domingo, 8 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 23

CAPÍTULO 23
Eunhyuk cogió el cuerpo de Donghae cuando se desmayó. Las mortales llamas le lamían el cuerpo quemándole, pero no le importaba. Necesitaba sostenerlo.

—Va a estar bien, ¿verdad? —Le preguntó a Kyuhyun. La piel estaba ampollada en algunas zonas, pero las había visto peores. Demonios, él se había sentido peor. Y Donghae lo había salvado con su sangre.
—Déjame ver. —Dijo Kyuhyun. Pasó las elegantes manos sobre su cuerpo, comprobando el daño.
Eunhyuk ya no podía hacer siquiera que le importara que otro hombre la estuviese tocando. Estaba demasiado agradecido de que hubiese sobrevivido.
—Las heridas son superficiales, pero no debería haber tenido ninguna —dijo Kyuhyun—. ¿Qué fue mal? ¿Por qué sus instintos no evitaron que el fuego le quemara?
Eunhyuk le apartó el pelo de la cara. Lo amaba tanto que hacía que le doliera el pecho. Casi lo pierde.
—Estaba asustado. Quizás eso cortó sus instintos de auto conservación.
—No pensé que hubiese sido capaz de llamar al fuego —Kyuhyun colocó las manos sobre la coronilla de Donghae durante un largo momento y entonces los ojos se abrieron con sorpresa. Tragó con fuerza, pareciendo un poco enfermo.
— ¿Qué? —Exigió Eunhyuk
Kyuhyun tenía la cara demasiado pálida y le temblaban las manos.
—Está, uh… —la voz se desvaneció, mirando a Donghae en estado de shock.
Tomó a Kyuhyun por el cuello y le dio una fuerte sacudida. El dolor se extendió por su brazo, pero lo ignoró.
— ¿Él qué?
—Está cambiado.
Eunhyuk sintió una nauseabunda sensación llenándolo por completo. Los Susano’s no hablaban por hablar.
—Cambiado cómo.
—Esa visión que tuvo… Era para protegerlo.
— ¿De qué?
—De convertirse en lo que se suponía que pronto tendría que ser -antes de que estuviera listo.
— ¿Y qué se supone que debería ser? —Exigió, sacudiendo a Kyuhyun otra vez para conseguir que se centrara. Otra vez, ignoró el dolor que le costó la sacudida.
Kyuhyun sacudió la cabeza.
—Un arma contra los Yokai.
—Todos los Amaterasu lo son —dijo, deseando que lo de Kyuhyun tuviera algo de sentido.
—No como él.
Éste no era el momento para darle vueltas a eso.
—Solo cúralo. Toma tanta sangre como necesites y hazlo sanar.
Kyuhyun asintió y volvió al trabajo.



Donghae despertó. Sólo eso fue suficiente para mantenerlo en silencio.
Estaba en la cama de Eunhyuk y él le envolvía, sosteniéndolo como si nunca quisiera dejarlo ir. Era realmente agradable.
La luz del sol entraba a través de las ventanas, así que debió haber estado inconsciente unas pocas horas, pero todavía no podía creer que estuviese vivo. Una silenciosa sensación de alegría le calentó y sintió algo que no había tenido en mucho tiempo: esperanza para el futuro.
Un futuro con Eunhyuk, si tenía suerte.
—Estás despierto. —Le dijo en voz baja.


—Yeah. —Eso salió casi como un croar.
Eunhyuk se movió y le incorporó de modo que pudiera beber de una taza que le ofrecía. Se sentía débil, pero en absoluto herido, lo cual era una inesperada sorpresa. Un rápido escaneo de los brazos no le mostró nada excepto la nueva y rosada piel.
— ¿Qué sucedió? —Preguntó.
—Quemaste a los Seiryū como el infierno. El fuego se salió un poco de control, pero Kyuhyun te curó para dejarte como nuevo.
Había una extraña cualidad en su voz que hizo sonar campanas de advertencia en su cabeza. Se incorporó de modo que pudiera recostarse contra el cabecero y poner bastante distancia entre ellos para poder así echar un buen vistazo a Eunhyuk.
Se veía cansado, drenado, pero eso no es lo que la había preocupado. Había algo más. Algo que recordaba haber visto en él la primera vez que se conocieron, un tipo de tensión poco natural irradiaba a través de su cuerpo. Dolor.
— ¿Estás herido? —Preguntó.
Llevaba un largo suéter de cuello alto y vaqueros que ocultaban completamente su cuerpo.
Quizás había sido herido y no quería que lo supiera. No podía pensar en otra razón por la que llevaría tanta ropa en pleno verano.
—Tengo algunas quemaduras. Kyuhyun se ocupó también de mí. No te preocupes. —Le dedicó una cálida sonrisa y le besó la coronilla.
Se estiró hacia él, intentando empujar en su cabeza para descubrir que estaba mal, pero golpeó con un muro. No podía sentir nada.
La mano ascendió a su cuello, el cual estaba vacío.
—Se cayó.
—Sí. Encontramos la espada, ¿recuerdas?
Sí, lo recordaba, en la mezcla de sucesos de su memoria. Él había sostenido el caliente metal utilizando su camiseta. Había llevado su hermoso pecho desnudo y las hojas habían caído de su marca de vida igual que nieve.
Los ojos de Donghae volvieron a su pecho, ahora cubierto con algodón gris. Eso es lo que estaba ocultando.
—Quítate la camiseta —le ordenó.
Él sonrió y le dedicó un guiño, pero podía ver las sutiles líneas de tensión alrededor de su boca.
—Estás demasiado cansado para eso ahora mismo. Solo tiéndete y descansa.
Estaba cansado, pero no tanto como para no luchar con él por eso.
—Sácate la maldita camiseta y déjame ver.
Se estiró por el borde de la camiseta, pero sus manos cogieron las suyas y las mantuvo contra el duro abdomen. Su rostro era solemne, los ojos oscurecidos por el dolor.
—Me veo igual que lo hice antes de conocerte.
Probablemente también se sintiera así.
—Sientes dolor.

Se encogió de hombros como si no importara, pero al menos no había mentido.
Liberó una mano antes de que pudiera detenerlo y hurgó bajo el cuello de su suéter en busca de la luceria. Estaba allí, alrededor de su cuello, resbaladizo y cálido por el calor de su cuerpo. La mano de Eunhyuk cogió la suya apartándola y él le dejó, sintiendo una pesada sensación de pérdida.
Donghae miró su anillo. Éste parecía haber vuelto a su iriscencia original, plata mezclada con demasiados colores como para contarlos. No lo recordaba, lo cual, por alguna razón, hería sus sentimientos.
Pero no tanto como el hecho de que Eunhyuk no quisiera que llevara otra vez su luceria. Lo había engañado, obligándolo a dormir y se había marchado solo tras la espada de Eli, pero lo había hecho por su propio bien. Seguro que lo sabía. No era tan estúpido.
Hubo un ligero arrastre al otro lado de la puerta que se dirigía a su habitación. Victoria estaba allí de pie, hoy vestida de rosa pálido, llevando la muñeca de ojos negros contra el pecho.
—Victoria —dijo Eunhyuk, en tono de sorpresa—. No te esperaba.
—Nadie lo hace —dijo la niña. Miró directamente a Donghae—. Tenemos que hablar.


—Estaré justo ahí fuera. —Eunhyuk empezó a levantarse, pero Victoria lo detuvo con una delicada mano.
—Quédate, Amaterasu.
Donghae sintió a Eunhyuk ponerse tenso, pero volvió a colocarse a su lado, manteniendo su mano apretada.
— ¿Qué pasa?
—Donghae tiene algunas preguntas para mí y quiero asegurarme de tener tiempo para responderlas antes de irme.
— ¿Irte? —Preguntó Eunhyuk—. ¿A dónde vas a ir?
—Eso no es importante. ¿Donghae? ¿Tus preguntas?
La espeluznante muchacha tenía razón. Donghae tenía algunas preguntas que hacer, sólo que no había estado despierto el tiempo suficiente para pensar en ellas, hasta ahora.
—Dijiste que si no me gustaba la visión de mi muerte, debería elegir otra. También dijiste que mi visión no podía ser evitada.
—Y no lo fue.
—Pero no era una visión de mi muerte.
—No.
— ¿Por qué no me lo dijiste?
—No me lo preguntaste. Sólo me preguntaste si era real, lo cual obviamente lo era. También me preguntaste si podías evitarla, lo cual no podías.
— ¿Entonces por qué no me dijiste que no iba a morir?
—Porque si te hubiese dicho eso, habrías muerto. Era tu aceptación, tu voluntad de sacrificar tu propia vida por alguien más, lo que te dio la fuerza para hacerlo. Tenía que saber que eras lo bastante fuerte.
— ¿Bastante fuerte? ¿Para qué? —Preguntó Eunhyuk.
El brazo de Victoria se tensó alrededor de la muñeca por un momento, se veía igual que una asustada niña pequeña.
—Las cosas están cambiando y el Caballero Gris no será capaz de luchar con lo que se está acercando sin ayuda. Lo único lo suficientemente fuerte para vencer a los Yokai es el amor y tenía que saber que Donghae tenía ese tipo de poder en su interior.
— ¿Amor? —Preguntó Eunhyuk, mirando a Donghae con una expresión de esperanza.
—Deberías decírselo —dijo Victoria—. Es inseguro y necesita oír las palabras.
—No soy inseguro. —Objetó, sonando insultado.
Victoria rodó los ojos azules en disgusto y abandonó la habitación.
—Así que… —preguntó con las cejas arqueadas—. ¿Tiene razón?
Victoria tenía razón. Estaba inseguro acerca de su amor por él, lo cual era tan adorable que tuvo que reprimir su sonrisa.
—Sí.
—Entonces dilo —exigió. Se volvió agresivo y montó a horcajas sobre su regazo, acechando sobre él.
Donghae pensó que era demasiado mono para expresarlo con palabras y tenía que sacarlo de su miseria.
—Te amo, Eunhyuk.


Él dejó escapar una satisfecha sonrisa.
—Desde hace maldito tiempo, yo también.
— ¿Qué quieres decir, con desde hace tiempo? Te he conocido hace tres días.
Se inclinó más cerca y pudo ver las chispas doradas en sus ojos brillando de felicidad.
—Han sucedido un montón de cosas en estos tres días.
—Más que suficientes. —Aceptó.
—No quiero que me dejes. Te dejaré ir si eso es lo que quieres, pero no quiero que me dejes. Nunca. —Susurró las palabras como si le avergonzara decirlas en voz alta.
—No quiero dejarte, Eunhyuk.
— ¿Porque me amas? —Insistió él.
Asintió. Tenía la sensación de que no iba a rendirse hasta conseguir que lo dijera nuevamente.
—Porque te amo.
—No por compasión, ¿verdad?
—No. ¿Cómo podría compadecerme de alguien tan enorme y masculino como tú?
—Condenadamente cierto. —Dijo—. Así que, ¿quieres llevar otra vez mi luceria?
La casual actitud le rompió el corazón porque sabía lo mucho que le costaba. Le estaba dando todas las oportunidades de hacerlo a un lado sin remordimientos, lo cual solo hacía que lo amara aún más.
—La llevaré.
Eunhyuk dio un aliviado suspiro y se sacó la camiseta.
Una solitaria hoja colgaba del árbol y estaba apergaminada y reseca, apenas colgando de la rama. No le extrañaba que hubiese tenido tanto dolor. Estaba mucho peor que cuando lo conoció.
Contuvo el aliento y estiró la mano hacia él.
—Oh, Eunhyuk.
—Nada de lástima. —Le gruñó—. Recuérdalo.
Donghae se mordió el labio inferior para evitar que temblara.
—Nada de lástima. Sólo amor.


Se estiró y deseó que la luceria se deslizase. La banda se deslizó de su cuello y cayó en su palma. Se la tendió y él la cogió con manos temblorosas.
—Así que, ¿qué promesa haré esta vez? —Preguntó él.
—Eso sólo te incumbe a ti. Aceptaré lo que pueda conseguir e intentaré no pedir nada más. Lo juro.
Donghae levantó la luceria cerca de su cuello.
—De acuerdo, entonces prometo llevar la luceria y luchar a tu lado hasta que el último de los Yokai se haya ido.
—Pero eso puede ser para siempre. Y tú eres uno de nosotros. Ahora vas a vivir por siglos, así que estarás conmigo realmente un largo tiempo.
—Ese es el punto. A menos que creas que te cansarás de mí.
—Diablos, no. Te amo, Donghae. Y ya es demasiado tarde para que retires tu palabra. Eres mío. —Cerró el collar alrededor de su garganta y él acogió con satisfacción el peso una vez más.
Una ráfaga de sensaciones giró en su interior, pero todas ellas eran buenas, sobrecogedoras en su intensidad, pero buenas. Amor por Eunhyuk, esperanza para su futuro, resolución por mantenerlo a salvo y a su lado para siempre.
Gruñó y tiró de él para besarlo. Donghae se fundió en él, asombrado una vez más de su buena fortuna. No sólo había obtenido una nueva vida; la pasaría con Eunhyuk. Era la persona más afortunada del mundo.
Eunhyuk se separó lo suficiente para sonreírle con ese sexy brillo en los ojos marrones.
—Te mostraré cuán afortunado.

Y procedió a hacer justo eso.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE

Así llegamos al fin de está historia, sólo queda el epílogo. ^^

No hay comentarios:

Publicar un comentario