CAPÍTULO 7
—Hora de levantarse, dormilón.
Donghae escuchó la voz de Eunhyuk en su cabeza tanto como la
oía en sus oídos. Era una extraña sensación, un tipo de resonante eco que
vibraba en su cerebro. Podía sentir su toque dentro de sí al mismo tiempo que
por fuera, gentiles dedos acariciando su rostro y brazos, gentiles pensamientos
acariciando su mente.
—Vamos. Tenemos que asearte. Sacarte de esas ropas.
Sintió un tirón en su cinturón y el botón siendo abierto. Le
estaba quitando sus shorts.
Eso hizo que su mente se avivara. Se despertó, con sus brazos
cayendo para alejar las manos de él. Forzó a sus pesados párpados a abrirse y
se encontró en el baño, sentado en su regazo. Sus duros muslos eran cálidos
debajo de su trasero y un ancho brazo estaba alrededor de su cintura
envolviéndolo, evitando que se deslizara hasta el suelo.
El baño era grande, viejo y un poco derruido, pero limpio. Una
gigante tina de patas con forma de garras estaba repleta de agua y podía oír el
ligero sonido de miles de burbujas a lo largo de la superficie del agua. El
aire era vaporoso y olía a lavanda.
Donghae miró fijamente el agua con anhelo. Estaba seguro en el
agua, y al tiempo que los recuerdos de la noche la inundaban de nuevo, lo que
realmente quería era sentirse a salvo. Saber que la señorita Boa y Junsu
estaban a salvo. Que Eunhyuk estaba a salvo, no horriblemente ardiendo y
muriendo.
Pero si él se estaba muriendo, ¿quién lo sostenía en su
regazo? Confundido, Donghae alzó la mirada hacia Eunhyuk. Él estaba entero –ni
una quemadura o una cicatriz a la vista. Incluso su cabello había vuelto a
crecer.
¿Estaba soñando? ¿O el ataque había sido un sueño? Su cabeza
aún estaba obnubilada por el sueño y parecía que no podía encontrarle sentido a
lo que estaba ocurriendo.
—Shhhh —él deslizó una mano por su cabello como si quisiera
calmarle—. No trates de solucionar las cosas aún. Realmente saliste de ello,
gracias a Kyuhyun. Date una oportunidad de despertarte, primero.
—Te quemaron.
—Sí, pero estoy bien ahora. No estaba tan mal como parecía.
—Mentiroso.
Probablemente había sido un infierno muchísimo peor de lo que
se veía. Al menos para él. Donghae había hecho una investigación exhaustiva sobre
quemaduras, gracias a su visión, y sabía que eran una de las más dolorosas
heridas posibles.
—Hablaremos luego. Ahora mismo necesitamos limpiar esta
sangre.
Donghae descendió la mirada hacia sí mismo y se acobardó.
Estaba sucio. Había manchas de sangre sobre sus ropas y piel y algo que se veía
como aceite. Lo que se veía como tal, pero que no era. Era sangre de aquellos
monstruos. Tenía su sangre encima. Era demasiado asqueroso para ponerlo en
palabras.
Donghae sintió una oleada de náuseas que le recorría. Trató de
luchar contra ésta. Apretó sus dientes y respiró por la nariz.
Eunhyuk lo alzó en brazos y se levantó, luego dejó que sus
pies cayeran al suelo. Ahora podía ver que había estado sentado sobre la tapa
del retrete, la cual estaba bajada como asiento.
—Estás bien —le dijo—. Sólo respira.
Lo estaba. Estaba respirando y Eunhyuk estaba respirando junto
a él, y lentamente comenzó a funcionar. Sintió el áspero pulgar de Eunhyuk
deslizándose a lo largo de la parte interna de su brazo, enviando rayos de
energía, consoladora energía, corriendo por todo su cuerpo. Su estómago se
estableció lo suficiente como para estar seguro de que no vomitaría, al menos.
Y estaba levantado sobre sus propios pies, lo que era un avance también.
Eunhyuk aún le sostenía cerca y aún tenía su antebrazo envolviéndolo, pero no
le tenía en alto. Lo estaba haciendo por sí mismo. Gracias a Dios.
Donghae necesitaba asearse. Ese era el siguiente pensamiento
racional que apareció en su cabeza. Quería cada pulgada de esta… cosa –la que
no iba a nombrar- fuera de su cuerpo.
—Estoy bien ahora —le dijo—. Sólo dame algunos minutos para
bañarme.
Él alzó su brazo para mostrarle sus largos dedos envueltos
alrededor de su muñeca.
—Lo siento. Estamos conectados de nuevo. No te preocupes. Seré
un buen chico y cerraré los ojos.
— ¿No puedes alejarte de nuevo? ¿Cómo hiciste antes?
—Podría, pero dolería. Y no quieres que me duela, ¿cierto?
Estaba jugando con él, tratando de hacerle sentir culpable. Y
estaba funcionando.
Donghae se giró y alzó su mirada hacia él. Los afilados
ángulos de su rostro estaban altamente iluminados por la luz de la descubierta
bombilla sobre el lavabo. Su camiseta ya no estaba, y podía ver el tatuaje
sobre su pecho, claramente, ahora. Era un árbol que se situaba por todo su
costado izquierdo. Las raíces serpenteaban hasta debajo de su cinturón y las
ramas llegaban hasta arriba, hasta que algunas de ellas se extendían sobre su
hombro y parcialmente a lo largo de su brazo izquierdo. Las ramas estaban
mayormente desnudas, con sólo algunas pocas hojas y el trabajo artístico era
tan perfectamente vívido que se imaginaba que podía ver las hojas oscilar con
cada aliento que él tomaba. Sorprendente.
Hermoso.
Sin percatarse de lo que estaba haciendo, Donghae alzó una
mano y deslizó su dedo sobre las ramas, a lo largo del tronco hasta que se
convirtió en espesas raíces. Calor y poder hirviendo debajo de su dedo y se
sintió volverse más fuerte, más despierto, con cada segundo.
El estómago de Eunhyuk se tensó hasta que pudo ver una
cordillera de músculos elevándose, y la mano de él se posó sobre la suya,
atrapándola entre sus músculos. Agradable.
—Si vas más abajo, no serás el único que vaya a desnudarse,
cariño.
Por un loco momento, sonó como una gran idea –llegar a ver
toda esa varonil carne desnuda, cercana y personal. Y luego recordó dónde
estaba. Quién era él. Se estaba excitando con un hombre que era peor que
meramente incorrecto. Él estaría allí cuando muriera. Pronto.
El rostro de Donghae se ruborizó junto con el resto de su
cuerpo y tuvo que suprimir un estremecimiento. Él la estaba mirando fijamente y
podía jurar que aquellos ojos marrones dorados estaban brillando. Su mirada
observó su rubor, siguiéndolo a lo largo de su cuello y más abajo, donde podía
sentir sus pezones endurecerse.
Los músculos de la mandíbula de él se tensaron y sus fosas nasales
se ampliaron al tiempo que respiraba profundamente.
—Es seguro que sabes cómo tentar a un hombre —le dijo con voz
ronca—. Y estoy más que feliz de entrar a esa tina contigo y asegurarme de que
estés bien limpio por todos lados, pero no podemos esperar más tiempo para
sacarte de esas ropas.
Oh, hombre. Todo ello sonaba bien, cada loca parte de ello.
Había transcurrido un largo tiempo desde que se había sentido así por un alguien.
Quizás nunca se había sentido tal cual así. Incluso entonces, no iba a permitirse
involucrarse con cualquier persona que iba a observarle morir. De alguna
manera, ese pensamiento hacía a toda la visión aún más horrible –dándole un
giro que nunca había pensado antes. Una cosa era tener a un extraño observarle
morir. Era completamente diferente si la persona parada allí fuera alguien que
le interesara, una que se suponía que se interesaba por él.
Un golpe sonó a la puerta y la voz de Yong Ha se oyó a través de la ancha madera.
—He encendido un fuego. Necesitamos quemar sus ropas ahora.
Donghae sintió su cuerpo tensarse ante la mención del fuego.
Había tenido suficiente de eso por una noche. El fuego en el restaurante y otro
en su casa. El cuerpo quemado de Eunhyuk. Era demasiado, así que sólo dejó de
pensar en ello.
Le tomó a Donghae un momento aclarar su cabeza y recapitular
lo que él acababa de decir. ¿Quemar sus ropas?
La sangre. Dirigió a los monstruos hasta ellos.
A Donghae ya no le importaba tener audiencia. Se quitó los
shorts y tironeó de la polera por encima de su cabeza y se lo entregó a
Eunhyuk. Alejó la mano de él con prisa y él jadeó de dolor antes de recapturar
su muñeca.
—Lo siento —le dijo con una mueca—. No quería herirte.
Él asintió con conocimiento, abrió la puerta de un golpe y
tiró las ropas fuera.
Donghae descendió la mirada a su bóxer buscando signos de
sangre.
—No veo más sangre, ¿y tú?
No era un encantador jovencito delgado, e inclusive así, que
estaba tan cubierto como hubiera estado en un traje de baño, aún así se sentía
desnudo. Expuesto. Vestirse escondía un montón de pecados, y el cielo sabía que
su cuerpo tenía muchos de ellos para esconder. Deseaba con locura el haber
comenzado realmente ese programa de ejercicios que había prometido que haría en
Víspera de Año Nuevo.
La mandíbula de Eunhyuk volvió a tensarse al tiempo que lo
miraba fijamente. Sus manos encontraron su cintura y se establecieron allí,
asiendo y liberando como si estuviera atrapado en un círculo, tratando de
decidir qué hacer. Estaba mirando su torso, sus caderas, sus piernas. Seguro,
le había pedido que comprobara si tenía sangre, pero lo que estaba haciendo era
más que sólo una casual mirada. Sabía que estaba un poco desvestido, venga si
tenía un bóxer y los dos eran tíos pero eso no le detenía de encontrar la manera
de hacerle sentir desnudo.
Donghae nunca había visto a nadie mirarle de esa manera
anteriormente, ni siquiera los hombres con lo que había compartido la cama, que
eran pocos. Eunhyuk le estaba mirando como si su vida dependiera de ello, como
si el mundo entero estuviera allí y nada más importara.
—Dios, eres hermoso.
De todas las cosas que había esperado oírle decir, esa no
estaba incluso en la lista. Se quedó sin palabras ante su absurda afirmación.
Vale, no era un tipo horrible, pero había visto bastante televisión como para
saber que no era ninguna belleza irreal o algo por el estilo como para ser un
icono de belleza o algo así, no del tipo que hacia babear a los hombres, ni
siquiera se acercaba.
—Um —fue todo lo que se las arregló para decir.
— ¿Algo más? —Yong Ha
preguntó al otro lado de la puerta, sonando impaciente.
Los ojos de Eunhyuk llamearon con esperanza.
Donghae luchó contra la urgencia de cubrirse con sus brazos.
— ¿Ves más sangre? —Preguntó de nuevo.
—Date la vuelta —le ordenó en un ronco tono cargado de pecado.
Donghae lo hizo y cerró fuertemente los ojos con la esperanza
de que toda esta situación embarazosa desapareciera. Estaba seguro de poder
sentir a Eunhyuk mirando fijamente su culo. Como si no fuera a verlo.
—Tus ropas están bien —dijo con una nota distintiva de
decepción. Luego, más alto, hacia la puerta—: Eso es todo, Yong Ha. Gracias.
Así que, ahí estaba de pie, dándole la espalda y podía ver su
rostro en el espejo del baño. Él aún estaba mirando hacia abajo, con una
expresión que hubiera llamado lujuria en cualquier otra circunstancia, o si él
estuviera mirando a alguna otro tipo. Pero le estaba mirando a él, seguía
mirando y no se detenía. Donghae sintió un rubor cubriendo su piel, o quizás
era sólo el cálido y húmedo aire que lo había recalentado.
Aún tenía un suelto agarre en su muñeca izquierda y lo usó
para empujar su espalada contra su pecho desnudo. Oh, Dios. Un rápido calor lo
llenó, un completo enjambre de aquellas serpentinas de energía que hacía a su
cuerpo cantar. Presionó su mano sobre sus costillas y le sostuvo fuertemente. Donghae
podía ver sus dedos desplegados sobre su pálida piel a través del espejo.
Sujetó su muñeca tras su espalda, atrapado entre sus cuerpos. Su agarre era
demasiado íntimo. Demasiado posesivo.
Y, hombre, le gustaba. No quería moverse.
Le observaba en el espejo al tiempo que descendía su cabeza
hasta que su boca apenas rozó su cuello. Él no se movió, no le besó, sólo
respiró profundamente.
Masculló algo contra su piel.
— ¿Qué? —Fue apenas un susurró, pero le oyó igual.
Miró hacia arriba, sólo elevando su rostro lo suficiente para
mirarla en el espejo. Luego sonrió, una oscura y sensual sonrisa que le decía
que sabía que había estado observando.
—Hueles como lilas. Siempre me han gustado las lilas.
¿Qué podía decir ante eso?
—Uh, gracias.
Al tiempo que dio la respuesta, su tono fue un diez en la
escala de ronquez.
Él simplemente se rió y ella sintió el profundo sonido
reverberar en su pecho. Él se apartó un poco, pero sus manos permanecieron
sobre él, dispersando sus pensamientos.
—Debemos detenernos antes de que me olvide por qué estamos
aquí.
— ¿Aquí dónde? —Preguntó, pasmado.
—En el cuarto de baño. Para un baño.
—Oh, cierto.
Se había olvidado, pero tenía una excusa. Un hermoso hombre lo
estaba mirando como si fuera un modelo de europeo o algo así que poseía la
clave del significado de la vida. Nunca le había sucedido aquello antes y no
estaba del todo seguro de cómo reaccionar.
—Deberías irte ahora, así puedo desvestirme.
—No va a suceder. He pasado bastante tiempo con dolor esta
noche. Pero prometo no mirar. A menos que quieras que lo haga —esa era una
oferta que ni siquiera en su sano juicio podía rechazar.
—No. Mirar es definitivamente una mala idea.
—Suena como una gran idea para mí, pero prometo jugar limpio
—cerró sus ojos, pero mantuvo su muñeca cautiva.
—Voy a tenerlo difícil desvistiéndome sin mi mano.
—Estoy feliz de ayudarte.
—Este. Gracias. Qué gentil.
Él rió.
—Está bien, está bien. Ya está —posó sus manos sobre su
cintura de nuevo, portando una agradable sonrisa—. Ahora tus manos están
libres.
—Estás disfrutando esto, ¿cierto?
—Ni siquiera tanto como lo haría con mis ojos abiertos, pero
vales el sacrificio.
Donghae sacudió la cabeza, pero no pudo evitar la sonrisa que
curvó su boca. Le gustaba este lado de Eunhyuk, su lado tentador y juguetón,
que nunca hubiera adivinado que existía.
Hizo un rápido trabajo con el resto de su ropa, agarró una
toalla, y dirigió a Eunhyuk en los pocos pasos que había para llegar a la
bañera. Entró en el agua cálida. Estaba perfecta y dejó salir un pequeño
suspiro.
—No es justo —le dijo él—. Sonidos como ese me hacen querer
ver.
—No te atrevas.
—Aguafiestas.
—Pervertido —retrucó.
Eunhyuk rió y tensó su agarre.
Donghae abrió las manos que él tenía sobre su cintura y se
sostuvo en ellas mientras descendía en el agua. La tina era profunda y se
hundió hasta el cuello. Pura efervescente felicidad. No pudo evitar gemir de
placer.
—Me estás matando con esos sonidos, Donghae. Ten algo de
piedad.
—Lo siento.
Estaba cubierto del cuello a los dedos de los pies con
burbujas, así que dijo:
—Sólo toma asiento y terminaré lo más rápido que pueda.
Eunhyuk se sentó en el suelo con su espalda contra la tina y
posó los dedos de ella sobre su hombro desnudo.
—Tienes que mantener un agarre sobre mí por una vez.
Donghae miró fijamente su mano. Sobre su hombro. No era gran
cosa, ¿cierta? Era un hombre adulto y había tocado bastantes hombros de hombres
en su vida. Incluso algunos desnudos. De acuerdo, nunca uno tan ancho o bien
esculpido como el de Eunhyuk, y ciertamente ninguno con ramas intrincadamente
tatuadas sobre ellos, pero eso no quería decir que tuviera alguna razón para
estar mirando fijamente, incapaz de moverse o incluso parpadear. Era sólo un
hombro. Ni siquiera era una parte íntima.
Lo que trajo una completa colección de imágenes a su cabeza.
Partes íntimas, de hecho. Partes íntimas de un desnudo Eunhyuk. Yum.
Estoy perdiendo la cordura. Era una afirmación de un hecho a
esta altura. O quizás perdido hubiera estado más cerca de la verdad. Tiempo
pasado. No volverá de nuevo. Ninguna esperanza.
—No escucho ningún chapoteo allí atrás —dijo él—. ¿Necesitas
alguna ayuda?
Mucha ayuda. De la variedad psiquiátrica. Más de la que él
podría darle.
—Estoy bien —le salió como un chirrido y Donghae dio un
respingo.
—No suenas bien —comenzó a girar la cabeza.
Donghae se asustó y cubrió su pecho lleno de espuma con sus
brazos y luego se pateo mentalmente: como si no le hubiera visto hace un
segundo, estaba actuando ridículamente.
— ¡No mires!
Eunhyuk dejó salir un doloroso jadeo y se dobló sobre sí
mismo.
Mierda. Lo había soltado.
—Lo siento —chilló, y gateó hasta sentarse lo suficientemente
cerca para alcanzarlo. El agua se derramó por un costado de la bañera, haciendo
un charco en el suelo. Presionó una goteante mano contra la baja espalda de él
–lo más cercano a ella- y Eunhyuk inspiró un profundo aliento.
— ¡Hijo de puta!
—Lo siento tanto, Eunhyuk —acarició su espina, esperando
aliviar su dolor.
Respiraba con dificultad y una fina capa de sudor había emanado
sobre su espalda. Le tomó un par de minutos recuperarse, pero Donghae no trató
de apresurarlo. Ya se sentía lo bastante mal por olvidar que él necesitaba que
mantuviera el contacto. Después de que pusiera su cuerpo entre él y el monstruo
de fuego blandiente, después recordar esa pequeña cosa, era lo mínimo que podía
hacer. Se sentía horrible por haberlo olvidado.
—Ya estoy bien —dijo, pero sonaba como una mentira. Aún estaba
rígido, sosteniendo sus brazos alrededor de su cintura como si el estómago le
doliera.
Se inclinó hacia atrás y Donghae lo acarició durante un
minuto, haciendo lentas pasadas sobre su espalda desnuda. Eso parecía ayudar a
relajarlo, así que dejó a su mano seguir deslizándose arriba por su espina
hasta situarla en la nuca. Su cabello era oscuro, miro hacia su cuello y luego
toco la iridiscente gargantilla y pudo sentir la resbaladiza anchura de está.
No había ningún cierre que pudiera detectar y se preguntaba cómo se la quitaba.
—Voy a buscar en el agua y sostener tu tobillo, y juro por
Dios que si quitas tu mano o te asustas de nuevo voy a entrar en esa tina
contigo y asegurarme que bastante de nuestra piel este tocándose así no haya
posibilidad de otro error. ¿Entendiste?
Oh, sí. Había entendido esa imagen en todo su húmedo y resbaladizo
detalle. Habría un fuerte forcejeo, para hacerlo entrar en la tina junto a él,
pero estaba bastante seguro de que podían llegar a ser lo suficientemente
creativos como para arreglárselas.
—No me asustaré.
Sin girarse, alzó su mano hacia atrás y encontró su tobillo dentro
del agua cálida. Sus dedos se curvaron alrededor de éste y sólo entonces dejó
salir un suspiro de alivio.
— ¿Crees que puedes hacerlo rápido? Todo esto de tenerte
desnudo es un poco más duro para mí de lo que había pensado.
No iba a preguntar lo duro que era. No. Ni siquiera con una
oportunidad como esa. En cambio, se puso en movimiento en el proceso del aseo,
frotándose de la cabeza a los pies, y había terminado en menos de tres minutos
justos. Su cabello estaba aún goteando sobre su rostro cuando alcanzó la toalla
que había dejado al lado de la bañera. Parte de ésta se había empapado con el
agua que había derramado fuera de la tina, pero no le importaba. Tampoco tenía
idea dónde estaban sus gomas elásticas para el cabello, pero si pudiera
encontrar un cepillo, se sentiría afortunado.
Donghae destapó la tina y se elevó un poco torpemente sobre
sus pies. Tuvo cuidado de no quitar la mano de Eunhyuk mientras hacía un rápido
trabajo secándose. Todo desde las rodillas para abajo aún estaba goteando, pero
el resto estaba bien. Cuando la toalla estuvo asegurada alrededor de su cintura,
dijo:
—Está bien. Estoy listo.
—Una pena —replicó él.
Le sonrió y le ofreció a Eunhyuk una mano. Él, galantemente le
ayudó a salir de la resbaladiza tina, luego entrelazó sus dedos.
— ¿Ahora qué? —Le preguntó—. Además de la parte donde dejo de
estar desnudo. Obviamente.
Él se veía como si lo hubiera golpeado en los intestinos.
—No voy a sobrevivirte hombre.
La visión de su muerte apareció durante medio segundo, las
llamas y el sonriente rostro de Eunhyuk bloqueando todo lo demás. Un momento
después, estaba de nuevo en el baño, húmedo y desnudo, pero a salvo. Sintió un
temblor recorrer sus miembros y trató de ofrecerle una juguetona sonrisa a
Eunhyuk. Estaba bastante seguro que le salió más parecida a una mueca.
—En realidad, estoy bastante seguro de que me sobrevivirás muy
bien.
Él le estaba mirando y su cabeza se inclinó para estar al
nivel de sus ojos.
— ¿Qué se supone que significa eso? ¿Y qué era eso que acabo
de sentir –esa oleada de miedo?
—Nada. Sólo olvídalo.
—Como el infierno que lo haré. No es la primera vez que la
siento, tampoco. ¿Qué fue eso?
—No es realmente gran cosa.
—Cualquier cosa que te dé tanto miedo tan rápido es una gran
cosa. Es mi trabajo matar todo lo que te aterrorice de esa manera. Dime qué es
y lo mataré por ti.
Hablaba en serio. Realmente, literalmente, quería decir que
mataría algo por su bien. No estaba seguro si estar disgustado o halagado.
Realmente sabía cómo sorprender a una persona con una afirmación de cavernícola
como esa.
— ¿Qué tal si encuentras algo para vestirme, en cambio?
—Sugirió.
—Ahora sólo estás tratando de distraerme, recordándome que
estás todo húmedo y desnudo debajo de esa toalla.
Oh, sí, como si realmente creyera que un hombre como él podría
estar tambaleándose por el pensamiento de su no-tan-caliente cuerpo. Qué
ridículo.
— ¿Está funcionando? —Bromeó, dándole la oportunidad de
reírse.
No lo hizo. De hecho, le hizo retroceder hasta que se encontró
contra la puerta. El cuerpo de él empujó el suyo y mantuvo sus muñecas contra
la puerta, justo arriba de su cabeza.
—La distracción funcionaría mejor si te quitaras la toalla.
— ¿Q… qué estás haciendo? —Le preguntó sólo porque no estaba
seguro.
—Deseándote. Necesitándote.
—Sí, claro —se burló.
— ¿No me crees? —Le preguntó, sedosamente suave.
Sus caderas presionaron hacia adelante, fuerte contra las de
él, y pudo sentir la inconfundible longitud de su dura erección contra su
vientre.
Las palabras le fallaron. La respiración le falló, también.
Sólo le miró con una mirada de venado-a-medio-morir porque no podía hacer nada
más.
Su mirada se dirigió hacia su boca y se mantuvo allí al tiempo
que inclinaba su cabeza, acercándose más y más. Donghae sabía que iba a besarle
y que no había nada que pudiera hacer para convencerse de detenerlo.
Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto.
OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL:
ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE
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