domingo, 22 de septiembre de 2013

Capitulo 1

Oshima, Hokkaido
6 de Agosto.


Los aterrados murmullos del niño se debilitaban a cada segundo. Kim Jaejoong apenas podía oírle ahora, incluso aunque tenía el oído presionado contra una grieta de la pared del abandonado depósito a las afueras de Oshima. Aquellos sordos, aullantes sonidos de terror le rompían el corazón y hacían que quisiera destrozar a los monstruos que habían secuestrado a Hyun Woo con las manos desnudas. O hacerlos volar en pedazos con su pistola. Eso también valía.
Incluso a las tres de la mañana, el aire de julio todavía estaba caliente y espeso por la humedad, haciendo más difícil el respirar. Entonces, otra vez, quizás fuera sólo su reacción a dicho miedo.
Había al menos cuatro monstruos allí guardando a Hyun Woo, dos más de los que se había encargado de vencer antes. Y en esa batalla había sido por los pelos. Ni siquiera estaba seguro de cómo iba a conseguir sacar al chico con vida. Tendría que improvisar y rogar que saliera lo mejor posible.
Uno de los monstruos dejó escapar un profundo gruñido que envió una sacudida de miedo rasgando a través de su organismo. El sudor brotó de la frente mientras luchaba con la urgencia de huir. Plantó las botas con firmeza y apretó los dientes hasta que la necesidad de huir pasó sobre él y empezó a desvanecerse. Quedó tembloroso y goteando de sudor, pero al menos permaneció en el lugar.
Jaejoong sabía de lo que eran capaces esas criatura ‑lo había visto con sus propios ojos en más de una ocasión‑ y el sonido de lo que estaban haciendo ahora no era una buena señal. Los monstruos estaban listos para alimentarse.
La imagen del pequeño cuerpo de Hyun Woo siendo hecho pedazos por las garras y los dientes llenó su mente e hizo que le diera un vuelco el estómago. No podía dejar que sucediera. Esta vez no.
Jaejoong estaba oficialmente quedándose sin tiempo para explorar el edificio y planear su ataque. Plan o no, tenía que sacar al pequeño Hyun Woo de allí ahora mismo.
Subió de un salto las tres escaleras de cemento y giró el pomo de la vieja puerta del almacén, pero estaba cerrada. Por supuesto. Las ventanas estaban demasiado altas para que se colara por ellas, y no iba a perder tiempo buscando otra manera de entrar. No quedaba tiempo, les había prometido a los padres de Hyun Woo que llevaría a su bebé a casa con vida.
Estúpido, estúpido, estúpido.
Nunca debería haber hecho promesas que quizás no fuera capaz de mantener, pero cuando se enfrentó con tanto temor y pánico en los suplicantes ojos de sus desamparados padres ‑tanto amor‑ no pudo evitarlo.
Había querido estúpidamente darles esperanza.
Después de todas las veces que había fallado en encontrar niños perdidos, o rescatarlos antes de que fuese demasiado tarde, debería haber sabido hacer algo mejor que realizar promesas vacías.
Jaejoong tomó una profunda respiración para darse valor, diciendo una rápida plegaria para tener suerte, agarró con fuerza la escopeta y lanzó el tacón de la bota contra la descompuesta puerta. Los trozos de madera se esparcieron por la gigantesca habitación donde Hyun Woo había estado siendo mantenido prisionero. Jaejoong se agachó, utilizando el marco de la puerta para ocultarse mientras oteaba el almacén, buscando frenéticamente algún tipo de plan que consiguiera sacarlos a ambos con vida.
Estaba oscuro, con sólo unos rayos de luz amarilla del mugriento farol de la calle flotando a través de las ventanas rotas situadas en lo más alto de las paredes. El edificio era viejo y mostraba cada uno de sus años en las caídas vigas y el resquebrajado mortero. Los grafitis cubrían las paredes, y la basura se amontonaba en pequeños montones aquí y allí. El suelo de madera estaba podrido donde simplemente había desaparecido, dejando desiguales agujeros que daban a cualquier lugar que hubiese debajo.
En el lado más alejado de la habitación él vio a Hyun Woo. Estaba atado a una de las pocas columnas que todavía eran lo bastante fuertes para sostener el techo. Sus ojos estaban enormes por el miedo, y las lágrimas se derramaban por su cara, dejando estrechas líneas de piel limpia en su estela. Una sucia mordaza llenaba su boca, pero Jaejoong podía oír los lastimeros quejidos de Hyun Woo viniendo de detrás de la mordaza. Gracias a dios, todavía estaba vivo. Ahora todo lo que tenía que hacer era sacarle de allí en la misma condición y devolverle a casa, a donde pertenecía.
Un plan brillante. O debería haberlo sido, de no ser por los hambrientos y babeantes monstruos que permanecían entre él y el niño.
Jaejoong había estado cazando esas cosas durante ocho años y todavía no tenía otra palabra para ellos que no fuese monstruos. Eran del tamaño de enormes perros, con la cabeza de un lobo y el cuerpo de un chimpancé. Tenían largas y afiladas garras y dientes a juego. La aceitosa piel negra cubría sus cuerpos y largos hilillos de saliva amarillenta goteaba de sus demasiado inmensas fauces. Y por razones que Jaejoong todavía no conseguía adivinar, a las criaturas que mantenían a esas cosas como mascotas les gustaba robar niños.
No había visto ninguno de esos monstruos insectoides de unos dos metros de alto por los alrededores, pero sabía que no estarían lejos de sus preciosas mascotas.
Su explosiva entrada había alejado la atención de los monstruos del niño y la habían vuelto sobre él, un lugar mucho mejor para ello, por lo que le concernía.
Se arrastraron gateando hacia él, sus largas garras dejando desiguales rasguños en el viejo suelo de madera.
El temor amenazó con paralizarlo y, una vez más, tuvo que luchar contra la urgencia de salir corriendo y dejar que el niño se las apañara por sí mismo. No era fácil de asustar, pero esas cosas tenían la habilidad de hacer que la sangre se le congelara y el aire le helara en los pulmones. Había algo desnaturalizado en el temor que causaban. Era más que sólo el hecho de estar cara a cara con demasiadas garras y dientes. Era más que simplemente el temer por su vida. Había algún conocimiento instintivo enterrado profundamente en su interior que le advertía que cuando se enfrentaba a esos monstruos, se estaba enfrentando a algo mucho más grande y más oscuro de lo que era capaz de imaginar. Y después de todas las cosas que había visto, tenía una muy vívida imaginación.
Jaejoong se obligó a respirar, a permanecer calmado y centrarse en sacar a Hyun Woo con vida. Se deshizo del desnaturalizado temor y fingió que sólo estaba enfrentándose a perros rabiosos. Una aterrorizada esquina de su mente brincó ante la ridícula idea, pero la ignoró lo mejor que pudo.
Jaejoong rogó que las manos la dejaran de temblar lo suficiente como para conseguir un disparo limpio; entonces se levantó de su escondite y apuntó el arma hacia la más grande de las bestias. Todavía había casi cien metros entre él y ellos, y todo menos un categórico disparo los jodería.
Permaneció allí, justo por fuera del umbral, donde sólo podrían ir hacia ella de uno en uno, y esperar a que los otros monstruos cerraran la distancia.


Estamos cerca —dijo Kyuhyun.
— ¿Cómo de cerca? —preguntó Yunho. La excitación bombeó a través de su organismo, haciéndole aferrar con más fuerza el volante.



Miró al Susano con el que había estado recorriendo el área industrial a las afueras de Oshima. Los ojos de Kyuhyun emitían un extraño brillo plateado en la oscuridad, y estaba contemplando algo en la distancia que Yunho no podía ver. No estaba seguro de que Kyuhyun supiese lo que estaba haciendo, pero seguro como el infierno que esperaba que lo hiciera. El futuro de Yunho ‑su vida‑ pendía de un hilo.
Si encontraba a su pareja y este era él único, el poder que se había estado construyendo en su interior durante décadas, y el dolor que causaba, finalmente tendría una salida.
—Hemos estado conduciendo por hacia el oeste durante días —gruñó Minho desde el asiento de atrás—. El jodido chupasangre no sabe qué infiernos está haciendo. Sólo te está llevando de paseo.



—No tenías que haber venido con nosotros —dijo Yunho.
No le preocupaba demasiado el solitario en el asiento de atrás.
Se tomaba demasiadas libertades y no habría reconocido a un compañero de equipo si lo hubiese tenido sentado en su regazo. Era el tipo de hombre que dejaba bolsas de cadáveres tras de sí. Su única gracia por lo general, era que los tipos malos necesitaban más de esas bolsas de cadáveres que los tipos buenos.
—Young Woon  lo decidió de otra manera.
— ¿Desde cuándo sigues sus órdenes? —preguntó Yunho.
—Tengo mis razones —dijo Minho.
— ¿Cómo cuales?
—Ninguna de tu jodida incumbencia. Y, para que conste, sólo porque esté aquí no quiere decir que piense que esto vale una mierda. Si fuese tan fácil para Kyuhyun encontrar parejas Amaterasu, entonces, ¿por qué no supimos de ese particular don hace cien años, antes de que nuestros hombres empezaran a morir?
— ¿Y si estás equivocado? —Respondió Yunho—. ¿Y si Kyuhyun puede rastrear la línea de sangre de Donghae y encontrar más personas como él?
Por el espejo retrovisor, Yunho vio a Minho mirando con asco hacia Kyuhyun.
—Hemos estado tan ocupados siguiendo ese supuesto rastro que no hemos matado un demonio en días. El brazo de mi espada se está convirtiendo en una enorme bola de melaza mientras tú sigues toda esa mierda de Kyuhyun. Te está engañando para conseguir tu sangre, tío. ¿No lo ves?
Eso quizás fuese verdad. Yunho sabía que era posible. Los Susano no eran los hombres más confiables. Su necesidad de sangre los hacía… impredecibles. Si Yunho no estuviese tan desesperado por encontrar a una pareja como Donghae, nunca habría hecho un trato con Kyuhyun.
Pero estaba desesperado. El dolor se había hecho insoportable. No estaba seguro de por qué su cuerpo no había explotado, por qué el poder que hospedaba no rasgaba a través de la piel y el hueso y lo hacía pedazos. Tenía que hacer tres horas de meditación cada día sólo para ser capaz de funcionar, para salir de la cama cada noche. Sólo le quedaban un par de hojas colgando de su marca de vida, y en el momento en que cayeran, no estaba seguro de que su alma viviera más allá de otros diez días. Después de eso, las cosas se pondrían realmente feas.
—Aquí, gira a la izquierda —susurró Kyuhyun en una voz suave—. Lo he encontrado.
Una brillante burbuja de esperanza se hinchó dentro de Yunho mientras hacía rugir el motor y tomaba un brusco giro. Se lanzó saltándose una señal de stop, pero eran más de las tres de la mañana y no había nadie en los alrededores de esa envejecida área industrial. Además, si los polis querían multarlo, tendrían que cogerle primero.
— ¿Estás seguro? —Preguntó Yunho—. ¿Has encontrado realmente un Sangre Pura?
—Tú, jodido chupasangre —bramó Minho con disgusto—. No hay nadie. Vamos a aparecer y él te va a contar alguna historia de que lo hemos perdido, al igual que cada una de las otras noches de esta semana.
Kyuhyun no respondió a la acusación de Minho. Su rostro estaba sereno mientras se quedaba mirando la noche. Sus ojos destellaron brillantes durante un momento y tomó una aguda respiración.
—Deprisa, Yunho. No está solo. Siento a los Yokai.
El temor de perder a su pareja que podía salvarle antes de que le encontrara siquiera, hizo que a Yunho se le encogiera el estómago. Pisó el acelerador a fondo justo cuando vio un movimiento al final de la calle. No había demasiada luz, pero había la suficiente para que viese la sombra de un hombre de pie en el umbral de una puerta.
—¡Allí está él!
—No creo una jodida cosa de eso —dijo Minho.
Ni tampoco Yunho. Kyuhyun había realmente rastreado a una persona que quizás sería capaz de salvarle la vida. Tal vez con algo del mismo tipo de sangre corriendo por sus venas que Donghae, el cual era la primera pareja Amaterasu que había nacido en unos doscientos años.
Todavía no tenían ni idea de dónde había venido Donghae, pero después de ver el milagro que había hecho en Eunhyuk, difícilmente le importaba.
Yunho se detuvo en seco en el exterior del viejo almacén, casi rozando con el SUV la barandilla de metal que bordeaba el parking. Los faros brillaron sobre los restos de un ancho marco de una puerta y el hombre que permanecía allí de pie.
Él era alto ‑casi metro ochenta‑ aunque quizás fuera su postura de mando y el confiado agarre sobre su escopeta lo que la hacían parecer más alto.
Yunho ya se había escabullido del coche y desenfundaba su espada cuando vio dos demonios Yokai –Orochi‑ cargando hacia él, y dos más detrás de ellos. Con escopeta o sin ella, no era rival para esa cantidad de dientes y garras. Le harían pedazos antes de que tuviera tiempo de apretar dos veces el gatillo.
— ¡Sal de ahí! —le gritó mientras subía corriendo de tres en tres las agrietadas escaleras de cemento hacia él. Podía oír los pesados pasos de Minho y Kyuhyun resonando detrás de él.
No se volvió hacia él, ni siquiera se preocupó en reconocer que lo había oído. De hecho, no mostraba signo del espeso y paralizante miedo que los Yokai causaban generalmente en los humanos. Parecía totalmente tranquilo, como si esperara que los demonios le atacaran todos los días.
El Orochi se acercó con sus cuatro metros y medio y no mostró signos de ir más despacio. Estaba todavía demasiado lejos para ayudarlo. Iba a verlo morir antes de que tuviera siquiera una oportunidad para tocarlo y descubrir si era suyo, si podría salvarlo.
Él disparó su escopeta al Orochi más cercano. Su cuerpo osciló levemente contra la fuerza del arma y el profundo disparo hizo eco en la calma de la noche. Le dio a uno de los demonios. Este voló unos sesenta centímetros hacia atrás, rociando sangre negra a través del almacén. Bajo las espesas y aceitosas gotas, el suelo de madera comenzó a chisporrotear mientras la corrosiva sangre se comía todo a su paso.
Si algo de esa sangre la hubiese alcanzado, se comería su piel igual de fácil.
Yunho alcanzó finalmente al hombre. Quería detenerse y tocarlo, pero no había tiempo. Otro Orochi estaba justo allí, a sólo unos metros de distancia.
Independientemente de si podía salvarlo o no, el hecho de que hiciera frente al Orochi sin temor probó que era un raro regalo y tenía que ser protegido a toda costa.
Yunho lo empujó con el hombro apartándolo del camino y cargó a través del umbral, espada en mano y listo para golpear. Él impactó contra la pared con un poco más de fuerza de lo que él había esperado y dejó escapar un dolorido gruñido, pero al menos estaba fuera de peligro.
Un ileso Orochi vio a Yunho cargando y sus ojos se iluminaron con un enfermizo fuego verde de excitación y hambre. Eso levantó el hocico y dejó escapar un aullido para avisar a los de su tipo, igual que si los alertara de que la comida acababa de llegar. No había nada que les gustara más a los demonios que comer la carne y la sangre de un Caballero de la Luz, y Yunho y sus compañeros eran un banquete andante.


A Jaejoong le llevó un par de segundos recobrarse de ser lanzado contra la pared de ladrillo. Buena cosa que hubiera sido el hombro el que se había llevado el primer golpe en vez de la cabeza. Si no, se habría quedado fuera de combate. Cuando esto acabase, iba a tener una larga charla sobre modales con el hombre que le había empujado, pero ahora mismo tenía que sacar a Hyun Woo de allí.
Para el momento en que Jaejoong se había despejado del impacto, dos de los tres hombres que habían aparecido ya estaban en el interior del almacén. No estaba seguro de quienes eran, o qué estaban haciendo allí, pero no iba a cuestionar su buena fortuna. O sus espadas.
El monstruo al que había disparado estaba todavía en el suelo, pero se movía culebreando, chapoteando en piscinas de su propia sangre con esa lengua larga y bífida. Él sabía por experiencia que si conseguía recuperar bastante de su sangre, la cosa se levantaría otra vez, todo remendado y como nuevo.
Jaejoong no podía hacer nada excepto estremecerse ante la visión. Era una que se le iba a pegar durante las muchas noches que seguirían. Fantástico. Como si necesitara más combustible para pesadillas.
Otro monstruo se volvía hacia el hombre que la había empujado. Él tenía el pelo rubio oscuro y rígidas y agudas facciones. Manejaba una espada un poco más corta que su brazo y por sus anchos y musculosos hombros y la facilidad con la que esgrimía el arma, era obvio que tenía mucha práctica con ella. Gracias a Dios que estaba de su lado.
El monstruo se agachó, entonces hizo uso de su rapidez sobrenatural, pero el hombre estaba listo para atacar. Se deslizó bajo el salto del monstruo e hizo pivotar la espada en un enorme arco de gran alcance que le rebanó el vientre. El hombre saltó limpiamente a un lado, esquivando la salpicadura de inmundicia y sangre que se derramaba del monstruo.
La cosa lanzó un húmedo y delirante sonido y dejó escapar un rugido de desafío mientras intentaba permanecer de pie. El hombre se movió en lo que parecía ser casi un círculo lento, su espada brillaba en un tenue arco de luz amarilla. Cuando este se detuvo, la cabeza del monstruo cayó a tres metros de su cuerpo.
El oscuro humo que se elevaba del charco de sangre sobre el suelo de madera, ardía. El humazo creó un hedor tan violento que Jaejoong tuvo que contener el impulso de vomitar.
— ¿Cómo vamos, Minho? —preguntó el hombre, sin apartar nunca los ojos de la restante amenaza.
En un lado alejado del almacén, Jaejoong observó al segundo hombre ‑un tipo con mirada de enfado, con fuertes facciones y espeso pelo negro‑ cuando redujo a otro de los monstruos. Él ni siquiera jadeaba.
—Uno menos, queda otro —dijo mientras se acercaba rodeando la posición del monstruo.
La cosa había retrocedido a una esquina y Jaejoong estaba bastante seguro que no iba a escaparse vivo.
—Huelo a más cerca —dijo una profunda voz detrás de él. Demasiado cerca.
Jaejoong saltó en sorpresa y se giró, apuntando con su escopeta al tercer hombre del grupo. Cuando posó los ojos sobre él, el cerebro opacó los oídos y se quedó allí de pie, mirándole, incapaz de hacer nada más.
Él era hermoso. Te detenía el corazón, esa enorme e inducida hermosura, con pelo negro, brillantes ojos plateados y un rostro de modelo de portada. Estaba un poco delgado para su gusto, pero hacía que aquello funcionara bastante bien para que él cambiara aquí y ahora su tipo.
Él le dedicó una conocedora sonrisa llena de brillantes y blancos dientes y dijo:



—Soy Kyuhyun. Mis amigos y yo hemos estado buscándote.
Jaejoong se dio a sí mismo una sacudida mental y parpadeó de modo que pudiera dejar de mirarlo fijamente.
—Ahora mismo no voy a aceptar ningún caso. Tengo las manos llenas con Hyun Woo.
Él frunció el ceño ligeramente confundido y ondeó una elegante mano.
—Hablaremos después. Ahora mismo, tenemos que entrar antes de que el resto de los Yokai aparezcan.
Justo entonces, Jaejoong miró por encima del hombro de él hacia la oscuridad que la rodeaba y vio el intenso brillo de los ojos verdes de los demás monstruos que se acercaban.
—Ya. A dentro.
Jaejoong miró fijamente a través de la puerta del almacén y vio a ambos hombres rebanando y cortando en pedacitos a los monstruos restantes. Ellos tenían las manos completamente ocupadas en ese momento y Kyuhyun no parecía que fuese demasiado bueno en la lucha con lo delgado que era. De hecho, parecía que se vendría abajo de un momento a otro, lo cual reveló sus instintos protectores.
Jaejoong agarró a Kyuhyun y lo arrastró a través de la puerta consigo. Recogió la parte más grande de la puerta que había derribado y la apoyó a través de la entrada abierta. Gracias a dios que había estado levantando pesas últimamente o nunca habría sido capaz de levantar la sólida losa de roble.
—Empieza moviendo esos viejos palés al camino para retrasar a esas cosas —le ordenó—. Yo voy a coger a Hyun Woo.
Corrió cruzando el recinto, saltando sobre un enorme agujero en la madera. Sólo tenían unos pocos segundos antes de que esos nuevos monstruos llegaran y con un poco de suerte, podrían liberar a Hyun Woo y encontrar la puerta trasera para salir de ese lugar antes de que las asquerosidades irrumpieran a través de la barricada.
Alcanzó a Hyun Woo, pero él estaba en silencio y mirando fijamente al vacío, lo cual no era una buena señal. Sus ojos estaban desmesuradamente abiertos por el shock y el temor, y se encogió alejándose de él cuando se le acercó. Las lágrimas inundaban sus ojos, y eran tan abundantes que mojaban el cuello de la camiseta de su pijama.
Jaejoong estaba perdiendo preciosos segundos, pero no podía pensar en añadir combustible a su miedo. Encontró en algún lugar una sonrisa y se obligó a mantenerla.
—Está bien, Hyun Woo. Me enviaron tu mamá y tu papá. Estoy aquí para llevarte a casa.
Tan suavemente como pudo, quitó la sucia mordaza de su boca y cortó las cuerdas que lo ataban. Sólo le llevó unos segundos, pero para cuando terminó, el rubio de la espada estaba a pocos metros de él, cubriéndole las espaldas.
El monstruo al que había disparado y apenas dañado estaba ahora tendido en varios trozos esparcidos a lo largo del suelo del almacén. Él lo había hecho en su lugar, y a juzgar por la sangre negra que se escapaba del resto de los monstruos, lo había hecho más que bien.
—¿Estás herido? —le preguntó.
—No, pero Hyun Woo no parece estar bien.
El hombre asintió una vez, como si entendiera exactamente lo que quería decir. Entonces de nuevo, pareció preparado para luchar con algo como eso. Quizás sabía lo que estaba pasando aquí.



—Soy Yunho. Voy a sacaros a ti y al niño de aquí con vida.
Eso no sonaba a un vano alarde. Sus palabras eran sólidas y pesadas, con confianza.
—Así que, ¿has hecho esto anteriormente, Yunho? —le preguntó en un tono casual.
Él se volvió y le guiñó el ojo.
—Una o dos veces. Permaneced detrás de mí. Su sangre es corrosiva.
—Voy a coger a Hyun Woo y buscar una puerta trasera.
—No. Te quedarás donde yo pueda verte. Puede haber más ocultos en el edificio.
Jaejoong pensó en discutir y se dio cuenta que él podía estar en lo cierto. No estaba dispuesto a arriesgarse, especialmente desde que Hyun Woo estaba a su cargo.
El primer monstruo golpeó la barricada. La puerta rota y los destrozados palés cedieron fácilmente.
Yunho se movió hacia la barricada. El hombre de la mirada furiosa avanzó hasta quedar al lado de Yunho, enfrentando la amenaza. Ambos levantaron sus espadas como si supieran cómo usarlas. De hecho, había pruebas de eso desperdigadas por todo el suelo del almacén.
El guapo Kyuhyun se movió hacia la parte de atrás del almacén cerca de Jaejoong.
—Voy a ir a localizar otra salida. Yunho y Minho se las han arreglado antes con cosas peores, pero mantente en guardia.
— ¿No oíste lo que dijo Yunho? Puede haber más ocultándose por ahí.
—Si los hay, seré capaz de olerlos cuando vengan. No te preocupes. No soy uno que arriesga la vida innecesariamente —le sonrió de nuevo, sólo que esa vez estuvo bastante segura de que había visto colmillos.
Adorable.
Jaejoong levantó a Hyun Woo y retrocedió hasta que estuvieron contra la pared más alejada. Quienes fueran estos hombres, no eran normales. Hasta que descubriera más, no iba a dejar que ninguno de ellos consiguiera acercarse a Hyun Woo.
Dejó escapar un suave y desesperado gemido. Jaejoong bajó la mirada y él estaba contemplándolo con ojos que no veían. Había visto esa exacta mirada en una noche como esta, y cada semana desde entonces, en los últimos ocho años.
Había llegado demasiado tarde. Incluso si salía con vida de esta, Hyun Woo estaría perdido para siempre.
Los monstruos se estrellaron contra la barricada, dos más de esas cosas lobo-chimpancé y dos enormes monstruos como escarabajos que los mantenían como mascotas. Eran fácilmente de uno ochenta y tres de alto y caminaban erguidos sobre cortas y espinosas patas. Sus diminutas cabezas contenían cuatro ojos negros como abalorios que se centraron justo sobre Hyun Woo.
Uno de ellos dejó escapar un siseo metálico que sonó igual que la palabra de un niño, entonces señaló hacia Hyun Woo y Jaejoong. El otro asintió, soltó la correa que lo sostenía y desplegó un par de amplias alas. Saltó hacia el aire y aterrizó colgándose de las vigas que soportaban el almacén.
Los peludos monstruos cargaron contra el par de hombres mientras la segunda cosa escarabajo se mantenía atrás.
Jaejoong resguardó a Hyun Woo tras de sí y apuntó con la escopeta a la cosa con aspecto de escarabajo de la viga. Disparó y el tiro arrancó un enorme pedazo donde había estado el monstruo. Desafortunadamente, este había saltado, evitando el disparo. Examinó el techo mientras volvía a recargar, buscándolo, pero no estaba en ninguna parte a la vista. Oyó un zumbido tras él y se giró para encontrar a la cosa escarabajo volando directamente hacia ellos.
No tendría tiempo para acabar de recargar y poder disparar de nuevo. Agarró la culata de la escopeta y la niveló por delante de la cara para mantener esas triturantes mandíbulas del insecto a distancia.
Este se precipitó sobre sí. Oyó como algo se quebraba y el dolor se extendió por el brazo. Gritó en consecuencia, incapaz de contener el grito de agonía. El arma chocó ruidosamente contra el suelo y Jaejoong intentó arrastrar las manos para agarrar el cuello del escarabajo, pero el brazo izquierdo no respondió. Colgaba inútil al costado, con un profundo dolor ardiendo hasta el hueso que hizo que el estómago le diera un vuelco.
Se las arregló para poner una mano contra el pecho del escarabajo, pero era fuerte. Le empujó con facilidad, haciendo que las botas se deslizaran por el suelo de madera. Hyun Woo fue empujado hacia atrás junto a él, su pequeño cuerpo desmadejado y rodando justo detrás.
Jaejoong echó un rápido vistazo sobre el hombro y vio que se estaban precipitando hacia uno de los enormes agujeros en el suelo. Hyun Woo caería primero si no hacía algo.
Desafortunadamente, nada le vino a la mente.
Un rugido de ultraje llegó desde algún lugar de la sala, pero no podía imaginarse de dónde había salido o lo que significaba. Todo lo que podía hacer era quedarse en pie e intentar reducir la marcha de la cosa.
Por el rabillo del ojo, vio un brillo metálico destellando más allá de donde estaba. La cabeza de esa cosa parecida a un escarabajo pasó volando y su cuerpo comenzó a caer hacia delante.
Cada latido de corazón hacía que le palpitara el brazo, pero lo ignoró y puso hasta el último gramo de su fuerza en empujar al escarabajo a un lado. Este cayó y golpeó el suelo con un seco traqueteo.



— ¿Estás bien? —preguntó Yunho.
Su espada estaba cubierta de limo y la cabeza del escarabajo rodaba cerca de sus pies. Él hizo un rápido examen del almacén y sólo vio cadáveres. Todos los monstruos estaban muertos, gracias a estos hombres. Nunca habría sobrevivido esta noche sin ellos.
Jaejoong asintió.
—Tengo el brazo roto, pero viviré.
Ahora, si sólo pudiera mantenerse de pie y no derrumbarse ante sus pies, sería fantástico.
Muy profesional.
Él se centró en Yunho en un esfuerzo por no pensar en el dolor. Su pelo tenía el aspecto de estar siempre despeinado. Era varios centímetros más alto que Jaejoong, lo cual no era pequeña hazaña, ya que medía metro ochenta descalzo. Podía incluso decir que bajo la ropa, él era todo músculo, pero no tan abultados como para que obstaculizaran sus movimientos. Había visto su destreza de primera mano y tenía que admirar a cualquier persona que pudiera moverse tan rápido, tan fluidamente, mientras que se veía como si no hubiese hecho más esfuerzo que el de bajar por la calle.
Pero más que eso, era su rostro el que le mantenía interesado. No tenía la hermosura de modelo de Kyuhyun. Ni siquiera estaba seguro de llamarle guapo, pero había algo en su rostro que le intrigaba, que le atraía. Líneas de cansancio enmarcaban su boca como si hubiese pasado un infierno, pero su postura era fuerte y constante. Podía ser que hubiera sufrido, pero no lo habían derrotado.
Jaejoong no tenía nada sino respeto por un hombre como él, lo cual era absurdo, porque no sabía nada sobre él. La noción de que podía leerle mirando su cara era sólo una completa estupidez. Entonces, de nuevo, la estupidez era el tema de la noche.
Quien quiera que fuera, le había salvado la vida esta noche, y estaba agradecido por ello.
—Gracias —le dijo.
Yunho se estiró hacia él como si fuera a tocarle el rostro.
—Es un placer.
—No lo hagas —gritó Kyuhyun—. Aquí no. Es demasiado peligroso. Sabes lo que le sucedió a Eunhyuk cuando tocó a Donghae.
La mano de Yunho se cerró en un puño y la dejó caer al costado.
Quizás hubiese sido su imaginación, pero cuanto más cerca había estado su mano de la de él, menos le había dolido el brazo. Ahora que la había retirado, el dolor destelló por su extremidad otra vez y cerró las rodillas para permanecer en pie.
—Está mal, ¿no es cierto?
—No es agradable —admitió él.
—Yo puedo ayudarte —ofreció Kyuhyun—. Reparar tu brazo y eliminar el dolor.
—Toca su sangre y eres hombre muerto —dijo Yunho, la voz áspera con la amenaza.
Jaejoong se miró el brazo, aterrado de que quizás estuviera sangrando. Los monstruos parecían ser capaces de oler la sangre y algunas veces les conducía a él.
— ¿Qué sangre?
—No era eso a lo que se refería él —dijo Kyuhyun—. Simplemente está siendo un poco posesivo.
—Eunhyuk nos advirtió a todos de lo que le habías hecho a Donghae. A él no se lo harás.
Jaejoong no tenía idea de qué estaban hablando, pero ahora mismo, realmente, le importaba una mierda. Quería sacar a Hyun Woo de allí y conseguir que le arreglaran el brazo de modo que dejara de ponerlo enfermo con cada latido de corazón.
—Realmente aprecio lo que habéis hecho todos aquí esta noche, y odio pediros más ayuda, pero no hay forma de que pueda conducir. ¿Puede alguno de vosotros, tíos, llevarnos en mi coche al hospital y dejarnos allí?
—Un hospital no ayudará al chico —dijo Kyuhyun—. Pero yo puedo.
Jaejoong no confiaba en él. Nada en esa hermosa cara era humano. Por lo que sabía, podría ser uno de ellos.
Pasó frente a Hyun Woo y midió a Kyuhyun con la mirada.
—Mantente alejado de él. Es mi responsabilidad y tú no vas a tocarle.
—Tiene buenos instintos. Tengo que concederle eso —dijo el hombre de mirada enfadada.
La voz de Kyuhyun bajó a un tono de advertencia.
—Mantente fuera de esto, Minho. Esto no te concierne.
—Tampoco te concierne a ti, de hecho —dijo Yunho—. Tu trabajo era ayudarme a encontrarlo. Y ya lo has hecho.
—Tenemos un trato —dijo Kyuhyun.
—Y lo mantendré hasta al final.
—Lo sé. Pero ¿y si no estuyo? Todavía no lo has tocado.
A Jaejoong le dolía demasiado como para seguir su conversación. Sabía que estaba en el centro de ello, pero no tenía idea del porqué. Y francamente, ahora mismo no podía permitirse el que le importara.
— ¿Podemos, por favor, llevar a Hyun Woo al hospital?
Kyuhyun le miró como si fuera a decir algo, pero Yunho habló antes de lo que quiera que fuera a decir.
—Absolutamente —se arrodilló frente al chico, pero todavía la miraba—. ¿Cuál es tu nombre?
—Jaejoong.
— ¿Jaejoong qué? —exigió el hombre llamado Minho.




Tenía unas facciones tan firmes que se agrietarían si intentaba sonreír.
Una ola de dolor rugió sobre él y tuvo que apretar los dientes para permanecer en pie. Ya podía sentir la piel debajo del hombro empezando a hincharse.
—Kim —graznó —. Y sólo para que quede claro, no os molestéis en preguntar por mi número de teléfono. No salgo con tíos que llevan espadas.
Lo cierto era, que por lo general, no salía. Nunca tenía tiempo, no con el reciente incremento en las desapariciones de niños que había a en el oeste. Tenía suerte si encontraba tiempo para dormir y comer. Más niños desaparecían cada mes y necesitaba estar disponible para encontrarlos.
No era que sus esfuerzos le hubiesen hecho ningún bien a Hyun Woo. El pobre chiquillo estaba ahora perdido, encerrado dentro del terror de lo que había visto esa noche. Al menos podría decirles a sus padres en qué instalaciones estaría mejor cuidado. Las había investigado todas.
—Kyuhyun —dijo Yunho—. Cúrale el brazo.
— ¿Eres médico? —preguntó Jaejoong.
—No exactamente —dijo Kyuhyun.
—Entonces no vas a tocarme. Todo lo que necesito es largarme de aquí y nos arreglaremos a nuestro modo.
—Puedo reparar el hueso —dijo Kyuhyun—. Es fácil hacerlo después de haberse roto tan pronto.
Tan extrañas como eran esas noticias, tan receloso como estaba de aceptar más ayuda de esos extraños en absoluto humanos, Jaejoong estaba tentado de aceptar su oferta. El estar escayolado durante seis semanas no sonaba en absoluto divertido. A parte que el tiempo que estuviera sin trabajar no iba a ser bueno de todos modos para todos los niños desaparecidos.
— ¿Cómo?
—Simplemente alcanzaría tu interior con mi mente y volvería a juntar los trozos.
Jaejoong se quedó por un momento en atónito silencio. Sonaba serio, un hecho que lo acojonaba aún más.
—Claro. Creo que estoy listo para irnos ya.
—No dejaría que te tocara si no fuera seguro —le dijo Yunho.
Él respiró demasiado profundamente y otro agudo dolor le atravesó el brazo.
—No sé quién o qué sois todos vosotros, pero no estoy seguro de querer saber más. En lo que a mí concierne, este planeta ya está bastante jodido como está.
—Todavía no está listo para aceptarnos, Yunho —dijo Kyuhyun—. Dale algo de tiempo. Una vez que el dolor sea demasiado, cederá.
No particularmente, pero entonces de nuevo, ellos no le conocían tan bien, así que podía perdonar su ignorancia.
—Si cambias de opinión —dijo Yunho—. Házmelo saber.
—No lo haré. Sólo pon a Hyun Woo en mi coche, por favor.
Yunho bajó la mirada hacia el niño con tal compasión que hizo que le doliera el pecho. Claramente, no sabía que era demasiado tarde. Que él había llegado demasiado tarde. Había fallado. Otra vez. Ese fallo le atravesó, doliendo incluso más de lo que podía dolerle el hueso roto.
Quizás era hora de colgar su escopeta. Dejar de usar sus habilidades para encontrar a los niños perdidos por su bien esta vez. Intentaba permanecer al margen, pero en ocasiones como esta, era difícil. Estaba desesperado por salvarlos a todos.
—Hey, pequeño —dijo Yunho en una profunda y calmante voz. Una ancha mano llena de cicatrices recorrió los miembros del niño como si buscase heridas. En la mano izquierda del hombre estaba un extraño anillo, una simple banda que pulsaba con color, girando en una iriscente mezcla de pequeños arco iris. Jaejoong tenía dificultad para apartar la vista de él—. Soy Yunho, y quiero que sepas que ahora estás a salvo. Nada va a hacerte daño. No mientras yo esté alrededor.
E incluso tan cínico como era Jaejoong, incluso sabiendo las cosas que sabía acerca de cuántos monstruos vagaban en la noche, creía que Yunho estaba diciendo la verdad. Eso sólo era más increíble que el hecho de que los monstruos existían realmente.
Kyuhyun olfateó profundamente.
—Tenemos que darnos prisa con el niño. Se está alejando rápidamente —se volvió y miró a Minho—. Deberías hacerlo tú.
—De ninguna jodida manera, sanguijuela. No jodo con las mentes de los críos. Son demasiado fáciles de quebrar.
— ¿Quebrar? —Preguntó Jaejoong, deslizando el cuerpo entre Minho y Hyun Woo—. Eso no suena muy bien.
—No es eso —dijo Yunho, entonces volvió su atención hacia Kyuhyun—. Si Minho no lo hace, yo me ocuparé del niño.
—Tú estás demasiado débil —dijo Kyuhyun—. Tomé demasiada sangre de ti anteriormente. Tiene que hacerlo Minho.
Minho sacudió la cabeza.
—Yo no tengo esa clase de delicadeza y tú lo sabes. Si quieres que mate alguna cosa, soy tu hombre, pero no voy a remendar a la gente. Ese es tu trabajo.
Kyuhyun observó fijamente a Minho con una mirada brillante.
— ¿Estás ofreciendo suministrar el poder que necesito para curar la mente del niño?
La cara de Minho se torció en disgusto y desnudó los dientes.
—No vas a tocar mi sangre. Jamás.
Jaejoong miraba de uno a otro hombre, intentando adivinar qué estaba pasando. Si él hubiese sido capaz de conducir quizás hubiese intentado volar de allí con Hyun Woo mientras discutían. Pero ni siquiera podía levantar al niño, mucho menos conducir, y si lo intentaba, las oportunidades que tenían eran más de conseguir matar a Hyun Woo que llevarlo a casa con sus padres.
— ¿De verdad puedes ayudar a Hyun Woo? —le preguntó a Kyuhyun—. Si todo lo que necesitas es sangre, te daré algo de la mía.
— ¡No! —gritaron Yunho y Minho al mismo tiempo.
Kyuhyun le taladró con una mirada que le hizo sentirse atrapado. Como un ciervo bajo la luz, condenado y atrapándose aún más en su prisa por soltarse.
—Tan tentadora como es esa oferta, temo que estos hombres me harían pedazos si despeino un solo cabello de tu cabeza. Quizás en otro momento.
Él no estaba seguro de dejar que esos dos individuos musculosos se colocaran en medio del futuro de Hyun Woo. No mientras tenía una escopeta tendida a algunos metros de distancia. Midió la distancia tentativamente hasta ésta. No estaba seguro de cómo iba a recargarla con sólo un brazo bueno, pero se las arreglaría de alguna forma.
—Quiero que ayudes a Hyun Woo —dijo él—. Cueste lo que cueste.
Si había esperanza para él, quizás la hubiese para Kibum.
Jaejoong aplastó ese pensamiento antes de que floreciera. No había lugar en su vida para falsas esperanzas. Sabía lo tristes que eran realmente las cosas y era mejor que fuera realista, como siempre lo había sido.
—No te atrevas a tocar su sangre —gruñó Yunho en un tono que hizo que el vello del cuello se la pusiera de punta—. Yo ayudaré al muchacho.
— ¿Estás seguro? —Preguntó Kyuhyun—. Tomé mucho de ti esta noche de modo que pudiera encontrarlo.
Los ojos de Yunho se centraron en Jaejoong tan brevemente que no estaba seguro de si había sucedido.
—Valió la pena. Estoy seguro que estoy lo bastante fuerte para esto.
— ¿Y si no lo estás? —preguntó Minho.
Yunho se llevó la mano al pecho como si le doliera, entonces le tendió a Minho su espada.
—Entonces ya sabes qué hacer.






Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO PERDIDO - SHANNON K. BUTCHER. 
PAREJA PRINCIPAL: YUNJAE

3 comentarios:

  1. unnie esto es la continuacion del cap 23 de caballeros de la luz .. verdad ... dime por favor ..
    gracias por tu trabajo es estupendo me encanta .. y espero pacientemente pos los demas capitulos
    de jass

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    1. si el EUNHAE de Burning Love que es la primera temporada de la Serie Caballeros de la Luz. Está segunda temporada se llama Sercher y es YunJae!!! Espero que te guste!! ^^

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    2. si me encanta ... solo queria estar segura como decia primer capitulo... me confundi ... :)
      pero ya lo entendi
      gracias uniie por todo ...
      me encanta la YUNJAE...

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