CAPÍTULO 19
Jaejooong cerró las rodillas para evitar
caerse.
— ¿Estás seguro? Pensé que estaba
mejorando cuando Minho consiguió que comiera. Nunca me habría apartado de su
lado si hubiese pensado lo contrario.
La culpabilidad le consumía
revolviéndole el estómago. Estaba tan enredado con Yunho y su mundo que ni
siquiera había notado que su hermano había empeorado.
—No ha estado inconsciente durante
mucho tiempo, puedo sentirlo desvaneciéndose. Su cuerpo se está debilitando.
— ¿Qué hacemos?
—No lo sabré hasta que tome algo de su
sangre.
—Si está débil, eso sólo empeorará las
cosas.
—No. Sólo necesito una o dos gotas —mantuvo
la mirada pidiendo permiso.
Jaejoong no tenía elección. Ninguna
opción.
—Está bien, pero no mucha.
Siwon asintió con la cabeza, y se puso
el dedo de Kibum en la boca. Jaejoong lo vio perforar la punta con los afilados
colmillos, y con la misma rapidez deslizó la lengua, sellando la piel.
Se quedó paralizado. La mano de Kibum
se deslizó de las suyas y cayó de vuelta a la cama. Los ojos comenzaron a girar
rápidamente como locos, exactamente como Kyuhyun había hecho, y un profundo
gemido le brotó de la garganta.
Jaejoong contuvo el pánico. No sabía
lo que estaba pasando, pero no iba a dejar a Kibum en medio si Siwon comenzaba
a retorcerse. Rodeó la cama para coger a Kibum en brazos y sacarlo de allí
cuando los ojos de Siwon desaceleraron, dejando escapar un duro suspiro.
— ¿Estás bien? —preguntó Jaejoong.
No parecía escuchar.
—Este pobre niño —susurró mirando a Kibum
como si ya estuviera muerto.
— ¿Qué pasó? —exigió Jaejoong.
—Su sangre —se limpió la boca como si
no quisiera arriesgarse a probar más—. Sé porqué está sufriendo —miró a Jaejoong
y su expresión era la de un médico que daba a un miembro de la familia la peor
noticia posible—. Lo siento —prosiguió—. Puedo obligarlo a comer, y ayudar al
cuerpo a sanar, pero no hay nada que pueda hacer por su mente.
Jaejoong contuvo las lágrimas gracias
a la fuerza de voluntad.
— ¿Qué es? ¿Qué le pasa?
—De alguna manera un Yokai consiguió
su sangre.
Jaejoong sabía cómo.
—Nuestra familia fue atacada cuando
tenía doce años. Uno de esos monstruos le desgarró la pierna.
No se atrevía a decirle que el
monstruo había bebido la sangre de Kibum de la herida, y que no había hecho
nada para detenerle. Simplemente siguió de pie, dejando que sucediera.
—Es un milagro que esté vivo. Las
garras y saliva son venenosas.
—Estuvo enfermo durante mucho tiempo,
pero mejoró. Al menos pensé que lo hacía. Me llevó un tiempo darme cuenta de
que no era... él mismo.
Aquellas primeras semanas habían sido
casi más de lo que podría soportar. Su madre había muerto. Su hermano menor
había desaparecido y presuntamente muerto, aunque Jaejoong se negaba a creerlo.
Kibum había estado en el hospital, aferrándose a la vida por un hilo. Jaejoong
estaba solo, tomando todas las decisiones por sí mismo. Tenía diecinueve años,
acaba de empezar la universidad. Apenas tenía la edad suficiente para vivir por
su cuenta, y mucho menos cargar en las manos con el futuro de dos niños. Se
debatía entre la búsqueda de Ren, o permanecer con Kibum. Trató de hacer ambas
cosas, por lo que el agotamiento lo llevó al hospital, así que la elección la tomaron
por él.
Hubiera querido volver con su madre a
toda costa, agarrarla y que le dijera que todo iba a estar bien. Pero mamá
había muerto, y los médicos seguían buscando a Jaejoong para todas las
decisiones. No tenía más remedio que aguantar. Y lo hizo.
—Tu hermano es psíquico, ¿verdad?
—preguntó Siwon.
Jaejoong asintió lentamente. Siempre lo
consideró como espeluznantes coincidencias, pero era verdad. Kibum había sabido
de un montón de hechos que no debería conocer.
— ¿Por eso está así? ¿Por qué cree ver
cosas que no están ahí?
—La sangre que le fue tomada ha creado
una relación con el Orochi que la bebió, una especie de conexión mental. Podría
haberlo resistido, pero se puso peor. De alguna manera la sangre de la criatura
ha sido consumida por muchos otros. La presencia de Kibum dentro de ese Orochi
se dividía cada vez que su sangre era transmitida a otro. Por lo que puedo
decir, eso ha ocurrido más de una vez.
— ¿Puedes decirme todo eso a partir de
una o dos gotas de sangre?
—Sí —no parecía muy feliz por ello.
— ¿Entonces por qué no podrías
solucionarlo?
—No soy lo suficientemente experto. Hay
un Susano en Europa que puede serlo, pero no es seguro.
Rabia desesperada inundó a Jaejoong
hasta hacerlo estremecer.
— ¿Por qué diablos no?
—Porque Kibum ha sido seccionado en
demasiados fragmentos. No es suficiente con tratar de unirlos. Incluso si pudiéramos,
es probable que las cicatrices le arruinen la mente. Es mejor si lo dejas ir.
Poner fin a su sufrimiento.
—No —susurró Jaejoong. No podía dejar
ir a Kibum también. No podría estar solo.
Calor, fuertes manos se posaron en los
hombros. Yunho. Ni siquiera le había visto entrar en la habitación.
—Ya le has oído, Siwon —dijo Yunho—.
No vamos a dejarlo ir. Puedes tener toda la sangre que necesites, pero no puedes
abandonarlo.
Siwon se puso en pie.
—Como desees. Voy a investigar lo que
debe hacerse.
— ¿Cuánto tiempo llevará? —preguntó Jaejoong.
—No debo actuar sin hablar con mis
hermanos y reunir fuerzas.
—Voy a llamar a los Amaterasu para
donar sangre por la causa. Todos los hombres están esperando que Kibum sea su caballero.
Debes conseguir bastantes voluntarios —afirmó Yunho.
—Haz que se reúnan conmigo en el salón
después de la puesta de sol de mañana. Voy a necesitar al menos ese tiempo para
prepararme.
—También vamos a hablar con Victoria,
tan pronto como vuelva.
—Bien —dijo Siwon—. Cualquier consejo
que pueda dar será bienvenido.
— ¿Desde cuándo sigues su consejo?
—preguntó Yunho.
—Desde que la vida de esta chico pende
de un hilo —Siwon dio media vuelta y se fue.
Jaejoong no podía moverse, no podía
hablar. Había luchado tanto tiempo y tan duramente por Kibum, y aún no había
sido suficiente. Nada de lo que había hecho nunca había sido lo suficientemente
bueno cuando se trataba de su familia. Había fracasado una y otra vez, y nada
de lo que había oído le hacía creer que esta vez sería diferente.
—Lo siento —susurró a su hermano—. Lo
siento, nene.
Yunho acercó la espalda contra su
pecho, estrechándolo. Los brazos se sentían calientes, fuertes, y
reconfortantes. Parte de él quería girarse hacia Yunho y esconderse en su
fuerza, pero el resto quería apartarle de un empujón y gritarle por hacerlo
sentir débil. No podía ser débil ahora mismo.
—Basta ya —exclamó—. Deja de
apartarme. Estamos juntos en esto.
—Es mi hermano.
—Y tú eres mi esposo, lo que le convierte también en mi hermano.
La conmoción le congeló la lengua por
un momento. Se dio la vuelta y le miró.
— ¿Esposo? Nunca estuve de acuerdo con
eso.
—Llevas mi luceria. Es lo más cercano
al matrimonio para mi pueblo.
—No estamos casados.
Él hizo una mueca endureciendo la
mandíbula.
—Bien, no estamos casados como tú lo
conoces, pero todavía siento que es mi familia. Haría cualquier cosa en mi
poder para salvarlo.
Tenía razón. Jaejoong estaba alejando
al único aliado que tenía.
—Lo siento. Sé que estás tratando de
ayudar.
—Al igual que Minho. Pero le
despediste.
—Porque es inestable. Lo dijiste tú
mismo.
Yunho le alisó el pelo apartándoselo
de la sien. El toque era suave, casi cariñoso.
—No puedes comprender cómo es para
nosotros vivir con el dolor de la manera en que lo hacemos desde hace siglos.
Nos hace vulnerables. Nos vuelve violentos y desesperados.
— ¿Siglos? ¿Vives tanto tiempo?
—Tú también.
La conmoción recorrió a Jaejoong
haciéndolo callar. No parecía posible, pero últimamente había mucho de eso a su
alrededor.
Reunió suficiente ingenio para hablar,
aunque no lo bastante como para abstenerse de expresar impulsivamente la
verdad.
—Vivir ocho años con la culpa de dejar
morir a mi familia, de no ser capaz de ayudar a Kibum, es más que suficiente.
No me puedo imaginar varias vidas con este tipo de tortura.
—Nadie dijo que la longevidad fuera
fácil. Todos llevamos una carga, y en el caso de las parejas Amaterasu alfa
también podemos soportar décadas de aplastante dolor. Ese dolor hace brutal a Minho,
pero te juro que nunca le haría daño a Kibum.
—No podemos correr ningún riesgo.
—Kibum parecía mejor cuando él estaba
cerca.
—Fue una coincidencia.
Yunho negó con la cabeza.
— ¿Y si no lo fuera? Kibum necesita
toda la ayuda que pueda obtener.
—Lo pensaré.
—Está bien. Muy bien —lo besó en la
cabeza y se alejó—. Iré a reunir a los hombres y conseguir que alimenten a Siwon,
así estará lo suficientemente fuerte como para ayudar.
—Luego quiero que vuelvas, así también
podemos tratar de ayudarle otra vez.
—Lo que quieras, Jaejoong. Es tuyo.
Yunho tuvo que luchar para irse y dejar a Jaejoong.
Necesitaba consuelo, y quería quedarse ahí, donde podía abrazarlo. Pero
necesitaba más a Kibum, por lo que se obligó a salir y hacer lo que pudiera
para ayudar.
Encontró a YoungWoon sentado en la oficina a pesar de que ya había
pasado la hora que debería haber terminado de trabajar por hoy. A través de la
ventana detrás de él, Yunho vio varios Amaterasu y humanos en el patio de
entrenamiento practicando esgrima o levantamiento de pesas. YoungWoon debería
haber estado allí con ellos, desahogando un poco de fuerza para aliviar el
dolor que Yunho sabía que sentía. En lugar de eso YoungWoon estaba aquí en su oficina, estudiando
minuciosamente un gran mapa. Perezosamente, deslizaba los dedos de una parte a
otra sobre la luceria alrededor del cuello. A pesar de que Young Woon estaba desvinculado, se había negado a visitar
a Kibum para ver si podría ser su compañero.
Yunho iba a tener que hacer algo para
cambiar esa mentalidad. Más que cualquiera de los Amaterasu, YoungWoon necesitaba mantenerse fuerte para poder guiar
a su pueblo. Sin él sería el caos, y la gente que amaban moriría.
Yunho entró en la sala para tener una
mejor vista, y reconoció el mapa como una copia de los que utilizaban para el
seguimiento de los nidos y avistamientos Yokai. Puntos rojos cubrían el plano,
circundando todo Castillo Matsumoto como si fuera un ojo de buey.
Se estaban acercando. Ninguno de los Yokai
había penetrado a través de su seguridad todavía, pero era sólo cuestión de
tiempo antes de que encontraran una manera de entrar.
De ahí el motivo del adiestramiento a
los humanos. No había ninguna garantía de que los Caballeros de la Luz vivieran
lo suficiente para protegerles de esa eventualidad. Tenían que aprender a
protegerse a sí mismos, aunque Yunho no tenía ni idea de cómo lo harían.
Simplemente no eran físicamente capaces de ese tipo de fuerza.
—No quisiera molestarte, pero necesito
un favor —dijo Yunho.
YoungWoon se echó hacia atrás
frotándose los ojos. Parecía no haber dormido en varios días.
—Claro. ¿Qué es uno más?
—Lo siento. Sé que estas muy ocupado,
pero en realidad podría ayudar a largo plazo.
Young Woon le indicó a Yunho con la mano donde sentarse.
—Escucho.
—El hermano de Jaejoong no pudo
recuperarse, aunque Siwon va a tratar de ayudarle. Necesito que hagas un
llamamiento de sangre a todos los Amaterasu y Pami.
YoungWoon dejó escapar un profundo
suspiro.
—Desde que Donghae se presentó el mes
pasado, más y más hombres se han ido a buscar a sus propios compañeros. Ahora
que has encontrado a Jaejoong va a ser todavía peor. No quedan muchos Amaterasu
aquí, pero voy a dar la orden.
—Tal vez deberías llamar a los hombres
que están fuera, atraerles de nuevo con la esperanza de la supervivencia de Kibum.
Si él vive, puede ser compatible con alguno de ellos.
—Incluso si lo es, ¿qué pasa con
aquellos que no son compatibles? Voy a tener un montón de Amaterasu cabreados
en mis manos.
—Es mejor que una pareja muerta.
YoungWoon levantó la mano como si intentara evitar más
presión.
—Lo sé, lo sé. Lo haré.
— ¿Quieres conocerlo primero? —Preguntó
Yunho—. ¿Para ver si podría ser tuyo?
YoungWoon mantuvo la cabeza baja,
aunque no pudo ocultar la luz de la esperanza que le brilló en los ojos por un
momento.
—No puedo hacer eso. Aún las mantengo
unidas. Quedaban dieciséis hojas esta mañana. Deja que vayan otros primero.
—Siempre el último de la fila, ¿eh?
—Ese es sólo uno de los muchos
beneficios del liderazgo —dijo Young Woon con un suspiro. Parecía cansado. Consumido.
Yunho sentía la preocupación
arrastrándose por él. Si YoungWoon no sobrevivía, tenían pocas esperanzas de
mantener alguna apariencia de orden.
—Aún tienes pendientes otros ocho años
más de mandato. ¿Vas a seguir?
El hombre se encogió de hombros.
—Probablemente no, pero voy a llegar
tan lejos como pueda en mis dos décadas.
—Ven a ver a Kibum —insistió Yunho. Su
líder necesitaba ser fuerte. Si tener un caballero a su lado no garantizaba
eso, nada más podría hacerlo.
—Tal vez más tarde. Tengo que hacer
algunas cosas primero. No te preocupes. Haré la petición de sangre en una hora.
Baekho tiene alguna forma de llamar a todos los hombres de vuelta
automáticamente a través de mensajes de texto, o algo así.
—Gracias. Esto significa mucho para
mí.
—No me des las gracias aún. Una vez
que todos los hombres aparezcan, no vas a tener un momento de paz.
—Nadie salvo tú se acercará a Kibum
hasta que esté mejor.
Young Woon se recostó en la silla, los ojos color
avellana oscurecidos con preocupación.
—Entonces voy a tener que asignar un
guardia. Sabes lo difícil que va a ser mantener alejados a los hombres.
—No es mala idea. Tal vez Eric o Eunhyuk
serían una buena elección.
Young Woon asintió. Los dos hombres Amaterasu
estaban vinculados. Él estaría a salvo con ellos.
—Están de caza, pero también les
informaré. ¿Quién sabe? Incluso Hyesung tal vez podría ayudar. Tiene suficiente
capacidad de curación en su interior, y no nos costaría ninguna sangre si lo
hiciera.
—Vamos a reunir toda la ayuda que
podamos conseguir —dijo Yunho.
Los ojos de YoungWoon volvieron al
mapa, y repentinamente parecía más viejo de lo que debería ser.
—Espero que Kibum viva —dijo—. Lo necesitamos
para contener a los Yokai.
—Aunque viva, no va a estar en
condiciones de luchar.
—Queremos darle tiempo para sanar, por
supuesto, pero necesitamos a todos luchando en la frontera. Tú y Jaejoong
también tendréis que ir.
Yunho no podía mirarle a los ojos,
pero tenía que contarle su fracaso. El hombre no necesitaba más malas noticias,
pero Yunho le debía la verdad.
—Creo que cometí un error.
—Únete al club
—dijo YoungWoon.
—No, me refiero a uno grande.
Young Woon se frotó las sienes, como si le palpitaran. La
exasperación le llenó la voz.
—Todos los cometemos grandes. En
nuestro trabajo, esos son los únicos que hay. ¿Qué no daría por tener facturas
impagadas, o un inodoro con fugas o, diablos, incluso un drogadicto adolescente
con el que tratar? En su lugar tengo que hacer frente a resolver el destino del
jodido planeta. Y la mayoría de las personas a las que intento salvar ni
siquiera saben que existo. Si cometo un error, es el fin de la raza humana.
Entonces dime, ¿qué es lo que crees que sí es tan malo?
—Me he vinculado a un hombre que no
puedo retener.
YoungWoon se levantó despacio, todos los signos de
fatiga desaparecidos.
— ¿Qué quieres decir con que no lo
puedes retener? Por supuesto que vas a quedarte con él.
Yunho se miró el anillo. Tres tonos de
azul giraban y se retorcían en la banda iridiscente. Mientras el color no se
hubiera fijado aún tenía tiempo para desistir, pero él estaría de vuelta donde
comenzó con sólo unos días de vida.
—Sólo me dio tres días.
Los hombros de YoungWoon se encorvaron
bajo el peso de la noticia.
—Estás bromeando. ¿No sabe lo que está
en juego?
—Ahora todo lo que puede preocuparle es
su hermano. Dale un poco de tiempo.
YoungWoon golpeó ruidosamente con el
puño sobre el mapa cubierto de rojo.
—No tenemos más tiempo. Lo
necesitamos. Haz lo que sea, pero que se vincule a ti para siempre.
—No sé…
—Lo juraste, Yunho —exigió YoungWoon
dando señales de autoridad en su voz—. Juraste que lo harías.
La urgencia en ceder y cumplir su
juramento era tan fuerte que a Yunho se le hizo un nudo en el estómago.
—No puedo. Jaejoong no tiene cabida en
nuestro mundo. Si no quiere estar aquí, no lo obligaré a quedarse. Después que
nuestro tiempo acabe lo dejaré ir.
— ¡Venga ya! —YoungWoon se inclinó
sobre la mesa mostrándole a Yunho un profundo ceño fruncido—. Haz que funcione.
Le necesitamos. Es tu deber convencerlo para quedarse y asegurarte que es feliz
una vez lo haga.
—No es tan simple.
— ¡Maldita sea, Yunho! Es mejor que te
tomes esto en serio. Todos contamos contigo. Todos los Amaterasu te necesitan
para que consigas que funcione.
—No puedo obligarlo a quedarse.
—Por supuesto que puedes. Nuestros
hombres están ahí fuera todos los días arriesgando sus vidas para que otros ni
siquiera conozcan los peligros a los que nos enfrentamos. Permitimos que los
humanos vivan en la dicha de la ignorancia, y todo lo que pedimos a cambio es
que cuando encontramos a uno de ellos capaz de ayudar en nuestra lucha, lo
haga. No es mucho pedir.
—Aparte de que ese alguien sea lo bastante
desafortunado como para unirse a la guerra.
—A la mierda con eso —espetó YoungWoon—.
Dejé lo de librar una guerra noble. Estamos luchando contra los demonios. Y lo
que es peor. Están acercándose cada día más. Todos vamos a morir si no lo
impides.
—Así que, ¿ahora también soy
responsable de las vidas de todos los Amaterasu? ¿No crees que tenga suficiente
presión?
—Aparentemente no, o encontrarías una
manera de atarlo a ti tan fuertemente que nunca podría escapar.
—Él no quiere, YoungWoon.
—A la mierda con lo que él quiere. Haz que desee lo mismo que tú.
Magia. Coacción. Eso era de lo que YoungWoon
estaba hablando. Yunho lo sabía, porque había tenido los mismos pensamientos.
— ¿No ves ningún problema con eso?
YoungWoon rodeó la mesa agarrando el
brazo de Yunho, y arrastrándole hacia la ventana con vistas al campo de
entrenamiento. Apuntó con un grueso dedo al cristal.
—Mira ahí fuera. Veo siete buenos
hombres a los que no les queda más que un año de vida. Tengo un problema con eso.
Yunho quiso apartar los ojos, pero no
pudo. Esos hombres eran sus amigos. Su familia. No podía dejar que perdieran la
esperanza. Tal vez Young Woon tenía
razón. Tal vez lo que quería Jaejoong no era tan importante como darle a su
pueblo una razón para vivir, la esperanza de que podría haber más parejas ahí
fuera como él. La esperanza de que no fueran a perder esta guerra.
—Mírales bien —dijo Young Woon —.
Recuerda esas caras cuando veas a tu señor. Cada uno de esos hombres haría lo
que fuera para salvarte. Creo que les debes lo mismo.
Se lo debía. Les debía su vida. Su
alma.
Pero no estaba en juego sólo su vida.
Era la vida de Jaejoong.
Si no quería quedarse con él, no le
obligaría. Sabía lo desesperada que era la situación, pero si tuviera que
forzar la conformidad de Jaejoong, no lo merecería.
Yunho calmó los nervios. No le gustaba
esto más que a YoungWoon, pero no podía ceder.
—Lo siento, pero no voy a obligarlo.
Tiene que ser su elección.
—Entonces, le ruego a Dios que haga lo
correcto —la voz sonaba seria, preocupada.
— ¿Qué es lo que no me estás contando?
—preguntó Yunho.
YoungWoon sacudió la cabeza. Los
hombros parecían inclinarse un poco más hacia abajo, con una carga invisible.
—No podemos dejarle ir. Si no haces lo
que sea necesario, encontraré a un hombre que lo haga. Seguro que será
compatible con alguno de nuestros hombres.
La ira se alzó en el interior de Yunho,
furiosa y desagradable.
—Si lo haces, es mejor que esperes
hasta después de dar mi último aliento, ya que cualquier hombre que intente
tomarle por la fuerza tendrá que venir por mí primero.
—No matarías a uno de tus hermanos de
armas.
Yunho se odiaba a sí mismo al darse
cuenta de la verdad. Tal vez sus sentimientos por Jaejoong se intensificaron
por la unión que compartían, o tal vez se hubiera sentido de esta manera,
independientemente del vínculo. De cualquier manera, no iba a permitir que lo
forzaran a una vida de muerte y miedo, a no ser que fuera su elección.
—Por Jaejoong —contestó a Young Woon —
haría lo que fuera, es mío.
Este fic es una adaptación, no es mío,
yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO
PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA
PRINCIPAL: YUNJAE
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