CAPÍTULO 19
—Fuiste terriblemente duro con ese chico esta noche —dijo Eric
mientras acostaba a Hyesung en su cama.
No estaba seguro de que tuviera fuerzas ni siquiera para
taparse con las sábanas. Había llegado demasiado lejos esta noche. De hecho,
había estado empujándose demasiado duro durante demasiadas noches seguidas. Los
Yokai parecían estar burbujeando por todas partes últimamente. Algo totalmente
malo iba a ocurrir. Podía sentirlo en los huesos.
—No tuve alternativa —le dijo a su marido.
Eric le quitó los zapatos y deslizó sus pies debajo de las
sábanas frías.
—No deberías haberle dicho a Eunhyuk que estabas dispuesto a
matarlo. Tendrías que saber que eso sólo avivaría los instintos protectores del
muchacho.
Hyesung miró a su marido, estudiando sus movimientos. Era
gentil como siempre, pero había una vacilación leve en él que no podía
entender. Eric nunca vacilaba. Se movía con seguridad y certero autocontrol.
Era lo que los había mantenido a ambos vivos durante tantos siglos. Tal vez lo
sentía, también -ese destino inminente que parecía latir en el aire alrededor
de todos los Caballeros de la Luz.
—Crees que estaba alardeando, ¿verdad? —Le preguntó.
Los torpes dedos de Eric se movieron hacia el botón superior
de su túnica y comenzaron a sacarlo de su ojal. No miró de frente, por el
contrario, enfocó la atención en su tarea.
— ¿No lo hacías?
—No —mantuvo sus emociones bajo un apretado control para que
ninguno de ellos pudiera escabullirse de su unión. Estaba acostumbrado a
mantener los secretos lejos de él, por ahora. No le gustaba, pero era hábil en
esconder la verdad. Nunca querría que supiera lo que le había hecho a él -lo
que le había hecho a todos los Amaterasus—.
Preferiría verle morir antes que a Eunhyuk. Hemos perdido demasiados
últimamente. Yong Ha, Eli y Andrew. Y eso sólo en las últimas semanas. ¿Cuántos
hombres más tenemos que perder antes de que tenga permiso para estar enfadado?
—Tienes permiso para estar tan enfadado como quieras, Hyesung.
Pero no tienes derecho a sacrificar a una persona por alguien a quien quieres
más.
—No puedo perder a cualquiera de ellos. No ahora. No tan
pronto. El pobre Yong Ha... —su garganta se apretó mientras luchaba contra las
lágrimas que no podía dejar caer.
Le llevó varios segundos antes de que estuviera seguro de que
no lloraría.
La muerte de Yong Ha se
reprodujo en su mente otra vez. Había extraído sus últimos recuerdos de su
espada y se había obligado a volverlos a vivir repetidas veces hasta que
estuvieron grabados a fuego en su cerebro. Había sido como un hijo para él y
había muerto con atormentado dolor.
Como tantos otros.
La mano ancha de Eric alisó su pelo y lo miró con tanto amor
en sus ojos azules que pensó que podría dividirse por la culpa. Le amaba y lo
había traicionado. Todavía lo traicionaba con su silencio, día tras día.
—Tienes que dejar de hacerte eso a ti mismo —le regañó
suavemente—. Ninguno querría que cargaras con esos últimos momentos de sus
vidas.
¿Cómo podría explicarle que era la única manera que conocía
para evitarles morir solos? No pudo estar allí para protegerlos. No pudo estar
allí para aliviar su dolor. No pudo estar allí para decirles cuánto los amaba,
lo orgulloso que estaba. Todo lo que podía hacer era cargar sus muertes en él
para que nunca más estuvieran solos.
—Sólo estoy cansado —le dijo.
Ambos sabían que era una mentira, pero era una con la que
ambos estarían cómodos. Una con la que ambos podrían vivir.
Eric terminó de desabotonarle su túnica y lo deslizó
completamente por su cabeza. Nunca había podido acostumbrarse a la ropa
interior moderna, así que estaba desnudo debajo de la seda suave.
Sintió un latido de deseo pulsar a través del enlace antes de
que Eric tuviera tiempo para controlarse a sí mismo.
Nunca dejaba de asombrarlo que, después de tener al mismo hombre
durante varios cientos de años, Eric todavía pudiera excitarse por algo tan
simple como verlo desnudo. Pero, en vez de hacer algo al respecto, él subió las
sábanas suaves sobre él y le besó en la frente.
—Duerme, mi señor. Aclararemos qué hacer con Donghae mañana.
—Voy a obligar a Victoria a verlo. Es la única que sabrá de
cualquier modo si la visión de Donghae es real.
La mano de Eric se apretó en la sábana.
— ¿Crees en realidad que esa es una buena idea? Victoria está
todavía furiosa contigo, y obligándola a hacer algo sólo empeorará las cosas
entre ustedes.
Como si pudieran ponerse peores.
— ¿Tienes una idea mejor?
Eric expulsó un suspiro cansado.
—Donghae no está listo para Victoria. No está, incluso,
preparado para enfrentar que es uno de nosotros. No quiero empujarlo demasiado
duro o demasiado rápido.
— ¿Preferirías que simplemente matara al chico?
—No puedes hacer eso —su voz fue dura, definitiva.
— ¿No crees que sea capaz de matar a un inocente?
Eric le dirigió una sacudida triste de su cabeza.
—No, sé exactamente de lo que eres capaz de hacer. Pero aún
así, no le puedes matar. Si lo haces, matarás a Eunhyuk también. Está ligado a Donghae
casi permanentemente.
¿Permanentemente? No podía ser. Hyesung sintió una puñalada de
miedo.
—No. Es demasiado pronto para eso. Le deberían quedar semanas,
si no meses.
—Sólo le quedan algunos días, en el mejor de los casos.
— ¿Cómo lo sabes?
—Los colores de su luceria casi se han solidificado.
—Pero no completamente. Todavía formaban remolinos esta noche.
Lo vi por mí mismo.
—Estabas demasiado cansado para sentir lo que yo sentí. Ha
pasado mucho tiempo desde que vi a otra pareja unida que casi había olvidado
cómo se sentía estar cerca de ellos. Hay una especie de armonía en el aire a su
alrededor.
Hyesung aspiró un aliento profundo mientras recordaba esa
armonía de su juventud y comparándola con la de esta noche.
—Tienes razón. Estaba allí. ¿Cómo puede ser eso? No ha habido
tiempo aún para que se unieran permanentemente.
Eric encogió sus anchos hombros.
—No estoy seguro si es porque él ha esperado tanto por Donghae
o si es porque Donghae ya ha usado un tanto de su poder. En todo caso, están
casi vinculados. Si intentas matarlo, después de que haya ocurrido, Eunhyuk no
sobrevivirá. De una u otra manera.
Hyesung cerró los ojos contra una oleada de pánico. No podría
salvar a Eunhyuk a menos que obligara a Donghae a cooperar. Tenía que hacer
algo para que eso pasara. Todos sus muchachos -su familia adoptiva- se estaban
muriendo uno a uno. Ya había perdido a todos sus hijos biológicos. Todos los
siglos pasados no habían aliviado el persistente dolor de ver a un niño morir.
Recordaba la cara de su hijito. Sus sonrisas.
Ninguno de sus bebés podría sonreír nunca más.
Había perdido a Yong Ha, Eli, Andrew e incontables otros. No
iba a perder a Eunhyuk, también.
Eunhyuk esperaba encontrar a Donghae dormido cuando regresó a
su cámara. Estaba exhausto, razón por la cual lo había dejado solo para
empezar. Sabía que si se quedaba allí y le ayudaba a meterse en la cama de la
forma en la que sus instintos protectores clamaban que hiciera, terminaría
encima, arrastrándose directo hacia él. Los desnudaría a ambos, cubriendo su
cuerpo curvilíneo con el suyo, y se empujaría dentro suyo hasta que estuviera
sepultado tan profundamente como para no pensar en nada aparte del calor
resbaladizo de él agarrándole. Hasta que no hubiera espacio para el miedo, la
preocupación o la pena... sólo los dos luchando por ese placer perfecto donde
nada malo les podría tocar.
Pero cuando se permitió regresar a su suite y comprobó si
estaba durmiendo profundamente, encontró una cama vacía en lugar de eso. Las
mantas ni siquiera habían sido arrugadas.
Eunhyuk maldijo y enfocó la atención en su enlace en un
esfuerzo por encontrarlo. Sabía que estaba seguro aquí -al menos del Yokai- pero
no le gustaba la idea de Hae deambulando por los alrededores solo. Había
demasiadas cosas que le podrían ocurrir, aún por obra de esos que consideraba
aliados. Había demasiados hombres aquí que le podrían herir sin querer.
Demasiados hombres que la necesitaban para cosas que aún no comprendía. El
pacto de sangre de Kyuhyun había probado eso.
Simplemente el pensamiento de que Kyuhyun tuviera el derecho
de exigirle que le diera sangre cada vez que quisiera hizo a Eunhyuk querer
matarlo. Y ese pensamiento violento hizo a su cabeza martillear. Jodida unión
de paz.
Le costó varias respiraciones profundas antes de que Eunhyuk
pudiera aclarar su cabeza lo suficiente como para decidir dónde había ido
Donghae. Siguió el sutil tirón de su anillo, el cual lo condujo hacia las
puertas corredizas de cristal del patio trasero de su suite.
Nunca había hecho nada con el terreno como hicieron algunos de
los residentes de Castillo Matsumoto. No había plantado ninguna maceta con
flores, había comprado muebles de jardín o había instalado una bañera de agua
caliente. Raras veces tenía tiempo para disfrutar de su casa, y su patio era un
cuadrado desolado de cemento que resplandecía pálido en la oscuridad.
Donghae estaba sentado en el borde exterior del patio de cara
a los terrenos. Desde allí, tenía la vista del lago donde habían trabajado más
temprano. A su lado, había un jarro vacío, el cual, basándose en su pelo y su
ropa empapada, había vaciado sobre sí mismo. El algodón delgado de su camiseta
se aferraba a su piel y el estómago de Eunhyuk se apretó contra una corriente
de deseo.
Se veía bien a la luz de la luna. Más suave, lo cual no
pensaba que fuera posible. Conocía lo suave que era por todos lados, y el solo
recuerdo casi le hizo ponerse de rodillas. Deseaba tocarlo tanto que sentía sus
manos temblar y tuvo que tomar varias respiraciones profundas antes de que
confiara en sí mismo para acercársele.
Eunhyuk descorrió la puerta de vidrio y dio un paso fuera de
la habitación. Donghae no se dio la vuelta. No hizo nada como crisparse o
reconocer su presencia siquiera. Se quedó completamente quieto, con sus piernas
cruzadas, sus antebrazos descansando sobre sus rodillas y sus palmas hacia
arriba
En ese momento fue cuando lo sintió -un diminuto flujo de
poder fluyendo fuera de él, tan pequeño, que no lo había sentido antes. Estaba
tratando de llamar al fuego.
Eunhyuk se sentó a su espalda, acercando su cuerpo tanto como
podía sin llegar a tocarlo. Era una forma preciosa de tortura pero estar tan
juntos no era, ni de lejos, lo suficientemente cerca. Podía oler su piel,
caliente por el esfuerzo, el aire bochornoso de la noche y el perfume de no
importa qué jabón de la lavandería que los Pami hubieran usado para lavar su
ropa. El agua goteaba de sus lóbulos y su pelo. Su piel estaba perlada con
humedad así que refulgía bajo la débil luz.
Todavía no lo había visto. Su concentración era demasiado
intensa. Podía sentir la tensión de su esfuerzo mental vibrando en sus músculos
y huesos delicados. Su cuerpo estaba rígido y Eunhyuk quiso cogerlo en sus
brazos y aflojar la tensión.
No le gustaba que se empujara a sí mismo de esta forma. Era
demasiado. Necesitaba descanso, y como su Amaterasu, era parte de su trabajo
procurar que consiguiera cualquier cosa que necesitara.
Por supuesto, parte de lo que necesitaba ahora mismo era la
confianza de que podía hacer el trabajo para el que fue creado. Hyesung había
sacudido la fe de Donghae en sí mismo más de la cuenta esta noche y ésta era su
forma de intentar restablecer algo de esa confianza. Eunhyuk sabía eso. No le
gustaba, pero sabía por qué sentía la necesidad de empujar tan duro.
Tenía sólo dos elecciones. Podía ayudarle a recobrar su
confianza o impedirle lastimarse a sí mismo. Tanto su salud física como la
emocional eran importantes y era difícil poner una por encima de la otra.
Eunhyuk se preguntó si Eric alguna vez tuvo que ocuparse de
esta clase de dilema. No era algo que se enseñara durante todas esas largas
lecciones sobre lo que serían sus deberes hacia su señor. Y no había tenido
ninguna experiencia durante tanto tiempo que no estaba seguro de cuánto de eso
recordaba, de cualquier manera. Después de que los Yokai hubieran matado a la
mayor parte de sus parejas, los Amaterasu perdieron la esperanza de que alguna
vez tuvieran la suerte de encontrarse con uno como Donghae.
Eunhyuk todavía no podía creer en su buena fortuna y sabía que
tenía que conseguir hacer bien esto. Tenía que protegerlo y convencerlo de quedarse
con él.
Donghae se estremeció y jadeó. Su cuerpo cayó hacia adelante y
Eunhyuk no dudó más. Tenía que tocarle. Tenía que sujetarlo y convencerle de
descansar. No iba a hacer ningún progreso tan cansado como estaba.
Eunhyuk le tiró hacia atrás, contra su pecho, y brincó ante el
contacto antes de relajarse sobre él.
—Eunhyuk —jadeó—. No sabía que estabas aquí.
El agua empapó su camisa, pero no le importó. Conducía el
calor de su cuerpo, dejándolo fluir en Hae. Su piel estaba fría y recorrió con
sus manos de arriba a abajo por sus brazos en un esfuerzo por calentarlo.
—Estabas ocupado —le dijo quedamente.
Recostó su cabeza hacia atrás y lo miró. El blanco de sus ojos
estaba casi rojo -más congestión ocular de la que él había visto alguna vez.
Había oído que podía ocurrir si una pareja intentaba canalizar demasiado poder,
pero había visto a Hyesung manejar mucha cantidad de magia a la vez y sus ojos
nunca habían tenido más que una leve congestión ocular. Ni de lejos como esto.
Si necesitaba cualquier prueba de que lo que hacía era lo correcto, era esta.
Donghae se había presionado demasiado.
Sus brazos se apretaron alrededor de él contra su voluntad y
contuvo el deseo primitivo de abrirse paso dentro de su mente, dejarlo
inconsciente, y acabar de una vez con esto. La única cosa que lo detuvo fue el
conocimiento seguro de que si hiciera eso, no le agradarían los resultados que
llegarían por la mañana.
Quería la confianza de Donghae, no su furia.
Sus pulmones todavía trabajaban mucho y, cada pocos segundos,
temblaba como si estuviera febril. Eunhyuk presionó una mano en su cabeza.
Estaba fría y húmeda.
Donghae cerró los ojos y dejó escapar un suspiro ante su
toque.
—Estás caliente.
Su voz suave y tranquila penetró en él, calentándolo aún más.
Amaba su voz. Especialmente cuando gritaba su nombre en su liberación.
Su cuerpo respondió al recuerdo con una explosión de necesidad
que lo hizo endurecerse tan rápidamente que dolió. Movió el cuerpo de Donghae
para escudarlo de su indisciplinada falta de control, pero no iba a poder
guardar la distancia durante mucho tiempo. Necesitaba estar seco, caliente y en
la cama. Solo.
—Me gustaría que descansaras —le dijo en su tono más
diplomático.
Por supuesto, con su sangre latiendo calurosamente a través de
sus venas y su polla lo suficiente dura como para excavar en busca de
diamantes, su voz sonó más como una orden gruñona.
—Creo que casi lo conseguí —dijo —. Quiero hacer otro intento.
—No esta noche.
—Sí, esta noche. Podemos no tener otro día para que practique.
—Entonces no lo haremos. No puedes exigirte más esta noche.
Vas a herirte a ti mismo.
—Estoy siendo cuidadoso.
—No sabes cómo ser cuidadoso. ¿Cómo podrías? Nunca te han
enseñado.
Sacudió la cabeza un poco y gotitas de agua les salpicaron.
—Lo puedo sentir... como alguna clase de sistema interno de
advertencia.
Eunhyuk nunca había escuchado sobre tal cosa, pero se alegró
de que lo tuviera.
—Estás exhausto igual que yo.
Esa última parte era una mentira, pero no sintió ni siquiera
una punzada de culpabilidad.
El enrojecimiento, de apariencia dolorosa, de sus ojos le
molestaba más por segundos, pero permaneció tranquilo para no asustarle.
Tal vez necesitaba llamar a uno de los Susano’s para atenderle.
No le gustaba la idea de otro hombre tocándola, pero menos le gustaba la idea
de él sufriendo.
—Tus ojos están bastante mal. ¿Cómo los sientes?
—Como si estuvieran ardiendo, pero viviré.
— ¿Quieres que llame a alguien para sanarlos? —Le preguntó.
Le dirigió una débil mueca.
— ¿Uno de esos vampiros? No, gracias. Prefiero sufrir.
Eunhyuk sonrió. Vampiros. Kyuhyun iba a odiarlo cuando lo
llamara así, exactamente el motivo por el que no lo corrigió.
—Entonces, al menos, déjame ayudarte con el dolor.
— ¿Puedes hacerlo?
En vez de responderle, Eunhyuk situó su mano alrededor de su
garganta hasta que las dos partes de la luceria estuvieron conectadas. Sintió
un torrente de placer en el toque... completo y absoluto corrección y
satisfacción... y tuvo que mantener
conscientemente su agarre relajado y no doblar los dedos alrededor de su cuello
en una caricia acalorada. Le tomó un momento enfocarse lo suficiente como para
encontrar el dolor en su mente y sacarlo a la suya.
Sus ojos ardían como si alguien hubiera pasado un soplete
sobre ellos. Tuvo que pestañear varias veces antes de que pudiera aclarar las
lágrimas que habían brotado para combatir el aguijonazo. Después de algunos
momentos, se acostumbró a la sensación de ardor y la ignoró. Si había una cosa
que sabía hacer, era ignorar el dolor.
—Vaya, esa es una tremenda aspirina —le dijo, sonriente—.
Gracias.
Se puso de puntillas y dejó un casto beso en su boca.
La sensación de sus labios en los suyos hizo a su cuerpo
apretarse completamente contra una ráfaga caliente de lujuria. No había
intentado encenderlo con ese beso. Sabía eso, pero no importó. Lo hizo de
cualquier manera.
La mano de Eunhyuk acunó la parte de atrás de su cabeza,
mientras la otra se apretó ligeramente alrededor de su garganta. No podría ir a
ningún lugar, no podría alejarse de él. Lo observó comprender eso y esperó ver
un destello de miedo o repugnancia en sus ojos, pero nunca llegó. Al contrario,
se relajó ligeramente, aceptando su decisión de abrazarlo, todavía esperando
ver lo que él haría.
Se lamió los labios y la mirada de Eunhyuk fue atraída por el
movimiento como una polilla a la llama. Tenía mejor criterio que besarlo. Sabía
que si lo hacía, soltaría la última hebra de control que todavía tenía. Si lo
besaba, lo tomaría, y había una razón por la que se suponía que no haría eso.
No podía pensar en cuál era, ni parecía tan importante como lo había sido hacía
un momento, pero había algo en su cabeza advirtiéndole del peligro.
Donghae tragó y él sintió su garganta moverse bajo su mano.
Estaba allí, congelado, tratando de aclarar lo que había sido tan importante.
Por qué no lo debería llevar adentro, desnudarlo y hacerlo venirse repetidas
veces hasta que desfalleciera. Sonaba como un plan realmente bueno.
Su cuerpo latió con pulsos calientes de sangre, la cual,
parecía acumularse en su ingle. Su piel se calentó y sus manos temblaron por el
esfuerzo que llevaba contenerse de besarlo.
Arrastró sus ojos lejos de su boca, esperando que eso le
ayudara a pensar. Su cara estaba preciosa bajo la débil luz… sus mejillas tan
perfectamente lisas y suaves. Era suave por todas partes, especialmente la piel
delicada a lo largo del interior de sus muslos y la parte inferior de su
espalda. Recordaba exactamente cómo sabía allí, también, y su boca se hizo agua
en respuesta.
El cuerpo de Donghae se estremeció otra vez. ¿Tenía frío? ¿Lo
deseaba tanto como él lo hacía? No estaba seguro, así que miró directamente a
sus ojos para leerlo.
Sus ojos estaban casi ensangrentados. Repentinamente, recordó
por qué no podía hacer el amor con él ahora. Estaba cansado. Frágil. Tenía que
protegerlo y hacerlo descansar.
—Descansaré mejor después de que me hayas ayudado a relajarme.
Después de que me hagas venirme —le murmuró al oído.
Había oído sus pensamientos. Había estado demasiado distraído
por su atracción sobre él para acordarse de protegerlo. Con un esfuerzo de
voluntad, bloqueó la visión, pero no podía resignarse a dejarlo ir. Los únicos
lugares a los que sus manos querían moverse eran el territorio más íntimo de su
cuerpo, así que se estuvo quieto.
—No me dejes fuera, Eunhyuk. Eres el único ancla que tengo
ahora mismo y te necesito.
Eunhyuk sintió una emoción de triunfo dispersarse a través de
él. Lo necesitaba. Era más de lo que alguna vez había esperado oírle decir. Si
lo necesitaba, tal vez se quedaría con él.
—Dilo otra vez —demandó.
Odió que su voz fuera tan áspera, pero no podía evitarlo.
— ¿Decir qué?
—Que me necesitas. Dilo otra vez.
Una mirada extraña cruzó su cara, pero no la pudo leer a
través de la neblina ensangrentada de sus ojos. Sus propias emociones corrían calientes,
requiriendo toda su concentración y, por mucho que lo intentara, no podía
aclarar lo que estaba pensando.
—Te necesito, Eunhyuk. Déjame entrar —sus palabras fueron
apenas perceptibles, pero oyó cada una de ellas y quiso aullar de victoria.
Le había pedido que lo dejara entrar y no podía negarle nada. No ahora. Eunhyuk dejó de
intentar ocultarse de él. Dejó que viera cada pizca de su lujuria, esperanza y
regocijo. Presionó sus caderas contra su vientre y le dejó sentir la erección
de la que le había estado protegiendo también.
Los ojos de Donghae se cerraron agitados y dejó escapar un
gemido que sintió vibrar debajo de su mano. Sus pezones se perlaron bajo la
camiseta mojada y su cara se encendió en un bonito color rosa.
Eunhyuk estaba perdido. No besarlo era imposible, así que
cubrió sus labios separados con los suyos y, simplemente, cedió. Sus dedos se
apretaron en su pelo y le inclinó su cabeza para poder deleitarse en su boca.
Las manos de Donghae agarraron sus brazos y su lengua giró con la de él.
Se agarraba con fuerza y podía sentir el esfuerzo que le
llevaba permanecer en posición vertical.
Eunhyuk lo levantó y lo llevó dentro, cerrando la puerta con
su codo. El aire fresco golpeó la piel caliente, pero no hizo nada para enfriar
el horno rabiando dentro de él. La única cosa que podría hacerlo era Donghae.
Necesitaba estar dentro de él. Ahora.
No podía arrancar su boca de la de él y, por algún milagro,
encontró el camino hacia su cuarto y lo colocó en su cama. En segundos, su
pantalón deportivo y sus bóxers no eran más que un montón empapado en su
alfombra. Abrió sus pantalones vaqueros lo suficiente como para liberar su
erección, extender sus piernas y empujarse dentro de él.
El estremecimiento de Donghae se registró en algún lugar en la
parte de atrás de su mente y se congeló. El sudor brotó sobre sus costillas por
el esfuerzo que le llevó no ceder ante su necesidad de moverse. Algo no estaba
bien, pero no podía aclarar lo que era.
Eunhyuk abrió los ojos y bajó la mirada hacia él. Su pelo estaba
dejando una mancha oscura de agua en su almohada. Llevaba todavía puesta su
camisa. Tal vez era eso lo que estaba mal. Le quería desnudo, pero no podía ser
capaz de recordar cómo hacer que pasara. Se requería toda su atención para
permanecer quieto dentro de él.
Hae se estiró hacia arriba y tocó su cara. Un músculo en su
mandíbula saltó y un temblor corrió por su columna vertebral. Sus caderas ya no
lo escucharon y presionó hacia adelante, empujando a Donghae en el colchón. Sus
ojos rodaron hacia atrás y dejó escapar un quejido apenas perceptible.
Encontró la parte de él que vivía sólo para protegerlo y
preguntó:
— ¿Estoy haciéndote daño?
Se mordió el labio inferior y negó con la cabeza.
—No. Está bien. Justo así.
Eunhyuk no necesitó mayor incentivo. Se deslizó fuera de él,
sintiendo el calor resbaladizo de su excitación serpenteando entre ellos. Era
perfecto. Él era perfecto. Caliente, apretado y resbaladizo. Hecho justo para
él.
No iba a durar mucho. No había forma de que pudiera contenerse
cuando todo en Hae le daba un insano placer. Apoyó su peso sobre su codo y
acunó la parte de atrás de su cuello en su mano. Ambas partes de la luceria se
encontraron mientras se empujaba pesadamente dentro de él otra vez.
Donghae jadeó y Eunhyuk intentó mirarlo y ver si fue de placer
o de dolor, pero no podía ver. Llameantes colores bailaron ante su vista,
cegándolo, girando en una mezcla profunda de rojos y naranjas. Todo lo que pudo
hacer fue sentir su placer pulsar a través del enlace y confiar en que fuera
correcto. Su cuerpo era flexible debajo del suyo, aceptando sus movimientos
poderosos. Sus dedos se deslizaron arriba y abajo por su camisa y se clavaron
en los músculos de su pecho.
Las hojas de su marca de vida temblaron en respuesta a su
toque, enviando un calor hormigueante a la base de su columna vertebral.
Sintió el cuerpo de Donghae apretarse alrededor de su erección
en una contracción sedosa en el mismo momento que sintió como se venía en sus
manos. Él dejó escapar un grito suave de placer y envió a Eunhyuk justo al
borde. Su orgasmo estalló dentro de él y se sepultó tan profundo como podía,
queriendo estar tan cerca de Donghae como era posible. Se derramó en él, en
mente y cuerpo, dejándolo sentir sus alborotadas emociones pulsando en Hae al
tiempo que su liberación.
Su dulce voz llenó el espacio, disminuyendo en un suspiro
jadeante. El cuerpo de Eunhyuk brincó de placer. Sabía que era demasiado
pesado, encima de él, pero no podía hacer funcionar sus extremidades para
moverse.
Se requirió de varios minutos para controlar su respiración y
conseguir que su cuerpo cooperara. Cuándo encontró la fuerza para empujarse
hacia arriba y mirarlo, Donghae ya estaba dormido.
Los colores de la luceria casi se habían reacomodado en un
remolino de ricos rojos llameantes.
El Caballero Escarlata. Su Caballero.
Una sensación profunda hasta los huesos resplandeció dentro de
él. Sabía que cuando los colores dejaran de moverse, su unión sería completa y
eso podría significar su muerte si él eligiera dejarlo, pero no le importó. Lo
aceptaba, y aún si fuera sólo durante poco tiempo, era más de lo que alguna vez
había esperado tener antes de morir. Había cumplido con su propósito en la vida
y había encontrado a su pareja. Iba a hacer todo lo que estuviera en su poder
para lograr que permanecieran juntos por un largo, largo tiempo. Cualquier cosa que Donghae
quisiera o necesitara, sería suya. Le haría feliz y le demostraría cada día
cuánto lo amaba.
Eunhyuk
se inmovilizó ante el pensamiento. ¿Amarlo? ¿Podría amar verdaderamente tan
pronto? Se preocupaba por Hae y quería que estuviera seguro y feliz, pero
¿amor?
Donghae le había mostrado su fuerza y su bondad desde el
momento en el que lo conoció. Protegía a aquellos por los que se preocupaba y
se había pasado la vida ayudando a los demás. Había sacrificado su sangre para
salvar su vida y se había entregado libremente para ayudarle a pasar a través
de su pena.
Había mirado dentro de su mente y había sentido su alma
rozarlo todo el tiempo que ambas mitades de la luceria estuvieron conectadas.
Era gentil, generoso y fuerte. ¿Cómo podría no amarlo?
Confesar su amor por Hae lo liberó de alguna manera, lo
satisfizo de una forma que nada más podría. Iba a hacer cualquier cosa que
hiciera falta para mantenerlo a su lado.
Eunhyuk alejó un mechón de su pelo oscuro lejos de su suave
mejilla. El rubor de la pasión en su piel sólo había comenzado a desvanecerse.
Medias lunas azuladas de fatiga colgaban debajo de sus ojos. Su camisa estaba
todavía húmeda, como lo estaba la cama debajo de ellos.
Necesitaba descanso y una cama mojada no iba a ser muy cómoda
para él, así que se liberó de su cuerpo. Rápidamente lo acomodó, quitándole la
camisa mojada y envolvió su pelo en una toalla. Lo deslizó en la seca y limpia
cama de invitados, se despojó de su ropa y se arrastró adentro con él,
asegurándose de que su espada estuviera cerca, a mano. Ni siquiera se movió una
vez, lo cual demostró lo exhausto que estaba.
Eunhyuk no necesitaba mucho sueño, pero no podía abstenerse de
doblarse alrededor de su suave cuerpo y abrazarlo mientras dormía. Era un
obsequio raro... uno que esperaba conseguir disfrutar durante largos años
venideros.
Sabía que Donghae pensaba que moriría pronto, pero Eunhyuk se
rehusaba a creerlo. Había suficiente magia en el mundo que encontraría para
impedir que su visión llegara a ser verdadera. Ahora que estaban unidos, había
poco que no pudieran lograr juntos. Lo mantendría a su lado, lo protegería y
nada alguna vez lo lastimaría. No lo permitiría.
Eunhyuk se dio cuenta de que estaba sujetando a Donghae muy
fuerte y aflojó su agarre. Los próximos días iban a ser duros para él. Todavía
estaba ajustándose a esta nueva vida, y ver a Victoria no sería fácil. Y la
espada de Eli estaba todavía allí afuera.
Otra vez, la idea de dejarlo e ir a encontrarla era
apremiante. Donghae se vería forzado a quedarse con él para siempre si no la
encontraban, y eso era suficiente para tentar a un santo. Pero Eunhyuk no le
quería de esa forma... a través de la fuerza. Quería que se quedara con él
porque le importaba.
Porque lo amaba, también.
Eunhyuk casi bufó. Se estaba ablandando. Primero se enamoraba
y ahora estaba completamente meloso ante la idea de que Donghae lo amara
también. Parecía una idea ridícula que lo hiciera, pero no podía hacerla a un
lado. Aunque eso significara que se había ablandado.
Este
fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO
ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA
PRINCIPAL: EUNHAE