CAPÍTULO 20
Minho sintió como si la piel le fuera a
reventar. Necesitaba sexo, pero no podía conseguirlo aquí... al menos, no de la
clase que necesitaba para alejarse del borde. Las mujeres Pami... ‑especialmente
Min‑ no estaban dispuestas a recibir lo que él necesitaba dar. Simplemente no
podía hacerlo. Terminaría lastimando a una de ellas, y entonces habría mucho
que pagar.
La violencia era su segunda elección.
Había un mundo entero lleno de Yokai allí afuera que necesitaban ser
asesinados, pero no podía resignarse a dejar el Castillo Matsumoto para hacer
el trabajo. No podía resignarse a dejar a Kibum.
Joder.
Empujó la
pesada barra de las pesas arriba otra vez, esperando que el esfuerzo físico de
levantar pesas lo mantuviera centrado sólo algunas horas más. El sudor le brotó
del cuerpo y sintió el corazón como si fuera a explotar, pero continuó
empujando.
— ¿Necesitas
algo? —preguntó Joon.
El cuerpo del Amaterasu
estaba repleto de músculos. Era más que capaz de echarle una mano a Minho.
—Atrás —gruñó Minho.
—Como quieras —dijo Joon—. Necesito
regresar a entrenar de todos modos. La hora del recreo se acabó.
Pero el hombre
no se fue. Estaba allí, observando silenciosamente mientras Minho empujaba la
barra de nuevo hacia arriba.
— ¿Qué diablos
estás mirando? —preguntó Minho.
Joon encogió
los enormes hombros.
—Nada.
Simplemente me preguntaba si has escuchado la llamada de la sangre.
—No estoy
interesado.
Los brazos de Minho
se estremecieron mientras traía de nuevo el peso hasta el pecho.
— ¿Estás seguro?
Escuché que Yunho ha encontrado a una pareja Amaterasu. Él tiene un hermano
totalmente de sangre que está enfermo.
—Yo estaba
allí. Sé todo sobre eso.
Joon se agachó
y los ojos se iluminaron con interés.
— ¿Lo has
conocido?
—Sí.
—Así que, ¿vas
a dar sangre?
—No es mío. No
es mi problema.
Joon hizo un
sonido de disgusto.
—Bastardo egoísta.
Solamente porque no es tuyo no significa que no debas ayudar.
—Claro que sí.
Los brazos
comenzaron a temblar bajo la tensión del peso. Los músculos le ardían y aspiró algo de aire para echarles
combustible.
—Él puede no
ser compatible conmigo, tampoco, pero voy a donar.
—Bien por ti.
Mejor para las sanguijuelas —dijo Minho.
Esta orden de
sangre le recordaba demasiado la manera en la que había sido con Torr. Casi
cada hombre aquí había sangrado para Siwon y, aún así, no había sido lo
suficiente como para salvar a Torr. El pobre desgraciado estaba todavía vivo,
pero encerrado dentro de su cuerpo inútil, atrapado e incapaz de salir.
Minho habría
preferido morir.
¿Qué pasaría
si eso era lo que le sucedía a Kibum? ¿Qué pasaría si no pudieran salvarlo?
Joder.
—Mejor para el
chico—respondió Joon—. ¿Cómo puedes vivir contigo mismo,
hombre? ¿No te preocupas por nadie sino por ti mismo?
—No.
Minho sacudió
la barra y se puso de pie. No podía estar ahí y no hacer nada, por lo que tenía
que salir de aquí antes de que se volviera loco. Iría a buscar una prostituta.
Tener sexo. Tal vez seguirles la pista a algunos indeseables.
—Eres una
vergüenza —dijo Joon—. Hicimos un voto
para proteger a los demás incluso si costaba nuestras propias vidas. Donar
sangre ni siquiera hace daño.
La camiseta de
Minho escondía el hecho de que la marca de vida estaba en su mayor parte
desnuda. La Banda le había entintado con un par de hojas falsas que eran lo
bastante buenas como para engañar a alguien que no mirara demasiado de cerca,
pero Minho no confiaba en que Joon no las viera. Nada lograba escapar a ese
hombre. Si descubriera que se le había acabado el tiempo, podría enviarlo a los
Tsukuyomi’s antes del amanecer. Fin del juego.
—No dejaré que
ningún parásito chupasangre entre en mi cabeza —dijo Minho.
— ¿Aunque
signifique que el chico muera?
—Él no va a
morir.
Minho agarró
una toalla y se limpió el sudor del cuerpo. Estaba cansado de estar en público,
cansado de pretender que era aún uno de ellos.
—Tú no sabes
eso, pero espero que tengas razón. Por tu bien, como por el del chico. Esa
clase de culpa es una carga pesada.
¿Qué pasaría
si Joon tenía razón? ¿Qué pasaría si no conseguían suficiente sangre para él?
La mayoría de los hombres estaban lejos buscando a sus propias parejas y casi
nadie estaba en casa. Podían pasar días para que todos ellos regresaran. Días
que Kibum no tenía.
Joder.
No podía dejar
que eso ocurriera. No a Kibum.
Se fue pisando
fuerte lejos de Joon y llamó a Baekho.
La voz
sorprendida de Baekho llegó desde el otro lado de la línea.
—Minho. Tú
nunca llamas. Nunca escribes. Comenzaba a pensar que a ti no te importaba.
—Joder con la
cháchara. ¿Dónde está Siwon?
—Suenas serio.
Espera un momento —dijo Baekho. Había alguien escribiendo al
fondo. Entonces, el líder de la seguridad regresó a la línea—. Se dirige al
comedor, hacia el ala Susano.
— ¿Puedes
detenerlo?
—Seguro.
Cerraré las puertas, pero por qué...
Minho colgó el
teléfono y echó a correr. Las personas lo miraban extrañadas mientras pasaba rápidamente, pero no les dijo una
mierda.
Siwon estaba
cerrando la puerta cuando Minho lo encontró. La sanguijuela se dio la vuelta y
sus ojos helados se ampliaron con miedo.
Bien. Eso iba
a facilitar el asunto.
Minho
escudriñó las paredes buscando la cámara de seguridad, la encontró y la
arrancó. Pedacitos de plástico se desmoronaron en el puño y dejó caer el roto
desorden al suelo de baldosas.
—Minho —dijo Siwon.
Sostuvo las manos alzadas, frente a él—. ¿Qué estás haciendo?
—Él se está
muriendo, ¿verdad?
Siwon pestañeó
durante un momento, como si no hubiera esperado la pregunta, y le llevó un
segundo entender.
— ¿Kibum?
—Sí. Kibum.
—Voy a hacer
todo lo que pueda por él.
—No contestaste
la pregunta.
Los ojos de Siwon
se movieron alrededor como si buscara un escape.
—Lo siento. Me
temo que así es.
— ¿Puedes
curarlo?
—Aún no lo sé.
Todavía tengo que hacer un poco de investigación y ver si esto ha ocurrido
antes. Y siempre está el asunto de tener fuerzas para ayudarla cuando averigüe
cómo.
Minho se
acercó más y habló bajo para que nadie más pudiera escucharle.
—Toma la mía.
Siwon se
apretó más fuerte contra la puerta, como si intentara escapar.
— ¿Qué?
Minho extendió
el brazo.
—Toma mi
sangre. Úsala para salvarlo.
Los ojos del Susano
llamearon con hambre.
—Tú nunca le
has dado tu sangre a ninguno de nosotros.
—Sé jodidamente
eso. ¿La quieres o no? —Minho osciló de arriba abajo el grueso
brazo delante de la sanguijuela.
—Sí.
Fue un siseo
escalofriante, que hizo dudar a Minho durante una fracción de segundo. Sabía
que iba a arrepentirse de esto... sólo que no le importaba.
— ¿Cuánta? —preguntó Siwon,
lamiéndose los labios.
—Lo que
necesites para salvarla.
Minho no iba a
durar mucho más tiempo de cualquier manera. Al menos, podía hacer algo decente
con su sangre.
Tentativamente,
Siwon envolvió los dedos delgados alrededor del brazo de Minho y se llevó su
muñeca hasta la boca. Minho había esperado que eso doliera, pero en su vida
había tratado con tanto dolor durante tanto tiempo, que un par de pinchazos de
colmillos ni siquiera se notaron. Todo lo que sintió fue un movimiento fuerte
tirando de la piel y, aún eso, empezaba a desvanecerse en unos momentos.
Lentamente, una clase nebulosa de
debilidad llenó las extremidades de Minho. No le molestó o le preocupó, pero
supo que no estaba bien. El cuerpo se volvió pesado, y decidió que era una
buena idea sentarse. Siwon pareció más fuerte de lo normal y no tuvo ningún
problema bajándolo al suelo sin romper el agarre en el brazo de Minho.
Un zumbido le
llenó la cabeza y los ojos se volvieron pesados. En realidad, necesitaba una
siesta y deseaba como el infierno poder enroscarse alrededor de Kibum para que
nadie pudiera llegar hasta él.
El extraño
pensamiento se fue tan rápidamente como llegó. De cualquier manera, Minho no
tenía fuerzas para caminar ahora mismo. No es que a él le importara. No se
preocupaba por una maldita cosa.
Siwon se sintió
como si volara. Por primera vez en decenios no estaba hambriento. No estaba frío.
El poder le gritó a través de las venas, una mezcla tóxica de fuerza e
invencibilidad. La sangre de Minho era pura. Nadie más alguna vez había
compartido su vasto poder, el cual había crecido a través de los siglos. Siwon
nunca había saboreado nada como esto, y probablemente nunca lo haría otra vez.
Lo que había
bebido de Minho era suficiente para alimentarle el cuerpo durante decenios si
limitaba la cantidad de magia que usaba. Una lástima que no pudiera guardarse
todo ese mareante poder. Tenía que compartirlo.
Kibum no era él
único necesitado. El egoísmo no era una opción si su especie iba a sobrevivir.
Tres veintenas de Susano ocupaban la cámara dormitorio en las profundidades del
recinto, y distribuida entre ellos, tras ayudar a Kibum, sólo duraría algunos
meses en el mejor de los casos. Pero al menos, esos eran algunos meses más de
los que tenían ahora.
Siwon cerró
violentamente la puerta abierta con un estrépito metálico, dejando a Minho
caído en el pasillo detrás de él. Ya que la cámara de seguridad había sido
inutilizada, Siwon estaba seguro que Baekho vendría en cualquier momento para
ver que había pasado con su preciosa tecnología. Los hermanos de Minho se
ocuparían de cuidarle.
Siwon se
preguntó si los demás sabrían lo que Minho les estaba escondiendo a todos
ellos... que su alma había comenzado a morir.
Brevemente
pensó en decírselo, pero no era para nada asunto suyo y no quería dar a conocer
cuánto podía saber de una persona cuando bebía de ella. Sólo ahuyentaría a los
demás cuando su tiempo se volviera breve.
Además, Siwon
tenía bastantes secretos propios que guardar. Tenía planes más importantes para
el resto de ese poder.
Siwon bajó
hasta el nivel inferior del ala del sur y cuatro tramos de escalera, más allá
de seis fases de seguridad que aseguraban que sólo los de su especie pudieran
pasar. Había actualmente paz entre ellos y los Amaterasu, pero no siempre había
sido así. Los Susano’s eran demasiado vulnerables cuando dormían. Sería muy
fácil arrasarles si otra guerra estallaba. El secretismo y su utilidad en sanar
eran la única protección que tenían, y utilizaban ambos con la mejor ventaja
posible.
Abrió la pesada puerta de acero, que
usualmente hubiera desplazado con la fuerza de los brazos, pero hoy necesitó
solamente una ayuda leve para enviarla a volando. Chocando contra el muro de
piedra con un estallido metálico, sobresaltando al Susano que ejercía la
vigilancia sobre los que dormían.
Ryeowook se disparó sobre sus pies,
escondiendo el libro que había estado leyendo tras la espalda. Era medianamente
pequeño para uno de su especie, pero más musculoso. Era como si la falta de
sangre no le hubiera puesto obstáculos a la fuerza de su cuerpo. Ryeowook tenía
ojos del color verde del pasto puestos en una cara infantil que aún tres siglos
no habían podido envejecer. El Susano aparentaba perpetuamente dieciocho y era,
típicamente, tratado con el mismo nivel de respeto.
—Me
sorprendiste —dijo Ryeowook.
— ¿Poniéndote
al día con tu lectura? —preguntó Siwon.
—Se lo pedí
prestado a Sungmin.
Siwon arrugó
la nariz de aversión.
—Dime que no es
una de sus novelas de vampiros eróticas.
La cara de
muchacho de Ryeowook se ensombreció.
—Él dijo que
era una de las mejores. Sólo pensé en echarle un ojo.
Siwon sacudió
la cabeza.
—Deberías ser
fiel a los clásicos. Eso pudrirá tu mente.
—No ha dañado a
Sungmin. Ese hombre es más listo que el resto de nosotros juntos —Ryeowook marcó
la página en el libro y lo dejó a un lado—. ¿Qué estás
haciendo aquí, de todos modos?
—He venido a
alimentar a los demás.
Los ojos de Ryeowook
se oscurecieron de hambre y excitación.
— ¿el chico nuevo?
¿Fue sangrado?
Siwon decidió
mantener la fuente verdadera del poder para sí mismo.
—Él mismo, pero
te sugiero que guardes la distancia. Su Amaterasu es muy… protector.
—No puede estar
en todos los sitios a la vez. Le encontraré a solas y…
—No harás nada
de eso. Dejarás solo al chico —Siwon imbuyó las palabras con un indicio
del poder recién adquirido, obligando a Ryeowook a escuchar y obedecer.
Ryeowook le
dirigió una rápida inclinación de cabeza.
Siwon fue al final de una larga pared.
Encerrados en esa pared, estaban docenas de durmientes Susano. Permanecerían en
su sueño, mágicamente inducido, durante cincuenta años antes de despertarse.
Era la única manera de resistir el decreciente suministro de alimento. Cada
año, más Susano iban al sueño y menos se despertaban. Aún en el sueño, algunos
de ellos morían de hambre. Sin más alimento... sin más de poderosa sangre...
había poco que nadie pudiera hacer.
Siwon oprimió una sección de la pared
y se abrió para revelar un pequeño tazón de piedra. Al pie del tazón había un
hueco que se dirigía a una serie de tubos que alimentaban a cada uno de los Susano
durmientes. No se requería mucha sangre para mantenerlos vivos, pero tenían que
tener algo, y habían pasado casi dos meses desde su última alimentación.
Al menos en el
sueño no sentían hambre. Siwon deseaba poder decir lo mismo.
Sostuvo la
muñeca sobre el tazón y deseó que la carne se abriera. Sangre roja oscura goteó
de la pequeña herida al tazón. Con cada gota que fluía, Siwon sentía menguar el
poder. Antes de que estuviera demasiado débil, cerró la carne y se lamió los
restos de sangre de la muñeca. No podía desperdiciar ni una gota.
El subidón de
estar saciado se fue y las punzadas familiares del hambre volvieron de regreso.
No tanto como antes, pero no eran agradables. Era fácil ahogarlas por completo
cuando estaba trabajando, y tenía un montón de trabajo que hacer. No sólo la
situación de Kibum requería su completa atención, sino que también tenía que
sacar en claro cómo habían pasado desapercibidas semejantes líneas de sangre
pura. Primero Donghae y ahora Jaejoong y Kibum. Si pudieran encontrar a más parejas
como ellos, podría salvar a su gente del hambre.
Era más
esperanza de la que habían tenido en décadas.
— ¿Vas a
compartir conmigo, hermano? —preguntó Ryeowook.
Le dio a Siwon
una jarra de solución salina para limpiar el interior del sistema de tubos y
hacer posible que toda la preciosa sangre fuera al interior de los Susano’s.
Siwon estimaba
al hombre de aspecto joven. Ryeowook nunca le había llamado hermano antes. Qué
extraño que lo hiciera ahora.
—Cuando estés
dormido y desvalido como un bebé, te alimentaré. Hasta entonces, debes
encontrar tu propio alimento. Quedan muchísimos humanos proveedores de sangre
en el complejo. Pídeles a ellos que te sustenten.
—Ninguna de sus
sangres corre tan pura como la que olfateé en tus venas cuando llegaste. El
poder debe sentirse increíble.
Los ojos de Ryeowook
estaban demasiado brillantes. Demasiado avaricioso. Quizás ya era hora de que
él estuviera en estado de letargo. Cualquier Susano que se volvía demasiado
desesperado se convertía en una responsabilidad. Su especie no podía permitirse
más debilidad de la que ya sufrían.
—Enviaré a
alguien que te exima de tu deber de guardia mientras encuentras sustento —dijo Siwon mientras
salía de la cámara.
Apenas logró
cerrar la pesada puerta, y para cuando lo hizo, temblaba por el esfuerzo.
No iba a durar
mucho más tiempo antes de que, también, tuviera que dormir. Antes de ese
momento, tenía que descubrir cómo salvar a su gente de la inanición, y estos chicos
eran la clave.
Se había
asegurado de eso mientras se había alimentado de Jaejoong… alterando la esencia de él ligeramente para
asegurar que su especie fuera alimentada.
A Siwon en
particular no le gustaba manipular a las personas, pero no había tenido
alternativa. Su gente se moría de hambre y había estado desesperado por actuar
mientras tuviera la oportunidad. Yunho era un guerrero formidable y tuvo
bastante tiempo a solas para manchar la percepción de Jaejoong por su raza. Los
Amaterasu miraban por encima del hombro a los Susano... pensando en ellos como
bárbaros por su necesidad de beber sangre.
Siwon no había
pedido nacer como era... incapaz de vivir sin la sangre de otros. Había sido
víctima de las elecciones de sus padres así como cualquier otro niño. No podía
evitar la sed de sangre más de lo que un niño deforme podía evitar su defecto
de nacimiento. No era justo que su gente debiera sufrir, y era su deber lograr
que sobrevivieran.
Había hecho la
única cosa que podía, mientras Yunho estaba distrayendo tan afanosamente a Jaejoong
con sus besos. Sólo rezaba para que lo que le había hecho a él funcionara. A
los Susano se les estaba acabando el tiempo, y los restos remanentes de la
sangre de Izanagi en la descendencia humana eran demasiado débiles para
sostener a su raza durante más tiempo.
No había
tenido alternativa. Había hecho lo que se vio forzado a hacer. Esperaba que un
día, si alguna vez se enteraba de su
manipulación, Jaejoong viera eso y lo perdonara.
Este fic es una adaptación, no es mío,
yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO
PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA
PRINCIPAL: YUNJAE
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