CAPÍTULO 5
Jaejoong se
sintió como si acabara de quedarse dormido, pero echándole una mirada al reloj
vio que lo había hecho durante casi doce horas. Al menos, se sentía mejor. Más
fuerte y capaz de hacer todas las cosas que estaban esperándole. Como el niño,
que sin duda, sería raptado esta noche. Y si no esta noche, entonces pronto.
Los secuestros nunca paraban.
Estaba justo
empezando a oscurecer afuera. Los monstruos estaban probablemente preparándose,
planeando dónde atacar.
Era hora de
trabajar.
Se sentó
lentamente, sintiéndose un poco mareado. No estaba seguro de cuánta sangre
había tomado Kyuhyun, pero no había comido desde entonces, y estaba bastante
seguro de que eso no era bueno para la recuperación del volumen de sangre. Bajó
las piernas por el costado de la cama y casi pisó a Yunho. Estaba arrodillado
en el suelo entre pilas de ropa sucia, magníficamente con el pecho desnudo y
con su espada frente a él. Sus ojos estaban cerrados, pero sentía que no estaba
dormido. Su respiración era demasiado profunda y controlada para estar dormido.
Parecía como si estuviera meditando.
No queriendo
molestarle, cuidadosamente caminó rodeándolo dirigiéndose al baño, tratando de
ser silencioso. Estuvo en el servicio durante unos minutos, y cuando salió, aún
no se había movido.
Casi había
logrado llegar a la puerta cuando los dedos de Yunho le aferraron el tobillo
desnudo, justo por encima del calcetín. Ese estremecedor zumbido se deslizó a
lo largo de la pierna y la calentó el cuerpo. Dejó salir un ronco gemido,
incapaz de retener el revelador sonido.
Dios, su toque
se sentía bien. Se quedó allí, absorbiéndolo, dejando que se hundiera hasta los
huesos y se convirtiera en parte de sí.
Era más que un simple placer físico, aunque era eso. Era también un
sentimiento de satisfacción, de apropiado. Cuando le tocaba, todas las cosas
malas de su vida desaparecían durante un momento, dejándole el sentimiento de
limpio y contento. Ninguno de sus errores le perseguía aquí. Ninguno de sus
miedos. Ninguna de sus penas. Era libre. Feliz.
Sus largos
dedos le frotaron el tobillo, deslizándose algunos centímetros por debajo del dobladillo de los vaqueros. Otro
sonido de satisfacción escapó de él, y deseó que moviera esos dedos
arrastrándose hasta arriba del todo. Si él podía hacerlo sentir así de bien
tocándole el tobillo, sólo podía imaginarse cuánto mejor sería si él se
centrara en los lugares más sensibles.
Realmente
quería descubrirlo.
—Kyuhyun tenía razón —dijo Yunho en
una tranquila y casi reverencial voz—. Sí sientes algo, ¿verdad?
—Sí —la
palabra siseó saliendo de él.
Quizás no
debería haberle dejado saber la clase de poder que tenía sobre él, pero no le
importaba. No ahora. Estaba deseando darle casi cualquier cosa y, la verdad,
era fácil de dar.
Él tomó su
mano y se elevó de la posición arrodillada. Extrañaba su toque en el tobillo,
pero lo perdonó tan pronto como sus dedos la trazaron una gentil línea por la
mejilla.
Jaejoong se
estremeció e hizo que los ojos marrones de Yunho se oscurecieran con
satisfacción. Él se inclinó ante su toque, incapaz de detenerse.
— ¿Qué me
estás haciendo?
— ¿Te agrada?
—le preguntó sonando complacido, como si ya supiera la respuesta.
Jaejoong observó
su boca. Era una bonita boca, se veía suave, con un lleno labio inferior que le
hacía desear mordisquearlo.
—Sabes que sí.
—Entonces no
me detendré. Cuanto más cerca estemos, más fácil será para ti.
Jaejoong no
entendía lo que quería decir. Estaba demasiado ocupado decidiendo si iba a
besarlo. Seguro, realmente no lo conocía, y sí, él llevaba una espada y mataba
monstruos, pero eso no era parte de la ecuación si decidía besarlo. Era un
simple asunto de necesitar ver si él sabía tan bien como lo percibía.
Le enredó las
manos en su suave y sedoso cabello y se elevó sobre las puntas de los pies. Él
no trató de detenerlo. De hecho, le encontró a mitad de camino.
Los labios
tocaron los de él y el resto del mundo cesó de existir. Su boca era suave y
firme. Perfecta. No trató de apresurarlo o de meterla la lengua en la boca como
tantos hombres hacían. En cambio, le permitió tomarse su tiempo mientras
aprendía la sensación de él. Le deslizó fuera la lengua y probó la comisura de
su boca.
Yunho dejó
salir un bajo gruñido de apreciación y atrajo su cuerpo contra el suyo. Podía
sentir los músculos de su pecho y abdominales, tan bellamente definidos. Pero
incluso más distracción, era poder sentir su erección a través de los vaqueros,
grande, dura y lista por él.
—Esto no puede
estar pasando —inhaló —. Nada así de bueno puede ser real.
Él deslizó los
dedos bajo la camiseta y los extendió por la desnuda espalda.
—Se siente
bastante real para mí.
Lo volvió a
besar, succionando su lleno labio inferior en la boca. Sus dedos se tensaron en
la espalda, revelando cuánto le gustaba.
Bien, porque
no estaba ni de cerca dispuesto a acabar con él. Había una cama a sólo medio
metro de distancia y estaba ya deshecha de todos modos. Podía también hacer
buen uso de ella.
Jaejoong lo
empujó hacia atrás, hasta que sus piernas golpearon el costado de la cama, pero
él no se sentó, como esperaba. Era demasiado fuerte y sólido para que lo
intimidara a menos que él lo permitiera, y ahora mismo, no lo estaba haciendo.
Se separó de
su boca y le miró.
—No estás
interesado.
Simplemente
decir las palabras casi le hizo gritar. Tenía el cuerpo excitado, resbaladizo y
listo para ser tomado.
—Estoy más que
interesado. Simplemente no estoy seguro de que esto sea inteligente.
—Claro que no
es inteligente. Ni siquiera te conozco. Normalmente no me tiro a extraños.
—Exactamente.
Este no eres tú.
Él tenía
razón. Quienquiera que estuviera en el asiento del conductor de su cuerpo, no
era él. Algo más estaba ocurriendo aquí. Algo loco.
Aún así, tenía
el cuerpo excitado y caliente por él, y no creía ser lo suficiente fuerte para
apaciguarlo. No, cuando sabía que la sombría realidad estaba allí afuera,
esperandole. Esto estaba mucho mejor.
Lo volvió a
besar, a probarlo, permitiéndole a él hacer lo mismo. Sus lenguas se
entrelazaron, haciéndola marearse. Se dejó caer contra él, pero Yunho le elevó,
sosteniendo su peso fácilmente.
Cuando él apartó
la boca él estaba respirando dificultosamente.
—Voy a detener
esto ahora. Antes de que ya no pueda hacerlo. No quiero asustarte.
Lo sentó sobre
la cama, pero no se fue muy lejos, como si estuviera asustado de que él pudiera
desmayarse o algo así.
Cuando otra
oleada de mareos le atravesó, no pensó que eso fuera tan mala idea. Ese
necesitado ofuscamiento estaba desvaneciéndose, pero esta vez no desapareció.
No del todo. Los ojos estaban a la altura del impresionante bulto de sus
vaqueros, y no había ninguna persona con sangre en la cara allí afuera que no
hubiera estado un poco admirado por una vista como esa.
Él lo deseaba,
y la prueba de ello le estremecía hasta los pies.
Jaejoong tenía
que dejar de mirar. Se dejó caer en la cama y se cubrió los ojos con el
antebrazo. El repentino movimiento hizo que la cabeza girara hasta que creyó
que podría vomitar.
¿No lo
excitaría eso?
Ahora que ya
no le estaba tocando, no se sentía tan caliente. De hecho, se sentía más que un
poco enfermo. Las articulaciones dolían y los ojos ardían como si estuviera con
fiebre. Qué mal. No era momento para estar enfermo.
—Debo tomar un
poco de agua o algo. Creo que Kyuhyun pudo haber tomado un poco más que un
vaso.
No podía
verlo, pero podía prácticamente sentir la vibración de su enfado llenando la
habitación.
—No ocurrirá
nuevamente.
Jaejoong ondeó
la mano.
—Estaré bien.
Sólo necesito un poco de zumo y galletas.
—Minho pidió
pizza. ¿Estás interesado?
La idea de la
comida le agitó el estómago, pero sabía que se sentiría mejor si se las
arreglaba para tragar algo.
—La pizza me
viene tan bien como cualquier otra cosa. Dame un segundo y estaré listo.
No tomó la
mano de Yunho cuando se la ofreció para ayudarlo a levantarse de la cama. Él
frunció el ceño, pero podía seguir haciéndolo. Por mucho que disfrutaba con la
manera en la que lo hacía sentir, tenía cosas más importantes de las que
preocuparse. Igual que él.
Estaba
anocheciendo.
El teléfono de
Jaejoong sonó y agradeció la distracción. Se levantó de la cama sin ninguna
ayuda y descolgó.
—Hola.
—Jaejoong, soy
Juniel del Hospital Twin Oaks. Creo que deberías venir aquí inmediatamente —la
voz de la mujer era alta y aguda, casi frenética.
Algo terrible
había pasado.
Jaejoong
enderezó las rodillas para evitar caerse al suelo de miedo. Muchas cosas
horribles le destellaron en la mente. Kibum era tan frágil. Podía ser herido
tan fácilmente.
— ¿Qué ocurre,
Juniel?
—El doctor
dijo que no te molestáramos, que se las arreglaría, pero creo que querrías
saberlo.
— ¿Saber qué?
Por favor, Dios, permite que Kibum esté bien. Jaejoong no creía que pudiera soportar
perder a otro hermano.
—Kibum se ha
puesto peor. Mucho peor.
Parte de Jaejoong
estaba aliviado de que estuviera aún vivo, aunque el resto estaba hirviendo de
furia. ¿Por qué no la habían llamado antes?
— ¿Ocurrió
algo?
—No lo sé. Su
deterioro parece demasiado repentino —dijo Juniel—. Realmente, creo que
deberías venir. Te necesita.
Yunho observaba que
el rostro de Jaejoong palidecía. Quienquiera que estuviera al teléfono le había
asustado más que unos demonios atacándolo con las garras extendidas y los
dientes desnudos. No podía escuchar lo que estaban diciendo al otro lado, pero
no tenía que oírlo para saber que era malo.
Acortó la
distancia entre ellos, asegurándose de estar lo bastante cerca como para
atraparlo si se desmayaba o algo así. Se veía como si estuviera a punto de
hacer justamente eso.
—Está bien
—dijo—. Estaré allí en veinte minutos.
El teléfono
cayó de los dedos de Jaejoong. Se le veía vulnerable. Asustado.
Yunho se movió
para poner los brazos a su alrededor, pero se escabulló del toque.
Igual que Tiffany
había hecho tantas veces.
No iba a pasar
de nuevo. No con Jaejoong.
Él salió de la
habitación con él tras los talones, negándose a dejarle alejarse de él.
—Dime qué está
ocurriendo —le urgió.
Kyuhyun estaba
durmiendo en el sofá y se despertó ante el ruido. Minho estaba viendo lucha
profesional y estaba levantando pesas del impresionante mini gimnasio de Jaejoong.
Le dirigió a Yunho una mirada interrogativa y Yunho le contestó con un
encogimiento de hombros de infiernos‑si‑lo‑sé.
Jaejoong se
detuvo en la cocina y comenzó a hurgar entre papeles y correspondencia. Un
resplandeciente brillo de lagrimas la llenaba los ojos, pero parpadeó varias
veces para limpiárselas.
—Yo, uh,
necesito irme. Es una emergencia.
— ¿Qué
emergencia?
Los
movimientos se volvieron más frenéticos y comenzó a arrojar la correspondencia
al suelo como si buscara algo.
—Sólo necesito
irme —dijo—. Cierra con llave cuando salgas.
Él estaba
temblando. Pálido. Esa confianza, dura como una piedra, que había visto antes
había desaparecido ahora, dejándolo viéndose hecho añicos y asustado. Yunho
quería atraerlo a los brazos, pero no se atrevía a tocarlo. Tenía que recordar
que sólo estaba cooperando con él porque se había ofrecido a pagarle.
—No voy a
abandonarte —le dijo.
No creía que
estuviera, de ninguna manera, bien para conducir con seguridad. Además, fuera
lo que fuera, quería estar allí para él. Sólo en caso de que necesitara ayuda.
Él trabajaba gratis.
—Déjame
conducir.
—No, gracias.
Puedes quedarte aquí si quieres. No me importa. Volveré lo más rápido que pueda
—cortó un trozo de rollo de papel de cocina y se frotó los húmedos ojos.
— ¿Puedo hacer
algo? —preguntó Minho, viéndose un poco demasiado esperanzado para la
tranquilidad mental de Yunho.
— ¿Habéis
visto mis llaves?
—No, lo
siento.
Sin tener nada
más que hacer para ayudarlo, Yunho comenzó a buscar sus llaves también.
—Dime qué está
ocurriendo. Quizás pueda ayudar.
—Aprecio el
gesto, pero no hay nada que puedas hacer salvo salir de mi camino para que así
pueda encontrar mis malditas llaves —su voz quedó atrapada en un sollozo, uno
que trató y falló en esconder.
Yunho no pudo
soportarlo más. Tenía que consolarlo. Ayudarlo. Algo.
Lo tomó por el
brazo y lo giró, y en el segundo en que la palma tocó su piel se vio invadido
por sensaciones de placer físico. Inspiró por la fuerza de ello. El cuerpo se
estremeció. Cantaba de alegría. Cada célula dentro de él estaba realizando un
feliz pequeño baile que lo hacía querer romper a carcajadas. Gran parte de su
vida la había pasado con dolor y se había olvidado lo que era vivir sin él.
Los ojos
azules de Jaejoong se abrieron de par en par y comenzó a observarlo estupefacto.
Las pupilas se dilataron y la mirada descendió a su boca.
Y luego lo
golpeó, una oleada de lujuria que chocó contra él y lo recorrió por completo.
El cuerpo se endureció tan rápido que dolía, pero incluso ese dolor era una
clase de placer. La piel se calentó y la sangre se espesó en las venas. Se le
hizo la boca agua por probarlo, y los dedos se tensaron alrededor de su piel,
buscando un contacto más cercano.
Los labios de Jaejoong
se abrieron al tiempo que aspiraba un sobresaltado aliento y él supo que tenía
que besarlo. Iba a forzarlo a abrir la boca y que le dejara probarlo, y no iba
a detenerse allí. Iba a acostarlo en el suelo e iba a probar cada pulgada de
suave piel, cada dulce hueco y curva. Iba a desnudarlo y hacerlo suyo en la más
básica y primitiva de las maneras que conocía.
Mío,
gritaba su alma, y sabía que si se movía incluso un centímetro hacía sus
labios, estaría perdido, incapaz de detenerse sin importar lo que él quisiera,
sin importar qué emergencia tenía que enfrentar. Nada más en la vida de Jaejoong
podría, posiblemente, ser más importante que su necesidad por él.
Y esa verdad
penetró en él como agua helada, extinguiendo su lujuria hasta que sólo quedó
una pila de cenizas de deseo.
Con cuidadosos
movimientos, Yunho soltó el agarre sobre Jaejoong y apartó la mano. Perder el
contacto con él lo dejó ardiendo y con picazón por todas partes, pero él se
regocijaba en ese dolor. Significaba que había esperanza, esperanza de que Jaejoong
fuera la pareja que pudiera salvarlo.
Ahora Yunho
era el que estaba temblando.
Jaejoong frotó
las manos sobre el lugar donde él la había sostenido por los hombros y lo miró
con una mezcla de confusión y temor.
—Nunca más —le
dijo—. Nunca vuelvas a tocarme.
Jodidamente
imposible, pero mantuvo la boca prudentemente cerrada y continuó con la
búsqueda de las llaves. Las encontró escondidas debajo de la tapa de una caja
abierta de pizza y las ondeó delante de él.
—No estás bien
como para conducir. Al menos, déjame llevarte a donde sea que te dirijas.
Él vaciló y él
pudo sentir su indecisión, así que utilizó la última munición.
—Sea lo que
sea, no podrás arreglarlo si te estrellas en el camino.
Cuando sus
hombros se derrumbaron, supo que había ganado.
—Bien —dijo—.
Pero si no conduces lo suficientemente rápido, te tiraré de mi camioneta.
Este fic es una adaptación, no es mío,
yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO
PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA
PRINCIPAL: YUNJAE