CAPÍTULO 9
Kyuhyun entró en la habitación sin llamar,
haciendo que Jaejoong saltase de la cama. Él intentó de disimular el
sobresalto, pero la ligera elevación de la esquina de su hermosa boca le decía
que sabía lo que estaba haciendo. Y lo encontraba divertido.
Tenía mejor
color y parecía como si hubiese ganado peso nuevamente. Tenía que ser alguna
clase de ilusión óptica, porque nadie cambiaba de tamaño tan rápidamente. No
era posible.
Por otra
parte, se recordó, había visto toda clase de cosas imposibles en las pasadas
veinticuatro horas.
—Déjanos —le
ordenó, señalando hacia Kibum.
—Como el
infierno que lo haré. Voy a quedarme justo aquí donde pueda vigilarte.
— ¿Y hacer
qué? ¿Qué crees que podrías hacer si quisieras detenerme?
Él no iba
desencaminado. Él ni siquiera tenía su escopeta. De acuerdo, hora de ser
agradable.
—Estoy
preocupado.
—Con buena
razón. No es probable que sobreviva.
Jaejoong
apretó las rodillas y se le hizo un nudo en la garganta cuando el pánico lo
embargó. Una enorme pena se estaba construyendo en su interior, y la única cosa
que evitaba que se derramase sobre si era la esperanza, la esperanza de que
estuviese equivocado. Volver a unir a Kibum podría hacerlo alguien con toda la
magia que había visto.
—Por favor
—rogó, sin importarle lo estúpido que fuera su orgullo—. Por favor haz algo
para salvarlo.
La mandíbula
de Kyuhyun se apretó y los ojos se cerraron en derrota. Dejó escapar un pesado
suspiro.
—Bien. Lo
intentaré, pero hay poco que pueda hacer sin su sangre.
— ¿Cuánta
necesitas?
—No mucha,
pero más de la que él puede darme.
—Puedes tener
la mía —le dijo Jaejoong.
Kyuhyun se
inclinó hacia él hasta que le tocó el cuello con la nariz. Se preparó a sí mismo
para el mordisco, pero este nunca llegó. En vez de eso, respiró profundamente,
como si le oliera la piel.
Él se enderezó
y sacudió la cabeza.
—Hoy no. Tomé
demasiado de ti antes. Pero mantendré tu oferta y beberé de ti más adelante,
cuando estés plenamente recuperado.
—Ahora estoy
bien. Lo importante aquí es Kibum.
Kyuhyun le
observó con una brillante mirada.
—Yunho
discutiría ese punto. Además, él te necesita. Deberías ir con él.
Y quería
hacerlo, pero eso sólo era más de esa cosa artificial del hocus‑pocus. Siempre
y cuando no fuera real, podría ignorarlo.
—Lo haré
después de que intentes ayudar a Kibum.
Él se le quedó
mirando durante un largo momento antes de dedicarle un simple asentimiento.
—Ve a llenar
la bañera con agua, moja una toalla y tráemela.
Jaejoong hizo
lo que le pidió. Cuando volvió unos segundos después, Kyuhyun estaba sentado sobre la cama de Kibum
con una mano sobre su frente y la otra entre su pecho. Tenía la cabeza
inclinada como si rogara y casi podía sentir un tipo de vibrante calor emanando
de él.
Él levantó la
cabeza. La respiración era un poco laboriosa.
—Sujeta la
toalla cerca.
Jaejoong se
acercó a él y se la presentó. Gotas de agua se deslizaban por las manos y caían
al suelo de madera.
—Voy a sacar
la intravenosa del brazo y ponerlo en la toalla. Quiero que lo envuelvas lo más
rápido posible y lo lleves al lavabo. Deja correr el agua sobre ello hasta que
desaparezca el olor. No queremos que el aroma de su sangre se filtre en el aire
y atraiga a los Yokai hasta nosotros.
— ¿Ellos
pueden olerlo también?
Él le dedicó
una mirada que hizo que se sintiera como un idiota por no saber la respuesta.
— ¿Quieres
comprobarlo?
Jaejoong
sacudió la cabeza.
—De acuerdo.
Aquí vamos —sacó el catéter del brazo de Kibum. La fina y floja piel se
estiraba demasiado, haciendo el trabajo difícil. Él le levantó el brazo—. Voy a
lamer la sangre y sellar la herida con mi boca, así que si no quieres verlo, no
mires.
—Kibum no
puede luchar contra una infección. Por favor, dime que está a salvo de los gérmenes de tu boca. Son
mágicos o algo así, ¿verdad?
Él sonrió
entonces, y su belleza casi hace que Jaejoong dejara caer la toalla. Se
preguntaba cuántas personas habrían caído a sus pies a causa de esa sonrisa.
Esa sería una gran arma natural.
—Gérmenes
mágicos. Me gusta eso —dijo—. No te preocupes. Es perfectamente seguro.
—Seguro. Eso
es bueno.
— ¿Estás listo?
—Sí.
Él extrajo la
intravenosa del brazo y lo depositó sobre la toalla. Jaejoong lo envolvió
apretadamente y lo llevó al baño, donde dejo corriendo el agua sobre todo el
desastre y volvió para asegurarse que Kibum no había sufrido ningún extraño
efecto al ser lamido por un vampiro.
Su brazo
estaba bien y su piel estaba impoluta, como si nunca hubiese tenido el catéter.
—Esto es
fantástico —le dijo.
Pero Kyuhyun
no escuchaba. Estaba mirando fijamente hacia la pared con los ojos muy abiertos
que iban de izquierda a derecha como si estuviera en la fase REM del sueño.
Cada segundo o dos, su cuerpo temblaba igual que si hubiese sido golpeado por
una descarga eléctrica.
No era bueno.
Jaejoong le
agitó la mano por delante de la cara.
—Hey. ¿Estás
ahí?
Su boca
comenzó a moverse, pero no emitió ningún sonido.
—Kyuhyun.
Nada. Jaejoong
le puso la mano en el hombro y lo sacudió.
— ¡Kyuhyun!
Reacciona.
Finalmente lo
hizo. Sus ojos parpadearon lentamente y detuvieron su rutina de Ping-Pong.
Respiró profundamente como si fuera la primera bocanada que había tenido en
mucho rato.
—Déjanos.
Necesito tiempo para examinarlo.
—No me voy a
marchar.
—Te prometo
que no le haré daño. Y si no traes a Yunho dentro, los Yokai seguramente lo
encontrarán antes de que salga el sol.
¿Traer a Yunho?
— ¿De qué
estás hablando?
—Necesito
fuerza para atender a tu hermano. Yunho me ofreció su sangre.
Desafortunadamente necesité bastante hace un momento y él me había dado
recientemente. Está fuera. Recuperándose.
— ¿Por qué
diablos no me lo dijiste antes? —dijo Jaejoong.
—Lo hice. Tú
elegiste ignorarme.
Tenía que ir
por Yunho. No podía dejarle tendido allí afuera en la oscuridad con todos los
monstruos rondando alrededor.
—Si le tocas
un solo cabello, voy a matarte. ¿Está claro?
Kyuhyun le
dirigió una educada sonrisa.
—Ve a tu Amaterasu.
Kibum está a salvo a mi cuidado.
Jaejoong le
creía, lo cual podría parecer increíble, pero así era. Yunho lo necesitaba
ahora, y sin él, Jaejoong no estaba seguro de poder mantener a Kibum a salvo de
los monstruos. Además, se lo debía. Él había dado su sangre para ayudar a Kibum,
y en su libro, eso lo hacía un héroe.
Acababa de
volverse para marcharse cuando él le dijo:
—Oh, por
cierto, ese collar que lleva es tuyo si eliges tomarlo.
Jaejoong se
detuvo en seco. También había sentido eso, pero lo había hecho a un lado como
un sentimiento irracional más.
—Yunho nunca
lo dijo.
—Porque te
estaba protegiendo.
Jaejoong
frunció el ceño.
— ¿De qué?
—De la
responsabilidad del poder que manejarás si decides llevarlo.
— ¿Poder?
Le sostuvo la
mirada.
—Más del que
puedes imaginar. Suficiente para mantener a tu hermano a salvo. Quizás bastante
también como para sanarlo.
Le tomó un par
de segundos procesar lo que estaba diciendo. Todo ese asunto era tan extraño,
que al principio no sabía que pensar, pero una cosa estaba clara. Si Yunho
podía ayudarle a salvar a Kibum, iba a hacer lo que fuera.
— ¿Es por eso
que me siento extraño cuándo lo toco?
—Sí. Es la
manera que tiene la naturaleza de ayudarte a encontrarle. Sugiero que no
esperes demasiado tiempo para ordenar tu mente independientemente de que vayas
o no a reclamar lo que es tuyo. Kibum ya está fuera de tiempo. Será afortunado
de sobrevivir tres días más a este paso.
Tres días. A Jaejoong
se le cerró la garganta mientras luchaba contra las lágrimas.
—No necesito
más tiempo. Sé lo que debo hacer.
Primero iba a
asegurarse de que Kyuhyun no estaba metido de lleno en la mierda. Después iba a
hacer la única cosa que podía.
Salvar a Kibum.
Jaejoong encontró a Yunho tirado sobre el porche.
Su enorme cuerpo estaba flácido e inmóvil. El pánico se precipitó sobre su piel
mientras corría hacia él, buscando sus signos vitales.
Presionó los
dedos contra su cuello para sentir el pulso, y el calor se disparó por el
brazo. Él tomó una estremecedora respiración, y los ojos de Jaejoong se
cerraron de alivio. Su pulso era fuerte y su respiración estable. Ahora todo lo
que tenía que hacer era conseguir llevarlo adentro, donde al menos habría una
puerta entre él y los monstruos. Sabía por experiencia que eso no los detendría
mucho tiempo, pero al menos los haría ir más despacio.
Aquí afuera, a
descubierto en la oscuridad circundante, nada lo haría.
Jaejoong tiró
de su brazo a modo de prueba. Señor, era pesado; casi treinta y seis kilos más
pesado que él. Podía hacerlo, pero uno de ellos iba a acabar con el hombro
dislocado en el proceso.
Quizás si lo
pusiera sobre los tablones de madera sería más fácil. Quizás acabara con
astillas en el culo, pero se alegraría de sacárselas mientras vivieran para
poder hacerlo. Estaba bastante seguro de que disfrutaría echando una larga
mirada a su musculoso trasero, de todas formas.
Lo movió de
manera que su cabeza se ladeó. La iridiscente gargantilla que llevaba captaba y
mantenía la luz del único foco que brillaba sobre ellos.
Esa
gargantilla era suya. Siempre lo había sido. Quería quitársela.
Toda esa magia
de abra‑cadabra lo había dejado tambaleándose en la oscuridad, pero tenía
fuertes instintos acerca de esa cosa, y no temía seguirlos, especialmente después
de la demostración de Kyuhyun. Si esto no ayudaba a Kibum, de todas formas no
tenía nada que perder.
Jaejoong se
estiró y le acarició con la punta del dedo. Una feliz y tintineante sensación le
barrió el brazo y se asentó profundamente en el pecho, otorgándole la confianza
de que estaba haciendo lo correcto. Los colores en el interior de la banda
hicieron remolinos alrededor del contacto, como si supieran que le estaba
tocando. Una pluma de azul zafiro se extendió desde debajo del dedo,
ampliándose en concéntricos anillos mientras se movía cruzando el collar.
El color era
tan hermoso, tan rico y profundo, quería tenerlo para sí mismo y verlo
adornándole la garganta. Justo cuando el pensamiento pasó por la cabeza, la
banda se deslizó abriéndose y calló del grueso cuello de Yunho. Jaejoong
recuperó el resbaladizo objeto de los tablones de madera y dejó que resbalara
entre los dedos, pasándolo de una mano a otra. Todavía estaba cálida por el
cuerpo de Yunho y era más pesada de lo que había esperado.
Le había
parecido como si estuviera hecha de algún tipo de plástico, pero ahora que la
sostenía y sentía su peso, sabía que no era así.
Los extremos
estaban rematados, sin broche, pero supuso que la misma magia que le había
abierto lo sujetaría otra vez. Se colocó la banda alrededor del cuello y los
extremos parecieron encontrarse el uno al otro como si fueran atraídos por
imanes. Tan pronto como sintió el ligero clic
de la banda al cerrarse, los ojos de Yunho se abrieron. Chispas doradas
brillaban bajo el marrón más profundo de sus ojos, haciéndolos destellar a la
luz del porche. Su mirada se movió a su garganta y su mano fue a la suya
propia.
— ¿Cómo has…?
—su voz era un atónito susurro, apenas audible bajo el cercano canto de los
grillos.
Él se estiró y
colocó una yema del dedo contra la banda y la deslizó por esta, acariciando su
piel a lo largo del borde mientras pasaba. Sus pupilas se dilataron y las
ventanas de su nariz se ensancharon. Él dejó escapar un bajo y satisfecho
gemido que le provocó un temblor por la columna.
—Es tan bueno
—dijo él—. Probablemente no debiste hacerlo, pero es tan bueno no tener más
dolor.
— ¿Estás bien?
—le preguntó —. Estabas inconsciente.
—Ahora estoy
perfecto. Gracias a ti —movió el dedo desde la gargantilla a un lado de su
cuello y bajó a lo largo de su mandíbula—. Eres uno de nosotros.
— ¿Quiénes
somos nosotros?
—Somos Amaterasu.
— ¿Eso qué es?
—Somos una de
las tres razas de guardianes. Caballeros de la Luz. Estamos para vigilar la
puerta al otro mundo, para protegerla de una invasión Yokai. También protegemos
a los humanos de caer víctimas del mal.
— ¿Cómo
hiciste con Hyun Woo?
Él asintió.
—Estamos aquí
para proteger a otros. Está en nuestra sangre, en tu sangre. Eso es el porqué
casi te matas a ti mismo intentando encontrar a esos niños perdidos, el porqué
nunca te rendiste. Eres como yo. Había esperado que no fueras humano, pero
sabiendo la verdad…
—Por supuesto
que soy humano —incluso cuando lo decía, se cuestionaba la verdad de sus
palabras. Siempre había sido diferente. Al igual que sus hermanos. Jaejoong
había justificado su rareza como algún tipo de capricho genético aleatorio,
pero ahora que Yunho decía esas palabras, se dio cuenta de que había estado
equivocado. Era diferente de los otros humanos porque no era humano en sí mismo.
Esto tenía demasiado sentido para no ser verdad, a pesar de su deseo de
negarlo.
Su madre
siempre había sido reservada en lo que se refería a su padre, evadiendo
preguntas, mintiendo cuando le daba respuestas. Jaejoong siempre había pensado
que ella estaba encubriendo a algún holgazán, pero quizás era algo más que eso.
Si tan solo su
Madre siguiera viva de modo que pudiera preguntarle y descubrir así la verdad.
Ahora todo lo que tenía era la palabra de un hombre que apenas conocía y sus
instintos, instintos que le decían que no era humano. Que era diferente. Eso
era por lo que podía encontrar niños perdidos.
El mundo de Jaejoong
había cambiado. Los colores que habían pintado las experiencias de su vida
cambiaban a una masa distorsionada, mezclada con los recuerdos y los
inexplicables eventos de algo claro y visible.
Esa extraña
pieza de puzle nunca había encajado realmente en su lugar.
— ¿Cómo puedo
no haberlo sabido?
Yunho le
acarició la mejilla, los ojos brillando con compasión.
—Nadie te lo
dijo nunca. Pero está bien. No estás solo.
—Quizás no,
pero toda mi vida ha sido una mentira —no podía hacer otra cosa excepto
sentirse traicionado por su madre. ¿Cuántas veces le había preguntado por su
padre? ¿Cuántas veces le había mirado su madre a los ojos y había mentido?
—Esa mentira
te protegió. Probablemente te salvó la vida. Y me dio tiempo para encontrarte.
—Eso no es
excusa para lo que hizo.
—Quizás no
mintió —dijo Yunho—. Quizás tu madre no lo sabía.
—Ella sabía
algo. Ahora puedo verlo, en perspectiva. Ella mintió.
—Pero ahora
sabes la verdad. Eres un Amaterasu. Puedes aceptarlo y seguir adelante o
estancarte en el pasado. Tú eliges.
No tenía
tiempo para estancarse. Kyuhyun le había dicho que Kibum quizás no viviera ni
tres días.
—Kibum me
necesita para seguir adelante.
Un brillo de
satisfacción iluminó los ojos de él.
—Entonces
debemos acabar con esto, tú y yo.
— ¿Acabar?
Él asintió,
contemplando su boca.
—Y entonces te
mostraré la verdad. Y mi poder, tu poder ahora. Vamos adentro.
Jaejoong se
levantó y le ofreció la mano. Él la tomó, pero no porque se tambaleara. Su
postura era sólida y fuerte, igual que el resto de él.
—Pareces
haberte recobrado.
—Todavía estoy
un cuatro o dos por debajo, pero me siento fantástico —deslizó la mano a la
parte de atrás de su cuello y le mantuvo inmóvil. Él era algunos centímetros
más alto, y se encontró mirando directamente a su boca, deseando tener las
agallas de besarle otra vez. Lo que había tenido ya no era suficiente. Nunca lo
sería.
—Después —le
dijo él, y sonaba igual que una promesa—. Cuando sea seguro. Y tengamos mucho
tiempo.
La mente de Jaejoong
se volvía brumosa por momentos. Algo estaba sucediendo en su interior, alguna
clase de calor que se extendía, asumiendo el control.
— ¿Tiempo?
—preguntó.
Yunho asintió
otra vez.
—Montones de
tiempo. Llegaré a conocerte. Descubrir lo que te gusta.
Le gustaba él.
Demasiado. Tanto que se sentía mareado con la fuerza de eso y lo que la estaba
sucediendo.
Jaejoong se
balanceó y se agarró de sus brazos para estabilizarse. Sus músculos se sentían
duros bajo las yemas de los dedos, esculpidos de modo que sus manos casaran
perfectamente contra las suyas.
—Tú y yo,
podemos tener un para siempre si tú quieres.
Para siempre
sonaba bastante bien ahora mismo, considerando lo que sentía.
La parte
lúcida dijo:
—Pero apenas
te conozco.
—Eso cambiará
muy pronto. Voy a llevarte adentro y vamos a terminar lo que tú has empezado.
Lo alzó en
brazos y tuvo la sensación de volar durante un segundo. Una risa burbujeó
saliendo de si mismo, y sonaba casi embriagado en sus propios oídos.
Descansó la
pesada cabeza sobre su hombro y cerró los ojos mientras ese calor se expandía
en su interior.
— ¿Qué me está
sucediendo?
Él enterró la
nariz en su pelo y le susurró bajito al oído:
—Shh. Solo
déjate ir. Ahora eres mío.
Este fic es una adaptación, no es mío,
yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO
PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA
PRINCIPAL: YUNJAE
me encanto unnie..
ResponderEliminargracias por subirlo.... espero cada cap con ilusion
me gusta la pareja YUNJAE.. lo maximo ..