vez mientras le desvestía.


Él todavía tenía sueños con ese inocente accidente, solo que en sus sueños, había estado desnudo y él había sido un hombre completo. Siempre se despertaba antes de llegar a la parte realmente buena, pero disfrutaba de la fantasía durante el tiempo que duraba.
— ¿Estás seguro? —preguntó.
—Sí, estoy seguro. Ni siquiera puedo darles mi voto. ¿Qué posible bien puede hacerme verlos?
Taemin le pasó los dedos por el pelo para alisarlo. Changmin apretó los dientes contra la sensación de los dedos sobre la piel. Él  había pasado horas tocándole ‑masajeándole los músculos y ejercitándole los miembros para que se mantuvieran flexibles‑ pero nunca había sentido nada de eso. Acababa de ver las manos deslizándose por las piernas, dejando un rastro brillante de aceite de masajes a su paso.
Por todo el bien que eso le hacía, él podría estar frotando el cuerpo de algún otro hombre.
Ese pensamiento le llenó la cabeza con necesidad de violencia. Quería atacar y aplastar todo a su paso. No es como si lo que quisiera importara de todos modos.
—No lo sé —respondió—. Solo pensé que si uno de ellos era compatible contigo, tal vez pudiera ayudarte.
— ¿Sanarme, quieres decir? —preguntó en un amargo y enfadado tono.
—Sí. Ese pensamiento ha cruzado por mi mente.
—Esa no es la manera en que funciona. Por qué no dejas que las sanguijuelas me traten y te pegas a tus deberes en la cocina.
Taemin se estremeció como si le hubiera golpeado, y hasta que él lo vio, no pensó que pudiera sentirse peor.
Había estado equivocado. Se sentía como una total mierda por herir sus sentimientos así. Tae sólo intentaba ayudar.
Todo el mundo estaba intentando ayudar. No era culpa de él que estuviera harto de necesitarlo.
—Lo siento —le susurró—. No quise decir eso.
Él asintió, pero no le miró a los ojos.
Se puso algo de aceite en la palma y frotó las manos juntas para calentarlo. Él no podía sentir frío, pero todavía se tomaba el tiempo de ver por su comodidad.
Era demasiado amable para estar cerca de él. Era toxico, tan venenoso como la babosa con colmillos gigante que se le había pegado sobre la columna vertebral y arrebatado la vida. Si él se quedaba, solo terminaría por dañarlo aun más.


—Realmente deseo que solo me dejes solo —le dijo a, intentando mantener su voz calmada.
Sus manos se deslizaron por la pierna hasta la entrepierna. Él lo vio, pero no sintió nada. Su mente estaba emocionada por su contacto, pidiéndole silenciosamente que se moviera hacia arriba y le cogiera la polla con sus hábiles manos, incluso aunque sabía que era una inútil pérdida de tiempo. No lo sentiría tampoco. No importaba cuan retorcida estuviera la mente, el cuerpo se negaba a responder.
Nunca volvería a conocer el placer de la carne, el íntimo abrazo del cuerpo de la persona amada, el caliente deslizarse de piel contra piel.
—Sé lo que quieres, pero no me voy. Cuando los Susano averigüen como sanarte, vas a estar agradecido que tu cuerpo no esté enroscado sobre sí mismo. Todavía te tomará algo de tiempo recuperar tu fuerza, pero al menos tu cuerpo será capaz de moverse para que puedas recuperarla.
—Los Susano no tienen ni idea de cómo sanarme.
—Son inteligentes. Ellos lo averiguarán.
— ¿Después del tipo de vida que has tenido —los golpes, ver a tu madre morir de una muerte lenta—, como puedes todavía tener esperanza?
—Tengo esperanza por la vida que he tenido. Durante quince años recé cada noche que alguien viniera a salvarnos a mí y a mi hermano del infierno que se había convertido nuestras vidas. Y entonces llegaste tú.
— ¿Y?
—Y, solo han pasado unas pocas semanas desde que fuiste paralizado. Si yo pude esperar quince años por un milagro, entonces tú puedes.
¿Quince años? De ninguna manera.
—No. No puedo. No así.
Taemin se encogió de hombros y continuó masajeándole las pantorrillas.
—No tienes elección. No voy a dejar que te rindas.
—No es tu decisión.
Levantó la vista para mirarle y las lágrimas brillaron en los tristes ojos marrones.

—Hasta que te puedas mover, tampoco es la tuya.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO PERDIDO  - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA PRINCIPAL: YUNJAE