martes, 24 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 4

CAPÍTULO 4


Zillah odiaba ser convocado por un niño, pero le siguió el juego, porque le convenía.
Mi señora —saludó a Amber haciendo una leve reverencia, suficiente para calmar su ego—. ¿En qué puedo servirle?


El pálido cabello de Amber resplandecía en contraste con el resto de su entorno. Todo en sus aposentos personales era de un profundo y rico rojo, el color de la sangre fresca. Cortinas de terciopelo revestían la cámara y una espesa y mullida alfombra sobre el suelo ayudaba a silenciar el sonido de su voz para que no hiciera eco en las paredes de la cueva. Sentía claustrofobia aquí, aunque ninguna de las habitaciones más pequeñas parecía tener efecto sobre él. Extraño.
Tal vez era la compañía lo que encontraba tan asfixiante.
Su pequeña y redondeada cara adoptó un aire despectivo con ira hacia él.
—Él lo ha hecho de nuevo —dijo Amber.
Zillah resistió el impulso de zarandear a la chica. La necesitaban demasiado como para matarla justo ahora. Sería pronto, pero no todavía.
— ¿Quién ha hecho qué? —preguntó con un tono paciente, como si él no tuviera un centenar de asuntos más apremiantes que exigían su atención.
Sus rizos se agitaron furiosamente cuando ella se giró sobre sus talones.
— Kim Jaejoong. Robó al niño que necesitaba antes incluso de que tuviéramos la oportunidad de traerlo aquí y saber si era el adecuado.
—Encontraremos a otro —la tranquilizó Zillah—. No debe alterarse.
— ¿Alterarme? —preguntó, aparentemente con la voz tranquila.
Amber caminó hacia él y aunque sólo pesaba casi tanto como su pierna, a pesar de eso, ella le aterrorizaba. Había algo dentro de esos negros ojos que le hizo sentir frío. Miedo. No importaba que gobernara un ejército de miles de personas. No importaba que ejerciera más poder que todos los desatados Amaterasu combinados. Ni siquiera importaba que ella fuera una pequeña cosa que podía romper con un descuidado gesto de la mano.
Amber era poderosa de una forma que no podía comenzar a entender. Ella sabía… cosas. Podría destruirlo, con nada más y nada menos que el esfuerzo de sonarse su delicada nariz y él ni siquiera lo vería venir.
Por todo lo que él sabía, ella ya le había sellado el destino.
—No tenía intención de darle poca importancia a su sufrimiento, mi señora. Sólo quería decir que todo estará bien. Vamos a encontrar a otro niño.
—No con su linaje. No ha habido un niño humano tan fuerte como él nacido en dos siglos. Necesitamos esa fuerza si queremos tener éxito.
—Todavía hay tiempo. La chica sólo tiene catorce años.
—Por eso es por lo que quería al niño ahora. Aún estamos a tiempo de alterarlo para ser apropiado para ella —dijo como si él fuera el niño.
Zillah resistió la tentación de abofetearla, y mantuvo su voz firme.
— ¿Debo enviar a otra unidad para recuperarlo?
—No. Este hombre es el único que debe ser detenido. Jaejoong. Es el único que sigue robando mis juguetes. Quiero matarlo.
—Por supuesto, mi señora. Será como usted desee. Voy a enviar tropas inmediatamente —Zillah hizo una pequeña reverencia, despidiéndose a sí mismo, más que listo para estar lejos de su compañía.
Su táctica para irse no surtió efecto. Los ojos de Amber tenían esa vidriada mirada, lo que significaba que estaba teniendo una visión.
El momento era inconveniente, pero no tenía más remedio que quedarse y enterarse qué estaba viendo ella. Estas visiones era la única razón para soportar pacientemente su petulancia. La única razón de que no hubiera alimentado a sus mascotas con ella.
Ella se desplomó en el suelo, pero Zillah no se atrevió a ayudarla. Nadie tocaba a Amber. Nunca. Ella se levantó, jadeando y temblándole todo el cuerpo. Si él hubiera tenido algún instinto paternal, le habría estado retumbando en los oídos en este momento. Pero no lo tenía. Preferiría verla morir que prestarle ayuda. Desde que había venido aquí, cada criatura que la había tocado moría a los pocos días, gritando en agonía.
Si no hubiera sido tan frágil, hubiera sido un arma formidable contra los Caballeros de la Luz. Enviándola, dejándola interpretar el papel de niña y abrazándolos a todos. Un complejo entero podría ser destruido en cuestión de días.
— ¿Qué habéis visto? —preguntó él, ansioso por saber y escapar de su presencia.
Amber estaba pálida, y si no hubiera sabido que ella era incapaz de ello, habría pensado que parecía asustada.
—Olvida al chico. Hay otro al que debemos encontrar y traer aquí.
— ¿Otro? ¿Quién?
—No quién. Qué.
— ¿Qué, entonces?
Se apartó los rizos lejos de la cara de muñeca.
—Cebo. Cebo irresistible.
—No lo entiendo —dijo él.
—Lo sé —respondió Amber con torpe y discordante desprecio en la voz de niña—. Nunca lo haces.


Tan pronto como Kyuhyun estuvo seguro de que Yunho estaba ocupado con Jaejoong, llamó a Siwon, el líder de los Susano's.


—Sí —respondió Siwon.
— ¿Puedes hablar?
—Sí.
—Hyun Woo fue secuestrado por los Yokai anoche.
—Lo siento, Kyuhyun. Sé que era uno de tus éxitos más recientes. Debes estar desolado. ¿Has encontrado el cuerpo?
—Lo tenemos con vida.
Un atónito silencio llenó la línea.
— ¿Cómo?
—Un hombre llamado Kim Jaejoong. Busca hasta dar con niños perdidos. Lo encontró.
— ¿Dónde está ahora?
—Con sus padres.
— ¿Y el hombre? —preguntó Siwon.
—Estoy en su apartamento. Con Yunho. Creo que es su pareja.
— ¿Otra pareja? —Dijo Siwon con temor—. ¿De dónde viene?
—Todavía estoy trabajando en eso. Su educación fue bastante normal, pero es fuerte. Tal vez incluso tan fuerte como Donghae.
— ¿Puedes localizar a sus padres?
—Su madre ha muerto. No creo que sepa mucho acerca de su padre. No fui capaz de buscar demasiado profundamente en su mente, con dos Amaterasu de pie haciendo guardia sobre él. Tal vez si puedo sorprenderlo solo.
— ¿Puedes llevarlo al Castillo Matsumoto?
—Sí. Esta noche. Victoria le ha ordenado a Yunho que se la presente.
—Bien —dijo Siwon—. Mientras tanto, averigua lo que puedas sobre Hyun Woo. Voy a visitar a sus padres y a consolarlos. No queremos que se preocupen de que esto vaya a suceder con el niño que están esperando.
— ¿Ella está embarazada de nuevo?
—Sí, pero no lo sabe todavía. Vamos a dejar que lo descubran por sí mismos. Nuestra intervención será menos evidente de esta manera.
Otro éxito. Kyuhyun no podía creer que su plan estuviera funcionando. Tal vez había merecido la pena todo el sufrimiento y el hambre que habían pasado.
—Se tendrán que mudar, para estar seguros.
—Yo me ocuparé de ello. Voy a ver si puedo convencer a alguno de los Tsukuyomis para vigilar a la familia, también.
Esa idea aprisionó el pecho de Kyuhyun.
— ¿Por qué? ¿Crees que los Tsukuyomis estarán de acuerdo?
Hubo una larga pausa, como si Siwon estuviera decidiendo qué decir. O si no decir nada.
—Tal vez. He estado... negociando con ellos. Esto va bien.
El shock congeló el cuerpo de Kyuhyun. Ninguno de su especie había tenido tratos con los Tsukuyomis desde que los Amaterasu les declararon la guerra. Eran una raza violenta, orgullosa y mortal de cambia formas que hacía tiempo que habían dado la espalda a los humanos. Ellos se protegían y se mantenían a sí mismos.
—¿Y si los Amaterasu averiguan que estamos tratando con los Tsukuyomis? No les gustará saber que nos hemos aliado con sus enemigos.
—Es por eso que nunca lo sabrán. Esta guerra es ridícula, de todos modos. Me niego a tomar partido.
—Ya lo hicimos. Elegimos el bando de los Amaterasu.
—Sólo porque su sangre era más pura. No porque ellos tuvieran razón.
Algo en lo que dijo Siwon disparó una alarma en la mente de Kyuhyun.
—Dijiste que las negociaciones iban bien. ¿Qué posible oferta podrías hacer a los Tsukuyomis?
—Quieren participar en el proyecto E.L.F.
— ¿Les hablaste sobre eso? ¿Estás loco?
—No se lo dirán a los Amaterasu. Están más interesados en mantener nuestros secretos. A ellos les hace tanta falta reforzar su linaje como a nosotros. Sus poderes prácticamente han desaparecido.
—Pensé que eso era lo que querían. Detener la lucha contra los Yokai y sentarse a vivir como los humanos.
—Entre ellos ha habido un cambio en el gobierno. Kim Min Seok ha llegado al poder y ha exigido a su pueblo regresar a las viejas costumbres o abandonar la manada.
—Él era sólo un niño cuando lo vi por última vez.
—Las cosas han cambiado. Para mejor.
Kyuhyun no estaba tan seguro, pero no tenía otra opción que confiar en el liderazgo de Siwon, hasta que pudiera averiguar la verdad por sí mismo. Además, ya era demasiado tarde. Los Tsukuyomis ya sabían demasiado, y no eran fáciles de matar.
—Ten cuidado —advirtió Kyuhyun—. Hay demasiado en juego como para arriesgar tantos años de esfuerzo.
—Siempre tengo cuidado —Siwon parecía cansado. Débil.
—Tendré sangre para compartir cuando regrese —dijo Kyuhyun.
Prefería mantener toda la fuerza que Jaejoong le había dado para sí mismo, pero no podía ser tan egoísta. La supervivencia de su raza le exigía que no lo fuera. Las cosas cambiarían pronto para su pueblo. El Proyecto E.L.F. se encargaría de eso.
—Gracias, hermano. Es penosamente esencial.
Kyuhyun oyó los pesados pasos de Minho venir por el corredor hacia el apartamento de Jaejoong.
—Tengo que irme.
Colgó el teléfono justo antes de que Minho entrara llevando dos grandes bolsas de comida. Le lanzó a Kyuhyun una sospechosa mirada, como si supiera sobre la conversación que acababa de tener. Por otra parte, Minho siempre parecía desconfiado.
— ¿Qué has estado haciendo, sanguijuela?
Kyuhyun odiaba el término despectivo, pero se negó a dar evidencia de ello.
—Sólo descansando. Siempre me siento débil cuando el sol está levantado.
—Sí, claro. Doy fe de ello.
— ¿Qué trajiste?
—Desayuno. Mucho. Espero que tengas hambre.
—Siempre —dijo Kyuhyun.



Minho no estaba seguro de cuánto tiempo más podía esperar a que la mujer apareciera. Se había quedado con Kyuhyun maldiciendo siempre que caía adormecido, y Minho no quería que el chupasangre supiera cómo de grave estaba. Nadie podía saberlo.
Se apoyó en la puerta del apartamento de Jaejoong, donde había estado esperando durante los últimos veinte minutos. La madera fresca le alivió el ardor en la piel, pero no hizo nada por el resto de él. El dolor pulsaba en su interior, creciendo cada vez más con cada latido del corazón. Las chispas de energía en el aire, lo encontraron y lo bombardearon, haciéndole desear gritar. No podía recibir más poder. Tenía que desviar alguno. Correcto. Ahora. Minho estaba bastante seguro de que hoy era el día en el que iba a morir. Y si no lo era, estaba totalmente seguro de que no quería saber cuánto peor podía herirse.
Si sólo hubiera sido capaz de conseguir más combates en los últimos días, habría purgado parte del poder de esa manera. O al menos, no añadirlos a la gigante piscina de energía que amenazaba con destruirlo en un sangriento caos. Pero no había sido capaz de luchar hasta la noche anterior. Habían gastado demasiados días conduciendo de aquí para allá en busca de Jaejoong para que Yunho pudiera sentirse mejor.
Maldito pensamiento.
Por supuesto, si Jaejoong hubiera sido la pareja de Minho, hubiera merecido la pena. Él daba por hecho que cuando su alma comenzara a morir, no sentiría esperanza alguna. Gracioso lo equivocado que había estado. No estaba seguro de si todavía podía ser salvado o no, pero sabía qué era lo que quería: poner fin a su sufrimiento, de una manera u otra.
En el fondo de la mente de Minho, seguía sufriendo por el hecho de que no sentía conexión alguna con Jaejoong.
Una vez más, su alma había comenzado a morir hacía meses, y era cada vez más difícil sentir nada. Era uno de los de la Banda de los Áridos, el grupo secreto de Amaterasu que ya no llevaba las hojas en sus marcas de vida. Sus almas estaban muertas, pero se ayudaban unos a otros a esconderlo de los otros Caballeros de la Luz, fingiendo ser normales. Si algún otro Caballero de la Luz lo supiera, serían marginados. O peor aún, enviados a los Tsukuyomis.
Minho se apretó la palma de la mano contra el pecho, donde la presión era peor. La Banda era un tipo de grupo de sólo‑con‑invitación, pero uno de los hermanos lo había reclutado a tiempo para frenar la caída de su última hoja. Ahora colgaba medio caída en la piel, moviéndose demasiado lentamente para que el ojo lo viera. Los otros hombres decían que la desaceleración de la caída le ayudaría a aferrarse a sus principios. O al menos lo suficiente como para pretender engañar al resto de Caballeros de la Luz.
Minho no estaba convencido de que estuviera funcionando. Todavía estaba empeorando día a día. Otra ola de presión explotó dentro de él, casi rasgándole en trozos. Se deslizó hasta el suelo y se arrastró a sí mismo en una apretada pelota, con la esperanza de mantener las tripas sin vomitar el ombligo. Un grito de dolor crecía dentro de él, pero había aprendido hacía mucho tiempo a no hacer ruido. Nadie fuera de la Banda de los Áridos podía saber que estaba perdido, que ya no pertenecía a ellos.
Un suave golpe en la puerta hizo le eco en los oídos como su salvación. Ella finalmente estaba aquí. Minho encontró la fuerza para darse empuje a ponerse de pie y abrir la puerta. La mujer al otro lado parecía ser cuarentona, pero probablemente era una década más joven. Tenía pelo rubio rizado, y el maquillaje de anoche todavía rodeaba sus apagados ojos marrones. No era bonita, pero llevaba puesta una corta falda y eso era suficiente para él.
—Soy Hwang Bo —dijo con una falsa sonrisa.
Minho tiró de ella al interior del apartamento y cerró la puerta.
—No importa —dijo él rechinando los dientes.
Su voz era áspera, con dolor, pero no importaba, tampoco.
No había verdadera privacidad en el pequeño apartamento, por lo que llevó a Hwang Bo a la cocina, que era tan adecuada como lo que él podía conseguir. Kyuhyun estaba aletargado en el sofá, no muy lejos, pero normalmente los Susano dormían como los muertos durante el día.
—Bueno, ¿no eres del tipo conversador? —dijo Hwang Bo.
— ¿Cuánto? —exigió él.
—Depende de lo que quieras.
—Joderte. ¿Cuánto?
—Cien para una jodida auténtica. Las perversiones te costarán un extra.
Minho sacó algunos billetes de la cartera y se los lanzó a ella. No estaba seguro de cuánto había, pero era más que suficiente, basándose en la manera en la que sus apagados ojos se iluminaron.
—Cuidaré bien de ti, querido —ronroneó.
Minho no podía esperar mucho más. Debía tener algún tipo de liberación para toda la presión rechinando en su interior. El sexo funcionaba mejor que cualquier cosa además de exterminar demonios Yokai. La agarró de las caderas y le dio la vuelta, de espaldas a él. Realmente no quería mirarla mientras la utilizaba, aunque no estaba seguro de por qué le importaba.
Ella se agarró del mostrador para no caerse, diciéndole que estaba siendo un poco rudo. Así la jodería. Era una profesional. Podía soportarlo.
Minho empujó su corta falda y bajó sus bragas con una mano mientras se liberaba la polla con la otra. Olía a drogas y a desesperación, lo que le habría molestado en algún momento de su vida. Ya no. Ahora, simplemente le importaba que no lo jodieran.
—Cálmate, muchachote. Debes protegerte primero —Hwang Bo sujetó un condón por encima del hombro.
Minho aborreció la interrupción. El dolor estaba golpeándole sólidamente para follarla duro y rápido, pero sabía por experiencia que ponerse la cosa era la manera más rápida de conseguir lo que quería. No quería que gritara y despertara a Kyuhyun o Yunho.
Se cubrió y usó una mano para forzar sus hombros hasta el mostrador de la cocina. Ella lanzó un gruñido, pero no se quejó. Minho metió la polla dentro de ella y se puso a trabajar. Ella empezó a hacer ruiditos como si lo estuviera disfrutando.
—Cierra la maldita boca —le gruñó a ella.
Hwang Bo lo hizo.
A Minho no le llevó mucho tiempo. Unos cuarenta y cinco segundos. Eyaculó sin hacer un sonido, pero Hwang Bo era un profesional y sabía cuando un hombre había terminado.
Ella se enderezó, pero Minho empujó su espalda hacia abajo.
—No he terminado todavía.
—Odio discutir, pero sentí que…
—Dame otra goma o lo haré a pelo.
Hwang Bo enganchó otro condón de su sujetador y se lo entregó. Minho se quitó el usado y lo arrojó a la basura antes de colocarse uno limpio.
La prostituta intentó moverse, pero Minho la mantenía las caderas clavadas. Todavía estaba duro, palpitante, como si no hubiera tenido una mujer en un año. El orgasmo no había hecho mucho, pero al menos no sentía como si el cuerpo fuera a destrozársele más.

Tal vez, las próximas tres o cuatro veces le harían sentirse normal de nuevo. Al menos por un corto tiempo. 


Su alma está llorando pero él no lo nota. Ya no siente nada. Sólo dolor.

Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: YUNJAE

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