CAPÍTULO 17
Jaejoong siguió a Yunho
a través del túnel subterráneo que conducía del garaje a lo que él llamaba
salón principal. No estaba seguro de que salón fuera la palabra correcta para
una habitación con el techo de cristal a quince metros sobre las cabezas y
suficiente espacio para albergar un campo de fútbol. Los salones eran oscuros,
largos y escuálidos, no enormes, brillantes y llenos de plantas vivas en cada
rincón.
La habitación
estaba dividida en secciones. La mitad tenia mesas desparejadas de cocina, con
asientos de dos a doce. Cada mesa estaba decorada con un jarrón de flores
frescas y un brillante y alegre mantel amarillo. La otra mitad de la habitación
estaba separada en dos zonas más, una con una enorme televisión y un montón de
sillones mullidos, y la otra con una mesa de billar y varios sistemas de
videojuegos conectados a más televisiones grandes.
Varios niños
holgazaneaban por allí, y un par de adultos estaban tomando café, vigilándolo
todo. Cuando Jaejoong entró, todos dejaron lo que estaban haciendo y lo
miraron.
— ¿Qué es este
lugar? —le preguntó a Yunho.
—Lo llamamos Castillo
Matsumoto. Es el hogar de cerca de quinientos hombres, mujeres y niños.
— ¿Te refieres
a que esos niños viven aquí? ¿No es solo un lugar de vacaciones?
—Correcto.
— ¿Por qué?
—Algunos
porque sus padres viven aquí, aunque la mayoría son huérfanos a nuestro
cuidado. Hoy es día de escuela, pero ahora que la jornada escolar ha terminado,
pasan el rato y hacen cosas de chicos.
—Pero es
verano.
Yunho sonrió.
—Nos gusta
mantenerlos ocupados para que se mantengan fuera de los problemas.
—No me parece
que estén causando ningún problema —dijo Jaejoong.
—Eso es
normalmente cuando están en su peor momento. Especialmente los adolescentes.
Siempre están planeando algo, luchando contra los confines de este lugar.
—Me hubiera
gustado tener un lugar como este para ir cuando era un niño.
—Dices eso
ahora, pero muchos de esos chicos no tienen elección sobre estar aquí. Pueden
estar aquí, o pueden morir cuando los Yokai les cacen para comer. Ese tipo de
cosas rechina sobre los adolescentes más rebeldes.
— ¿Los hacen
de otra clase? —preguntó.
—No desde que
he estado vivo.
Pasaron a
través de la zona del comedor y giraron a la derecha, entrando en un largo
pasillo.
— ¿Dónde
vamos?
—Pensé que
deberíamos comprobar para asegurarnos que Kibum se ha instalado en mis
habitaciones antes de ir a ver a Kim YoungWoon.
Sus amplios
hombros extendían el tejido de punto gris de la camiseta, dejándole ver los
deliciosos bultos de los músculos de su espalda. Su pelo rubio oscuro estaba
alborotado, y desde su vista lateral podía decir que él tenía una desesperada
necesidad de un afeitado.
O tal vez no.
Los suaves arañazos de esa barba sobre la piel podía ser una especie de dolor
placentero, del tipo del que definitivamente podría acostumbrarse. Yunho sabía
lo que estaba haciendo cuando se trataba de darla placer.
—¿Quién es Kim
YoungWoon ?
—El
desafortunado bastardo que fue elegido para liderarnos. Nos tiene a todos
firmes, como nadie puede hacerlo. Necesitará saber sobre ti y Kibum.
—Va a aceptar
ayudarlo, ¿verdad?
—Lo hará. Kibum
es uno de nosotros ahora.
Jaejoong dejó
escapar un lento suspiro de alivio. Estaba seguro que si alguien podía ayudar a
Kibum, seria esa gente.
Yunho le llevó
por otro largo pasillo que le recordó al de un hotel. Puertas alineadas a cada
lado, aunque estaban más separadas que en cualquier hotel que hubiera estado.
En una puerta cerca del final del pasillo, él deslizó una tarjeta llave en la
cerradura y le abrió la puerta para que pasara primero.
Jaejoong se
sorprendió al encontrar que a pesar de que parecía una habitación de hotel
desde el exterior, en el interior parecía un hogar normal. El lugar era pulcro,
con unas pocas piezas de arte en las paredes, todas de paisajes marinos. Una
pared estaba llena de estantes que se quejaban por el peso de cientos de
libros. El sofá y el sillón a juego estaban gastados, pero parecían cómodos, y
la televisión de pantalla plana casi llenaba una pared ella sola. Una pequeña
cocina estaba metida en un rincón, con una mesa redonda y dos sillas ocupando
el espacio.
—Te llevó
bastante tiempo —dijo Minho en voz baja. Silenciosamente cerró la puerta por la
que acababa de salir, sin que hiciera ni un click. En la mano tenía un vaso de
agua vacío.
— ¿Cómo
entraste en mis habitaciones? —preguntó Yunho.
—Aron tiene a Baekho
abriendo la cerradura remotamente. —Minho fue a la cocina de Yunho y agachó la
cabeza para mirar en la nevera.
Jaejoong señaló
con la cabeza el vaso.
— ¿Le diste de
beber?
—Sí. Sin
embargo, está durmiendo de nuevo.
—Bien. ¿Dónde
fue Aron? —preguntó Jaejoong.
Minho sacó una
cerveza, la abrió y tomó un largo trago de la botella.
—Estoy seguro
que fue a decirle a todos que hemos encontrado dos parejas más. Este lugar se
va a llenar de hombres dentro de una hora.
—Tengo que ir
a ver a YoungWoon —dijo Yunho.
—Entonces me
quedaré aquí con Kibum. —Minho sacó una silla de la pequeña mesa de la cocina y
apretujó el cuerpo en el estrecho espacio. Se echó hacia atrás y se acomodó,
como si no estuviera planeando dejarlo en un corto plazo.
Yunho asintió
a regañadientes.
—Bien. Quédate
—se volvió hacia a Jaejoong. — También, deberías quedarte aquí.
—Creo que
debería hablar con ese tipo de líder, contigo. Solo en caso de que necesite
cualquier cosa para convencerlo para ayudar a Kibum.
Yunho apretó
la boca.
—No creo que
eso vaya a ser un problema.
—Tal vez no,
pero si voy, entonces podré asegurarme de que no lo es.
—Haz lo que
quieras.
Jaejoong dejó
caer la bolsa de viaje y siguió a Yunho a la puerta. Él abrió y la sostuvo para
que saliera. Cuando volvió al pasillo estilo hotel, se volvió a sorprender con
el hecho de que no estaban en alguna casa de los suburbios. Y entonces se
sorprendió incluso más cuando colisionó con el pecho de un hombre que venía por
el pasillo.
Jaejoong
rebotó contra el hombre y Yunho lo estabilizó antes de que se cayera de culo y
se humillara más. Las manos de Yunho fueron sorprendentemente fuertes, incluso
para un tipo tan grande como era, y a pesar que se mantuvo en pie, no le soltó.
Mantuvo un flojo asidero sobre su cintura y codo, y su contacto le provocó una
oleada de calor que le atravesó el estómago. Jaejoong sabía que debería
apartarse, pero se sentía demasiado bien ser tocado por sus fuertes y capaces
manos. Había visto lo que el hombre podía hacer con una espada ‑la brutal
letalidad de la que era capaz‑ pero ahora mismo, todo lo que sentía era
dulzura, calidez y alborotados hormigueos en espiral en el vientre.
—YoungWoon —dijo
Yunho como saludo—. Me gustaría que conocieras a Kim Jaejoong.
YoungWoon era más alto que Yunho, cerca de dos metros.
Tenía hombros anchos, pero estaban inclinados, como si llevaran el peso de una
carga invisible. Tenía profundas líneas de preocupación grabadas en el hermoso
rostro, y los ojos castaños estaban hundidos y bordeados de rojo por falta de
sueño. El corto pelo oscuro tenia canas en las sienes, y parecía que había
dormido con las ropas que llevaba. En más de una ocasión.
Jaejoong
automáticamente tendió la mano en señal de saludo y sintió a Yunho tensarse a
su lado. YoungWoon le dio la mano con un
firme apretón.
—Es
maravilloso conocerte, mi lord.
¿Mi lord? Jaejoong miró hacia atrás sólo para asegurarse que él
no estaba hablándole a alguien más.
—Uh. Gracias.
—Es un término
formal. No te preocupes. Te acostumbraras a eso.
Sí, claro.
Cuando YoungWoon
le soltó la mano, Yunho se relajó,
aunque pudo ver su intensa mirada escrutando a YoungWoon como si buscara algo.
Jaejoong
ignoró la rareza de Yunho. Tal vez esos dos no estaban en los mejores términos.
Realmente no le importaba mientras él pudiera ayudar a Kibum.
— ¿Sabes por
qué estamos aquí?
YoungWoon asintió, pero estaba frunciéndole el ceño al
anillo de su mano izquierda, el que todos esos hombres parecían llevar.
—He oído que
tu hermano está enfermo. Aron dijo que estaba peligrosamente delgado.
—Kibum esta…
en problemas. —Las mejillas de Jaejoong se encendieron de vergüenza, no porque
su hermano estuviera enfermo, sino porque Jaejoong hubiera dejado que
sucediera. Era su fracaso el que casi había matado a Kibum.
—Es su mente
la que está en más riesgo, YoungWoon —dijo Yunho—. Lleva viviendo con eso durante
ocho años.
Young Woon abrió la boca con conmoción.
—No puede ser
correcto. ¿Ocho años? ¿Y todavía está vivo?
—Es fuerte
—dijo Jaejoong—. No lo parece ahora, pero es un luchador. Intenta duramente
superar las imágenes en su cabeza. Ha estado en terapia durante años, pero nada
parece ayudar.
—Por supuesto
que no. Las terapias humanas no harían nada para ayudar. Voy a llamar a Siwon.
—Young Woon se sacó el móvil del bolsillo.
—Kyuhyun dijo
que estaba demasiado débil para que Kibum fuera capaz de dar su sangre.
—Entonces
encontraremos otra manera. No le vamos a dejar morir. Es demasiado valioso.
Jaejoong no
estaba seguro de que quería decir con eso, pero si pensaba que era valioso, y
eso le hacía actuar más rápido, entonces eso valía y mucho.
—Todos los
hombres quieren verle y tocarle —dijo Yunho—. Creo que eso solo empeoraría las
cosas.
Jaejoong
agarró el brazo de Yunho.
—No voy a
dejar que un puñado de hombres desfilen a través de su habitación manoseándole.
Yunho ahuecó
la mejilla de Jaejoong.
—Por supuesto
que no. Pero tienes que entender lo mucho que esos hombres están sufriendo. Si
es compatible con uno o más de ellos, de la manera que tú lo eres conmigo, podría
ser otra forma de ayudar.
Jaejoong
estaba roto. Quería hacer cualquier cosa que pudiera por Kibum, pero había
visto como eran esas personas. Eran agresivos, exigentes. Asustaban. Al menos,
así sería para Kibum.
—Viste la
forma en que reaccionó a Kyuhyun.
—Parece estar
bien con Minho —dijo Yunho.
Las oscuras
cejas de YoungWoon se elevaron.
— ¿No creerás
que…?
—No. Lo
comprobé. Su luceria no reaccionó. De hecho, los colores desparecieron —dijo
esta ultima parte como si tuviera algún tipo de significado especial.
— ¿Crees que
tenemos que vigilarle? —preguntó YoungWoon.
—Sí. Sé que
nunca lo dañaría mientras su marca de vida resista, pero una vez que esté seco…
—Tendré a Baekho
manteniendo un ojo electrónico sobre él. Sus cámaras de seguridad lo recogen
todo.
Jaejoong
miraba a ambos hombres, intentando averiguar sobre lo que estaban hablando.
— ¿Chicos,
estáis diciendo que Kibum podría estar en peligro con Minho?
—Estoy seguro
que él está bien ahora. Sólo… se está quedando sin tiempo.
— ¿Está muriéndose?
Yunho abrió la
boca y la cerró de nuevo como si tratara de decidir qué decir.
—Sí, pero no
es contagioso. Solo necesitamos estar atentos de los signos que muestren que él
esté cambiando. Volviéndose… más oscuro.
—El hombre ya
está enfadado sin los signos. Me vuelvo dentro con mi hermano.
—Necesitamos
hablar, Yunho —dijo YoungWoon.
Yunho le dio a
Jaejoong la tarjeta llave.
—Volveré tan
pronto como pueda.
—No te
preocupes. No voy a necesitar tu ayuda con esto.
Jaejoong
volvió a las habitaciones y encontró a Minho en la puerta de la habitación de Kibum.
Él llenaba el espacio, así que apenas podía ver a su hermano durmiendo
plácidamente en la cama. Pero lo estaba, y algo en el interior de Jaejoong se
soltó y relajó.
— ¿Qué estás
haciendo? —exigió Jaejoong en un susurro.
Minho se dio
la vuelta como si no la hubiera oído acercarse. Frunció el ceño y cerró la
puerta antes de avanzar más allá, ignorando su pregunta.
—No me
ignores. Te he preguntado qué estás haciendo.
—Solo estaba
vigilándolo.
—Yunho dice
que te estás muriendo, y sonó como que antes de que lo hagas ibas a convertirte
en algo desagradable. ¿Es verdad?
—Lo suficiente
cerca. —Se dejó caer al sofá y encendió la tele.
Jaejoong le
arrebató el mando a distancia y la apagó. El aspecto amenazador que cruzó su
cara la hizo detenerse, pero no dio marcha atrás.
—Quiero que te
mantengas alejado de Kibum. Muy lejos.
— ¿Que
infiernos crees que voy a hacer, jovencito?
—No lo sé, y
eso es el problema. No sé nada sobre vosotros chicos o que hacéis o de lo que
sois capaces. Lo que sí sé, es que Yunho está preocupado, lo que debe ser malo,
porque sabe cómo manejarte. Kibum no.
—Estás
jodidamente loco si crees que voy a hacer nada sólo porque lo digas.
—Soy su hermano.
Es mi responsabilidad. Puedo no ser capaz de ganarte en una lucha limpia, pero
si no te apartas, te encontraré y te mataré mientras duermes. ¿Está claro?
Minho se
levantó lentamente del sofá, con los músculos agarrotados en las poderosas
piernas. Una luz realmente aterradora brilló dentro de los salvajes ojos
verdes. Tan enfadado como estaba en el exterior, en el interior era peor.
Mucho, mucho peor. Había algo oscuro allí. Algo peligroso al acecho detrás de
la fachada que le mostraba al mundo.
Su voz se
redujo a una amenaza baja y tranquila:
—Siéntete
libre para venir y lograr tu mejor tiro. Habitación dos‑diecinueve. Dejaré mi
puerta sin cerrar. Pero ya que quieres que seamos claros, si vienes, estarás en
mi territorio. Mis reglas. No voy a jugar limpio.
— ¿Qué se
supone que significa eso?
—Significa que
si quiero ver a Kibum, no hay una jodida cosa que puedas hacer para detenerme.
Y si lo intentas, te arrepentirás.
—Kibum es
demasiado bueno para ti.
Minho se
estremeció, pero lo encubrió rápidamente.
—También es
demasiado bueno para ti, aparentemente. Estabas allí la noche que eso le
sucedió, ¿no?
—Que. Te.
Jodan.
Minho la
dedicó una sonrisa burlona.
—Cada vez que
quieras.
—Mantente
lejos. Es demasiado inocente para protegerse de gente como tú.
—Al menos soy
capaz de mantenerle a salvo. Protegerlo. Tú ni siquiera puedes hacerle comer.
Oh, Dios. Tenía razón. Jaejoong se sentía como si le hubieran
golpeado, pero intentó no dejarle verlo.
—Lo traje aquí,
¿no? Yunho se asegurará de que esté a salvo.
Minho resopló.
—Yunho solo le
está ayudando para meterse en tus pantalones. Mantenerte con el collar. Si
crees algo mas, estás lleno de mierda.
La mano de Jaejoong
fue a la luceria alrededor del cuello. Estaba vibrando ahora, cálida bajo el
contacto. Un segundo después, la puerta de las habitaciones de Yunho se abrió
bruscamente, Yunho y YoungWoon entraron
armados con sus espadas en las manos.
— ¿Qué
infiernos está pasando? —exigió Yunho.
Minho dio un
paso atrás.
—Ya me iba.
Parece que ya no se me quiere aquí.
Yunho tenía el
color subido, y parecía como si estuviera listo para derribar a Minho.
— ¿Te hizo
daño?
Jaejoong tuvo
que tragar para encontrar la voz.
—No. Estoy
bien. Simplemente no le quiero más alrededor de Kibum.
—Te he oído la
primera vez —gruñó Minho. Se abrió paso a través de los dos hombres armados y
abandonó la habitación.
Yunho llegó
hasta Jaejoong y le abrazó.
— ¿Estás seguro
de que no te hizo daño?
—Sí. Solo me
molestó.
Lo besó en la
sien y apretó el abrazo.
—Él es bueno
en eso.
YoungWoon se aclaró la garganta.
—Voy a
comprobar esa cosa sobre la que me preguntaste, Yunho.
—Gracias.
—Nos pondremos
al día después. —YoungWoon salió y cerró
la puerta tras él.
Yunho le
levantó el rostro para que le mirara.
—Pude sentir
tu pena tan clara como si hubiera sido la mía propia. ¿Qué te dijo?
—Nada que no
me haya dicho a mí misma mil veces. Olvídalo.
—Eso no va a
suceder. Me mata verte sufrir.
Su tono era
tan dulce, tan cariñoso, que lo iba a hacer llorar.
Jaejoong se
apartó de él antes de que pudiera hacer eso.
—Solo déjalo
ir. Quiero saber que vamos a hacer por Kibum.
Yunho tensó la
mandíbula de frustración, y tomó un profundo aliento.
—Siwon está en
camino y YoungWoon está yendo a
solicitar una audiencia con Victoria.
—Bien. Eso es
bueno, ¿verdad?
—Sí. Eso es
bueno. Vamos a cuidar de él.
—Minho dice
que solo estas ayudando a Kibum para llegar a mí.
—Minho es un
imbécil.
—Eso no
significa que no tenga razón —dijo Jaejoong.
Yunho se sentó
en el sofá y tiró de Jae a su lado.
—Aunque nunca
te hubiera conocido, todavía estaría haciendo todo lo posible para salvar a Kibum.
— ¿Porque es
valioso para ti?
—Porque eso es
lo que hago. Eso es lo que todos nosotros hacemos. Cada uno de nosotros ha
tomado un voto de proteger a los humanos de los Yokai. Así que incluso si no
fuera uno de los nuestros, todavía estaría aquí, luchando por mantenerle vivo.
Esa es la razón por la que existo.
Jaejoong
sentía la verdad de sus palabras resonando a través del vínculo. Sintió su
convicción, su honestidad, envolviéndolo y apretándolo fuertemente. Se sentía
tan bien no estar solo. Incluso si era sólo por unos pocos días.
La ardieron
los ojos, y no podía parpadear lo suficientemente rápido para hacer disipar las
lágrimas. Una se deslizó por la mejilla, y se volvió para que Yunho no pudiera
ver su debilidad.
—No —le dijo—.
No te apartes de mí. No tienes que ser fuerte y controlado todo el tiempo.
—Sí, tengo que
serlo. Tengo que seguir entero. Por favor intenta entenderlo.
Él se quedó
callado durante un momento, y pudo sentir algo de su frustración pulsando a
través del enlace. No disfrutaba frustrándole, pero sabía que si se agrietaba
ahora, se rompería ampliamente y se destruiría. Tenía que mantenerse fuerte.
— ¿Qué tal si
nos busco algo de comer? ¿Te doy unos pocos minutos a solas?
Jaejoong
asintió.
—Eso estaría
bien.
— ¿Alguna
petición?
—Sorpréndeme.
Cuando la
puerta de la habitación de Changmin se abrió, él sabía quién sería. Lee Tae Min.
Era la última persona en la faz de la tierra que quería que lo viera así, tan
impotente como un bebé.
Si su cuerpo
no hubiera sido una pila de carne sin valor, simplemente se hubiera reunido con
él en la puerta y suavemente lo hubiera mandado a otra parte. Era una
criatura tímida, y no le habría tomado demasiado hacerlo huir.
Al menos, era
tímido con los demás. No con él. Estaba paralizado desde el cuello, incapaz de
dañar una mosca. Nadie le temería más. Ni siquiera podía sostener su espada,
mucho menos balancearla.
Taemin le
ofreció una sonrisa alegre cuando entró en la habitación llevando una caja de
plástico llena de sus instrumentos de tortura.
— ¿Cómo estas
hoy? —preguntó.
Se deslizó por
el suelo con silenciosos pasos. Su nombre le iba bien, pero Changmin estaba
seguro que sus naturalmente rápidos y elegantes movimientos no eran producto de
largas horas de clases de danza. Lo que él había aprendido sobre Taemin, era que
había aprendido a esquivar puños y botellas que volaban desde una edad
temprana.
Nunca más. Su
padrastro se estaba pudriendo en un agujero en el suelo, y él estaba a salvo
aquí.
Deseó decirse
que aliviaría el nudo de tensión que sentía entre ellos cada vez que le veía,
pero no lo hizo. De alguna manera no era suficiente. Quería hacer más.
Por otra
parte, esa era la historia de su vida esos días. No podía ni siquiera
alimentarse, mucho menos proteger a Taemin de amenazas imaginarias.
—Estoy
cansado. Vete —le gruñó.
Tae hizo un
chasquido con la lengua.
—No eres
agradable, Changmin. Estoy aquí para ayudarte, lo desees o no.
Él era una persona tan bonita, especialmente cuando sonreía. La sonrisa nunca tocó sus tristes
ojos marrones, pero se había acostumbrado a eso en las últimas semanas. Venía a
verle cada día, y nada de lo que él dijera o hiciera lo ahuyentaba.
—Envía a otra
persona —dijo él.
El halo de
rizado pelo negro alrededor de su cabeza le hacía parecer más joven de sus
veintidós años. Debería haber sido capaz de verla como un niño, teniendo en
cuenta que él estaba cerca de los cuatrocientos, pero con él, eso simplemente
no sucedía. Era un hombre ‑uno que encontraba tan sexy como el infierno‑ y eso
era parte del problema. Había demasiadas cosas en su vida que quería ahora y no
podía tener. No apreciaba la adición de él al montón.
— ¿Por qué?
—le preguntó—. ¿No crees que se lo que estoy haciendo?
Por supuesto
que lo hacía. Tae sabia cuan desesperado estaba. Sabía que estaría
paralizado durante el resto de su muy larga vida, y se compadecía de él. Eso
era por lo qué estaba aquí. Era demasiado amable para no actuar con esa
piedad.
—No tengo
tiempo para esto —dijo él.
Él siguió
sonriendo y puso la caja sobre la mesa cerca de la silla de ruedas.
—No seas un
bebé. No voy a hacerte daño.
—Por supuesto
que no. No puedo sentir una maldita cosa.
—De acuerdo,
Sr. Calzones Irritables. Sé así. Todavía no me voy a ir. Tengo una hora antes
de que comience mi turno.
No había nada
que pudiera hacer para detenerlo. Estaba débil. Indefenso.
Si le hubiera
quedado algún tipo de fuerza, la habría usado para ponerle fin a su miserable
vida tan pronto como se dio cuenta de que los Susano's eran incapaces de
curarlo, antes de que desperdiciaran más preciosa sangre intentando curarlo.
Taemin le hizo
condujo a la cama, la cual era el punto central de la sala de estar. Todo el
equipo que se necesitaba para mantener su lamentable culo limpio y alimentado
era demasiado grande para su habitación, así que ahora vivía aquí. Todo el día.
Cada día.
Anhelaba la
libertad tanto que estaba seguro que le desgarraría la mente. Hasta el momento,
no había sido tan afortunado.
—¿Has oído las
noticias? —le preguntó mientras ajustaba la silla hasta que estuvo colocado. Le
ató con unas correas y manipuló la palanca que le acomodó de vuelta en la cama.
Ese maldito
dispositivo hacia fácil para alguien tan pequeño como Tae moverlo, pero
también significaba que no necesitaba ninguna ayuda. Significaba que tenía
que estar a solas con él.
Cuanto más
tiempo estuviera a solas, más de sí mismo se perdería. Su orgullo
había sido la primera cosa en irse. En su lugar había una ardiente bola de
vergüenza y humillación de la que no podía escapar.
— ¿Qué
noticias? —preguntó, incapaz de evitar la curiosidad sobre el mundo exterior.
Tae deslizó
las manos en el interior de la cinturilla del pantalón de deporte y se lo quitó
de las piernas, dejándole en bóxers. Él le miró fijamente un poco demasiado
tiempo, haciéndole preguntarse en lo feo que se habría convertido su cuerpo
mientras la carne se consumía por el desuso.
Él tragó
saliva visiblemente antes de contestar.
—Encontraron
dos parejas mas como Donghae. Están aquí.
Chagmin se negó
a pensar en lo que eso significaba, o al menos lo intentó. ¿Más parejas tan
pronto después de Donghae? No parecía posible, y sin embargo estaba pasando.
Tal vez Donghae no era una anomalía genética después de todo. Tal vez sus
hermanos podrían ser salvados.
Las noticias
no le hicieron ningún bien, pero aun estaba contento de que el resto de los Amaterasu
tuvieran esperanza.
— ¿Quieres ir
a verlos? —preguntó.
—No. —Ni
siquiera consideraría nunca ver si alguno de ellos era compatible con el
mientras tuviera el cuerpo inútil. Y no importaba con que mentiras le
alimentaban los Susano's, Chagmin estaba bastante seguro que no tenían ni idea
de cómo arreglar su parálisis.
Tae elevó la
cabecera de la cama y luchó con su camiseta. Su masa muscular había comenzado a
marchitarse, pero con su corpulencia, todavía era una gran carga para que él maniobrara. Él no era muy grande, tal vez algo más que un metro y medio de
alto, pero nunca se había quejado que fuera demasiado pesado. También podía ser
que fuera más fuerte de lo que parecía en el exterior.
A diferencia
de muchos de sus hermanos, todavía tenía un buen número de hojas en la marca de
vida. Siempre se había sentido bendecido por no estar sufriendo como tantos
otros, ahora esa bendición se había convertido en maldición. Quedaban años
antes de que su árbol estuviera seco, lo que obligaría a YoungWoon a terminar con la vida de Chagmin.
Se las arregló
para pasarle la camiseta por la cabeza, y él tuvo una agradable vista de uno de sus pezones, oscuro y suave. Sabía que
eran suaves porque Tae accidentalmente le rozó la mejilla una vez mientras le
desvestía.
Él todavía
tenía sueños con ese inocente accidente, solo que en sus sueños, había estado
desnudo y él había sido un hombre completo. Siempre se despertaba antes de
llegar a la parte realmente buena, pero disfrutaba de la fantasía durante el
tiempo que duraba.
— ¿Estás
seguro? —preguntó.
—Sí, estoy
seguro. Ni siquiera puedo darles mi voto. ¿Qué posible bien puede hacerme verlos?
Taemin le pasó
los dedos por el pelo para alisarlo. Changmin apretó los dientes contra la
sensación de los dedos sobre la piel. Él había pasado horas tocándole ‑masajeándole
los músculos y ejercitándole los miembros para que se mantuvieran flexibles‑
pero nunca había sentido nada de eso. Acababa de ver las manos deslizándose por
las piernas, dejando un rastro brillante de aceite de masajes a su paso.
Por todo el
bien que eso le hacía, él podría estar frotando el cuerpo de algún otro
hombre.
Ese
pensamiento le llenó la cabeza con necesidad de violencia. Quería atacar y
aplastar todo a su paso. No es como si lo que quisiera importara de todos
modos.
—No lo sé
—respondió—. Solo pensé que si uno de ellos era compatible contigo, tal
vez pudiera ayudarte.
— ¿Sanarme,
quieres decir? —preguntó en un amargo y enfadado tono.
—Sí. Ese
pensamiento ha cruzado por mi mente.
—Esa no es la
manera en que funciona. Por qué no dejas que las sanguijuelas me traten y te
pegas a tus deberes en la cocina.
Taemin se
estremeció como si le hubiera golpeado, y hasta que él lo vio, no pensó que
pudiera sentirse peor.
Había estado
equivocado. Se sentía como una total mierda por herir sus sentimientos así. Tae sólo intentaba ayudar.
Todo el mundo
estaba intentando ayudar. No era culpa de él que estuviera harto de
necesitarlo.
—Lo siento —le
susurró—. No quise decir eso.
Él asintió,
pero no le miró a los ojos.
Se puso algo
de aceite en la palma y frotó las manos juntas para calentarlo. Él no podía
sentir frío, pero todavía se tomaba el tiempo de ver por su comodidad.
Era demasiado
amable para estar cerca de él. Era toxico, tan venenoso como la babosa con
colmillos gigante que se le había pegado sobre la columna vertebral y
arrebatado la vida. Si él se quedaba, solo terminaría por dañarlo aun más.
—Realmente
deseo que solo me dejes solo —le dijo a, intentando mantener su voz
calmada.
Sus manos se
deslizaron por la pierna hasta la entrepierna. Él lo vio, pero no sintió nada.
Su mente estaba emocionada por su contacto, pidiéndole silenciosamente que se
moviera hacia arriba y le cogiera la polla con sus hábiles manos, incluso
aunque sabía que era una inútil pérdida de tiempo. No lo sentiría tampoco. No
importaba cuan retorcida estuviera la mente, el cuerpo se negaba a responder.
Nunca volvería
a conocer el placer de la carne, el íntimo abrazo del cuerpo de la persona amada, el
caliente deslizarse de piel contra piel.
—Sé lo que
quieres, pero no me voy. Cuando los Susano averigüen como sanarte, vas a
estar agradecido que tu cuerpo no esté enroscado sobre sí mismo. Todavía te
tomará algo de tiempo recuperar tu fuerza, pero al menos tu cuerpo será capaz
de moverse para que puedas recuperarla.
—Los Susano no tienen ni idea de cómo sanarme.
—Son
inteligentes. Ellos lo averiguarán.
— ¿Después del
tipo de vida que has tenido —los golpes, ver a tu madre morir de una muerte
lenta—, como puedes todavía tener esperanza?
—Tengo
esperanza por la vida que he tenido.
Durante quince años recé cada noche que alguien viniera a salvarnos a mí y a mi
hermano del infierno que se había convertido nuestras vidas. Y entonces
llegaste tú.
— ¿Y?
—Y, solo han
pasado unas pocas semanas desde que fuiste paralizado. Si yo pude esperar
quince años por un milagro, entonces tú puedes.
¿Quince años?
De ninguna manera.
—No. No puedo.
No así.
Taemin se
encogió de hombros y continuó masajeándole las pantorrillas.
—No tienes
elección. No voy a dejar que te rindas.
—No es tu
decisión.
Levantó la
vista para mirarle y las lágrimas brillaron en los tristes ojos marrones.
—Hasta que te
puedas mover, tampoco es la tuya.
Este fic es una adaptación, no es mío,
yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO
PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA
PRINCIPAL: YUNJAE
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