lunes, 2 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 20

CAPÍTULO 20
Donghae acababa de darse una ducha y vestirse a la mañana siguiente cuando oyó un sonido que era música para sus oídos.
—Quiero verlo ahora o llamo a la policía —dijo la señorita Boa con su voz cansada por la edad.
Donghae salió rápidamente a la sala de estar, llegó hasta ella y abrazó a la señorita Boa contra su pecho en un abrazo gentil. Tuvo que luchar por no agarrar a la mujer muy fuerte en su excitación.
— ¿Qué está haciendo aquí?
La señorita Boa fue a toda prisa caminando hacia el sofá.
—Esos muchachos me trajeron aquí —murmuró.
— ¿Qué muchachos?
—Yi Soo y Han Kang —contestó Eunhyuk—. Parece que la señorita Boa es una de esas personas estúpidas a las que no se les pueden borrar sus recuerdos. Cuando Young Woon me habló sobre eso, le dije que disfrutarías haciéndola venir a vivir aquí, en Castillo Matsumoto, con nosotros.
Le estaba sonriendo y Donghae sintió una oleada de ternura llenándolo en respuesta. Era tan hermoso. Y le había traído a la señorita Boa. Su amiga estaba a salvo.
La señorita Boa le frunció el ceño a Eunhyuk.
—Como si me hubieran dado alguna opción. Esos dos muchachos no escucharon ni una palabra de lo que decía. Les dije que no diría nada, pero no escucharon. Quise darles un latigazo a los dos.
—Tal vez después —la apaciguó Eunhyuk—. ¿Por qué no viene a desayunar con nosotros en lugar de eso? El comedor debería haberse despejado un poco para esta hora y todos podemos ir.
—Eso suena maravilloso —dijo Donghae—. Así me puede hablar sobre todo lo que sucedió después de que salimos de la hacienda.
La señorita Boa empezó a despotricar mientras salían por la puerta y no hubo terminado hasta que Donghae había bebido su segunda taza de café.
—Así que me dijeron que puedo quedarme aquí para que los monstruos no me lleven. Supongo que tendré mi propia habitación hoy, más tarde.
Eunhyuk tomó la mano de Donghae y la puso en su muslo. Le acarició la parte de atrás con un deslizamiento vagabundo de sus dedos. Donghae tuvo que esforzarse para concentrarse en lo que su amiga le decía.
—Eso suena grandioso. Es un lugar muy bonito.
La señorita Boa lanzó un pequeño bufido.
—Supongo. Pero no es el hogar.
Eunhyuk le dirigió a la señorita Boa una sonrisa indulgente.
—Los Pami se encargarán de trasladar todas sus cosas a aquí, lo que le ayudará a establecerse. Y por supuesto, Donghae y yo ayudaremos de cualquier forma en que podamos.
La señorita Boa no pareció convencida.
—No me gusta no ganarme el sustento, y ese Young Woon suyo se rehusó a tomar mi dinero.
—No lo necesitamos —dijo Eunhyuk—. Hemos vivido lo suficiente para comprender el poder del interés compuesto.
—Me gustaría enseñarle a esos muchachos, Han Kang y Yi Soo, una cosa o dos. No tienen un solo modal entre los dos.
Eunhyuk sonrió de oreja a oreja.
—Creo que esa es una idea excelente. Tenemos a algunos buenos maestros aquí, pero siempre podríamos necesitar otro. Hay muchos niños humanos que se beneficiarían de su experiencia.
Los ojos legañosos de la señorita Boa se iluminaron de un modo que Donghae nunca había visto antes.
—Supongo que podría intercambiar mis servicios educativos por comida y alojamiento.
—Hablaré con Young Woon sobre eso, si quiere —ofreció Eunhyuk.
—No, gracias. Preferiría hablar con él yo misma. Para asegurarme de que comprenda cómo van a funcionar las cosas por aquí.



La sonrisa de Eunhyuk se amplió y Donghae esperó que Young Woon fuera lo suficiente hombre como para aceptar a la señorita Boa.
Antes de que pudiera preguntar a la señorita Boa sobre sus planes, Hyesung llegó a su mesa.
—Llegó la hora —dijo.
Hyesung se veía precioso esta mañana, con una suave túnica gris similar a la que había vestido ayer, pero con un delicado bordado alrededor del escote. Su pelo oscuro destelló con hebras de plata y sus ojos negros se volvieron fríos mientras bajaba la mirada hacia Donghae.
—No es sabio mantener a Victoria esperando.
Eunhyuk se limpió la boca con una servilleta y se deslizó suavemente sobre sus pies. Donghae no podía evitar admirar la manera en la que se movía, la manera en la que fue formado, como si hubiera sido hecho sólo para su placer. La suave tela de su camisa se aferraba a su pecho musculoso y sus hombros, y todavía podía recordar cómo se había sentido debajo de sus palmas la noche anterior… completamente duro y  ardiente… y sus esfuerzos por llevarlo al clímax.
Eunhyuk le dirigió una sonrisa secreta, como si hubiera leído sus pensamientos, y le ofreció su mano. La tomó, contento de tener su fuerza para estabilizar sus nervios.
—Si nos disculpa, señorita Boa —dijo, inclinando la cabeza hacia la mujer mayor—. Tenemos una cita que atender.
La señorita Boa agitó una mano manchada por la edad.
—Id, chicos. Tengo trabajo que hacer.
Hyesung los guió fuera del comedor, moviéndose lo suficientemente rápido para que su falda larga ondeara detrás de él.
— ¿Estás seguro de que Victoria podrá ayudarme descifrar mi visión? —Le preguntó a Eunhyuk mientras seguían detrás de Hyesung bajando un largo corredor.
—Sí —dijo Eunhyuk al mismo tiempo que Hyesung decía “No”.
Grandioso. Donghae ignoró a Hyesung. Obviamente el tipo no había tomado su café aún esta mañana. Parecía cansado, preocupado y enfadado, y el corazón de Donghae saltó en comprensión. Si lo que Eunhyuk había dicho era cierto y Hyesung pensaba en él como en un hijo, entonces no era extraño que no estuviera encantado. Donghae no iba nunca a ser lo que esta gente quería. Una parte de él estaba contento porque no podía verse haciendo alguna vez lo que había hecho Hyesung la noche anterior. De ninguna enloquecida manera.
La mano de Eunhyuk se deslizó sobre su espalda en una caricia reconfortante. Donghae se permitió disfrutar de ello, recordando muy bien la clase de magia que sus manos ejercían. Había tenido suerte, había encontrado unos pocos minutos disponibles para tener a Eunhyuk a solas y hacer todas las cosas que había pensado hacer con él antes de que cayera dormido la noche anterior.
Hyesung se paró ante una puerta al final de un largo vestíbulo y Donghae casi tropezó con él. Eunhyuk le detuvo antes de que pudiera avergonzarse y Donghae se dio una sacudida mental. Necesitaba concentrarse. Esta reunión era importante.
Hyesung llamó a la puerta y fue respondida por un enorme hombre. Tenía casi un metro noventa y cinco de estatura, pesadamente musculoso, con extremidades gruesas y vigilantes ojos verde musgo. Su cuerpo estaba marcado con diversas pequeñas cicatrices, y debajo de la tela apretada de su manga izquierda, Donghae pudo ver las ramas vacías de su marca de vida. Era otro Amaterasu... uno con el que no se había encontrado.
Inclinó su cabeza ante Hyesung.
—Señor.
—Buenos días, Junjin. ¿Está lista Victoria?
Los ojos de Junjin se dirigieron hacia Donghae, se deslizaron desde su cabeza hasta sus pies y de regreso otra vez como clasificándolo en el parpadeo de un ojo.
—Lamento que mis deberes hacia Victoria me impidan ofrecerle mi voto —le dijo a Donghae con una voz profunda, retumbante.
¿Voto? Quería decir ese voto sangriento que el resto de los hombres le habían dado. ¿Qué decía uno ante algo parecido?
—Oh, está bien.
Inclinó su cabeza ante él como lo hizo ante Hyesung.
—Victoria le verá ahora.
Junjin abrió de par en par la puerta y dio un paso a un lado para dejarles entrar. La suite estaba arreglada tal como la de Eunhyuk, pero decorada de forma diferente.
La sala de estar estaba terminada en una mezcla llena de volantes lavanda y rosa con cortinas de encaje y servilletitas en todas partes. El mobiliario era sorprendentemente pequeño, excepto por un gran asiento reclinable que era lo suficientemente grande para la masa de Junjin e, incluso ese, estaba cubierto por una tela floreada rosa pálido.
Donghae apostaría que a Junjin le gustaba.
Junjin miró a Eunhyuk y a Hyesung.
—Por favor, esperen aquí.
—Vengo con él —dijo Hyesung.
—No lo verá. Lo sabe.
Una tristeza frustrada apretó la boca de Hyesung e hizo destellar sus ojos negros.
— ¿Preguntarás otra vez, por favor? ¿Por mí?
Junjin dejó escapar un suspiro resignado y asintió. Se volvió hacia un dormitorio, entró cerrando la puerta, y regresó un minuto después. Realmente esquivó la mirada fija de Hyesung.
—Nada ha cambiado, mi señor. Lo siento.


Hyesung contestó con una rígida inclinación de cabeza y enderezó los hombros.
—Esperaremos aquí —le dijo a Donghae.
Una clase tranquila de aprensión se estableció sobre Donghae. No tenía idea de quién era Victoria, pero ciertamente, no podía imaginarse a nadie lo suficientemente fuerte como para que hiciera a Hyesung retroceder. Ese hombre estaba formado de acero templado y preciso. Alguien que hiciera a Hyesung parecer castigado tenía que ser formidable, ciertamente.
Eunhyuk le capturó la cara entre sus palmas.
—Estarás bien.  Lo prometo. No te dejaría entrar ahí si no creyera que sea verdad.
Donghae encontró suficiente confianza para asentir. Eunhyuk le dio un beso rápido en la boca que consiguió distraerlo de su preocupación, y siguió a Junjin hacia el dormitorio. Le abrió la puerta, pero no le siguió hacia dentro. En lugar de eso, le encerró adentro, a solas con Victoria.
El dormitorio de Victoria, como la sala, era todo volante, adornos y tonos pastel. En un extremo de la habitación, debajo de una ventana con cortinas de encaje, estaba su diminuta cama de acero blanco. En el otro, había una pequeña mesa y sillas hechas de madera intrincadamente tallada. Estaba en una de esas sillas. Victoria era una niñita. De no más de ocho o nueve años de edad.
—Donghae —le saludó Victoria con la voz aguda de una niña—. Ven a sentarte conmigo.
Victoria llevaba un vestido con volantes en azul suave que hacía juego perfectamente con sus ojos. Su cabello rubio caía en largos bucles y estaba atado atrás con una cinta azul a juego. Era una bella niña con facciones como de muñeca, grandes ojos claros, una boca pequeña pero llena, una nariz insolente y suaves mejillas redondas. Sus zapatos negros brillantes y sus calcetines cortos llenos de encaje se asomaban por debajo de la mesa.
En frente de Victoria había una muñeca que se veía exactamente igual a ella, excepto por los ojos y el vestido. La muñeca llevaba puesto un severo vestido blanco y sus ojos eran tan negros y brillantes como los zapatos de charol de Victoria. Delante de las dos había un delicado juego de té de porcelana china y un platito en un mantelito individual de encaje. Un tercer juego estaba puesto... el que Victoria había movido para que Donghae lo usara.


Sin saber qué más hacer, Donghae se sentó en la silla de tamaño infantil, sintiéndose enorme y larguirucho, mientras intentaba apretar las piernas bajo la mesa.
— ¿Té? —Victoria preguntó educadamente.
Donghae asintió, desconcertada por los modales perfectos de la niña. Victoria llenó la taza de Donghae de una tetera pintada a mano así como también su taza y la de su muñeca.
—He sido informada de que has tenido una visión de tu propia muerte —dijo. Su voz era infantil, pero su manera de hablar era cualquier cosa menos eso—. ¿Puedo verla? —preguntó.
—Eh. ¿Cómo?
Victoria le dirigió una sonrisa condescendiente y extendió una pequeña mano hasta la sien de Donghae. Su visión relampagueó en su cabeza con vívido detalle. Podía ver la curva de cada lengua de fuego mientras le consumía. Podía escuchar su hambriento rugido y sentir el calor consumiendo su vida. Donghae jadeó y su cuerpo se puso rígido contra la visión, tratando de expulsarla. Tan repentinamente como había llegado, se fue de nuevo. Donghae estaba jadeando y enroscado en el suelo sobre su costado. Victoria estaba encima de él con una expresión débilmente curiosa en su cara.
— ¿Estás bien? —Preguntó dulcemente.
Donghae sintió como si fuera a vomitar. Sus músculos estaban anudados y resbalosos, el miedo aceitoso exudaba desde sus entrañas, enfermándolo. Pero no iba a decirle a la niña eso. En su lugar, tragó, se empujó en posición vertical y asintió con la cabeza.
—Estaré bien.
—Mentiroso —le regañó—. Pero entonces, todos lo somos.
—Yo...
Por el rabillo del ojo, Donghae pensó que había visto a la muñeca asentir de acuerdo. Enderezó la silla, sacudió la cabeza para aclararla y se obligó a sentarse con la niñita otra vez. La muñeca estaba quieta, con la mirada fija completamente en el espacio con vidriosos ojos negros.
Donghae apartó la vista de la espeluznante muñeca.
—No necesitas preocuparte por mí.
— ¿Porque soy un niña? —Preguntó Victoria.
—Sí.
—Qué dulce eres por protegerme de la fealdad de la vida —dijo en un tono, de alguna manera, entre divertido y condescendiente—. Sólo por eso, voy a decirte lo que deseas saber.
— ¿Y qué es?
Victoria sorbió su té.
—Quieres saber cómo evitar tu visión.
— ¿Eso quiere decir que lo puedo evitar?
—Algunas visiones son certezas, y otras, posibilidades. La tuya es una definitiva posibilidad.
Extraña enana evasiva. Victoria realmente comenzaba a poner a Donghae de los nervios.
— ¿Qué se supone que significa eso?
—Quiere decir que ese punto en tu vida es fijo. No lo puedes evitar. Si vives hasta ese punto, tu visión llegará a suceder.
—Entonces, ¿cómo es que no es seguro? —Donghae preguntó.
—No estás escuchando. Yo dije si vives tanto como para que eso pase. Puedes siempre escoger otra cosa.
— ¿Quieres decir suicidio?
Los suaves ojos azules de Victoria brillaron con tristeza.
—Si a ti no te gusta una muerte, entonces es tu derecho escoger otra.
Qué gran noticia era esa.
— ¿Cuánto tiempo tengo?
—No mucho. A todos nosotros se nos está acabando el tiempo, Donghae.
— ¿Qué quieres decir? ¿Quiénes somos todos nosotros?
—Los Caballeros de la Luz. La raza humana. El reino del Izanagi. Todos nosotros. Los Yokai se vuelven más poderosos con cada salida de la luna y ahora que tienen otra espada Amaterasu a su disposición, eso sólo empeorará.
— ¿Quieres decir que la espada de Eli va a permitir a los Yokai ganar?
Victoria frunció el ceño y guardó silencio durante un largo momento, como si mirara algo que sólo ella podía ver.
—Se está convirtiendo en un punto para ellos. Eso es todo lo que puedo ver. Lo que sé es que si tienen la espada de Eli, pueden ser capaces de liberar las almas de las criaturas asesinadas por su espada y su ejército crecerá. Los Caballeros de la Luz no pueden permitirse semejante contratiempo... el trabajo de una vida entera de un guerrero, deshecho.
—Entonces tenemos que recuperar su espada.
Victoria encogió un delicado hombro.
—No me preocupo por semejantes cosas. Es trabajo para vosotros, los guerreros.
— ¿Yo, un guerrero? Difícilmente.


—Sí. Lo eres. A pesar de todo lo que el Caballero Gris haya podido hacerte creer —la voz de Victoria era tan fría y dura como el hielo... para nada era de una niña—. No estás adiestrado, pero el potencial está ahí. Si vives lo suficiente para cumplir con ese potencial.
Donghae sintió un pequeño estremecimiento de ansiedad bajando por su columna vertebral. Victoria no era lo que aparentaba ser. Ni de cerca.
—Hyesung dijo que sería inútil en combate si no puedo usar el fuego. Cree que mi incapacidad terminará matando a Eunhyuk.
—Si intentas combatir al Yokai al lado de Eunhyuk sin la habilidad para llamar al fuego, entonces Eunhyuk morirá. En eso, no hay duda.
—Entonces Hyesung estaba en lo cierto. No puedo pelear.
Victoria puso los ojos en blanco.
—Sigues sin escuchar. Esto es por lo que me rehúso a ver a personas como tú. Nunca escucháis.
—Lo intento, pero no le estás dando ningún sentido.
Victoria le dirigió a Donghae una mirada dura.
—No, sólo no te estoy diciendo lo que quieres oír. Quieres que te diga que todo va a estar bien, que todos vivirán y serán felices y nos tomaremos de las manos y nadie alguna vez sufrirá o tendrá hambre otra vez. Esa no es la manera en la que sucede. No es la manera en la que alguna vez será. La verdad es mucho menos prometedora y nada de lo que pueda hacer alguna vez lo cambiará. Nada.
Donghae repentinamente sintió lástima por la chica. ¿Cómo sería si fuera él quién supiera cosas que no debería?
Donghae sólo tenía una visión y había sido difícil de soportar. Por lo que todos decían, Victoria tenía bastantes visiones y era sólo una niña. Tenía que ser espantoso y solitario para ella.
—Lo siento —dijo Donghae, tratando de alcanzar la mano de la chica.
Victoria respingó lejos de su contacto.
—No lo hagas. No quiero nada más de tu vida en mi cabeza.
Eso no sonó bien.
— ¿Qué puedo hacer para ayudarte?
—No hay nada que nadie pueda hacer por mí. Soy como fui creada para ser.
—Pero sufres.
—Todos nosotros sufrimos, Donghae. Si verdaderamente quieres hacer algo por mí, entonces trata de no ser estúpido. Deja que tu amor por Eunhyuk guíe tus acciones.
¿Amor por Eunhyuk? Le gustaba. Era sexy, compasivo y valiente. No podía evitar que le gustara. ¿Pero amor? Era demasiado espantoso para pensar en eso, así que hizo a un lado el pensamiento por ahora. Aclararía cómo se sentía sobre él más tarde, cuando sus emociones no estuvieran tan dispersas.
—Dime una cosa, por favor. Si decido… Escoger mi propia muerte, ¿eso garantiza que Eunhyuk estará seguro?
Victoria negó con la cabeza, haciendo que sus bucles rubios oscilaran de arriba abajo.
—La única garantía que recibimos cuando nacemos es que moriremos. Aún para uno de nuestra clase que vive durante siglos, la muerte es inevitable. Mi consejo para ti es que abraces tu propia muerte en vez de temerla. Deja que llegue el momento.
Esa fue la cosa más amarga que Donghae alguna vez había oído a una niña decir, y tuvo que luchar por abstenerse de coger a Victoria en sus brazos para reconfortarla. Sólo la preocupación de que sufriría le permitió a Donghae contenerse.
—Si alguna vez quieres hablar, o si alguna vez necesitas que un amigo sólo te escuche, puedo hacer eso por ti, Victoria.
La niñita pestañeó como si estuviera confundida.
—Nadie, alguna vez, se ha ofrecido a hacer eso por mí antes.
—Creo que toda la gente aquí está un poco asustada de ti.
Victoria inclinó su cabeza a un lado.
—Por supuesto que lo están. Sé cómo van a morir cada uno de ellos.
—Eso es demasiado loco para pensar mucho acerca de ello.
—Sí.
Donghae sólo clavó los ojos en ella durante un momento, anonadado, en silencio.
Victoria casualmente sorbió su té.
— ¿No vas a preguntarme cómo morirás?
—No. Saber que voy a quemarme vivo si no me mato antes es más que suficiente estrés, gracias.
Victoria le dirigió a Donghae una sonrisa astuta, casi siniestra.
—No sabes, ni de cerca, tanto como crees. Nada en nuestro mundo es lo que parece.
— ¿Te incluye eso?
Victoria ignoró la pregunta.
—Deberías irte ahora. Tu ventana de oportunidades es estrecha.
— ¿Qué es lo que se supone que significa?
Una luz atemorizante llameó en los ojos de Victoria.
—Quiere decir vete. Ahora. Y envía a Eunhyuk a verme un momento.
Podría parecerse a una niña, pero no lo era. Ninguna niña tendría tanta presencia o tanta fuerza de voluntad.

Donghae se levantó torpemente de su silla y salió de la habitación. Justo antes de que cerrara la puerta, estuvo segura de que oyó a la muñeca de Victoria soltar una risita.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE

1 comentario:

  1. Joder Que Miedo esa muñeca!

    Ahhh... por fin me puedo poner al día con la historia, I´m So Happy!

    Tengo que decirlo, el insensible de Hyesung me cae RE-MAL! tendrá sus razones, pero que puto estirado!

    Cuando leía la parte de Victoria no se por qué me la imaginaba al lado de KyuHyun, si, soy medio pervertida, quiero un Lemmon bien Shotta, (luego me voy a leer Yaoi), pero no puede evitarlo es que ambos son tan tenebrosos, y sexy´s?

    Esa horrible muñeca de verdad está viva?

    Que pasa con Jae y Yunho? esa es una historia paralela o va incluida en está?

    Donde está JunSu? Se demora en llegar?

    KyuHyun bebe sexy, ya te extrañaba...

    Gracias por subir, nos leemos pronto! :)

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