domingo, 2 de febrero de 2014

CAPÍTULO 24

CAPÍTULO 24



Jaejoong no vio a Yunho, pero encontró la lucha con demasiada facilidad. Era atroz, un campo abierto en la parte trasera del recinto cercana al comedor. Unos aullidos sobrenaturales se elevaban de la refriega, coincidiendo con los asquerosos golpes sordos de acero golpeando hueso. Las espadas brillaban en la luz del alba mientras cerca de dos docenas de hombres repelían el ataque.
El campo estaba lleno de cuerpos de Yokai, pero más de esos monstruos se deslizaban desde los árboles por el oeste. A algunos los había visto antes, a otros no. Cada uno de ellos daba el suficiente miedo como para hacerle desear una cama donde esconderse debajo. Eso y su escopeta.
Había estado en combate antes, pero nunca como éste. Había demasiados de ellos. Docenas. Tal vez cientos. No podía decirlo con todos esos cuerpos destrozados. No había luz exterior todavía, y aunque las luces de seguridad ayudaban, todavía había demasiadas sombras. Demasiados lugares para que más de esas cosas se escondieran.
El temor se le deslizó bajo la piel, por lo que estaba frío y húmedo. Se quedó en el interior, mirándolo todo a través del cristal, intentando absorber lo suficiente para moverse.
Tenía que hacer algo. La gente iba a morir.
En el otro extremo del campo había un hombre que siquiera le llegaría a Jaejoong al hombro. Estaba vestido con una tunica de seda gris y el largo pelo oscuro envuelto en un moño alto. Tenía una estructura ósea tan delicada que hizo a Jaejoong sentirse como un elefante, pero no había nada débil en él. Cuatro monstruos similares a lobos, con una antinatural altura y musculatura, corrían en su dirección. Él se quedó en pie con calma, levantando la mano mientras ellos cargaban.
El primer demonio que se la aproximó salió volando hacia atrás y chocó contra un segundo que había detrás. Ambos rodaron hacia la espesura de los árboles tan fácilmente como si hubieran sido plantas rodantes. El siguiente en acercarse chocó contra algún muro invisible y rebotó con un audible ruido. El tercero usó la distracción para precipitarse detrás del hombre y levantar las garras para golpear.
Jaejoong trató de llamarle para advertirle, pero el aliento se le quedó en el pecho, así que hizo lo único que podía hacer. Corrió por la puerta y cruzó el patio de entrenamiento, esquivando hombres y monstruos en un desesperado intento por llegar al hombre antes de que fuera asesinado.
Sólo había hecho unos pocos metros cuando el hombre saltó tres metros en el aire y aterrizó sobre una gruesa rama de un árbol cercano.
El monstruo que había intentado matarlo rasgó el aire donde había estado hacía un segundo, su propio impulso le envió hacia arriba de forma que aterrizó en el suelo. Un hombre que no había visto un momento antes, salió de detrás de un montón de monstruos muertos y cortó a la cosa desde el cráneo hasta la pelvis.
Jaejoong patinó hasta detenerse y se dio cuenta que estaba de pie en medio de un campo de batalla. Algo le agarró del brazo y lo apartó justo cuando otro de esos lobos aterrizó donde había estado parado una fracción de segundo antes.
— ¿Qué infiernos estás haciendo? —gruñó Yunho. No lo miró, pero lo empujó detrás de él y retrocedió hasta el grueso tronco de un árbol cercano, la única cobertura disponible.
—Vine a ayudar.
—Entonces ayuda, pero no te dejes matar.
—Buen plan. ¿Qué debo hacer?
Algo con más piernas de las que podía contar descendió del árbol. Yunho lo vio y le cortó la cabeza. Aquello no dejó de moverse.
Lo apuñaló con su espada y arrojó el largo cuerpo lejos de ellos.
—Acaba con algo.
De acuerdo. Podía hacer eso. Encontró el poder esperándolo, sólo que esta vez estaba hirviendo de anticipación, como si necesitara ser usado. Saltó ante su llamada y le llenó con una especie de brillante presión. El cuerpo le vibraba con fuerza cuando eligió su primer objetivo.
Uno de los monstruos estaba a unos pocos metros, acercándose al costado de Aron. Jaejoong contrajo una ráfaga de poder en una apretada bola y la expulsó del cuerpo hacia la cosa. La bomba sacudió la tierra y una onda de aire se movió sobre ellos. Cuando pudo ver de nuevo, todo lo que quedaba del monstruo era una nube de trocitos vaporizados cayendo lentamente en la tierra.
Yunho le lanzó una rápida mirada por encima del hombro.
—Quería decir fuego, pero eso también funciona. Buen trabajo.
Su alabanza lo hizo sonreír, y decidió que realmente podía meterse en toda esta cosa del combate mágico. Hacía que su escopeta pareciera una pistola de agua.
No tenía tiempo para disfrutar de la victoria. Había monstruos para matar.



Yunho mantuvo a los Yokai alejados de Jaejoong, dándole espacio para trabajar. El hombre tenía un don para la destrucción. Se reía mientras manejaba su poder, convirtiendo demonio tras demonio en pilas de fango.
Eric se abrió paso cruzando el campo hasta el lateral de Yunho. El caballero Gris, Hyesung, no se veía tan bien. De hecho, si no fuera por el grueso brazo de Eric en su cintura, Yunho no creía que fuera capaz de mantenerse en pie.
Él dejó a Hyesung en el suelo detrás de Yunho y Jaejoong, y tomó una posición defensiva detrás de su pareja.
—Hyesung no puede hacer nada mas —dijo, acuchillando un demonio mientras éste cargaba.
—Más para mí —gritó Jaejoong. Otro grupo de Orochi explotó en una nube de sangre negra y trozos de piel.
—Acabo de ver a Kyuhyun abandonando el campo —dijo Yunho—. El sol se alzará en cualquier segundo.
Como si sus palabras hubieran convocado el amanecer, los primeros rayos directos de luz asomaron sobre el muro. Unos diez metros frente a ellos, un Yokai comenzó a humear. Un breve instante más tarde, estalló en llamas y corrió hacia los árboles.
— ¡El lago! —Gritó Eric, lo suficientemente alto para ser oído sobre los sonidos del combate—. ¡Conducidlos al lago!
Jaejoong miró a Yunho. Le costaba respirar, sudaba y temblaba, y tenía los ojos de un furioso rojo sangre.
— ¿Por dónde?
Yunho señaló al este.
—Al otro lado de esos árboles.
Hyesung agarró el tobillo de Jaejoong antes de que pudiera correr.
—El humo —jadeó—. Puede hacer daño a los niños humanos.
Jaejoong asintió.
—Me ocuparé de él.
Yunho sintió el tirón del poder, pero Jae se estaba debilitando. Había usado demasiado ya y todavía era nuevo en esto.
Instintivamente, ahuecó la mano izquierda en la parte trasera de su cuello, uniendo las dos partes de la luceria. La energía pasó a lo largo del brazo y se deslizó dentro de Jae.
Una brisa se agitó alrededor de ellos, después comenzó a girar más rápido. El humo de varios Yokai ardiendo subió en espiral alejándose del recinto.
— ¿Puedes seguir así si caminamos? —preguntó él.
Al parecer Jae no le escuchó. El rostro era una máscara de concentración y tenía el labio inferior entre los dientes.
—Llévalo —dijo Eric, doblándose hacia la tierra para hacer lo mismo con Hyesung—. Tenemos que seguir a los hombres y ayudarlos.
Yunho tuvo que romper el contacto con el collar, pero no había nada que hacer. Lo cogió y levantó, se dio cuenta que llevar a un hombre mientras se blandía una hoja desnuda era un talento aprendido. Eric lo hacía sin esfuerzo, aparentaba haber nacido para hacerlo, pero Yunho estaba incómodo. Su espada se balanceaba alrededor y estaba convencido que cortaría a uno de ellos.
El aire siguió girando en espiral alrededor de ellos mientras corrían, llevándose consigo el hedor de los demonios ardiendo. Para cuando llegaron al lago, sólo quedaba un puñado de Yokai, y todos estaban ardiendo, retorciéndose en el agua en un inútil esfuerzo para apagar las llamas de luz solar.
Cuando el último demonio se hundió bajo el agua, Yunho susurró:
—De acuerdo. Puedes parar ahora.
Jaejoong dejó escapar un largo aliento y dejó caer la cabeza contra su hombro.
—El aire es pesado —jadeó.
Yunho sonrió y le besó en la sien.
—Lo hiciste genial.
—Llevad a los heridos al interior —gritó Eric.
YoungWoon estaba a unos metros de distancia, pero su profunda voz resonó, fácil de escuchar.
—Los Susano’s están estableciendo camas en el comedor. Todo hombre que no esté herido, que venga conmigo. Vamos a ver que lograron los Yokai.
Afortunadamente, sólo había un puñado de hombres heridos, y las heridas parecían superficiales. Aron tenía un desagradable corte cruzándole la ceja, pero se enjugó la sangre y se alineó junto a YoungWoon.
Yunho le dijo a Jaejoong:
—Te voy a llevar dentro para que puedas descansar durante unos minutos.
— ¿Estás seguro que no me necesitas?
—Si lo hago, lo sabrás.
El teléfono de Eric sonó. Bajó a Hyesung y se lo sacó de los arrugados vaqueros. Después de un momento, la hosca cara se torció con un gruñido.
— ¿Hay alguna señal de donde la llevaron?
—No —dijo Hyesung, con los ojos abiertos ampliamente por la conmoción.
Eric le puso una mano en la cabeza, ofreciéndole consuelo.
— ¿Va a vivir? —preguntó con la voz turbia, apenas controlada—. Haz lo que puedas. Estamos en camino.
— ¿Qué es? —preguntó Yunho.


Hyesung se puso de pie e intentó correr hacia el edificio. Sólo dio unos pocos pasos antes de que las piernas debilitadas le fallaran y cayera.
Eric corrió a su lado y le ayudó a levantarse. Luchó contra él como si intentara escapar, pero Eric lo abrazó con fuerza.
—Es demasiado tarde —le dijo—. Estás demasiado débil como para hacer algo ahora mismo.
Hyesung dejó de luchar y se aferró a su marido. Los hombros se le agitaban con silenciosos sollozos. Yunho nunca lo había visto llorar así antes, y algo en su interior se rompió ante la vista. Siempre era tan fuerte y estoico, no importaba lo que le lanzaran.
Eric lo acunaba en los brazos, pero su rostro era todo menos consolador. Parecía listo para matar.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó Yunho.
Los ojos de Eric se cerraron por el remordimiento, y la boca se torció en un gesto de odio a sí mismo.
—La lucha sólo era una distracción. Consiguieron lo que querían.
— ¿Qué?
—Victoria.
A Yunho le llevó un momento que las palabras le penetraran.
— ¿Victoria se ha ido?
—Sí —masculló Eric—. Y no hay señal de donde se la han llevado —Creyó ver un brillo de lágrimas en los ojos del hombre mayor—. Kyuhyun rastreó la sangre de JunJin y lo encontró medio muerto. Dijo que no había rastro de olor que seguir.
Incluso si hubiera habido uno, probablemente habría ardido al amanecer.
— ¿No ha quedado nada? ¿Le sacó JunJin sangre a alguno?
—No. Ninguno.
—Tenemos que encontrarla —dijo Hyesung. Su voz fue alta y desesperada contra el hombro de Eric. Le miró y Yunho pudo ver las lágrimas rodando por las suaves mejillas—. No podemos dejarles tener a Victoria, también.
El vago recuerdo de un rumor que Yunho había oído una vez le hizo cosquillas en la mente, pero no pudo recordar qué era.
—La encontraremos, amor —era un voto, y Yunho sintió la energía saliendo de Eric en oleadas.
— ¿Cómo? —Exigió Hyesung—. ¿De la misma manera que encontramos a Amber?
¿Amber? Había escuchado ese nombre cuando era un niño, pero no podía recordar quién era.
El cuerpo de Eric se tensó como si hubiera recibido un puñetazo.
—Eso no volverá a suceder.
Al parecer YoungWoon había visto la conmoción y se acercó a ellos.
— ¿Qué está pasando?
—Se llevaron a Victoria durante la lucha —dijo Yunho para salvar a Eric de tener que decir las palabras de nuevo.
—Pondré a los hombres en ello en este mismo momento. La encontraremos antes de la puesta de sol.
—No hay un rastro —dijo Eric.
— ¿Quién lo dice? —exigió YoungWoon.
—Kyuhyun.
A Young Woon  se le transformó la cara, drenada de toda esperanza. Los hombros se hundieron un poco más, y Yunho volvió a preguntarse cuánto tiempo más lograría mantenerse como líder de su pueblo.
Jaejoong había estado mirando silenciosamente el intercambio, manteniéndose enfocado en Hyesung y Eric. Empujó a Yunho, indicando que quería sostenerse por sí mismo. A regañadientes, lo bajó, pero mantuvo el cuerpo apretado.
Se acercó y puso la mano contra el hombro de Hyesung. La voz era suave, pero llena de confianza.


—Puedo encontrar a tu hija —le dijo.
— ¿Hija? Victoria no es su hija —dijo Yunho.
Nadie le prestó atención. Todos los ojos estaban sobre Jaejoong. Especialmente los de Hyesung.
— ¿Cómo?
Jaejoong se encogió de hombros.
—Encontrar a los perdidos es lo que hago.
Hyesung se apartó de Eric y tomó la mano de Jaejoong en un agarre delicado. Las lágrimas rodaban por su rostro.
—No puedo perderla también —susurró—. Por favor encuentra a mi bebé. Tráemela de vuelta.
Jaejoong cerró los ojos como si intentara bloquear la mirada de angustia de la cara de Hyesung. Yunho podía sentirlo luchando contra sí mismo, el corazón y la mente en guerra el uno con el otro. Finalmente, exhaló un profundo aliento resignado.
—Lo prometo.


Jaejoong se desplomó contra el suelo, impotente bajo el peso de la promesa a una padre afligido.
—No deberías haber hecho eso —dijo Yunho. Se arrodilló a su lado, pasándole las manos por la cara y brazos como si estuviera asustado de que se hubiese hecho daño.
— ¿Qué otra cosa podía hacer? Siempre he sido un tonto ante un padre afligido. Uno pensaría que a estas alturas habría aprendido la lección. —Se recompuso y reunió las pocas fuerzas que le quedaban—. De todas maneras, si Victoria puede ayudar a Kibum, entonces también la necesito de vuelta.


—Gracias —dijo Eric—. Por todo lo que seas capaz de hacer.
—Necesito ir a ver de dónde se la llevaron. Cuanto más tiempo espere para hacer esto, más difícil será.
— ¿El qué?
Ondeó una mano hacia él. Todavía no estaba cómoda hablando sobre su talento.
— ¿Puedes mostrarme donde está su habitación?
—Necesitas descansar primero.
—No hay tiempo. Sin embargo, no le diría que no a una gran taza de café.
Eric dijo:
—No hay otra manera. Yunho, tú puedes extraer fuerza de la tierra y alimentarlo. No es seguro hacerlo demasiado, pero esto la mantendrá durante un tiempo más.
—Hazlo —dijo Jaejoong.
Yunho lo miró como si fuera a discutir, pero luego asintió con la cabeza.
—Como desees, mi señor.




Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO PERDIDO  - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA PRINCIPAL: YUNJAE

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