Prólogo
Junsu estaba
ahí. Yoochun sentía su presencia como si hubiera caminado a través de un portal
dentro del Castillo Matsumoto.
Saltó
desde el pesado banco y corrió por los pasillos hacia él. No iba a perderlo. No
otra vez.
Giró
en la esquina y se abalanzó contra la puerta de Eunhyuk. Ésta se sacudió, pero
no cayó. Estaba allí. Tenía que llegar a él antes de que desapareciera de
nuevo.
Yoochun
acababa de levantar la pierna para derribar la puerta de una patada cuando ésta
se abrió. Eunhyuk le miraba como si hubiera perdido el juicio, obstruyendo la
entrada para evitar que la locura de Yoochun alcanzara a su amado Donghae.
—
¿Dónde está? —exigió.
—Donghae
está al teléfono. ¿Qué diablos quieres?
—Donghae,
no. Junsu. Junsu está aquí, lo sé. Lo están escondiendo —Yoochun lo empujó para
entrar, pero Eunhyuk mantuvo su cuerpo entre él y Donghae.
Hae
salió de la cocina con el móvil pegado a la oreja. Cuando lo vio, su rostro
pasó por todos los colores. Se puso el dedo en los labios para pedirle silencio
y hablo al teléfono:
—No,
Junsu, estoy bien. Nadie me ha herido.
Junsu
no estaba ahí. Estaba al teléfono.
Mierda.
Yoochun
tardó un buen rato en recuperarse de la aplastante decepción. No estaba allí.
No podía verlo. Tocarlo. Cuidar de él.
No
podía azotarle el culo por huir de él.
—Por
supuesto que estoy seguro —dijo Donghae—. Te equivocas sobre ellos. No sé qué
te contó tu madre, pero también estaba equivocada. Son buenos chicos.
Yoochun
miró a Eunhyuk, quien aún se interponía en su camino.
—Déjame
hablar con Junsu —le pidió a Donghae.
Los
ojos de Donghae se agrandaron y negó con la cabeza, haciendo que su cabello se
despeinara.
—Al
menos dime donde podemos vernos para hablar. Te juro que iré solo.
—Y
un infierno lo harás —dijeron a la vez Eunhyuk y Yoochun.
Yoochun
aprovechó la distracción de Eunhyuk para pasar a su lado y coger el teléfono de
la mano de Donghae.
—Hola,
cariño —dijo con voz calmada cuando lo que en verdad quería hacer era gritarle
a Junsu por haberlo abandonado.
—Yoochun
—Su voz estaba cargada de miedo y no pudo disimular la fatiga que fluía a
través de esa única palabra.
—
¿Dónde estás?
—En
Kanto. O, tal vez, en Tohoku. No consigo diferenciar una de otra.
—Ya
basta de esta cansada rutina. ¿Dónde estás?
—Estoy
a salvo. En un lugar donde tú y tus monstruos no podrán encontrarme nunca.
Yoochun
apretó la mano y el móvil chirrió bajo el agarre. La ira bombeó a través de él,
junto con algo más: necesidad, desesperación y miedo.
—
¿Dónde estás, cariño? Necesito ir a buscarte.
—No.
—Aunque la palabra no sonó tan contundente como Junsu hubiera querido.
—Por
favor, Junsu. Te necesito —su voz estaba tan llena de súplica que Eunhyuk le
miró divertido, pero a él no le importó. Junsu era más importante que el
orgullo.
—No.
Estás tratando de engañarme otra vez. Eso no sucederá. Y juro por Dios que si
tocas un solo pelo de la cabeza a Donghae, te cazaré yo mismo y te asfixiaré
con tus propias pelotas.
—Nunca
le haríamos daño a Donghae. Es uno de los nuestros.
Se
escuchó un sollozo ahogado.
—Oh,
Dios. ¿Qué le habéis hecho?
—Le
hemos dado un hogar. Una familia. Nosotros lo protegeremos y lo mantendremos a
salvo. Y queremos hacer lo mismo por ti, cariño.
—
¡Mentiroso! Mamá decía que todos vosotros mentíais tan bien como el propio
Satanás. Ahora sé que tenía razón. Sobre todo.
—No
sé qué es lo que te dijo, pero ninguno de nosotros te haría daño. Déjame
conocerte. Hablar contigo.
—Intentarás
abducirme otra vez.
—No
lo haré —mintió.
Junsu
emitió otro suave sollozo, que le rompió el corazón. Sentía dolor. Estaba
sufriendo. Cansado. Todo en Yoochun gritaba que fuera a buscarlo pero no sabía
a dónde ir.
—Por
favor, Junsu. Dame una oportunidad. Quiero ayudarte.
—Desearía
que fuera cierto, Yoochun. Dios, lo deseó de verdad. Estoy metido en un gran
lío. Yo...
Se
oyó el fuerte ruido de un golpe del otro lado de la línea. El pánico recorrió a
Yoochun, haciéndole alcanzar su espada.
—
¿Junsu? ¿Qué está pasando?
Bajó
la voz a un susurro.
—Tengo
que irme. Están aquí.
—
¿Quién está ahí? ¿Y dónde coño estás tú?
—No
quién, qué. Los monstruos han vuelto a encontrarme.
¿Monstruos?
Se refería a los Yokai.
Se
escuchó otra fuerte explosión.
Yoochun
salió corriendo de la habitación hacia el garaje.
—Junsu.
Dime dónde estás. Voy a ir a ayudarte.
—Ya
sabes dónde estoy. Tú los enviaste.
El
corazón le latía tan fuerte que apenas podía hablar.
—No,
cariño. Yo no. ¿Dónde estás?
Junsu
vaciló. Otra fuerte explosión fue seguida de un estruendo, como de cristales
rompiéndose.
—Chugoku
—susurró—. Yamaguchi, Chugoku.
La
línea se cortó.
—
¡Junsu! —gritó al teléfono pero no obtuvo respuesta. Junsu ya se había ido.
Oyó
los pesados pasos de Eunhyuk detrás suyo mientras corría por la habitación y el
pasillo, pero él no aminoró la marcha. Se subió a la camioneta y chirrió por el
recinto del garaje, tomando el camino hacia la entrada. Si la puerta no estaba
abierta para cuando la alcanzara, pasaría como el viento a través de ella.
Este fic es una adaptación, no es mío,
yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: HUYENDO DEL MIEDO-
SHANNON K. BUTCHER. PAREJA PRINCIPAL: YOOSU.
No hay comentarios:
Publicar un comentario