domingo, 6 de octubre de 2013

CAPÍTULO 8

CAPÍTULO 8


Kibum sintió el hambre de los monstruos. Su excitación.
No quería ir con ellos, pero no tenía elección. Una astilla de su mente estaba dentro de ellos, arrastrándolo a su caza.
Trató de pensar en algo más, cambiar el canal en la cabeza para quedarse en la camioneta con Jaejoong, sano y a salvo en el regazo de su hermano. Le gustaba esa parte de sí mismo. Incluso, a pesar de que había extraños en la camioneta con ellos, y que uno en particular quería beber su sangre, estaba mejor que en los otros lugares en que existía ahora mismo.
Tantos lugares. Tantos monstruos. No podía seguirles la pista. Su mente se rompió en demasiados pedazos y ya no podía sentir si quedaba algo de su ser real.
Kibum vio a través de los ojos de un grupo de Orochi cómo cazaban. Sintió la hierba húmeda bajo sus patas y el cálido aire de la noche agitándole la piel. Sus garras se clavaban profundamente en la tierra con cada poderosa zancada del cuerpo. La presa estaba cerca. Podía oler su sangre, rica en poder.
Su vientre retumbó con hambre y la boca se le hizo agua, chorreando brillante saliva sobre el suelo a su paso. Estaba cerca. Podía oír el lento latido constante de su presa.
Su grupo se abrió paso a través de los árboles y vio entonces lo que cazaban. Tenía una espada y llevaba el luminiscente collar que le marcaba como un Amaterasu, un guerrero que quería matarla y librar a la tierra de todos los de su especie.
La parte de Kibum que sabía que era humana alentaba al hombre, el mismo hombre que antes había estado cerca de su cama en el hospital. Pero la parte de Kibum que era una bestia le siseaba con odio. Iba a hundir los dientes en la carne y tragar su sangre antes de que pudiera ser absorbida por la tierra y se desperdiciara.
Más pedazos de si mismo se acurrucaban en el interior de tres Orochi más cuando cargaron contra el hombre. Vio el ataque desde todos los ángulos a la vez y su mente humana tuvo que luchar para convertir las imágenes en algo que pudiera traducir. Era demasiada información. Demasiado odio y rabia desde todos los lados. No quería ver la muerte del hombre, pero si se quedaba entre los Orochi, temía lo que iba a suceder.
El hombre miró hacia un par de ojos cuando se abalanzó a su garganta. No lo reconoció. No sabía que esto no era lo que quería. No quería verle morir.
Él ni siquiera pareció moverse, pero sintió el metal de su espada deslizarse por su vientre. Aterrizó fuertemente en el suelo y sus entrañas rezumaron fuera por la abertura. Sus patas estaban torpes y no podía empujar todos sus órganos de vuelta al interior. Su propia sangre olía como comida y estaba tan hambriento. Sabía que era inútil y que se estaba muriendo, pero no podía dejar de lamerl del suelo mientras se desangraba.
De vuelta al interior del Kibum real, el estómago se rebeló ante el sabor ácido de la sangre y el denso olor a podredumbre de la misma. Se empujó fuera de la mente de la cosa, sólo para encontrarse atrapado dentro de otra. Se estaba escondiendo del hombre, esperando para golpear tan pronto como le diera la espalda.
Sólo años de práctica le permitieron retirarse a su cuerpo real.
Dios, estaba tan débil. Apenas podía levantar la cabeza.
Él está en problemas se las arregló para decir.
¿Quién? preguntó Jaejoong.
El Amaterasu que estaba contigo esta noche.
No conozco a ningún Amaterasu, bebé dijo Jaejoong con la paciente y gentil voz que siempre utilizaba con su hermano loco.
Kibum tenía ganas de gritar que no estaba loco ‑su mente estaba sólo rota en mil fragmentos que vivían dentro de otros‑ pero sabía por experiencia que nunca funcionaría. Cuando gritaba, los asistentes venían con agujas y ponían su mente real a dormir para que no tuviera ningún lugar al que retirarse. Ningún lugar para esconderse.
Soñar era un horrible collage de sangre, hambre y guerra, con la mente atrapada dentro de tantos monstruos. Pero eso no era lo peor. No podía soportar estar con Ren más. Las cosas que le habían hecho eran horribles. Inhumanas. Ni siquiera era realmente Ren, era el oscuro y retorcido objeto que los Yokai planeaban utilizar como arma.
Pero Kibum le había prometido a Ren que no lo abandonaría, así que no podía. Ni una sola vez en todos esos dolorosos largos años.
Tienes que advertirle dijo Kibum. Hay un Orochi escondido cerca. Detrás de él.
¿De qué demonios está hablando? —Preguntó Yunho. ¿Cómo sabe sobre los Amaterasu y los Orochi?
No tengo ni idea dijo Jaejoong. Pero lo que sé, es que ha estado completamente acertado toda la noche. Te sugiero que lo escuches.
La camioneta frenó y después se detuvo. Kibum se obligó a abrir los ojos, a pesar de que el esfuerzo era casi más de lo que podía soportar. Se sentía como un globo desinflado, vacío y flojo. Inútil.
¿De quién estás hablando, bebe? preguntó Jaejoong.
El hombre. Contigo.
¿Minho?
El nombre sonaba correcto en su mente, como si el viento que rugía dentro de sí de repente se calmara y se oyera pensar a sí mismo de nuevo.
Sí. Minho. Está en problemas.
¿Cómo lo sabes, hijo? preguntó una nueva voz.
Volvió la cabeza hacia él y vio una débil luz plateada proveniente del interior de sus ojos.
Conocía esa luz. Esa hambre. El pánico le dio fuerzas y se revolvió apartándose del monstruo.
Él quiere mi sangre. No le dejes tenerla.
No voy a hacerte daño —dijo él.
Mentiroso, mentiroso, mentiroso.
Oh, Dios, se estaba perdiendo a sí mismo, extendiéndose en la noche, de vuelta a las mentes de los monstruos que perseguían y asesinaban, y empujaban sus pecados en su alma cada vez que lo hacían.
Llamó a Ren para que le ayudara, pero no hubo respuesta, y no pudo encontrar la mente de su hermano pequeño entre todas las demás. Ellos tiraron de si, estirándolo en mil finas hebras hasta que estuvo seguro que se rompería. No podía soportarlo más. Tenía que dejar de luchar. Renunciar. Dejar que le tuvieran.
No le importaba nada más. Haría cualquier cosa para detenerlo, incluso si rompía su promesa a Ren.
Lo siento se oyó susurrar. Era un buen sonido, su propia voz real saliendo de su propia boca. Podía tomar ese sonido consigo y estar en paz. Lo siento.


Kibum se desplomó en los brazos de Jaejoong. Su respiración era laboriosa, y Jaejoong pudo ver el rápido latido de su corazón en sus venas a lo largo de la sien.
—Se está muriendo dijo Kyuhyun.
La indignación y el rechazo se elevaron en Jaejoong, consumiéndolo.
¡No! —gritó. No lo está. Va a estar bien. La bolsa de la intravenosa está vacía. Eso es todo. Necesitamos otra.
Rezaba a Dios para que fuera verdad. No podía perder a Kibum, también. Si lo hacía, no tendría a nadie más. Sin familia. Sin amigos.
La mano de Yunho se puso sobre su brazo, y la calidez y la compasión cayeron como una manta sobre su piel. Quería meterse en su regazo y quedarse allí, donde se sentía bien. Protegido. Donde Kibum estaría a salvo.
Pero era artificial. Lo que quiera que fuera esa cosa entre ellos, no era real. Sólo un poco de magia, probablemente diseñada para engañarle. E incluso si no lo era, no podía hacer una maldita cosa por Kibum.
Jaejoong atrajo a su hermano cerca y lo meció. Intentó pensar una manera de calmarlo, pero nada le vino, ni siquiera el débil recuerdo de una canción que solieran cantar. Nada.
Necesitamos llegar a un lugar donde pueda descansar y comer dijo Kyuhyun. Está demasiado débil para viajar.
Hay una casa Pami no lejos de aquí. Iremos allí.
No sabía lo que era una casa Pami, pero confiaba en que Yunho supiera lo que estaba haciendo.
¿Qué pasa con Minho? —Preguntó Jaejoong. Deberíamos al menos hacerle saber lo que dijo.
El cuerpo de Yunho se movió cuando sacó su teléfono móvil y marcó. En el silencio de la cabina de la camioneta, pudo oír el profundo sonido de la voz de Minho a través del delgado plástico.


Un poco ocupado jadeó.
Kibum dijo que estabas en peligro.
Hubo un gruñido y un monstruoso grito de dolor.
No, mierda. Dime algo que no sepa.
—Dijo que hay un Orochi allí, escondido detrás de ti.
¿Cómo demonios podría él…? Espera —una serie de salvajes gruñidos llenaron la línea, después silencio.
¿Minho? —Dijo Yunho. ¿Estás ahí?
Sin respuesta.
¿Minho? —miró a Jaejoong y negó con la cabeza.
Un agudo grito de dolor llenó la línea. Sonaba como si alguien hubiera dado una patada a un perro.
Sí, estoy aquí. Encontré al cabrón. Lo maté.
—Nos retiramos por esta noche. ¿Puedes alcanzarnos?
Sigo sangrando.
Entonces para la hemorragia y únete a nosotros.
¿Por qué?
Porque sería agradable tener otra espada cerca cuidando a las parejas.
Jaejoong casi dijo que podía cuidarse solo, pero se contuvo con esa estúpida mentira autoindulgente. Cuantas más espadas tuvieran entre Kibum y esas cosas de ahí afuera, mejor.
Tenía planes dijo Minho.
Los cambias, ¿verdad?
Joder. Está bien. Iré a limpiarme al lago y me reuniré con vosotros pronto. ¿Suficientemente bueno?
Sí. Gracias, hombre.
Minho no se molestó en contestar. El tipo no era exactamente señor Amistoso. Jaejoong estaba contento de que estuviera de su lado.



Yunho los instaló en una de las habitaciones de la casa Pami. Como tantas otras casas, esta estaba aislada, lejos de vecinos curiosos. Era un rancho de tres habitaciones, abastecido con alimentos, ropas y suministros, cualquier cosa que pudieran necesitar para proveerse de combustible y protegerse a sí mismos o a cualquier humano de lo que podría ser un largo paseo. Debido a que esos lugares de refugio estaban mantenidos por los seres humanos pura sangre conocidos como Pami, el término pegaba.
Yunho nunca había estado tan contento antes de tener un lugar seguro cerca. Kibum no se veía bien.
Jaejoong deslizó a Kibum bajo las mantas, entonces se tendió a su lado y la sostuvo con fuerza. Kibum parecía tan frágil al lado de Jaejoong, como si una palabra dicha con demasiada dureza quebrara sus frágiles huesos.
Incluso si era un Amaterasu como Jaejoong, no podría seguir adelante durante mucho más. Necesitaban introducir algo de comida en él y quitarle la intravenosa del brazo sin que sangrara por todas partes. Realmente no tenían necesidad de atraer a más Yokai.
Jaejoong acarició el pelo de su hermano y le susurró en una voz tan baja que Yunho no lo escuchó. Independientemente de lo que dijera, su cuerpo estaba rígido con tensa desesperación.
Jaejoong debía saber lo mal que estaba Kibum, incluso si no quería admitirlo. Su temor le delataba. Él podía verlo en el modo en que sus dedos temblaban cuando los pasó por la cabeza de Kibum, el modo en que sus ojos miraban frenéticamente la delgada forma de su hermano como si estuviera buscando una manera de restaurarlo.
Yunho tuvo que apretar los dientes para contenerse de ir a Jaejoong. Quería consolarlo y meterlo entre los brazos y protegerlo de todas las cosas malas de la vida. Irónico. En su línea de trabajo, era todo lo que tenía para ofrecer. Nada más que sólo una ilusión temporal.
Se obligó a salir de la habitación y cerrar la puerta. Necesitaba que Kyuhyun mirara a Kibum y viera si había algo que hacer por él, no importaba lo poco que fuera. Ahora que estaba dormido, al menos, no podía asustarlo.
Kyuhyun estaba fuera, en el patio delantero de la pequeña casa, olfateando el aire. La oscuridad parecía cerrarse en torno a él, pero le sentaba bien. Pertenecía al lugar, fuera, en medio de la noche. Todos los Susano parecían estar más a gusto en la oscuridad.
Yunho no lo entendía, pero había llegado a aceptarlo a lo largo de las décadas. Preferiría mucho más estar tumbado en alguna playa inundada de sol, pero eso no estaba en las cartas para él. No podía hacer nada más durante el día que un ganadero su trabajo en mitad de Manhattan. Eso, simplemente, no iba a suceder.
¿Estamos tranquilos? preguntó Yunho.
Sí. Por ahora.
Deberías ir a ver qué puedes hacer por Kibum mientras está dormido.
Kyuhyun no se volvió. Continúo mirando hacia la noche.
No hay nada que pueda hacer. Se está muriendo.
Los ojos de Yunho se cerraron de dolor. Pobre Jaejoong. Amaba mucho a su hermano. Podía verlo en cada movimiento que hacía. Kibum era su mundo, e iba a perderlo.
Lo que fuera, tenía que ayudarlo a pasar por ello. Estar ahí para él.
¿Por qué se está muriendo?
No puedo decírtelo sin tomar su sangre, y está demasiado débil para eso.
¿No puedes hacer nada? ¿Ayudar a mantenerlo durante un poco más de tiempo para que pueda ponerse más fuerte?
¿Por qué debería importarme lo que le pasa a una sola alma? preguntó Kyuhyun.
No se molestó en recordarle que probablemente Kibum no era humano.
¿A ti no te importa?
Kyuhyun se volvió y miró a Yunho con esos ojos de hielo.
No. ¿Por qué debería? Fue criado como un humano. Ellos no se preocupan nada por los de mi clase. Nos llaman vampiros. ¿Has visto las películas que han hecho sobre mi gente? ¿Las mentiras que les dicen a sus hijos sobre nosotros, como si fuéramos a cazar a su especie hasta la extinción?


Ellos son vuestro alimento. Eso haría que alguien se sintiera un poco incómodo, ¿no te parece?
Sólo tomo su sangre. Esperaría que ese hecho los tranquilizara si se pararan a pensarlo un solo momento. ¿Por qué iba yo a matar algo que necesito para sobrevivir? Sería como un agricultor que talara su huerto para cosechar más fruta ese mismo año.
Una repentina compresión le llegó a Yunho, una que nunca había considerado incluso.
Estás resentido con ellos. Los humanos. ¿Verdad?
Por supuesto que no.
Lo estás, estás cabreado porque los necesitas. O a nosotros. Tengo que admitirlo, yo también estaría un poco enfadado, si tuviera que depender tan fuertemente de alguien más.
Kyuhyun resopló.
Dices eso como si no necesitaras una pareja para vivir.
Tal vez Jaejoong.
Yunho reprimió un escalofrío de emoción y encadenó sus necesidades hasta que se calmaron. Iba a tener que averiguar qué era esa cosa entre ellos, pero no era el momento. Tenía cosas más importantes en qué pensar.
Necesito una pareja, pero he vivido por mí mismo durante un largo tiempo. Tú nunca lo harás.
Basta de esto Kyuhyun le empujó pasándole. Voy a entrar.
Todo esto hace que tenga mucho más sentido. Vosotros, los Sanguinar, no sois del todo oscuros e inquietantes. Estás poniendo mala cara. No te gustan las reglas y no puedes cambiarlas, así que estás poniendo mala cara.
No sabes nada de lo se siente siendo de mi clase. Deja de fingir que lo haces.
¿Estoy equivocado?
Antes de que Yunho lo viera llegar, Kyuhyun lo había agarrado y empujado contra la puerta. Kyuhyun estaba débil por el esfuerzo, pero incluso débil, estaba lo suficientemente fuerte para hacer que Yunho prestara atención.
Podía sentir los bordes de la pequeña ventana presionándole la espalda así como los huesos del antebrazo del hombre quitándole el aire.
No estamos poniendo mala cara. Nos estamos muriendo. Dos más de mis hermanos murieron mientras tú dormías. Murieron de hambre porque no hay comida para nosotros y, sin embargo, tu gente nos mira como si fuéramos buitres, resentidos con nosotros por la sangre que debemos tomar para vivir.
Yunho mantuvo las manos apartadas de su espada con un esfuerzo de voluntad. No quería cortar a la única persona en los alrededores que podría ser capaz de salvar a Kibum. Decidió ser un hombre más magnánimo que eso y levantó las manos en rendición.
Kyuhyun le dejó ir, pero Yunho iba a llevar una contusión en el cuello durante días, estaba seguro.
¿Quieres más sangre? —Graznó Yunho. Bien, toma algo de la mía, pero úsala para salvar al chico.
Los ojos de Kyuhyun se encendieron y un hambre depredadora le dilató las pupilas.

Dame tu brazo.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO PERDIDO  - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA PRINCIPAL: YUNJAE

2 comentarios:

  1. unnie gracias muchass graciassssss
    por subir estos cap y por adaptarlos .. me encanta la historia me volvi adicta a esto ...
    por favor terminala no la dejes a media por fisssss
    de jasss

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    Respuestas
    1. no te preocupes si lo terminaré, me faltan muchas temporadas más... ^^ Espero verte en el próximo capi!! cuídate y gracias por el comentario!!!

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