sábado, 11 de enero de 2014

CAPÍTULO 19


CAPÍTULO 19


Jaejooong cerró las rodillas para evitar caerse.
— ¿Estás seguro? Pensé que estaba mejorando cuando Minho consiguió que comiera. Nunca me habría apartado de su lado si hubiese pensado lo contrario.
La culpabilidad le consumía revolviéndole el estómago. Estaba tan enredado con Yunho y su mundo que ni siquiera había notado que su hermano había empeorado.
—No ha estado inconsciente durante mucho tiempo, puedo sentirlo desvaneciéndose. Su cuerpo se está debilitando.
— ¿Qué hacemos?
—No lo sabré hasta que tome algo de su sangre.
—Si está débil, eso sólo empeorará las cosas.
—No. Sólo necesito una o dos gotas —mantuvo la mirada pidiendo permiso.
Jaejoong no tenía elección. Ninguna opción.
—Está bien, pero no mucha.
Siwon asintió con la cabeza, y se puso el dedo de Kibum en la boca. Jaejoong lo vio perforar la punta con los afilados colmillos, y con la misma rapidez deslizó la lengua, sellando la piel.
Se quedó paralizado. La mano de Kibum se deslizó de las suyas y cayó de vuelta a la cama. Los ojos comenzaron a girar rápidamente como locos, exactamente como Kyuhyun había hecho, y un profundo gemido le brotó de la garganta.
Jaejoong contuvo el pánico. No sabía lo que estaba pasando, pero no iba a dejar a Kibum en medio si Siwon comenzaba a retorcerse. Rodeó la cama para coger a Kibum en brazos y sacarlo de allí cuando los ojos de Siwon desaceleraron, dejando escapar un duro suspiro.
— ¿Estás bien? —preguntó Jaejoong.
No parecía escuchar.
—Este pobre niño —susurró mirando a Kibum como si ya estuviera muerto.
— ¿Qué pasó? —exigió Jaejoong.
—Su sangre —se limpió la boca como si no quisiera arriesgarse a probar más—. Sé porqué está sufriendo —miró a Jaejoong y su expresión era la de un médico que daba a un miembro de la familia la peor noticia posible—. Lo siento —prosiguió—. Puedo obligarlo a comer, y ayudar al cuerpo a sanar, pero no hay nada que pueda hacer por su mente.
Jaejoong contuvo las lágrimas gracias a la fuerza de voluntad.
— ¿Qué es? ¿Qué le pasa?
—De alguna manera un Yokai consiguió su sangre.
Jaejoong sabía cómo.
—Nuestra familia fue atacada cuando tenía doce años. Uno de esos monstruos le desgarró la pierna.
No se atrevía a decirle que el monstruo había bebido la sangre de Kibum de la herida, y que no había hecho nada para detenerle. Simplemente siguió de pie, dejando que sucediera.
—Es un milagro que esté vivo. Las garras y saliva son venenosas.
—Estuvo enfermo durante mucho tiempo, pero mejoró. Al menos pensé que lo hacía. Me llevó un tiempo darme cuenta de que no era... él mismo.


Aquellas primeras semanas habían sido casi más de lo que podría soportar. Su madre había muerto. Su hermano menor había desaparecido y presuntamente muerto, aunque Jaejoong se negaba a creerlo. Kibum había estado en el hospital, aferrándose a la vida por un hilo. Jaejoong estaba solo, tomando todas las decisiones por sí mismo. Tenía diecinueve años, acaba de empezar la universidad. Apenas tenía la edad suficiente para vivir por su cuenta, y mucho menos cargar en las manos con el futuro de dos niños. Se debatía entre la búsqueda de Ren, o permanecer con Kibum. Trató de hacer ambas cosas, por lo que el agotamiento lo llevó al hospital, así que la elección la tomaron por él.
Hubiera querido volver con su madre a toda costa, agarrarla y que le dijera que todo iba a estar bien. Pero mamá había muerto, y los médicos seguían buscando a Jaejoong para todas las decisiones. No tenía más remedio que aguantar. Y lo hizo.
—Tu hermano es psíquico, ¿verdad? —preguntó Siwon.
Jaejoong asintió lentamente. Siempre lo consideró como espeluznantes coincidencias, pero era verdad. Kibum había sabido de un montón de hechos que no debería conocer.
— ¿Por eso está así? ¿Por qué cree ver cosas que no están ahí?
—La sangre que le fue tomada ha creado una relación con el Orochi que la bebió, una especie de conexión mental. Podría haberlo resistido, pero se puso peor. De alguna manera la sangre de la criatura ha sido consumida por muchos otros. La presencia de Kibum dentro de ese Orochi se dividía cada vez que su sangre era transmitida a otro. Por lo que puedo decir, eso ha ocurrido más de una vez.
— ¿Puedes decirme todo eso a partir de una o dos gotas de sangre?
—Sí —no parecía muy feliz por ello.
— ¿Entonces por qué no podrías solucionarlo?
—No soy lo suficientemente experto. Hay un Susano en Europa que puede serlo, pero no es seguro.
Rabia desesperada inundó a Jaejoong hasta hacerlo estremecer.
— ¿Por qué diablos no?
—Porque Kibum ha sido seccionado en demasiados fragmentos. No es suficiente con tratar de unirlos. Incluso si pudiéramos, es probable que las cicatrices le arruinen la mente. Es mejor si lo dejas ir. Poner fin a su sufrimiento.
—No —susurró Jaejoong. No podía dejar ir a Kibum también. No podría estar solo.
Calor, fuertes manos se posaron en los hombros. Yunho. Ni siquiera le había visto entrar en la habitación.

—Ya le has oído, Siwon —dijo Yunho—. No vamos a dejarlo ir. Puedes tener toda la sangre que necesites, pero no puedes abandonarlo.
Siwon se puso en pie.
—Como desees. Voy a investigar lo que debe hacerse.
— ¿Cuánto tiempo llevará? —preguntó Jaejoong.
—No debo actuar sin hablar con mis hermanos y reunir fuerzas.
—Voy a llamar a los Amaterasu para donar sangre por la causa. Todos los hombres están esperando que Kibum sea su caballero. Debes conseguir bastantes voluntarios —afirmó Yunho.
—Haz que se reúnan conmigo en el salón después de la puesta de sol de mañana. Voy a necesitar al menos ese tiempo para prepararme.
—También vamos a hablar con Victoria, tan pronto como vuelva.
—Bien —dijo Siwon—. Cualquier consejo que pueda dar será bienvenido.
— ¿Desde cuándo sigues su consejo? —preguntó Yunho.
—Desde que la vida de esta chico pende de un hilo —Siwon dio media vuelta y se fue.
Jaejoong no podía moverse, no podía hablar. Había luchado tanto tiempo y tan duramente por Kibum, y aún no había sido suficiente. Nada de lo que había hecho nunca había sido lo suficientemente bueno cuando se trataba de su familia. Había fracasado una y otra vez, y nada de lo que había oído le hacía creer que esta vez sería diferente.
—Lo siento —susurró a su hermano—. Lo siento, nene.


Yunho acercó la espalda contra su pecho, estrechándolo. Los brazos se sentían calientes, fuertes, y reconfortantes. Parte de él quería girarse hacia Yunho y esconderse en su fuerza, pero el resto quería apartarle de un empujón y gritarle por hacerlo sentir débil. No podía ser débil ahora mismo.
—Basta ya —exclamó—. Deja de apartarme. Estamos juntos en esto.
—Es mi hermano.
—Y tú eres mi esposo, lo que le convierte también en mi hermano.
La conmoción le congeló la lengua por un momento. Se dio la vuelta y le miró.
— ¿Esposo? Nunca estuve de acuerdo con eso.
—Llevas mi luceria. Es lo más cercano al matrimonio para mi pueblo.
—No estamos casados.
Él hizo una mueca endureciendo la mandíbula.
—Bien, no estamos casados como tú lo conoces, pero todavía siento que es mi familia. Haría cualquier cosa en mi poder para salvarlo.
Tenía razón. Jaejoong estaba alejando al único aliado que tenía.
—Lo siento. Sé que estás tratando de ayudar.
—Al igual que Minho. Pero le despediste.
—Porque es inestable. Lo dijiste tú mismo.
Yunho le alisó el pelo apartándoselo de la sien. El toque era suave, casi cariñoso.
— ¿Siglos? ¿Vives tanto tiempo?
—Tú también.
La conmoción recorrió a Jaejoong haciéndolo callar. No parecía posible, pero últimamente había mucho de eso a su alrededor.
Reunió suficiente ingenio para hablar, aunque no lo bastante como para abstenerse de expresar impulsivamente la verdad.
—Vivir ocho años con la culpa de dejar morir a mi familia, de no ser capaz de ayudar a Kibum, es más que suficiente. No me puedo imaginar varias vidas con este tipo de tortura.
—Nadie dijo que la longevidad fuera fácil. Todos llevamos una carga, y en el caso de las parejas Amaterasu alfa también podemos soportar décadas de aplastante dolor. Ese dolor hace brutal a Minho, pero te juro que nunca le haría daño a Kibum.
—No podemos correr ningún riesgo.
—Kibum parecía mejor cuando él estaba cerca.
—Fue una coincidencia.
Yunho negó con la cabeza.
— ¿Y si no lo fuera? Kibum necesita toda la ayuda que pueda obtener.
—Lo pensaré.
—Está bien. Muy bien —lo besó en la cabeza y se alejó—. Iré a reunir a los hombres y conseguir que alimenten a Siwon, así estará lo suficientemente fuerte como para ayudar.
—Luego quiero que vuelvas, así también podemos tratar de ayudarle otra vez.
—Lo que quieras, Jaejoong. Es tuyo.




Yunho tuvo que luchar para irse y dejar a Jaejoong. Necesitaba consuelo, y quería quedarse ahí, donde podía abrazarlo. Pero necesitaba más a Kibum, por lo que se obligó a salir y hacer lo que pudiera para ayudar.
Encontró a YoungWoon  sentado en la oficina a pesar de que ya había pasado la hora que debería haber terminado de trabajar por hoy. A través de la ventana detrás de él, Yunho vio varios Amaterasu y humanos en el patio de entrenamiento practicando esgrima o levantamiento de pesas. YoungWoon debería haber estado allí con ellos, desahogando un poco de fuerza para aliviar el dolor que Yunho sabía que sentía. En lugar de eso YoungWoon  estaba aquí en su oficina, estudiando minuciosamente un gran mapa. Perezosamente, deslizaba los dedos de una parte a otra sobre la luceria alrededor del cuello. A pesar de que Young Woon  estaba desvinculado, se había negado a visitar a Kibum para ver si podría ser su compañero.
Yunho iba a tener que hacer algo para cambiar esa mentalidad. Más que cualquiera de los Amaterasu, YoungWoon  necesitaba mantenerse fuerte para poder guiar a su pueblo. Sin él sería el caos, y la gente que amaban moriría.
Yunho entró en la sala para tener una mejor vista, y reconoció el mapa como una copia de los que utilizaban para el seguimiento de los nidos y avistamientos Yokai. Puntos rojos cubrían el plano, circundando todo Castillo Matsumoto como si fuera un ojo de buey.
Se estaban acercando. Ninguno de los Yokai había penetrado a través de su seguridad todavía, pero era sólo cuestión de tiempo antes de que encontraran una manera de entrar.
De ahí el motivo del adiestramiento a los humanos. No había ninguna garantía de que los Caballeros de la Luz vivieran lo suficiente para protegerles de esa eventualidad. Tenían que aprender a protegerse a sí mismos, aunque Yunho no tenía ni idea de cómo lo harían. Simplemente no eran físicamente capaces de ese tipo de fuerza.
—No quisiera molestarte, pero necesito un favor —dijo Yunho.
YoungWoon se echó hacia atrás frotándose los ojos. Parecía no haber dormido en varios días.
—Claro. ¿Qué es uno más?
—Lo siento. Sé que estas muy ocupado, pero en realidad podría ayudar a largo plazo.
Young Woon  le indicó a Yunho con la mano donde sentarse.
—Escucho.
—El hermano de Jaejoong no pudo recuperarse, aunque Siwon va a tratar de ayudarle. Necesito que hagas un llamamiento de sangre a todos los Amaterasu y Pami.
YoungWoon dejó escapar un profundo suspiro.
—Desde que Donghae se presentó el mes pasado, más y más hombres se han ido a buscar a sus propios compañeros. Ahora que has encontrado a Jaejoong va a ser todavía peor. No quedan muchos Amaterasu aquí, pero voy a dar la orden.
—Tal vez deberías llamar a los hombres que están fuera, atraerles de nuevo con la esperanza de la supervivencia de Kibum. Si él vive, puede ser compatible con alguno de ellos.
—Incluso si lo es, ¿qué pasa con aquellos que no son compatibles? Voy a tener un montón de Amaterasu cabreados en mis manos.
—Es mejor que una pareja muerta.
YoungWoon  levantó la mano como si intentara evitar más presión.
—Lo sé, lo sé. Lo haré.
— ¿Quieres conocerlo primero? —Preguntó Yunho—. ¿Para ver si podría ser tuyo?
YoungWoon mantuvo la cabeza baja, aunque no pudo ocultar la luz de la esperanza que le brilló en los ojos por un momento.
—No puedo hacer eso. Aún las mantengo unidas. Quedaban dieciséis hojas esta mañana. Deja que vayan otros primero.
—Siempre el último de la fila, ¿eh?
—Ese es sólo uno de los muchos beneficios del liderazgo —dijo Young Woon  con un suspiro. Parecía cansado. Consumido.
Yunho sentía la preocupación arrastrándose por él. Si YoungWoon no sobrevivía, tenían pocas esperanzas de mantener alguna apariencia de orden.
—Aún tienes pendientes otros ocho años más de mandato. ¿Vas a seguir?
El hombre se encogió de hombros.
—Probablemente no, pero voy a llegar tan lejos como pueda en mis dos décadas.
—Ven a ver a Kibum —insistió Yunho. Su líder necesitaba ser fuerte. Si tener un caballero a su lado no garantizaba eso, nada más podría hacerlo.
—Tal vez más tarde. Tengo que hacer algunas cosas primero. No te preocupes. Haré la petición de sangre en una hora. Baekho tiene alguna forma de llamar a todos los hombres de vuelta automáticamente a través de mensajes de texto, o algo así.
—Gracias. Esto significa mucho para mí.
—No me des las gracias aún. Una vez que todos los hombres aparezcan, no vas a tener un momento de paz.
—Nadie salvo tú se acercará a Kibum hasta que esté mejor.
Young Woon  se recostó en la silla, los ojos color avellana oscurecidos con preocupación.
—Entonces voy a tener que asignar un guardia. Sabes lo difícil que va a ser mantener alejados a los hombres.
—No es mala idea. Tal vez Eric o Eunhyuk serían una buena elección.
Young Woon asintió. Los dos hombres Amaterasu estaban vinculados. Él estaría a salvo con ellos.
—Están de caza, pero también les informaré. ¿Quién sabe? Incluso Hyesung tal vez podría ayudar. Tiene suficiente capacidad de curación en su interior, y no nos costaría ninguna sangre si lo hiciera.
—Vamos a reunir toda la ayuda que podamos conseguir —dijo Yunho.
Los ojos de YoungWoon volvieron al mapa, y repentinamente parecía más viejo de lo que debería ser.
—Espero que Kibum viva —dijo—. Lo necesitamos para contener a los Yokai.
—Aunque viva, no va a estar en condiciones de luchar.
—Queremos darle tiempo para sanar, por supuesto, pero necesitamos a todos luchando en la frontera. Tú y Jaejoong también tendréis que ir.
Yunho no podía mirarle a los ojos, pero tenía que contarle su fracaso. El hombre no necesitaba más malas noticias, pero Yunho le debía la verdad.
—Creo que cometí un error.
—Únete al club —dijo YoungWoon.
—No, me refiero a uno grande.


Young Woon  se frotó las sienes, como si le palpitaran. La exasperación le llenó la voz.
—Todos los cometemos grandes. En nuestro trabajo, esos son los únicos que hay. ¿Qué no daría por tener facturas impagadas, o un inodoro con fugas o, diablos, incluso un drogadicto adolescente con el que tratar? En su lugar tengo que hacer frente a resolver el destino del jodido planeta. Y la mayoría de las personas a las que intento salvar ni siquiera saben que existo. Si cometo un error, es el fin de la raza humana. Entonces dime, ¿qué es lo que crees que sí es tan malo?
—Me he vinculado a un hombre que no puedo retener.
YoungWoon  se levantó despacio, todos los signos de fatiga desaparecidos.
— ¿Qué quieres decir con que no lo puedes retener? Por supuesto que vas a quedarte con él.
Yunho se miró el anillo. Tres tonos de azul giraban y se retorcían en la banda iridiscente. Mientras el color no se hubiera fijado aún tenía tiempo para desistir, pero él estaría de vuelta donde comenzó con sólo unos días de vida.
—Sólo me dio tres días.
Los hombros de YoungWoon se encorvaron bajo el peso de la noticia.
—Estás bromeando. ¿No sabe lo que está en juego?
—Ahora todo lo que puede preocuparle es su hermano. Dale un poco de tiempo.
YoungWoon golpeó ruidosamente con el puño sobre el mapa cubierto de rojo.
—No tenemos más tiempo. Lo necesitamos. Haz lo que sea, pero que se vincule a ti para siempre.
—No sé…
—Lo juraste, Yunho —exigió YoungWoon dando señales de autoridad en su voz—. Juraste que lo harías.
La urgencia en ceder y cumplir su juramento era tan fuerte que a Yunho se le hizo un nudo en el estómago.
—No puedo. Jaejoong no tiene cabida en nuestro mundo. Si no quiere estar aquí, no lo obligaré a quedarse. Después que nuestro tiempo acabe lo dejaré ir.
— ¡Venga ya! —YoungWoon se inclinó sobre la mesa mostrándole a Yunho un profundo ceño fruncido—. Haz que funcione. Le necesitamos. Es tu deber convencerlo para quedarse y asegurarte que es feliz una vez lo haga.
—No es tan simple.
— ¡Maldita sea, Yunho! Es mejor que te tomes esto en serio. Todos contamos contigo. Todos los Amaterasu te necesitan para que consigas que funcione.
—No puedo obligarlo a quedarse.
—Por supuesto que puedes. Nuestros hombres están ahí fuera todos los días arriesgando sus vidas para que otros ni siquiera conozcan los peligros a los que nos enfrentamos. Permitimos que los humanos vivan en la dicha de la ignorancia, y todo lo que pedimos a cambio es que cuando encontramos a uno de ellos capaz de ayudar en nuestra lucha, lo haga. No es mucho pedir.
—Aparte de que ese alguien sea lo bastante desafortunado como para unirse a la guerra.
—A la mierda con eso —espetó YoungWoon—. Dejé lo de librar una guerra noble. Estamos luchando contra los demonios. Y lo que es peor. Están acercándose cada día más. Todos vamos a morir si no lo impides.
—Así que, ¿ahora también soy responsable de las vidas de todos los Amaterasu? ¿No crees que tenga suficiente presión?
—Aparentemente no, o encontrarías una manera de atarlo a ti tan fuertemente que nunca podría escapar.
—Él no quiere, YoungWoon.
—A la mierda con lo que él quiere. Haz que desee lo mismo que tú.
Magia. Coacción. Eso era de lo que YoungWoon estaba hablando. Yunho lo sabía, porque había tenido los mismos pensamientos.
— ¿No ves ningún problema con eso?
YoungWoon rodeó la mesa agarrando el brazo de Yunho, y arrastrándole hacia la ventana con vistas al campo de entrenamiento. Apuntó con un grueso dedo al cristal.
—Mira ahí fuera. Veo siete buenos hombres a los que no les queda más que un año de vida. Tengo un problema con eso.
Yunho quiso apartar los ojos, pero no pudo. Esos hombres eran sus amigos. Su familia. No podía dejar que perdieran la esperanza. Tal vez Young Woon  tenía razón. Tal vez lo que quería Jaejoong no era tan importante como darle a su pueblo una razón para vivir, la esperanza de que podría haber más parejas ahí fuera como él. La esperanza de que no fueran a  perder esta guerra.
—Mírales bien —dijo Young Woon —. Recuerda esas caras cuando veas a tu señor. Cada uno de esos hombres haría lo que fuera para salvarte. Creo que les debes lo mismo.
Se lo debía. Les debía su vida. Su alma.
Pero no estaba en juego sólo su vida. Era la vida de Jaejoong.
Si no quería quedarse con él, no le obligaría. Sabía lo desesperada que era la situación, pero si tuviera que forzar la conformidad de Jaejoong, no lo merecería.
Yunho calmó los nervios. No le gustaba esto más que a YoungWoon, pero no podía ceder.
—Lo siento, pero no voy a obligarlo. Tiene que ser su elección.
—Entonces, le ruego a Dios que haga lo correcto —la voz sonaba seria, preocupada.
— ¿Qué es lo que no me estás contando? —preguntó Yunho.
YoungWoon sacudió la cabeza. Los hombros parecían inclinarse un poco más hacia abajo, con una carga invisible.
—No podemos dejarle ir. Si no haces lo que sea necesario, encontraré a un hombre que lo haga. Seguro que será compatible con alguno de nuestros hombres.
La ira se alzó en el interior de Yunho, furiosa y desagradable.
—Si lo haces, es mejor que esperes hasta después de dar mi último aliento, ya que cualquier hombre que intente tomarle por la fuerza tendrá que venir por mí primero.
—No matarías a uno de tus hermanos de armas.
Yunho se odiaba a sí mismo al darse cuenta de la verdad. Tal vez sus sentimientos por Jaejoong se intensificaron por la unión que compartían, o tal vez se hubiera sentido de esta manera, independientemente del vínculo. De cualquier manera, no iba a permitir que lo forzaran a una vida de muerte y miedo, a no ser que fuera su elección.

—Por Jaejoong —contestó a Young Woon — haría lo que fuera, es mío.



Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO PERDIDO  - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA PRINCIPAL: YUNJAE

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