viernes, 7 de febrero de 2014

CAPÍTULO 27

CAPÍTULO 27

Un estruendo sacudió el suelo alrededor del cuerpo de Jaejoong. El polvo se derramó desde el techo, seguido de pequeñas rocas. Miró hacia arriba impactado y vio que una grieta se estaba formando. Y se ensanchaba.
Yunho sacó a Jaejoong del camino y lo empujó hacia el túnel para cubrirlo justo cuando las grandes rocas comenzaban a caer.
Los gritos se elevaban desde el lado contrario de la caverna. Hyesung gritó. Entonces Jaejoong no pudo oír nada excepto el sonido de rocas crujiendo unas contra las otras mientras llenaban el espacio.


—Baja al túnel —gritó Yunho, empujándolo para ponerlo en movimiento.
Jaejoong se movió. La adrenalina hizo que los brazos y piernas se movieran tan rápido como los latidos del corazón. Corrió por el túnel hasta que se lanzó en una fosa poco profunda. Se deslizó fuera de la abertura y bajó hasta que estuvo de pie sobre un nicho de roca. Se movió hacia adelante para que hubiera suficiente espacio a su lado para Yunho.
El polvo le cubría el cuerpo, y tenía un feo rasguño en la mejilla.
— ¿Estás bien? —la preguntó en medio de una tos.
—Sí. ¿Y tú?
Él asintió distraídamente, pero estaba mirando el camino por el que llegaron, como si esperase ver al resto del grupo.
—Quedaron atrapados al otro lado, ¿verdad? ¿No debajo de todas esas rocas? —rezó por que fuera cierto.
La expresión sombría de Yunho no le dio mucho consuelo. Tenía la mandíbula apretada con furia, y los ojos prometían retribución.
—Estamos por nuestra cuenta ahora. Podemos regresar o avanzar hacia la trampa. ¿Qué quieres hacer?
—Aún si es una trampa, no podemos dejar a Ren aquí. O a Victoria. Al menos ahora sabemos lo que está por llegar.
—Si les rescatamos, no vamos a tener ninguna diversión tratando de encontrar una salida.
—Haré volar una abertura si lo necesito.
En ese momento, la luceria cayó del cuello. Jaejoong la atrapó antes de que pudiera golpear el suelo.
Yunho soltó un suspiro dolorido.
—Nuestro tiempo se termina.
—Necesitamos más —dijo Jaejoong.
—Esa es tu decisión. No la mía.
— ¿Qué hago?
—Póntela. Dame un nuevo voto. —Se veía como si estuviera a punto de decir algo más, entonces apretó los labios.
Jaejoong aseguró la luceria de regreso a su lugar. Los ojos de Yunho fueron hacia allí y la mirada de nostalgia en su rostro casi lo hizo llorar. Él cayó de rodillas y se cortó una línea en la piel, a través de la camisa.
—Mi vida por la tuya, Jaejoong. Siempre.
Jaejoong vaciló. Necesitaba tiempo para pensar. ¿Qué le ocurriría a Yunho si muriera al llevar puesta esta cosa? ¿Qué pasaría si no lograra salir con vida? Era una trampa. Tenía que recordar eso.
Él quería un para siempre. No podía permitirse querer eso también. Al menos no hasta que estuviera seguro de que no sería una carga para él... Hasta que su gente supiera si había más parejas como Jae allí afuera, que pudieran ser una mejor pareja para él.
Él creía que quería un para siempre ahora, ¿pero qué pasaría si encontraran a más parejas la semana que viene? No quería atraparlo. No quería que fuera su culpa y terminará arrastrando a Yunho a la muerte, al final todo sería su culpa. Yunho debería poder tener una opción si estropeaba esto y fallaba en sacar a todo el mundo vivo.

—Una hora —susurró—. Eso debería ser suficiente para que salgamos de aquí, ¿verdad? Si no, podemos ir a por otra hora.
La boca de Yunho se apretó y la mandíbula se trabó con furia.
—Una hora. Ahora entiendo.
No estaba seguro de lo que entendía, pero no lo dejaba entrar en su mente para que pudiera aclararlo. Estaba frío y rígido a su lado.
La banda alrededor del cuello se apretó, se acomodó sobre la piel. No apareció ninguna visión, pero realmente no necesitaba ninguna para saber cómo se sentía. Estaba cabreado.
—Será mejor que nos movamos.
Jaejoong ansiaba explicarle, pero no había tiempo.
—No es mucho más allá.
Se movieron el resto del camino cuidadosamente. Yunho mantuvo los ojos en el techo de roca por encima de ellos, buscando más señales de peligro.
La mayor parte de esa hora había pasado para cuando se acercaron a un rincón y Jaejoong sintió que una oleada de maliciosa intención barrió sobre él. Le robó el calor del cuerpo hasta que los huesos le dolieron de frío. Se paró en seco, incapaz de dar otro paso.
Un gemido profundo de Yunho le dijo que lo había sentido también.
—Esto no es bueno —dijo él.
—Que me vas a contar.
—No. Quiero decir que no podemos permanecer aquí mucho. Esto nos matará.
No le molestaba la idea.
—Eso no eres tú. Es la niebla hablando. Ignóralo. Piensa en algo feliz y ponte en movimiento.
Algo feliz. La cara de Ren surgió en la cabeza. La sonrisa torcida exhibiendo el hueco de los dos dientes frontales. El olor de su pelo cuando habían descansado sobre el sofá juntos y habían visto dibujos animados. El sonido de su risa nerviosa cuando lo había hecho girar a su alrededor sujetándolo de los brazos.
Ahora tendría dieciséis años si hubiera vivido... Demasiado grande para hacerlo girar.
Sentía la bolsa vacía sobre el hombro como si pesara una tonelada. No era grande, pero Yunho le había prometido que sería lo suficiente espaciosa para contener los huesos.
—Eso no es feliz —dijo Yunho.
Jaejoong intentó reenfocar los pensamientos, pero no fue fácil. Tenía demasiadas cosas bailando alrededor del cerebro para concentrarse.
—Vamos solo a terminar con esto.
Yunho desenvainó la espada y dieron juntos un paso hacia la esquina. Una jaula de metal de cerca de tres metros por cada lado estaba en la esquina lejana de la caverna. El suelo estaba cubierto de basura, huesos y pedacitos de pelaje. Dentro de la jaula, Victoria estaba sentada abrazándose las piernas. Al lado de ella había una pila de huesos y restos andrajosos de ropa. Un camisón rosado. El color del camisón en el esqueleto se había desvanecido poco a poco con el paso del tiempo, y estaba cubierto de polvo, pero sabía que era rosado porque lo reconoció. Había sido el favorito de Ren... Uno que le rogaba a Jaejoong para que lo lavara para poder usarlo de nuevo cada noche.
Alcanzó el brazo de Yunho para estabilizarse. Apenas podía respirar. Ver el cuerpo de su hermano después de todos estos años era más de lo que podía aguantar. La pena casi lo aplastó y le rasgó el corazón hasta que ya no le importó si aspiraba el siguiente aliento. Si la muerte aliviara este dolor, entonces le daría la bienvenida. Se envolvería alrededor de su hermano y dejaría que viniera a llevárselo.

—Detente con eso —gruñó Yunho—. Estás dejando entrar a la niebla.
Ante el sonido de su voz, Victoria levantó la cabeza. Jaejoong esperaba ver lágrimas, pero los ojos azules estaban secos y su cara estaba tranquila. Sólo la voz reveló su decepción.
—No deberías haber venido. Mi hermana va a matarnos a todos ahora.
Otra Victoria bajaba flotando desde una cornisa por encima de ellos. La falda negra se hinchó mientras se situaba en el suelo. Esta Victoria tenía ojos negros y una sonrisa cruel ladeando la boca pintada.
—No voy a matarlos a todos —dijo la chica—. Te necesito a ti, hermana, y a tu bonita alma brillante.
Repentinamente, las cosas comenzaron a encajar en su lugar para Jaejoong. Todas las pequeñas diferencias tuvieron sentido. Había dos de ellas. Jaejoong de alguna manera había terminado en la cabeza de esta niña cuando fue a buscar a Victoria. Había encontrado a Victoria cuando había estado en su cama, pero una vez que tuvo a la muñeca para contactarla... La de ojos negros vidriosos... De alguna manera había alcanzado a la otra niña en su lugar.
Yunho dio un paso al frente, cubriendolo.
— ¿Quién diantres eres tú?
—Amber. Victoria es mi hermana. Pensé que el parecido era una señal obvia.
—Mantente lejos de ella —advirtió Victoria—. Es peligrosa.
—Demasiado tarde para eso. Deberías haber escuchado cuando tuviste la oportunidad —dijo Amber. Levantó la mano diminuta y monstruos fluyeron como agua, babeando fuera de los altos túneles arriba de las paredes. Aterrizaban como pesadas gotas de lluvia o se arrastraban hacia abajo por las paredes de la caverna, adhiriéndose como arañas.
El miedo se apoderó con firmeza de Jaejoong y le pegó los pies a la tierra. Había muchos de ellos. Ella y Yunho no iban a atravesar esto con vida.
—No hay tiempo para eso —dijo Yunho—. Trabajaremos codo con codo —agarró su brazo y lo arrastró hacia la jaula que contenía a Victoria—. Vamos, Jaejoong. Te necesito aquí conmigo.
Correcto. Victoria lo necesitaba, también.
Jaejoong se dio una palmada mental e intentó pensar en lo que podría hacer para salvarlos. No había forma de que pudiera combatir con todos ellos. Lo que en realidad necesitaba era encontrar la manera de impedir que los monstruos les lastimaran.
No sabiendo qué más hacer, formó una burbuja alrededor de ellos para mantener atrás a los monstruos babeantes. Se requirió de una enorme cantidad de poder... Más de lo que alguna vez había usado antes. Las terminaciones nerviosas gritaron ante la fuerza de esa cantidad de energía viajando a través de él, pero se las arregló para traspasar el dolor.
Cosas peludas, con garras hicieron eco fuera del escudo mientras iban a la carga, haciéndole ondear como olas sobre un estanque.
—Eso funcionará —dijo Yunho, el orgullo vibrando en la voz—. ¿Cuánto tiempo lo puedes sostener?
El sudor ya empezaba a perlar la piel por el esfuerzo.
—No lo sé.
—Me apresuraré.
La correa de la bolsa sobre el hombro desapareció. Jae no se podía permitir distraerse pensando en lo que eso significaba, así que no lo hizo. Oyó el chirriar del metal doblándose demasiado rápido y una suave palabra de agradecimiento de Victoria.
Los monstruos golpearon el escudo, y sintió cada uno de los impactos como un martillo pesado explotándole en el cerebro. El sudor se deslizó por las sienes y las piernas comenzaron a temblarla. El poder de Yunho fluyó dentro de él, pero destinó todo lo que la llegaba al escudo, no dejando nada para recobrar las fuerzas. Se sintió hueco... Una delgada concha de piel quebradiza era todo lo que quedaba de sí, y que amenazaba con desmoronarse.
El seco golpe de huesos llenó sus oídos, tuvo que cubrirlos y bloquear el sonido. Yunho estaba recogiendo lo que quedaba de su hermano. Pobre, dulce Ren.
Lo siento, cariño.
Las lágrimas se unieron al sudor que la corría por el rostro.
El escudo vaciló y una de las cosas con ojos verdes encendidos lo atravesó.


— ¡Yunho! —gritó, y levantó las manos para canalizar más poder hacia la brecha. No estaba seguro si el movimiento de la mano sirvió de algo, pero valía la pena intentarlo.
La espada de Yunho entró dentro de su campo visual. Cortó a través del aire entre Jae y el monstruo que embestía, cercenando una de las patas de la bestia. La cosa aulló y la sangre negra salió a chorros sobre las rocas.
Lo terminó con una serie rápida de cortes que enviaron la cabeza rodando lejos. Pateó el cuerpo hasta donde el escudo lo permitiría, donde se retorció mientras la sangre se drenaba de eso.
Jaejoong volvió a formar el escudo para conseguir que la cosa se alejara de todos ellos antes de que la sangre los pudiera quemar. Sintió el calor de la luceria mientras forzaba aún más poder dentro del cuerpo. El sudor se evaporó de la piel en pequeñas guedejas de vapor. La cabeza le latía al ritmo de los choques de los monstruos contra el escudo.
No iba a poder sostenerlo mucho más tiempo.
Una mano pequeña, fría se metió calladamente en la suya.
—Puedes hacer esto —dijo Victoria, la voz infantil estable y confiada, como si no hubiera pasado ese día encerrada en una jaula con los restos del hermano que Jaejoong no había podido salvar.
—Tiempo de irse —gritó Yunho.
— ¿Ir a dónde? —jadeó Jaejoong. Estaban rodeados. Sólo la burbuja que había construido mantenía alejados a los demonios. Ya los monstruos lo estaban cubriendo, rascando y arañando, como si trataran de encontrar un camino hacia dentro.
— ¿Cómo te sientes sobre volar? —preguntó Yunho.
—Es genial si estoy dentro de un bonito caparazón de metal.
—El camino por el que entramos está bloqueado. No veo ninguna elección aquí.
Ni tampoco Jaejoong. Mierda. Tanto que no quería hacer esto.
—Arriba será. Agárrate.
Yunho la deslizó la mano alrededor de la nuca, trabándolos, liberando más de su poder para que fluyera dentro de Jae. Victoria se le aferró a su cintura y Jaejoong se agarró de los hombros de Yunho.
—No puedo creer que esté haciendo esto —masculló antes de poner toda su atención en la tarea.
La energía brotaba de Yunho, lanzándose a su disposición. Jae dejó que la burbuja se encogiera hasta que estuvieron nariz con nariz con los monstruos hambrientos. Tuvo que cerrar los ojos para bloquearlos fuera, para poder concentrarse, pero de alguna manera se imaginó cómo usar una explosión de fuerza para empujar la burbuja del suelo. No fue muy lejos, y trataron de acurrucarse en el centro de la esfera, pero se elevó, dándole a la confianza de que realmente podría funcionar.
Empujó más duro, y uno por uno, los monstruos comenzaron a deslizarse fuera del suave escudo, aligerándolo y facilitando moverse. Algunos todavía se aferraban con piernas de insectos, pero no lo podía evitar.
El techo estaba llegando a ellos rápido ahora, y no podía encontrar la manera de bajar la velocidad.


—Vas a tener que abrirte paso —dijo Yunho.
—Hay mucha roca por arriba.
—No —dijo Victoria—. Estamos sólo algunos metros de profundidad.
Algunos metros. Podría hacerlo si eso era lo qué se necesitaba para llevar a Victoria y a Yunho a la seguridad. Para meter el cuerpo de su hermano en la tumba vacía junto a la de su madre.
Jaejoong contempló la roca, buscando un punto débil. Una sola hendidura se extendía por toda la longitud del espacio desde una esquina, así que apuntó a eso.
Jae formó una cuña de aire, al igual que la burbuja del escudo, la endureció con la mente, y empujó la cosa en la grieta.
El cuerpo le vibró bajo la presión, y sintió los ojos como si se la fueran a evaporar bajo el calor que brotaba. En algún punto había dejado de sudar, o tal vez sólo se secaba más rápido de lo que el cuerpo generaba. Cualquiera que fuera el caso, estimó que tenía otros pocos segundos antes de que se desmayara completamente y todos ellos aterrizaran en el centro de la masa de dientes y garras de abajo.
No iba a permitir que terminara así.
Se le formaban puntos blancos en la vista, haciéndole difícil ver, pero podían sentir el aliento de Yunho en la oreja mientras le hablaba.
—Lo estás haciendo muy bien. Sólo un poco más.
Estaba empujando la energía dentro de sí mismo ahora, ayudándolo tanto como podía. Lo recogió, aforrándolo hasta que la presión fue demasiado para sujetarlo. Apenas podía ver ahora, justo lo suficiente como para distinguir el lugar donde había empujado la cuña.
Jaejoong lo soltó, golpeando ese punto con la fuerza de un ariete. Las rocas llovieron sobre ellos, y debajo del trueno de piedras, podía oír los gritos doloridos de los monstruos mientras eran aplastados. La burbuja se mantuvo, resguardándolos de los trozos grandes, pero los granitos de arena comenzaron a atravesarlo. El escudo se estaba debilitando, y no iba a resistir por mucho más tiempo.
—Una vez más —jadeó Yunho. Sonó sin aliento.
No podía verlo ahora. No podía ver nada. Dejó que el instinto lo guiara mientras reunía la fuerza y aporreaba la cuña otra vez. Otra tanda de rocas cayó en cascada. Esta vez trozos del tamaño de grava estaban atravesándolo.
— ¡Veo las estrellas! —gritó Victoria.
Jaejoong no podía, pero creyó en la voz excitada de la chica, y guió la burbuja hacia arriba para que pudieran salir del infierno.
—A la izquierda —dijo Yunho—. Allí.
Los oídos le comenzaron a zumbar y ahora no podía oír nada, tampoco. No estuvo seguro si estaba afuera del hueco de la caverna o no, hasta que sintió el triunfo de Yunho cantando a través del enlace.
Condujo la burbuja lateralmente, asegurándose de que no cayeran de nuevo dentro del hueco una vez que la burbuja reventara de pronto.
Estamos a salvo. Puedes dejarla ir ahora.
Era la voz de Yunho en su cabeza, la presencia reconfortante; así que la dejó ir. Aterrizaron con un golpe.
Aspiró enormes bocanadas de aire y se recostó en el pasto frío. El corazón le martilleaba, desacelerando con cada pulsación. Podía sentir los dedos de Yunho entrelazándose con los de él y deleitándose con el orgullo irradiando de Yunho. Lo había conseguido. Los había sacado vivos.
Y entonces su presencia se fue como si alguien hubiera apagado un interruptor. Trató de alcanzarlo en su mente, pero se estrelló contra una pared. No estaba allí. Estaba solo otra vez.
La luceria se abrió y se deslizó desde el cuello hasta el pasto. Trató de alcanzarla, pero los brazos no funcionaban. Nada funcionaba. Todo estaba roto ahora, y Yunho se había ido.

El mundo se desvaneció y no hubo nada que pudiera hacer para detenerlo.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO. ORIGINAL: ENCONTRANDO LO PERDIDO  - SHANNON K. BUTCHER. PAREJA PRINCIPAL: YUNJAE

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