CAPÍTULO 21
Minho despertó con
la vista de la cara preocupada de Baekho y deseó como el demonio haber
permanecido dormido. Le palpitaba la cabeza más de lo normal, lo cual,
combinado con que todo daba vueltas, hizo que el estómago le diera un empujón
peligroso.
No tenía ni
idea de lo que estaba mal. Tal vez se había caído y se había golpeado la
cabeza, o había recibido un golpe en el combate lo suficientemente duro como
para sacudirle el cerebro. No sería la primera vez.
Entonces
regresó a él. Siwon. Le había dado sangre a la sanguijuela.
Pisando los
talones a ese pensamiento llegó uno aún más inquietante.
—¿Cuánto tiempo
he estado fuera? ¿Cómo está el chico?
Baekho frunció
el ceño confusamente.
—No por mucho
tiempo y ¿qué chico?
—Kibum. Él hermano
de Jaejoong.
Minho se
empujó hacia arriba para sentarse y luchó contra otra ola de retorcida náusea.
Iba a golpear la bonita cara de Siwon la próxima vez que le viera por tomar
tanto.
No obstante,
tal vez esa era la que iba a necesitarse para ayudar a Kibum.
—No sé, hombre.
Vi la cámara quedar en negro y estaba seguro de que iba a llegar aquí y
encontrarme a Siwon muerto en el suelo. En lugar de eso estabas tú yaciendo
aquí. ¿Qué pasó?
—No es tu
jodido asunto —gruño
Minho.
— ¿Te golpeó? ¿Te
pegó con la puerta?
—No.
Baekho se
frotó una mano sobre la cara y miró la puerta que conducía al ala Susano.
—Entonces, ¿qué
diablos ocurrió? —preguntó.
Minho movió la cabeza lentamente para
que no girara y vio las ruinas de la puerta de acero. Parecía que había sido
abierta de golpe con un ariete. El metal estaba deforme y desgarrado donde
antes había estado el cerrojo.
—No sé —dijo Minho.
Tal vez Siwon
había consumido algo del dolor cuando había tomado la sangre y eso lo había
puesto furioso. Bien merecido lo tenía el hijo de puta, si ese fue el caso.
—Desearía que
no hubieras acabado con mi cámara. Eso habría sido todo un espectáculo. ¿Estás
seguro de que no lo sabes?
Minho ignoró
la pregunta.
— ¿Metiste
alguna de esas cámaras en la suite de Yunho?
—No.
—Maldición.
— ¿Por qué no
vas simplemente a ver al chico si estás tan preocupado?
—Su hermano no
me dejará.
Sonaba como
una excusa poco convincente, incluso para él. ¿Desde cuándo permitía que alguien
le diese órdenes?
Probablemente
debido a que Jaejoong tenía razón. No tenía derecho a estar alrededor de Kibum. Si él
fuera su pareja, sería diferente, pero no lo era.
Minho se miró
el anillo por millonésima vez, sólo para asegurarse de que no se había perdido
nada. Los colores eran todavía iguales. Mudos, descoloridos, casi inmóviles.
Moribundos.
— ¿Crees que
eres compatible? —preguntó Baekho en un tono reverente.
—No.
Minho se puso
de pie, usando la pared para estabilizarse a sí mismo. El mareo se alivió, pero
no mucho. Necesitaba líquidos, y bastante de ellos, si iba a rellenar lo que
había tomado Siwon.
Baekho miró su
propio anillo, el cual, formaba remolinos con montones de colores. Todavía
tenía mucho tiempo y Minho estaba resentido con él por eso.
—No he
conseguido conocerlo aún. Young Woon nos
ha ordenado a todos nosotros que nos mantengamos alejados hasta que esté mejor.
Si alguna vez
mejoraba. Nadie parecía estar haciendo nada para ayudarlo, y eso disgustaba
mucho a Minho.
— ¿Traes alguna
de esas llaves maestras contigo?
Baekho frunció
el ceño, haciendo que las pequeñas cicatrices en la cara se arrugaran.
—Siempre. ¿Por
qué?
—Necesito una.
— ¿Y esperas
que simplemente te la entregue?
Minho golpeó a
Baekho contra la pared y lo sujetó allí por los hombros. Intentó ocultar lo
inestable que estaba... lo cerca que estaba de vomitar sobre los zapatos del
hombre.
—A menos que
prefirieras que te la arrebate.
Baekho no
estaba ni un poco asustado. El hijo de puta.
— ¿Qué vas a
hacer con la llave? —le preguntó, completamente despreocupado
por su posición.
—Nada que sea
tu jodido asunto.
—Parece que
bastantes cosas caen en esa categoría contigo.
Baekho se
movió más rápido que lo que la cabeza borrosa de Minho podía seguir, y un
segundo más tarde, Minho estaba con la cara contra la pared. Baekho lo clavó
allí, el grueso antebrazo derecho en la base del cráneo de Minho.
—Te preguntaré
otra vez —dijo Baekho con un tono paciente—. ¿Qué vas a
hacer con la llave?
La urgencia de
pelear se alzó dentro de Minho, gritando por la liberación. La presión
constante dentro de él lo golpeaba para que se dejase ir y destrozar a Baekho.
Se sentía tan bien ceder y conducir los puños contra algo. Desahogarse de una
parte de su furia porque Kibum no fuera suyo y nunca lo sería. Él no podía
salvarlo.
—Podrías intentarlo —le susurró Baekho, aparentemente
sabiendo lo que Minho estaba pensando—. Normalmente, diría que tendrías posibilidades, pero no hoy.
Estás débil. Puedo sentir tus piernas temblando sólo por sostenerte. Te tendría
en el suelo y sangrando en segundos, y eso no va a conseguir que ninguno de
nosotros llegue a ninguna parte. Así que, ¿por qué no simulamos que somos
caballeros y me dices para qué quieres la llave?
Minho se
mordió un poco los labios con los dientes, mientras la cara era machacada más
duramente contra la pared. Ni siquiera podía detener lo que ocurría. Baekho
tenía razón. Estaba débil. La única elección era jugar bien. No era su fuerte.
—Sólo quiero
estar junto a él en caso de que necesite ayuda.
— ¿Qué diablos
te hace pensar que querrían tu ayuda?
—No la quieren.
Por eso es que necesito la llave.
—No voy a
dejarte entrar en la suite de Yunho, donde puedes ir a causar más problemas.
—No quiero
entrar en la suite de Yunho. Es justo la siguiente puerta. Lo juro.
La presión
contra el cuello de Minho se alivió mientras Baekho retrocedía. Minho se volvió
a tiempo de verle dejar caer una tarjeta llave plástica tras de sí, mientras
regresaba por el largo vestíbulo.
—Estaré observando —dijo Baekho sin darse la vuelta—. Rompe otra cámara y haré que te la
comas.
Jaejoong no parecía poder hacer que esas cosas
de magia funcionaran otra vez. Podía sentir la hebra invisible de poder
conectándole a Yunho, pero no parecía poder hacer nada con ella. Sin importar
lo fuerte que lo intentara, no podía encontrar la manera de entrar en la cabeza
de Kibum. Quería ayudarlo, obligarlo a despertar, quizás comer otra vez, pero
nada de lo que intentaba funcionaba. Tal vez, estaba sólo demasiado cansado, o Yunho
necesitaba estar más cerca de él.
O,
simplemente, no tenía lo que se necesitaba para hacer el trabajo.
Los ojos le
ardían y le dolían las rodillas... una
señal segura de que se acercaba al final de su fuerza. Otra vez.
Jaejoong
colocó la cabeza sobre la almohada junto a la de Kibum y rezó para que la
debilidad remitiera. Sólo por un rato.
La habitación
estaba tranquila y apacible. Los mudos azules y verdes le recordaban el océano en un día calmado. No había
desorden aquí dentro, simplemente las necesidades desnudas de una cama, una
mesa de noche y un tocador. Si bien tenía la sensación de abandono, nada estaba
polvoriento o mohoso.
Kibum estaba
más seguro aquí de lo que alguna vez estuvo en la casa de Jaejoong. Yunho le
había jurado que ningún Yokai había atravesado sus defensas mágicas.
Aunque una de
las personas de aquí sangrara, los monstruos no podrían olerlo.
Jaejoong
sintió el peso de la desesperación aplastándole el corazón, e intentó
recordarse a sí mismo que todavía había esperanza. Siwon estaba buscando una
cura. Victoria podría ser capaz de ver lo que necesitaban hacer.
Todavía había esperanza. Sólo tenía
que tener paciencia, dar a esta gente tiempo para obrar su magia.
Jaejoong observó el ascenso y descenso
constante del pecho de Kibum. Estaba tranquilo y quieto. Lleno de paz. Al
menos, no sufría. Si estuviera sufriendo, la paciencia no hubiera sido una
opción.
Yunho golpeó con los nudillos
ligeramente en el marco de la puerta del dormitorio, haciendo a Jaejoong
saltar. No le había oído regresar, pero estaba muy contento de verlo. Quiso arrojarse
en sus brazos y dejar que le abrazara. Él era la única persona que parecía
hacer que algo de la angustia se alejara y, realmente, necesitaba un poco de
eso justo ahora.
Se sentó
derecho en la cama y vio que su cara bien parecida estaba delineada con
preocupación y algo más. Algo más profundo que le concernía a él.
Sin pensar en
ello, hurgó en sus pensamientos, buscando la fuente. No era hábil en esto, y
sólo podía atrapar fragmentos y retazos, pero vio la cara furiosa de YoungWoon
de frente en la mente de Yunho.
Chocó contra una masa retorcida de
emoción dolorosa y la reconoció por lo que era. Culpabilidad. La había sentido
demasiadas veces como para no saberlo instantáneamente. Él se sentía como si
hubiera cometido una especie de error... uno que no podía ser borrado.
Una gentil
presión le llenó la cabeza mientras él lo echaba fuera de su mente.
—Nada de eso —le dijo.
—Pero estás
sufriendo.
—Hablaremos más
tarde. Traje ayuda.
Un joven salió
de detrás de él. Era delgado, con el pelo negro rizado y tristes ojos cafés, a
pesar de la tentativa sonrisa en su cara. Se acercaba a la barbilla de Yunho,
pero la manera en la que se enroscaba en sí mismo le hacía parecer más pequeño.
Más joven.
No levantó la
vista para mirar a Jaejoong, como si de esa manera fuera irrespetuoso.
—Mi señor —le saludó con
una reverencia embarazosa.
¿Señor? Allí
estaba otra vez. Jaejoong miró a Yunho dudoso.
—Prometo que te
acostumbrarás.
Ni en sueños.
—Llámame a Jaejoong.
Cualquier otra cosa sólo me confunde.
El muchacho
asintió pero, aun así, no levantó la mirada.
—Soy Taemin. Se
me informó de que podría necesitar ayuda para cuidar de su hermano.
—Gracias, pero
estamos bien.
—No, no lo
estás, Jaejoong —dijo Yunho—. Necesitas un
descanso, y Taemin aquí sabe lo que está haciendo. Déjalo ayudar.
Jaejoong no
quería ninguna ayuda. Kibum era su responsabilidad.
—No estoy
interesado.
Taemin se
ruborizó con un profundo y humillado rojo.
—Yo, eh, lo
siento por extralimitarme. Parece que eso lo hago bastante últimamente. No le
molestaré de nuevo.
Empezó a irse,
pero Yunho fue más rápido y le atrapó del brazo.
Taemin se
sobresaltó como si hubiera recibido una palmada, y se acobardó, cubriéndose la
cabeza con los brazos. Fue una reacción refleja. Una que se había acostumbrado
a hacer, aparentemente.
Alguien había
lastimado a Taemin. A menudo.
La mandíbula
de Yunho se apretó mientras veía la reacción de Taemin por lo que era, pero no
pareció asombrarle. Aflojó el agarre y fingió que Taemin no había pensado que
iba a herirlo.
Taemin se
recuperó y forzó al cuerpo a enderezarse. Las mejillas se oscurecieron más aún
con la vergüenza y fijó los ojos en el suelo.
—Por favor,
quédate Taemin —dijo Yunho con una voz gentil, suave.
Ver sus largos
dedos envueltos en otra persona hizo que el estómago de Jaejoong diera un
vuelco. No importaba que fuera simplemente su brazo. Podía también estar
sintiéndolo, de forma que hizo a Jaejoong arder de celos.
Antes de que
se diera cuenta de lo que estaba haciendo, Jaejoong estuvo fuera de la cama con
los puños apretados.
La boca de Yunho
se curvó con una sonrisa de conocimiento. Miró a Jaejoong con las cejas
levantadas.
— ¿Algún
problema?
—No —casi se atragantó.
—Mentiroso.
Taemin tiró
del agarre de Yunho.
—Realmente debería
irme. Siento haber molestado, señor —el pobre estaba casi fuera de sí de
vergüenza. No era su culpa que Yunho le tocara.
—Suéltale, Yunho.
—No hasta que
estés de acuerdo en dejarle ayudar. Sabe cómo cuidar a Kibum. ¿No, Taemin?
Taemin hizo
una temblorosa inclinación de cabeza.
—Sí, señor.
—Cuéntale a Jaejoong
lo que sabes para que se relaje y te deje ayudar.
—Mi madre
estuvo comatosa durante dos años antes de que muriera. No podíamos permitirnos
un hospital, así que cuidé de ella. —Por la manera en la que su voz se quebró, Jaejoong
tuvo la seguridad de que la muerte había sido reciente.
Todo el
residuo de celos ardientes de Jaejoong se evaporó. Taemin había perdido a su
madre, también. Eso los ataba juntos de alguna forma. Los hermanaba.
Taemin podría
necesitar una distracción... algo que le
mantuviera ocupado. Alguien con quien hablar.
—Suéltale, Yunho. Puede
quedarse.
Yunho le
liberó, y Taemin permaneció quieto, vibrando con la tensión como inseguro de
qué hacer después.
Jaejoong se
apiadó de él.
—Ven aquí y te
presentaré a mi hermano, Kibum.
Yunho se
deslizó fuera del cuarto.
Taemin dio un
paso adelante tentativamente. Bajó la mirada hacia Kibum, y la mirada de
compasión que llenó sus ojos con lágrimas le dijo a Jaejoong que su hermano
estaría a salvo con este hombre. Taemin no le dejaría sufrir ningún daño.
— ¿Cuánto
tiempo ha estado así?
—No mucho.
Siempre ha sido demasiado delgado, pero empeoró esta semana.
— ¿Tiene un
tubo de alimentación?
—No. No quiso
ninguno.
Taemin
asintió.
—Tendremos que
meter algo de líquido en él. ¿Cuándo fue la última vez que fue cambiado?
— ¿Cambiado?
— ¿No está
usando un pañal?
Jaejoong ni
siquiera había pensado en eso. Negó con la cabeza.
—Eso está bien.
Puedo encargarme de ello. Traje algunas almohadillas absorbentes, así como
también sábanas adicionales. Por si acaso.
Yunho regresó
acarreando una caja grande. La colocó en el tocador.
— ¿Vas a
necesitar algo más?
—Tendré que
hacer un pedido de pañales, pero los suministros de Chagmin servirán hasta
entonces.
La mandíbula de
Yunho se apretó.
— ¿Cómo está
él?
Taemin palmeó
la mano de Kibum como diciéndole que todo estaría bien. Fue tan natural, un
gesto tan inconsciente, que Jaejoong pensó que ni siquiera era consciente de lo
que estaba haciendo. Tal vez así fue mientras había estado con su madre.
—Está igual —dijo Taemin.
—Debería ir a
verlo —la voz de Yunho estaba cargada de pesar, haciendo a Jaejoong pensar en quién
era Chagmin.
—Por favor, no
lo haga —Taemin se sonrojó y miró al suelo—. Quiero
decir, creo que sería mejor que no lo hiciera. No estoy seguro de que él pueda
estar tranquilo viéndolo… así —Tae le señaló el cuello y la franja pálida de piel alrededor
de la garganta, donde la luceria había estado colgando antes de que Jaejoong se
la hubiera cogido.
—Entiendo. ¿Le
darás mis mejores deseos cuando lo veas de nuevo?
—Sí, señor. Lo
haré. Gracias.
—Nos alegramos
de que estés con nosotros, Taemin. Has cuidado tan bien de él.
—No estoy
seguro de que él esté de acuerdo.
Yunho le
dirigió una sonrisa amarga.
—Es un hombre
orgulloso.
Jaejoong se
asomó en la caja y vio sábanas, algunas almohadas adicionales, latas de comida
de hospital y batidos de reemplazo. Tal vez, Taemin sabía lo que estaba
haciendo. Ciertamente, había pensado atravesar esto mejor de lo que Jaejoong lo
había hecho.
—Es un buen
hombre. Rezo para que los Susano’s encuentren la manera de ayudarlo —dijo Taemin.
—Estoy seguro
de que lo harán —dijo Yunho, pero no se veía convencido.
La cara de Taemin
se iluminó de esperanza.
Yunho se
acercó por detrás a Jaejoong. Podía sentir el calor de su cuerpo haciendo
contacto con él, atrayéndolo.
—Es la hora de
tu ceremonia, Jaejoong.
—Necesito
quedarme y ayudar.
Taemin negó
con la cabeza, manteniendo bajos los ojos.
—Es más
conveniente si no lo hace, mi señor. Cuando Kibum esté mejor, se alegrará de
que sea un extraño el que cuide de sus necesidades en vez de usted. Es menos
bochornoso de ese modo.
A Jaejoong no
le importaba eso. Él haría lo que fuera necesario para cuidar de Kibum.
—Taemin tiene
razón —dijo Yunho—. Y todos los hombres están esperando. No
nos llevará mucho.
Jaejoong miró
la dulce cara de Taemin. Ya estaba revisando las cosas de la caja, sus
movimientos eran confiados y seguros. Sabía lo que estaba haciendo mejor que Jaejoong.
Yunho envolvió
el brazo alrededor de sus hombros.
—Estará bien.
Lo prometo.
Jaejoong
cedió. Estar algunos minutos lejos, donde pudiera pensar con claridad,
probablemente iba a hacerle a Kibum más bien que si Jaejoong se quedaba y hacía
un lío de cosas. Además, las ceremonias eran aburridas. Tendría un montón de
tiempo para pensar mientras ellos discutían sobre no importa qué basura formal
que les interesara. Tal vez, incluso, se echaría una rápida siesta.
Tan pronto
como llegaron a la gran habitación utilizada como auditorio, y Jaejoong estuvo
cara a cara con docenas de hombres grandes de mirada intensa, supo que tomar
una siesta no estaría en un futuro inmediato. Cada par de ojos estaba fijo
sobre él... o más exactamente, sobre el cuello.
Se llevó la
mano hacia el cuello en un gesto nervioso.
— ¿Son estos
tipos vampiros? —preguntó.
—No. Amaterasu.
Como nosotros.
— ¿Por qué
están mirándome como si tuvieran realmente hambre y yo fuera un filet miñón?
Él bajó la voz
y se inclinó cerca de su oído.
—Eres
ciertamente comestible, pero están mirándote fijamente porque todos ellos
esperan que puedas ser compatible con ellos así como lo eres conmigo.
— ¿Puedo
vincularme con más de uno de vosotros?
Yunho vaciló y él sintió una oleada de
miedo bloquear la conexión.
—Sólo uno a la vez —le dijo, sonando como si pronunciar las
palabras le hubiera costado muy caro.
Jaejoong le
dirigió una mirada de reojo, pero su cara era una máscara estoica. Le guió
sobre una plataforma elevada, y uno por uno, los hombres comenzaron a quitarse
las camisas y a formar en las escaleras.
—Sabes —murmuró al
oído de Yunho, esperando aligerar su extraño estado de ánimo—he tenido
algunos sueños que comenzaban justo así.
Él elevó una
ceja y asintió hacia el primer hombre formado.
— ¿Sí? Sin
embargo, apuesto a que ninguno de ellos ha terminado así.
El primer
hombre tenía una cara no tan bien parecida que estaba entrecruzada con
cicatrices delgadas, pero ella apenas notó nada más allá de sus ojos azul
láser. Se acercó a él, se arrodilló a sus pies, se hizo un corte en el pecho
con su espada y, con una voz profunda y solemne, dijo:
—Mi vida por la
tuya, mi señor.
Un calor se
enroscó alrededor suyo, entonces, se solidificó en un letargo que pesaba sobre
los hombros. El brazo fuerte de Yunho le sujetó de la cintura y lo mantuvo
estable.
—Ese es Kang
Dong Ho pero lo llamamos Baekho, es el hombre detrás de todo lo tecnologico —dijo Yunho.
El hombre se
levantó, le dirigió una sonrisa y un guiño, y brincó fuera de la plataforma
para dejar espacio para el siguiente hombre.
Cada uno de
ellos experimentó la misma rutina, y cada vez, ese peso invisible se volvía más
pesado. Para cuando la ceremonia terminó, Jaejoong apenas podía estar de pie.
El sudor se había formado a lo largo del nacimiento del pelo y entre los
pechos, y temblaba de pies a cabeza.
—Casi hemos
terminado —dijo Yunho.
El último
hombre llegó hasta él. Se había mantenido pendiente en la parte trasera de la
sala todo el tiempo, observando silenciosamente, destacándose sobre el resto.
Tenía corto su cabello castaño y ojos negros vigilantes. Cuando se acercó, Jaejoong
captó el olor apenas perceptible de un bosque durante el invierno emanando de
él… limpio y frío. Él no se quitó la camisa, lo que causó una agitación de
susurros entre los otros hombres. En lugar de eso, atravesó la tela, cortando
más profundo que el resto de los hombres, por la cantidad de sangre que
derramó.
—Mi vida por la
tuya —juró, rehusándose a inclinar la cabeza, sino al contrario, mirándolo
directamente a los ojos mientras entregaba las palabras.
Jaejoong
tropezó bajo el peso, pero Yunho le sostuvo. El hombre extendió la mano, y el
anillo que llevaba puesto estaba casi blanco. Sólo el rastro más débil de azul
zafiro formó remolinos debajo de la superficie.
Jaejoong
sintió el cuerpo de Yunho tensarse alrededor del suyo. El hombre no dijo nada,
pero había un silencioso aire de desafío en su posición.
—No lo
entregaré, Jinki —dijo Yunho. Su voz era áspera, casi un
gruñido feroz de sonido.
Jinki guardó
silencio, pero levantó la mano de Jaejoong y presionó un beso caliente en su
palma. Él sintió su lengua golpear sobre la piel y rápidamente arrancó la mano
de su agarre.
En el centro
de su palma había una marca roja oscura, como la que Yunho había colocado en él
antes.
— ¿Cómo te
atreves a poner una marca de sangre en mi caballero? —demandó Yunho.
Alguna
necesidad primitiva, instintiva de matar se elevó de Yunho, bloqueando el
enlace con su poder. Jaejoong no comprendía la causa, pero sabía lo que
significaba.
Él trató de
alcanzar su espada, pero la de Jinki ya estaba desenvainada. Si Jae no detenía
esto, iba a terminar en derramamiento de sangre. Bastante sangre.
Jaejoong se
interpuso entre los hombres, orando porque Jinki mantuviera esa espada letal
apartada de su piel.
—No va a
ocurrir, muchachote —le dijo a Yunho.
Le obligó a
bajar la mirada hacia él, distrayéndole de la necesidad de herir a Jinki.
Él clavó los
ojos en Jinki, respirando fuerte, su calor era elevado. Todavía no estaba
escuchando.
Jaejoong
presionó las manos en el pecho de Yunho, clavándole los dedos justo lo suficiente
para obligarlo a escuchar.
—Estoy cansado.
Llévame de regreso a tu casa.
Eso consiguió
captar su atención. Pestañeó un par de veces y le dirigió a él una rígida
reverencia.
—Mantente lejos
de mi Jaejoong —advirtió Yunho.
—Mientras sea
tuyo, lo haré —dijo Jinki.
Jaejoong
ignoró el comentario posesivo a favor de evitar el desastre. Hablaría con Yunho
más tarde sobre el hecho de que era suyo, pero ahora, necesitaba sacarlo de
aquí.
—Por favor, Yunho
—dijo, dejando que el cansancio se reflejara en el tono—. Necesito
acostarme.
Tiró
fuertemente de él y finalmente comenzó a irse. Jaejoong miró sobre el hombro
mientras salían de la sala y esos ojos negros vigilantes estaban fijos justo
sobre él. No había calor dentro de ese hombre. Ninguno en absoluto. Si no
hubiera visto su sangre por si mismo, habría jurado que tenía hielo fluyendo
dentro de las venas.
Este fic es una adaptación, no es mío,
yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO
PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA
PRINCIPAL: YUNJAE
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