sábado, 28 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 5

CAPÍTULO 5

Jaejoong se sintió como si acabara de quedarse dormido, pero echándole una mirada al reloj vio que lo había hecho durante casi doce horas. Al menos, se sentía mejor. Más fuerte y capaz de hacer todas las cosas que estaban esperándole. Como el niño, que sin duda, sería raptado esta noche. Y si no esta noche, entonces pronto. Los secuestros nunca paraban.
Estaba justo empezando a oscurecer afuera. Los monstruos estaban probablemente preparándose, planeando dónde atacar.
Era hora de trabajar.


Se sentó lentamente, sintiéndose un poco mareado. No estaba seguro de cuánta sangre había tomado Kyuhyun, pero no había comido desde entonces, y estaba bastante seguro de que eso no era bueno para la recuperación del volumen de sangre. Bajó las piernas por el costado de la cama y casi pisó a Yunho. Estaba arrodillado en el suelo entre pilas de ropa sucia, magníficamente con el pecho desnudo y con su espada frente a él. Sus ojos estaban cerrados, pero sentía que no estaba dormido. Su respiración era demasiado profunda y controlada para estar dormido. Parecía como si estuviera meditando.
No queriendo molestarle, cuidadosamente caminó rodeándolo dirigiéndose al baño, tratando de ser silencioso. Estuvo en el servicio durante unos minutos, y cuando salió, aún no se había movido.
Casi había logrado llegar a la puerta cuando los dedos de Yunho le aferraron el tobillo desnudo, justo por encima del calcetín. Ese estremecedor zumbido se deslizó a lo largo de la pierna y la calentó el cuerpo. Dejó salir un ronco gemido, incapaz de retener el revelador sonido.
Dios, su toque se sentía bien. Se quedó allí, absorbiéndolo, dejando que se hundiera hasta los huesos y se convirtiera en parte de sí.  Era más que un simple placer físico, aunque era eso. Era también un sentimiento de satisfacción, de apropiado. Cuando le tocaba, todas las cosas malas de su vida desaparecían durante un momento, dejándole el sentimiento de limpio y contento. Ninguno de sus errores le perseguía aquí. Ninguno de sus miedos. Ninguna de sus penas. Era libre. Feliz.
Sus largos dedos le frotaron el tobillo, deslizándose algunos centímetros por  debajo del dobladillo de los vaqueros. Otro sonido de satisfacción escapó de él, y deseó que moviera esos dedos arrastrándose hasta arriba del todo. Si él podía hacerlo sentir así de bien tocándole el tobillo, sólo podía imaginarse cuánto mejor sería si él se centrara en los lugares más sensibles.
Realmente quería descubrirlo.

—Kyuhyun tenía razón —dijo Yunho en una tranquila y casi reverencial voz—. Sí sientes algo, ¿verdad?
—Sí —la palabra siseó saliendo de él.
Quizás no debería haberle dejado saber la clase de poder que tenía sobre él, pero no le importaba. No ahora. Estaba deseando darle casi cualquier cosa y, la verdad, era fácil de dar.
Él tomó su mano y se elevó de la posición arrodillada. Extrañaba su toque en el tobillo, pero lo perdonó tan pronto como sus dedos la trazaron una gentil línea por la mejilla.
Jaejoong se estremeció e hizo que los ojos marrones de Yunho se oscurecieran con satisfacción. Él se inclinó ante su toque, incapaz de detenerse.
— ¿Qué me estás haciendo?
— ¿Te agrada? —le preguntó sonando complacido, como si ya supiera la respuesta.
Jaejoong observó su boca. Era una bonita boca, se veía suave, con un lleno labio inferior que le hacía desear mordisquearlo.
—Sabes que sí.
—Entonces no me detendré. Cuanto más cerca estemos, más fácil será para ti.
Jaejoong no entendía lo que quería decir. Estaba demasiado ocupado decidiendo si iba a besarlo. Seguro, realmente no lo conocía, y sí, él llevaba una espada y mataba monstruos, pero eso no era parte de la ecuación si decidía besarlo. Era un simple asunto de necesitar ver si él sabía tan bien como lo percibía.
Le enredó las manos en su suave y sedoso cabello y se elevó sobre las puntas de los pies. Él no trató de detenerlo. De hecho, le encontró a mitad de camino.
Los labios tocaron los de él y el resto del mundo cesó de existir. Su boca era suave y firme. Perfecta. No trató de apresurarlo o de meterla la lengua en la boca como tantos hombres hacían. En cambio, le permitió tomarse su tiempo mientras aprendía la sensación de él. Le deslizó fuera la lengua y probó la comisura de su boca.
Yunho dejó salir un bajo gruñido de apreciación y atrajo su cuerpo contra el suyo. Podía sentir los músculos de su pecho y abdominales, tan bellamente definidos. Pero incluso más distracción, era poder sentir su erección a través de los vaqueros, grande, dura y lista por él.


—Esto no puede estar pasando —inhaló —. Nada así de bueno puede ser real.
Él deslizó los dedos bajo la camiseta y los extendió por la desnuda espalda.
—Se siente bastante real para mí.
Lo volvió a besar, succionando su lleno labio inferior en la boca. Sus dedos se tensaron en la espalda, revelando cuánto le gustaba.
Bien, porque no estaba ni de cerca dispuesto a acabar con él. Había una cama a sólo medio metro de distancia y estaba ya deshecha de todos modos. Podía también hacer buen uso de ella.
Jaejoong lo empujó hacia atrás, hasta que sus piernas golpearon el costado de la cama, pero él no se sentó, como esperaba. Era demasiado fuerte y sólido para que lo intimidara a menos que él lo permitiera, y ahora mismo, no lo estaba haciendo.
Se separó de su boca y le miró.
—No estás interesado.
Simplemente decir las palabras casi le hizo gritar. Tenía el cuerpo excitado, resbaladizo y listo para ser tomado.
—Estoy más que interesado. Simplemente no estoy seguro de que esto sea inteligente.
—Claro que no es inteligente. Ni siquiera te conozco. Normalmente no me tiro a extraños.
—Exactamente. Este no eres tú.
Él tenía razón. Quienquiera que estuviera en el asiento del conductor de su cuerpo, no era él. Algo más estaba ocurriendo aquí. Algo loco.
Aún así, tenía el cuerpo excitado y caliente por él, y no creía ser lo suficiente fuerte para apaciguarlo. No, cuando sabía que la sombría realidad estaba allí afuera, esperandole. Esto estaba mucho mejor.
Lo volvió a besar, a probarlo, permitiéndole a él hacer lo mismo. Sus lenguas se entrelazaron, haciéndola marearse. Se dejó caer contra él, pero Yunho le elevó, sosteniendo su peso fácilmente.
Cuando él apartó la boca él estaba respirando dificultosamente.
—Voy a detener esto ahora. Antes de que ya no pueda hacerlo. No quiero asustarte.
Lo sentó sobre la cama, pero no se fue muy lejos, como si estuviera asustado de que él pudiera desmayarse o algo así.
Cuando otra oleada de mareos le atravesó, no pensó que eso fuera tan mala idea. Ese necesitado ofuscamiento estaba desvaneciéndose, pero esta vez no desapareció. No del todo. Los ojos estaban a la altura del impresionante bulto de sus vaqueros, y no había ninguna persona con sangre en la cara allí afuera que no hubiera estado un poco admirado por una vista como esa.
Él lo deseaba, y la prueba de ello le estremecía hasta los pies.
Jaejoong tenía que dejar de mirar. Se dejó caer en la cama y se cubrió los ojos con el antebrazo. El repentino movimiento hizo que la cabeza girara hasta que creyó que podría vomitar.
¿No lo excitaría eso?
Ahora que ya no le estaba tocando, no se sentía tan caliente. De hecho, se sentía más que un poco enfermo. Las articulaciones dolían y los ojos ardían como si estuviera con fiebre. Qué mal. No era momento para estar enfermo.
—Debo tomar un poco de agua o algo. Creo que Kyuhyun pudo haber tomado un poco más que un vaso.
No podía verlo, pero podía prácticamente sentir la vibración de su enfado llenando la habitación.
—No ocurrirá nuevamente.
Jaejoong ondeó la mano.
—Estaré bien. Sólo necesito un poco de zumo y galletas.
—Minho pidió pizza. ¿Estás interesado?
La idea de la comida le agitó el estómago, pero sabía que se sentiría mejor si se las arreglaba para tragar algo.
—La pizza me viene tan bien como cualquier otra cosa. Dame un segundo y estaré listo.
No tomó la mano de Yunho cuando se la ofreció para ayudarlo a levantarse de la cama. Él frunció el ceño, pero podía seguir haciéndolo. Por mucho que disfrutaba con la manera en la que lo hacía sentir, tenía cosas más importantes de las que preocuparse. Igual que él.
Estaba anocheciendo.
El teléfono de Jaejoong sonó y agradeció la distracción. Se levantó de la cama sin ninguna ayuda y descolgó.
—Hola.
—Jaejoong, soy Juniel del Hospital Twin Oaks. Creo que deberías venir aquí inmediatamente —la voz de la mujer era alta y aguda, casi frenética.
Algo terrible había pasado.
Jaejoong enderezó las rodillas para evitar caerse al suelo de miedo. Muchas cosas horribles le destellaron en la mente. Kibum era tan frágil. Podía ser herido tan fácilmente.
— ¿Qué ocurre, Juniel?
—El doctor dijo que no te molestáramos, que se las arreglaría, pero creo que querrías saberlo.
— ¿Saber qué?
Por favor, Dios, permite que Kibum esté bien. Jaejoong no creía que pudiera soportar perder a otro hermano.
—Kibum se ha puesto peor. Mucho peor.
Parte de Jaejoong estaba aliviado de que estuviera aún vivo, aunque el resto estaba hirviendo de furia. ¿Por qué no la habían llamado antes?
— ¿Ocurrió algo?
—No lo sé. Su deterioro parece demasiado repentino —dijo Juniel—. Realmente, creo que deberías venir. Te necesita.



Yunho observaba que el rostro de Jaejoong palidecía. Quienquiera que estuviera al teléfono le había asustado más que unos demonios atacándolo con las garras extendidas y los dientes desnudos. No podía escuchar lo que estaban diciendo al otro lado, pero no tenía que oírlo para saber que era malo.
Acortó la distancia entre ellos, asegurándose de estar lo bastante cerca como para atraparlo si se desmayaba o algo así. Se veía como si estuviera a punto de hacer justamente eso.
—Está bien —dijo—. Estaré allí en veinte minutos.
El teléfono cayó de los dedos de Jaejoong. Se le veía vulnerable. Asustado.
Yunho se movió para poner los brazos a su alrededor, pero se escabulló del toque.
Igual que Tiffany había hecho tantas veces.
No iba a pasar de nuevo. No con Jaejoong.
Él salió de la habitación con él tras los talones, negándose a dejarle alejarse de él.
—Dime qué está ocurriendo —le urgió.
Kyuhyun estaba durmiendo en el sofá y se despertó ante el ruido. Minho estaba viendo lucha profesional y estaba levantando pesas del impresionante mini gimnasio de Jaejoong. Le dirigió a Yunho una mirada interrogativa y Yunho le contestó con un encogimiento de hombros de infiernos‑si‑lo‑sé.
Jaejoong se detuvo en la cocina y comenzó a hurgar entre papeles y correspondencia. Un resplandeciente brillo de lagrimas la llenaba los ojos, pero parpadeó varias veces para limpiárselas.
—Yo, uh, necesito irme. Es una emergencia.
— ¿Qué emergencia?
Los movimientos se volvieron más frenéticos y comenzó a arrojar la correspondencia al suelo como si buscara algo.
—Sólo necesito irme —dijo—. Cierra con llave cuando salgas.
Él estaba temblando. Pálido. Esa confianza, dura como una piedra, que había visto antes había desaparecido ahora, dejándolo viéndose hecho añicos y asustado. Yunho quería atraerlo a los brazos, pero no se atrevía a tocarlo. Tenía que recordar que sólo estaba cooperando con él porque se había ofrecido a pagarle.
—No voy a abandonarte —le dijo.
No creía que estuviera, de ninguna manera, bien para conducir con seguridad. Además, fuera lo que fuera, quería estar allí para él. Sólo en caso de que necesitara ayuda. Él trabajaba gratis.
—Déjame conducir.
—No, gracias. Puedes quedarte aquí si quieres. No me importa. Volveré lo más rápido que pueda —cortó un trozo de rollo de papel de cocina y se frotó los húmedos ojos.
— ¿Puedo hacer algo? —preguntó Minho, viéndose un poco demasiado esperanzado para la tranquilidad mental de Yunho.
— ¿Habéis visto mis llaves?
—No, lo siento.
Sin tener nada más que hacer para ayudarlo, Yunho comenzó a buscar sus llaves también.
—Dime qué está ocurriendo. Quizás pueda ayudar.
—Aprecio el gesto, pero no hay nada que puedas hacer salvo salir de mi camino para que así pueda encontrar mis malditas llaves —su voz quedó atrapada en un sollozo, uno que trató y falló en esconder.
Yunho no pudo soportarlo más. Tenía que consolarlo. Ayudarlo. Algo.
Lo tomó por el brazo y lo giró, y en el segundo en que la palma tocó su piel se vio invadido por sensaciones de placer físico. Inspiró por la fuerza de ello. El cuerpo se estremeció. Cantaba de alegría. Cada célula dentro de él estaba realizando un feliz pequeño baile que lo hacía querer romper a carcajadas. Gran parte de su vida la había pasado con dolor y se había olvidado lo que era vivir sin él.
Los ojos azules de Jaejoong se abrieron de par en par y comenzó a observarlo estupefacto. Las pupilas se dilataron y la mirada descendió a su boca.
Y luego lo golpeó, una oleada de lujuria que chocó contra él y lo recorrió por completo. El cuerpo se endureció tan rápido que dolía, pero incluso ese dolor era una clase de placer. La piel se calentó y la sangre se espesó en las venas. Se le hizo la boca agua por probarlo, y los dedos se tensaron alrededor de su piel, buscando un contacto más cercano.
Los labios de Jaejoong se abrieron al tiempo que aspiraba un sobresaltado aliento y él supo que tenía que besarlo. Iba a forzarlo a abrir la boca y que le dejara probarlo, y no iba a detenerse allí. Iba a acostarlo en el suelo e iba a probar cada pulgada de suave piel, cada dulce hueco y curva. Iba a desnudarlo y hacerlo suyo en la más básica y primitiva de las maneras que conocía.



Mío, gritaba su alma, y sabía que si se movía incluso un centímetro hacía sus labios, estaría perdido, incapaz de detenerse sin importar lo que él quisiera, sin importar qué emergencia tenía que enfrentar. Nada más en la vida de Jaejoong podría, posiblemente, ser más importante que su necesidad por él.
Y esa verdad penetró en él como agua helada, extinguiendo su lujuria hasta que sólo quedó una pila de cenizas de deseo.
Con cuidadosos movimientos, Yunho soltó el agarre sobre Jaejoong y apartó la mano. Perder el contacto con él lo dejó ardiendo y con picazón por todas partes, pero él se regocijaba en ese dolor. Significaba que había esperanza, esperanza de que Jaejoong fuera la pareja que pudiera salvarlo.
Ahora Yunho era el que estaba temblando.
Jaejoong frotó las manos sobre el lugar donde él la había sostenido por los hombros y lo miró con una mezcla de confusión y temor.
—Nunca más —le dijo—. Nunca vuelvas a tocarme.
Jodidamente imposible, pero mantuvo la boca prudentemente cerrada y continuó con la búsqueda de las llaves. Las encontró escondidas debajo de la tapa de una caja abierta de pizza y las ondeó delante de él.
—No estás bien como para conducir. Al menos, déjame llevarte a donde sea que te dirijas.
Él vaciló y él pudo sentir su indecisión, así que utilizó la última munición.
—Sea lo que sea, no podrás arreglarlo si te estrellas en el camino.
Cuando sus hombros se derrumbaron, supo que había ganado.

—Bien —dijo—. Pero si no conduces lo suficientemente rápido, te tiraré de mi camioneta.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO PERDIDO  - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA PRINCIPAL: YUNJAE

No hay comentarios:

Publicar un comentario