sábado, 8 de febrero de 2014

Prólogo

Prólogo


Junsu estaba ahí. Yoochun sentía su presencia como si hubiera caminado a través de un portal dentro del Castillo Matsumoto.
Saltó desde el pesado banco y corrió por los pasillos hacia él. No iba a perderlo. No otra vez.
Giró en la esquina y se abalanzó contra la puerta de Eunhyuk. Ésta se sacudió, pero no cayó. Estaba allí. Tenía que llegar a él antes de que desapareciera de nuevo.
Yoochun acababa de levantar la pierna para derribar la puerta de una patada cuando ésta se abrió. Eunhyuk le miraba como si hubiera perdido el juicio, obstruyendo la entrada para evitar que la locura de Yoochun alcanzara a su amado Donghae.
— ¿Dónde está? —exigió.
—Donghae está al teléfono. ¿Qué diablos quieres?
—Donghae, no. Junsu. Junsu está aquí, lo sé. Lo están escondiendo —Yoochun lo empujó para entrar, pero Eunhyuk mantuvo su cuerpo entre él y Donghae.
Hae salió de la cocina con el móvil pegado a la oreja. Cuando lo vio, su rostro pasó por todos los colores. Se puso el dedo en los labios para pedirle silencio y hablo al teléfono:
—No, Junsu, estoy bien. Nadie me ha herido.
Junsu no estaba ahí. Estaba al teléfono.
Mierda.
Yoochun tardó un buen rato en recuperarse de la aplastante decepción. No estaba allí. No podía verlo. Tocarlo. Cuidar de él.
No podía azotarle el culo por huir de él.
—Por supuesto que estoy seguro —dijo Donghae—. Te equivocas sobre ellos. No sé qué te contó tu madre, pero también estaba equivocada. Son buenos chicos.
Yoochun miró a Eunhyuk, quien aún se interponía en su camino.
—Déjame hablar con Junsu —le pidió a Donghae.
Los ojos de Donghae se agrandaron y negó con la cabeza, haciendo que su cabello se despeinara.
—Al menos dime donde podemos vernos para hablar. Te juro que iré solo.
—Y un infierno lo harás —dijeron a la vez Eunhyuk y Yoochun.
Yoochun aprovechó la distracción de Eunhyuk para pasar a su lado y coger el teléfono de la mano de Donghae.
—Hola, cariño —dijo con voz calmada cuando lo que en verdad quería hacer era gritarle a Junsu por haberlo abandonado.
—Yoochun —Su voz estaba cargada de miedo y no pudo disimular la fatiga que fluía a través de esa única palabra.
— ¿Dónde estás?
—En Kanto. O, tal vez, en Tohoku. No consigo diferenciar una de otra.
—Ya basta de esta cansada rutina. ¿Dónde estás?
—Estoy a salvo. En un lugar donde tú y tus monstruos no podrán encontrarme nunca.
Yoochun apretó la mano y el móvil chirrió bajo el agarre. La ira bombeó a través de él, junto con algo más: necesidad, desesperación y miedo.
— ¿Dónde estás, cariño? Necesito ir a buscarte.
—No. —Aunque la palabra no sonó tan contundente como Junsu hubiera querido.
—Por favor, Junsu. Te necesito —su voz estaba tan llena de súplica que Eunhyuk le miró divertido, pero a él no le importó. Junsu era más importante que el orgullo.
—No. Estás tratando de engañarme otra vez. Eso no sucederá. Y juro por Dios que si tocas un solo pelo de la cabeza a Donghae, te cazaré yo mismo y te asfixiaré con tus propias pelotas.
—Nunca le haríamos daño a Donghae. Es uno de los nuestros.
Se escuchó un sollozo ahogado.
—Oh, Dios. ¿Qué le habéis hecho?
—Le hemos dado un hogar. Una familia. Nosotros lo protegeremos y lo mantendremos a salvo. Y queremos hacer lo mismo por ti, cariño.
— ¡Mentiroso! Mamá decía que todos vosotros mentíais tan bien como el propio Satanás. Ahora sé que tenía razón. Sobre todo.
—No sé qué es lo que te dijo, pero ninguno de nosotros te haría daño. Déjame conocerte. Hablar contigo.
—Intentarás abducirme otra vez.
—No lo haré —mintió.
Junsu emitió otro suave sollozo, que le rompió el corazón. Sentía dolor. Estaba sufriendo. Cansado. Todo en Yoochun gritaba que fuera a buscarlo pero no sabía a dónde ir.
—Por favor, Junsu. Dame una oportunidad. Quiero ayudarte.
—Desearía que fuera cierto, Yoochun. Dios, lo deseó de verdad. Estoy metido en un gran lío. Yo...
Se oyó el fuerte ruido de un golpe del otro lado de la línea. El pánico recorrió a Yoochun, haciéndole alcanzar su espada.
— ¿Junsu? ¿Qué está pasando?
Bajó la voz a un susurro.
—Tengo que irme. Están aquí.
— ¿Quién está ahí? ¿Y dónde coño estás tú?
—No quién, qué. Los monstruos han vuelto a encontrarme.
¿Monstruos? Se refería a los Yokai.
Se escuchó otra fuerte explosión.
Yoochun salió corriendo de la habitación hacia el garaje.
—Junsu. Dime dónde estás. Voy a ir a ayudarte.
—Ya sabes dónde estoy. Tú los enviaste.
El corazón le latía tan fuerte que apenas podía hablar.
—No, cariño. Yo no. ¿Dónde estás?
Junsu vaciló. Otra fuerte explosión fue seguida de un estruendo, como de cristales rompiéndose.
—Chugoku —susurró—. Yamaguchi, Chugoku.
La línea se cortó.
— ¡Junsu! —gritó al teléfono pero no obtuvo respuesta. Junsu ya se había ido.

Oyó los pesados pasos de Eunhyuk detrás suyo mientras corría por la habitación y el pasillo, pero él no aminoró la marcha. Se subió a la camioneta y chirrió por el recinto del garaje, tomando el camino hacia la entrada. Si la puerta no estaba abierta para cuando la alcanzara, pasaría como el viento a través de ella.



Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: HUYENDO DEL MIEDO- SHANNON K. BUTCHER. PAREJA PRINCIPAL: YOOSU.

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