CAPÍTULO 18
Yunho vio a Yoochun venir por el pasillo
hacia él como un ariete. Sus ojos verdes de leopardo estaban rojos, hundidos
por la falta de sueño, y su piel de color marrón claro tenía un tono gris
enfermizo. Yunho no lo había visto en dos semanas y, en ese tiempo, había
aumentado su delgadez, estaba más desesperado.
Todos los Amaterasu habían oído los
rumores de que posiblemente había encontrado a su pareja el mes pasado, y que este
había huido de él. Había estado buscándolo desde entonces. Sin suerte.
— ¿Dónde están? —exigió Yoochun.
— ¿Quiénes?
—Las parejas que trajiste aquí.
Necesito verlos. Asegurarme de que no son mi Junsu.
Yunho sostuvo en alto las manos para
detener a Yoochun, evitando que se moviera.
—No son Junsu. Te lo prometo.
Yoochun luchó contra el agarre de Yunho.
—Puedes estar equivocado.
No lo estaba, pero no se lo dijo. En
este caso la diplomacia era un mejor y seguro camino de acción.
—Jaejoong mide 1,78, con el cabello
oscuro y corto. Kibum mide aproximadamente 1,70 y desde hace mucho tiempo,
tiene el pelo blanco. Ambos tienen los ojos azules. ¿Se parecen a Junsu?
Los hombros de Yoochun se hundieron
con derrota y la cabeza cayó hacia adelante.
—No. El es pequeño. No es tan alto.
Maldita sea.
—Lo siento, hombre. Sé que esto te
está matando. ¿Ha habido alguna pista?
—Un par. Él siempre se había ido antes
de que yo llegara.
— ¿Es cierto que la marca de sangre
que le pusiste no está funcionando? —Yunho había oído rumores, pero no los
había creído.
—Sí, es verdad. No sé cómo lo hizo, pero
ha sido capaz de bloquearlo de alguna manera.
Yunho puso la mano sobre el hombro de
su hermano.
—Estoy seguro de que lo encontrarás.
—O moriré en el intento —dijo Yoochun,
y se dio la vuelta regresando por donde había venido.
Yunho clavó los ojos en su amigo, al
verlo prácticamente tambalearse. Yoochun siempre había sido orgulloso y fuerte,
y ahora estaba reducido a una desesperada confusión.
Y sólo había pasado algunos momentos
con Junsu.
Yunho había estado con Jaejoong
durante dos días. Si Jae se alejaba de él, iba a sufrir mucho más que Yoochun
antes de morir.
Al menos, aún tenía esperanza. Era
posible que Jaejoong deseara quedarse. Yoochun había sido rechazado categóricamente.
Era un milagro que todavía respirara.
Si Yoochun no encontraba pronto a Junsu,
iba a ser otra espada colgada en el Salón de los Caídos antes de que pasara
mucho más tiempo. Yunho estaba seguro de ello.
Otro hermano perdido.
El dolor brotó en Yunho hasta que
amenazó con estrangularlo. Se estaban muriendo demasiado rápido. Todos ellos.
No sólo sus hermanos, también los Susano. Incluso había oído que las filas
de los Tsukuyomi’s se estaban extinguiendo a un ritmo
alarmante, su reducida descendencia ya no era capaz de soportar la magia que
una vez ejercieron.
Si algo no cambiaba pronto, los Yokai
iban a ganar e invadir la Tierra. Matarían a cada humano vivo, sin importar lo
pequeño que fuera el indicio de poderosa sangre que ellos poseyeran, y usarían
ese poder para abrir la puerta al reino de Izanagi. No habría nadie para
detenerlos.
Un problema a la vez. Eso era en lo
que necesitaba centrarse. Si pensaba en su futuro, o en la ausencia de él, no
sería capaz de seguir adelante, y eso era lo que Jaejoong necesitaba que
hiciera. Seguir adelante.
Acababan de terminar de comer, y Jaejoong
regresó a comprobar el estado de Kibum, cuando Yunho oyó un quedo golpe en la
puerta. La abrió para encontrarse a YoungWoon allí de pie con Siwon, uno de los Susano.
Yunho dudó en dejarlos entrar No
quería molestar el descanso de Kibum, pero más que eso, no quería a uno de los
Susano en ningún lugar cerca de ellos. Siwon iba a querer su sangre. Su
instinto de protección hizo que le fuera difícil aceptarlo, a pesar de saber
que Siwon estaba de su lado.
—Lo siento —dijo YoungWoon —. Victoria
ya se ha ido.
— ¿Cuándo va a volver?
—No lo sé. Dejó una nota diciendo que
deberías haber llegado antes, como ella te pidió.
—No pude traerlo más pronto. Era
demasiado arriesgado para Kibum. Victoria debería haber sabido eso malditamente
bien.
—Tal vez lo sabía. Puedes
preguntárselo cuando vuelva. Mientras tanto, he traído a Siwon para ayudar.
—Tengo que ver a las parejas —dijo Siwon.
Yunho los dejó entrar.
—No necesitas ver a Jaejoong. Kibum es
el único enfermo.
—También debo catalogar la sangre de Jaejoong
—dijo Siwon.
—De ninguna jodida manera. Kyuhyun ya
tomó suficiente. Oblígalo a compartir.
—Todo lo que él tomó ya se ha
consumido. Utilizado para evitar que los ocupantes del hospital vieran el
ataque. Necesitamos más.
—Mierda.
El demasiado hermoso rostro de Siwon
era liso e impasible. Era inhumanamente pálido y sus azules ojos descendieron
hacia el desnudo cuello de Yunho.
—Lo has reclamado. Jaejoong es uno de
los nuestros ahora. No puedes negar la necesidad de estudiar su sangre.
La sangre de Jaejoong. Sólo un poco,
pero más de lo que Yunho estaba dispuesto a darles.
—No le necesitas ahora. Tal vez más
tarde.
—Más adelante podría ser demasiado
tarde —dijo Young Woon —. Uno nunca sabe lo que puede pasar, y tenemos que ser
capaces de averiguar de dónde viene. Otra pareja capaz de unirse con nuestros
hombres simplemente aparece, con un hermano de sangre, nada menos ¿y estás ahí
diciéndome que no es importante que hagamos un seguimiento de su línea de
sangre?
—No es importante para mí.
Las facciones de YoungWoon se oscurecieron con ira.
—Por supuesto que no. Tú ya tienes a
tu señor. ¿Qué pasa con el resto de nosotros? Estamos perdiendo terreno día a
día ¿y tú dificultas el camino de nuestra investigación de su línea de sangre?
No pensé que fueras tan egoísta.
Yunho hizo una mueca. Era egoísta,
pero la idea de derramar la sangre de Jaejoong y dársela a otro de los
Susano era más de lo que podía soportar.
—Es su elección. No la mía.
—Su vida está a tu cuidado —dijo Siwon—.
Lo has reclamado como propio. ¿Quién mejor que tú para tomar la decisión de
derramar una pequeña porción de su sangre? Con vosotros aquí, cuidando de él,
¿cómo podría llegar a perjudicarle? Me matarías antes de que tuviera la
oportunidad de tomar demasiado.
Yunho sintió que deslizaba la mano
hacia su espada. No haría falta mucho para alcanzarla y agarrarla. Nunca le
había gustado Siwon. Era demasiado falso. Sin demasiadas emociones. Al igual
que un reptil.
—Esto no es negociable, Yunho —dijo YoungWoon
—. No voy a darte a ti o a las parejas una opción. Tenemos que saber de dónde
vienen y cómo no pudimos encontrarlos hasta ahora, y el único hombre que puede
hacerlo es Siwon. Así que llévanos con ellos o simplemente apártate de nuestro
camino de una maldita vez, porque esto va a ocurrir.
— ¿Qué está pasando? —preguntó Jaejoong
detrás de él.
Yunho se acercó a él y colocó el
cuerpo delante, en un gesto abiertamente protector.
—Quieren un poco de tu sangre.
—Para propósitos de investigación
—aclaró YoungWoon —. Esperamos encontrar más información acerca de ti, sobre
cómo eres capaz de absorber el poder de Yunho sin perjuicio.
— ¿Crees que mi sangre te dirá por qué
soy una esponja mágica? —preguntó él.
Siwon se rió, dejando escapar un
melodioso y totalmente inhumano sonido.
—Encantadora imagen. Apropiada. Pienso
que vas a gustarme.
—Deja de coquetear con Jaejoong, es mío
—gruñó Yunho.
— ¿Tuyo? —preguntó Jaejoong en un tono
que era en parte alerta, en parte curiosidad.
Yunho sintió como le ardía la cara.
Estaba sobrepasando los límites. Tenía que recordar eso. Jaejoong no le
pertenecía, no importaba lo mucho que deseara lo contrario. Él podía hacer lo
que quisiera. La idea lo cabreó mucho.
Yunho se hizo a un lado, por lo que ya
no estaba protegiendo su cuerpo de la sanguijuela.
— ¿Quieres que succione de ti?
Estupendo. Sírvete.
—Uh. ¿Al igual que un vampiro
chupasangre? ¿Cómo Kyuhyun? ¿Ese tipo de succión?
—Sí —dijo Yunho, sintiéndose encantado
con su apropiado disgusto.
—No —dijeron YoungWoon y Siwon, al
mismo tiempo.
Jaejoong miró a los tres hombres y dio
un corto paso acercándose a Yunho.
—Lo siento. Me asusté —dijo.
Siwon disparó contra Jaejoong una
fabulosa y hermosa sonrisa de modelo llena de dientes blancos.
—Es indoloro. Te lo prometo.
—Eso es lo que dicen todos los
vampiros —le dijo.
—Encantadora criatura. Espero que tu hermano
sea como tú. Podríamos usar un poco de humor para aligerar el lugar. Todos
estos viejos aburridos Amaterasu son casi tan divertidos como un funeral.
YoungWoon dejó escapar un gruñido de advertencia.
—Atrás, sanguijuela.
— ¿Ves lo que quiero decir? Ninguna
diversión en absoluto. Excepto tú y yo, querido, podríamos divertirnos mucho
juntos.
La voz de Siwon rezumaba promesas. Dio
un paso más cerca de Jaejoong, y al segundo, Yunho desenvainó su espada y
mantuvo la hoja desnuda delante del demasiado hermoso cuello de Siwon.
—Ni un paso más —advirtió al
Susano.
Siwon, levantó las manos en señal de
rendición, pero no eran las manos las que eran peligrosas. Eran los ojos
azules, del tipo que subyuga a las presas y los mantienen así mientras come.
Los ojos estaban firmemente fijos en Jaejoong y él no apartaba la mirada a otro
lado.
—Aparentemente, este es un mal momento
—dijo Siwon.
—Cualquier momento es malo para que
bebas la sangre de Jaejoong, él es mío —dijo Yunho.
—Me iré, pero regresaré cuando esté
más dispuesto. Estoy seguro de que su hermano aguantará ese tiempo.
— ¿Puedes ayudar a Kibum? —preguntó Jaejoong.
—Por eso estoy aquí.
—Entonces hazlo —extendió los brazos
como si le dejara decidir cuál de ellos era más sabroso—. Toma tanto como
quieras. Sólo ayúdalo.
A Siwon le brillaron los ojos con
hambre.
—Tan generoso. Qué desinteresado. Tu hermano
tiene suerte de tenerte.
Yunho aumentó la presión sobre la
espada.
—También quiere la sangre de Kibum, Jaejoong.
—No la puede tener. Está demasiado
enferma. Tendrás que tomar la mía en su lugar.
—Esa no es la manera en la que
funciona, precioso —dijo Siwon—. Voy a necesitar la suya, también.
—Kyuhyun dijo que está demasiado
débil.
—No soy Kyuhyun. Mis habilidades son
mucho mayores que la suyas, que es por eso por lo que estoy aquí ahora.
— ¡Basta ya! —Gritó YoungWoon —. Yo
estoy al mando aquí. Todos me elegisteis como líder y harás malditamente bien
en aceptar este liderazgo, porque estoy seguro como el infierno que no hago
este trabajo para divertirme.
Yunho miró a YoungWoon, aturdido. Este exabrupto no era en absoluto
propio de él.
—Ahora —dijo Young Woon —. Siwon va a
tomar un poco ‑y quiero decir un poco‑ de la sangre de Jaejoong para que
podamos tratar de averiguar de dónde viene. Yunho, simplemente te vas a sentar
y a permitirlo. Y, Siwon, si siento el más leve indicio de magia saliendo de
ti, te cortaré el apéndice más cercano con mi espada, probablemente tu cabeza.
Puedes quedar con tus compinches sanguijuelas para volver a unirte, si crees
que son lo suficientemente buenos.
Yunho miró a Jaejoong, ignorando las
órdenes de YoungWoon. No le importaba si le expulsaban por desafiarlo. Era su
protegido, y no iba a renunciar el día después de haberle hecho el juramento.
Se adelantó para que sólo pudiera verlo a él.
— ¿Vas a permitir a Siwon tomar un
poco de tu sangre? Podemos luchar contra ellos.
Los ojos azules de Jaejoong se abrieron
con sorpresa.
—Estás bromeando, ¿verdad?
—Estoy mortalmente serio. Esas son
nuestras dos únicas opciones.
—No podemos luchar contra estos tipos.
Son los buenos, ¿no?
Yunho asintió con la cabeza.
—Aunque “buenos” puede ser un poco
exagerado. Estamos en el mismo bando en la guerra, si eso es lo que quieres
decir.
—Así es. Además, él es el único que
puede ayudar a Kibum.
—Haré lo que pueda —dijo Siwon.
Jaejoong tomó aliento profundamente
mientras le decía a Siwon:
—Está bien. Toma un poco de mi sangre,
pero mejor que haya un maldito zumo y galletas esperándome cuando hayas
terminado.
A Jaejoong estaba empezando a no
gustarle los vampiros casi tanto como a Yunho y Minho. Si esto se mantenía, iba
a estar seco antes de que la semana terminara.
Yunho se plantó a su lado, con la mano
en su espada, mientras Jaejoong se sentaba junto a la mesa de la cocina, al
lado de Siwon. YoungWoon se había
excusado para hacerse cargo de algún tipo de emergencia, advirtiéndole a Siwon
que se andara con pies de plomo.
—Te prometo que no te hará daño —dijo Siwon,
cuando se inclinó hacia adelante.
—Toca su cuello y morirás aquí mismo
—advirtió Yunho.
Jaejoong levantó la vista y no pudo
dejar de mirarlo. Nunca lo había visto con un aspecto tan feroz, ni siquiera
cuando se había enfrentado a los demonios que habían secuestrado a Hyun Woo.
Parecía un guerrero decidido a cobrar venganza, casi sin poder controlar la
ira. Los anchos hombros bloqueaban la luz de la sala de estar detrás de él,
moldeando la silueta de su cuerpo. Las sombras fluían por los lados de la cara,
proyectando los masculinos rasgos hacia un rudo relieve. La mandíbula estaba
apretada y las aletas de la nariz llameaban.
Jaejoong le tocó el brazo en un
intento de calmarlo, pero sólo logró hacerle sobresaltarse.
— ¡Date prisa y termina! —le dijo a Siwon.
—Su brazo, mi señor —dijo Siwon.
Jaejoong no era el señor de nadie,
pero no se detuvo a discutir el punto. No estaba seguro de cuánto tiempo más
podría resistir Yunho. Podía sentir su posesividad latiendo a fuego lento a
través de su unión.
Jaejoong extendió el brazo.
— ¿Me prometes que no dolerá?
Siwon la dedicó una suave sonrisa que
habría hecho derretir a cualquiera.
—Basta con que me mires a los ojos y
todo habrá terminado antes de que te des cuenta.
—No —gritó Yunho—. Jaejoong es mío —su
voz era tan tosca que las palabras apenas fueron descifrables.
Jaejoong no estaba seguro si la
posesividad de Yunho lo halagaba o le molestaba. Si no hubiera sido por su
conexión y el miedo que sentía por ella saliendo en ondas de él, podría haber
estado furiosa con su bárbara declaración. Como fuera, sabía que él sólo estaba
tratando de protegerlo de lo que percibía como una amenaza.
—Si no quieres que le mire, tal vez,
deberías ser tú el que me distraiga —dijo Jaejoong, con lo que esperaba fuera
una seductora sonrisa.
Él se inclinó, cogió el corto pelo con
el puño de la mano, le reclinó la cabeza hacia atrás, y tomó posesión de la
boca en un abrasador beso. El mundo de Jaejoong se inclinó hacia el borde y suspiró
en su boca. La mano libre se acercó y se envolvió alrededor de su nuca para
sujetarlo en el lugar y que no pudiera alejarse esta vez. En algún lugar más
allá de la esfera flotante del beso de Yunho, Jaejoong apenas era consciente de
que le estaban haciendo algo en el otro brazo. No le importaba el qué.
La lengua de Yunho jugueteó con su
boca abierta y Jae saboreó su gruñido de aprobación mientras se deslizaba en su
interior. Su mano se tensó en su pelo ‑un agradable mordisco de dolor. Él le
presionó la espalda contra la silla, con los labios y la lengua deslizándose con
una necesidad casi frenética.
El vientre de Jaejoong se calentó y
los miembros se volvieron maleables y dispuestos. La luceria zumbó felizmente,
resonando con el ronroneo del anillo contra el cuello. Sus cálidos dedos se
presionaron contra el pulso, y estaba seguro de que la zumbante sangre de ahí
se había calentado cerca de la ebullición.
La respiración se le aceleró, y Jae
pudo sentir el ardor del deseo arrollando por el pecho. Todo aparte de ellos
dos se desvaneció en insignificancia. Nunca había sentido nada tan devorador
antes, y si hubiera quedado algún sitio dentro de su hormigueante cuerpo para
el temor, se habría aterrorizado. Este no era el tipo de beso que llegaba al
final con cada uno de ellos yendo por caminos separados. Este era el tipo de
beso que mezclaba corazones entre sí y cambiaba vidas. Había una especie de
magia en eso ‑una especie de poder‑ que los tejía conjuntamente con delicados
zarcillos de necesidad. Jaejoong estaba seguro de que no había nada aparte del
desnudo, sudoroso sexo que pudiera apagar el fuego que la ardía en el vientre.
Estaba totalmente a favor de eso.
El cuerpo de Yunho se tensó con el
esfuerzo; entonces sintió que empezaba a alejarse. Jaejoong apretó el agarre
sobre él, usando toda su fuerza para sujetarlo en el lugar. Pero él era más
fuerte y, cogiéndole de la mano, lo mantuvo a raya.
Jaejoong quedó jadeante, necesitado y
dolorido. Ahora que estaban separados, pudo sentir la lujuria de Yunho ‑separada
de la suya propia‑ estrellándose sobre sí en violentas ondas. Lo deseaba tanto
como le había deseado a él y, sin embargo, se había detenido.
Lentamente, a medida que su confusa
mente se despejaba, recordó que tenían audiencia. El rostro de Jaejoong ya
estaba ruborizado por la pasión, de modo que estaba seguro que nadie notaría su
sonrojo.
Siwon se aclaró la garganta con una
delicada tos.
—Yo he, ah, terminado.
Jaejoong retiró la mano con fuerza y
se miró la muñeca. Ahí no había nada, excepto inmaculada piel.
—No sentí nada —admitió.
—No estoy de acuerdo —murmuró Siwon—.
Pero me alegro de no haberte lastimado.
—Ve a ayudar a Kibum —ordenó Yunho.
Estaba de pie a pocos metros, medio
encarado hacia las ventanas. Jaejoong podía ver la expresión de dolor en su
semblante, y el rígido control que estaba tratando de mantener.
Siwon elevó las oscuras cejas.
— ¿Estás enfermo, Amaterasu?
—Estoy bien. Ve a ayudar a Kibum.
Jaejoong se levantó, necesitando
tocarle para calmarlo. Trató de alcanzarlo. Pero Yunho se apartó de un tirón.
—No te acerques más, o te tendré
desnudo debajo de mí sobre el suelo en treinta segundos. No me importa quién
esté observando.
El interior del cuerpo de Jaejoong
brillaba tenuemente, con los efectos residuales del beso. Le requirió un
esfuerzo de voluntad mantener la compostura y evitar dirigir las manos sobre la
tensa espalda de Yunho.
—Él tiene razón —dijo Jaejoong,
echándole un vistazo a Siwon—. Kibum te necesita.
Siwon inclinó respetuosamente la
cabeza.
—Como quieras.
— ¿Estarás bien? —le preguntó a Yunho,
empezando a preocuparse.
—Sí. Esto es simplemente la versión de
los Susano's de una broma. Estaré allí en un minuto.
Jaejoong no estaba riéndose. Le dolía
demasiado para encontrar algo de esto gracioso. Miró el rostro de Siwon y no
pudo ver ningún rastro de humor acechando en sus ojos.
— ¿Dónde está tu hermano? —preguntó
él.
—Te lo mostraré.
Jaejoong llevó a Siwon a la habitación
donde estaba descansando Kibum. Abrió la puerta silenciosamente. Estaba oscuro,
por lo que Jaejoong encendió las luces. Kibum no se movió, pero había pasado
años con médicos y enfermeras invadiendo su sueño, así que a estas alturas probablemente
estaba acostumbrado.
Estaba tan delgado y frágil, casi
esquelético. El cabello claro se mezclaba con las almohadas de blanco
brillante. Las azules venas se extendían a través de las sienes y sobre el
dorso de las manos. Los cardenales de las correas y las intravenosas eran
oscuros, desagradables marcas que aún no habían comenzado a curar.
El destrozado corazón de Jaejoong se
abrió y sangró por su hermano. Si esto no funcionaba…
— ¿Cuánto tiempo ha estado dormido?
—preguntó él, frunciendo el ceño hacia Kibum.
—Horas. Se despertó y tomó algo de
comer antes de salir de Hokkaido, pero se durmió el resto del camino hasta
aquí. Minho le dio un poco de agua cuando llegamos, para irse directo a dormir.
Siwon se sentó en el borde de la cama.
Cogió la huesuda mano con un cuidado exquisito. Los largos dedos revolotearon
sobre su pulso por un momento. Cuando miró a Jaejoong, el rostro era sombrío.
—Ya no está durmiendo. Está
inconsciente.
Este fic es una adaptación, no es mío,
yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO
PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA
PRINCIPAL: YUNJAE