sábado, 3 de agosto de 2013

CAPÍTULO 7

CAPÍTULO 7


—Hora de levantarse, dormilón.
Donghae escuchó la voz de Eunhyuk en su cabeza tanto como la oía en sus oídos. Era una extraña sensación, un tipo de resonante eco que vibraba en su cerebro. Podía sentir su toque dentro de sí al mismo tiempo que por fuera, gentiles dedos acariciando su rostro y brazos, gentiles pensamientos acariciando su mente.
—Vamos. Tenemos que asearte. Sacarte de esas ropas.
Sintió un tirón en su cinturón y el botón siendo abierto. Le estaba quitando sus shorts.
Eso hizo que su mente se avivara. Se despertó, con sus brazos cayendo para alejar las manos de él. Forzó a sus pesados párpados a abrirse y se encontró en el baño, sentado en su regazo. Sus duros muslos eran cálidos debajo de su trasero y un ancho brazo estaba alrededor de su cintura envolviéndolo, evitando que se deslizara hasta el suelo.
El baño era grande, viejo y un poco derruido, pero limpio. Una gigante tina de patas con forma de garras estaba repleta de agua y podía oír el ligero sonido de miles de burbujas a lo largo de la superficie del agua. El aire era vaporoso y olía a lavanda.
Donghae miró fijamente el agua con anhelo. Estaba seguro en el agua, y al tiempo que los recuerdos de la noche la inundaban de nuevo, lo que realmente quería era sentirse a salvo. Saber que la señorita Boa y Junsu estaban a salvo. Que Eunhyuk estaba a salvo, no horriblemente ardiendo y muriendo.
Pero si él se estaba muriendo, ¿quién lo sostenía en su regazo? Confundido, Donghae alzó la mirada hacia Eunhyuk. Él estaba entero –ni una quemadura o una cicatriz a la vista. Incluso su cabello había vuelto a crecer.
¿Estaba soñando? ¿O el ataque había sido un sueño? Su cabeza aún estaba obnubilada por el sueño y parecía que no podía encontrarle sentido a lo que estaba ocurriendo.
—Shhhh —él deslizó una mano por su cabello como si quisiera calmarle—. No trates de solucionar las cosas aún. Realmente saliste de ello, gracias a Kyuhyun. Date una oportunidad de despertarte, primero.
—Te quemaron.
—Sí, pero estoy bien ahora. No estaba tan mal como parecía.
—Mentiroso.
Probablemente había sido un infierno muchísimo peor de lo que se veía. Al menos para él. Donghae había hecho una investigación exhaustiva sobre quemaduras, gracias a su visión, y sabía que eran una de las más dolorosas heridas posibles.
—Hablaremos luego. Ahora mismo necesitamos limpiar esta sangre.
Donghae descendió la mirada hacia sí mismo y se acobardó. Estaba sucio. Había manchas de sangre sobre sus ropas y piel y algo que se veía como aceite. Lo que se veía como tal, pero que no era. Era sangre de aquellos monstruos. Tenía su sangre encima. Era demasiado asqueroso para ponerlo en palabras.
Donghae sintió una oleada de náuseas que le recorría. Trató de luchar contra ésta. Apretó sus dientes y respiró por la nariz.
Eunhyuk lo alzó en brazos y se levantó, luego dejó que sus pies cayeran al suelo. Ahora podía ver que había estado sentado sobre la tapa del retrete, la cual estaba bajada como asiento.
—Estás bien —le dijo—. Sólo respira.
Lo estaba. Estaba respirando y Eunhyuk estaba respirando junto a él, y lentamente comenzó a funcionar. Sintió el áspero pulgar de Eunhyuk deslizándose a lo largo de la parte interna de su brazo, enviando rayos de energía, consoladora energía, corriendo por todo su cuerpo. Su estómago se estableció lo suficiente como para estar seguro de que no vomitaría, al menos. Y estaba levantado sobre sus propios pies, lo que era un avance también. Eunhyuk aún le sostenía cerca y aún tenía su antebrazo envolviéndolo, pero no le tenía en alto. Lo estaba haciendo por sí mismo. Gracias a Dios.
Donghae necesitaba asearse. Ese era el siguiente pensamiento racional que apareció en su cabeza. Quería cada pulgada de esta… cosa –la que no iba a nombrar- fuera de su cuerpo.
—Estoy bien ahora —le dijo—. Sólo dame algunos minutos para bañarme.
Él alzó su brazo para mostrarle sus largos dedos envueltos alrededor de su muñeca.
—Lo siento. Estamos conectados de nuevo. No te preocupes. Seré un buen chico y cerraré los ojos.
— ¿No puedes alejarte de nuevo? ¿Cómo hiciste antes?
—Podría, pero dolería. Y no quieres que me duela, ¿cierto?
Estaba jugando con él, tratando de hacerle sentir culpable. Y estaba funcionando.
Donghae se giró y alzó su mirada hacia él. Los afilados ángulos de su rostro estaban altamente iluminados por la luz de la descubierta bombilla sobre el lavabo. Su camiseta ya no estaba, y podía ver el tatuaje sobre su pecho, claramente, ahora. Era un árbol que se situaba por todo su costado izquierdo. Las raíces serpenteaban hasta debajo de su cinturón y las ramas llegaban hasta arriba, hasta que algunas de ellas se extendían sobre su hombro y parcialmente a lo largo de su brazo izquierdo. Las ramas estaban mayormente desnudas, con sólo algunas pocas hojas y el trabajo artístico era tan perfectamente vívido que se imaginaba que podía ver las hojas oscilar con cada aliento que él tomaba. Sorprendente.



Hermoso.
Sin percatarse de lo que estaba haciendo, Donghae alzó una mano y deslizó su dedo sobre las ramas, a lo largo del tronco hasta que se convirtió en espesas raíces. Calor y poder hirviendo debajo de su dedo y se sintió volverse más fuerte, más despierto, con cada segundo.
El estómago de Eunhyuk se tensó hasta que pudo ver una cordillera de músculos elevándose, y la mano de él se posó sobre la suya, atrapándola entre sus músculos. Agradable.
—Si vas más abajo, no serás el único que vaya a desnudarse, cariño.
Por un loco momento, sonó como una gran idea –llegar a ver toda esa varonil carne desnuda, cercana y personal. Y luego recordó dónde estaba. Quién era él. Se estaba excitando con un hombre que era peor que meramente incorrecto. Él estaría allí cuando muriera. Pronto.
El rostro de Donghae se ruborizó junto con el resto de su cuerpo y tuvo que suprimir un estremecimiento. Él la estaba mirando fijamente y podía jurar que aquellos ojos marrones dorados estaban brillando. Su mirada observó su rubor, siguiéndolo a lo largo de su cuello y más abajo, donde podía sentir sus pezones endurecerse.
Los músculos de la mandíbula de él se tensaron y sus fosas nasales se ampliaron al tiempo que respiraba profundamente.
—Es seguro que sabes cómo tentar a un hombre —le dijo con voz ronca—. Y estoy más que feliz de entrar a esa tina contigo y asegurarme de que estés bien limpio por todos lados, pero no podemos esperar más tiempo para sacarte de esas ropas.
Oh, hombre. Todo ello sonaba bien, cada loca parte de ello. Había transcurrido un largo tiempo desde que se había sentido así por un alguien. Quizás nunca se había sentido tal cual así. Incluso entonces, no iba a permitirse involucrarse con cualquier persona que iba a observarle morir. De alguna manera, ese pensamiento hacía a toda la visión aún más horrible –dándole un giro que nunca había pensado antes. Una cosa era tener a un extraño observarle morir. Era completamente diferente si la persona parada allí fuera alguien que le interesara, una que se suponía que se interesaba por él.
Un golpe sonó a la puerta y la voz de Yong Ha  se oyó a través de la ancha madera.
—He encendido un fuego. Necesitamos quemar sus ropas ahora.
Donghae sintió su cuerpo tensarse ante la mención del fuego. Había tenido suficiente de eso por una noche. El fuego en el restaurante y otro en su casa. El cuerpo quemado de Eunhyuk. Era demasiado, así que sólo dejó de pensar en ello.
Le tomó a Donghae un momento aclarar su cabeza y recapitular lo que él acababa de decir. ¿Quemar sus ropas?
La sangre. Dirigió a los monstruos hasta ellos.
A Donghae ya no le importaba tener audiencia. Se quitó los shorts y tironeó de la polera por encima de su cabeza y se lo entregó a Eunhyuk. Alejó la mano de él con prisa y él jadeó de dolor antes de recapturar su muñeca.
—Lo siento —le dijo con una mueca—. No quería herirte.
Él asintió con conocimiento, abrió la puerta de un golpe y tiró las ropas fuera.
Donghae descendió la mirada a su bóxer buscando signos de sangre.
—No veo más sangre, ¿y tú?
No era un encantador jovencito delgado, e inclusive así, que estaba tan cubierto como hubiera estado en un traje de baño, aún así se sentía desnudo. Expuesto. Vestirse escondía un montón de pecados, y el cielo sabía que su cuerpo tenía muchos de ellos para esconder. Deseaba con locura el haber comenzado realmente ese programa de ejercicios que había prometido que haría en Víspera de Año Nuevo.
La mandíbula de Eunhyuk volvió a tensarse al tiempo que lo miraba fijamente. Sus manos encontraron su cintura y se establecieron allí, asiendo y liberando como si estuviera atrapado en un círculo, tratando de decidir qué hacer. Estaba mirando su torso, sus caderas, sus piernas. Seguro, le había pedido que comprobara si tenía sangre, pero lo que estaba haciendo era más que sólo una casual mirada. Sabía que estaba un poco desvestido, venga si tenía un bóxer y los dos eran tíos pero eso no le detenía de encontrar la manera de hacerle sentir desnudo.
Donghae nunca había visto a nadie mirarle de esa manera anteriormente, ni siquiera los hombres con lo que había compartido la cama, que eran pocos. Eunhyuk le estaba mirando como si su vida dependiera de ello, como si el mundo entero estuviera allí y nada más importara.


—Dios, eres hermoso.
De todas las cosas que había esperado oírle decir, esa no estaba incluso en la lista. Se quedó sin palabras ante su absurda afirmación. Vale, no era un tipo horrible, pero había visto bastante televisión como para saber que no era ninguna belleza irreal o algo por el estilo como para ser un icono de belleza o algo así, no del tipo que hacia babear a los hombres, ni siquiera se acercaba.
—Um —fue todo lo que se las arregló para decir.
— ¿Algo más? —Yong Ha  preguntó al otro lado de la puerta, sonando impaciente.
Los ojos de Eunhyuk llamearon con esperanza.
Donghae luchó contra la urgencia de cubrirse con sus brazos.
— ¿Ves más sangre? —Preguntó de nuevo.
—Date la vuelta —le ordenó en un ronco tono cargado de pecado.
Donghae lo hizo y cerró fuertemente los ojos con la esperanza de que toda esta situación embarazosa desapareciera. Estaba seguro de poder sentir a Eunhyuk mirando fijamente su culo. Como si no fuera a verlo.
—Tus ropas están bien —dijo con una nota distintiva de decepción. Luego, más alto, hacia la puerta—: Eso es todo, Yong Ha. Gracias.
Así que, ahí estaba de pie, dándole la espalda y podía ver su rostro en el espejo del baño. Él aún estaba mirando hacia abajo, con una expresión que hubiera llamado lujuria en cualquier otra circunstancia, o si él estuviera mirando a alguna otro tipo. Pero le estaba mirando a él, seguía mirando y no se detenía. Donghae sintió un rubor cubriendo su piel, o quizás era sólo el cálido y húmedo aire que lo había recalentado.
Aún tenía un suelto agarre en su muñeca izquierda y lo usó para empujar su espalada contra su pecho desnudo. Oh, Dios. Un rápido calor lo llenó, un completo enjambre de aquellas serpentinas de energía que hacía a su cuerpo cantar. Presionó su mano sobre sus costillas y le sostuvo fuertemente. Donghae podía ver sus dedos desplegados sobre su pálida piel a través del espejo. Sujetó su muñeca tras su espalda, atrapado entre sus cuerpos. Su agarre era demasiado íntimo. Demasiado posesivo.
Y, hombre, le gustaba. No quería moverse.
Le observaba en el espejo al tiempo que descendía su cabeza hasta que su boca apenas rozó su cuello. Él no se movió, no le besó, sólo respiró profundamente.
Masculló algo contra su piel.
— ¿Qué? —Fue apenas un susurró, pero le oyó igual.
Miró hacia arriba, sólo elevando su rostro lo suficiente para mirarla en el espejo. Luego sonrió, una oscura y sensual sonrisa que le decía que sabía que había estado observando.
—Hueles como lilas. Siempre me han gustado las lilas.
¿Qué podía decir ante eso?
—Uh, gracias.
Al tiempo que dio la respuesta, su tono fue un diez en la escala de ronquez.
Él simplemente se rió y ella sintió el profundo sonido reverberar en su pecho. Él se apartó un poco, pero sus manos permanecieron sobre él, dispersando sus pensamientos.
—Debemos detenernos antes de que me olvide por qué estamos aquí.
— ¿Aquí dónde? —Preguntó, pasmado.
—En el cuarto de baño. Para un baño.
—Oh, cierto.
Se había olvidado, pero tenía una excusa. Un hermoso hombre lo estaba mirando como si fuera un modelo de europeo o algo así que poseía la clave del significado de la vida. Nunca le había sucedido aquello antes y no estaba del todo seguro de cómo reaccionar.
—Deberías irte ahora, así puedo desvestirme.
—No va a suceder. He pasado bastante tiempo con dolor esta noche. Pero prometo no mirar. A menos que quieras que lo haga —esa era una oferta que ni siquiera en su sano juicio podía rechazar.
—No. Mirar es definitivamente una mala idea.
—Suena como una gran idea para mí, pero prometo jugar limpio —cerró sus ojos, pero mantuvo su muñeca cautiva.
—Voy a tenerlo difícil desvistiéndome sin mi mano.
—Estoy feliz de ayudarte.
—Este. Gracias. Qué gentil.
Él rió.
—Está bien, está bien. Ya está —posó sus manos sobre su cintura de nuevo, portando una agradable sonrisa—. Ahora tus manos están libres.
—Estás disfrutando esto, ¿cierto?
—Ni siquiera tanto como lo haría con mis ojos abiertos, pero vales el sacrificio.
Donghae sacudió la cabeza, pero no pudo evitar la sonrisa que curvó su boca. Le gustaba este lado de Eunhyuk, su lado tentador y juguetón, que nunca hubiera adivinado que existía.
Hizo un rápido trabajo con el resto de su ropa, agarró una toalla, y dirigió a Eunhyuk en los pocos pasos que había para llegar a la bañera. Entró en el agua cálida. Estaba perfecta y dejó salir un pequeño suspiro.



—No es justo —le dijo él—. Sonidos como ese me hacen querer ver.
—No te atrevas.
—Aguafiestas.
—Pervertido —retrucó.
Eunhyuk rió y tensó su agarre.
Donghae abrió las manos que él tenía sobre su cintura y se sostuvo en ellas mientras descendía en el agua. La tina era profunda y se hundió hasta el cuello. Pura efervescente felicidad. No pudo evitar gemir de placer.
—Me estás matando con esos sonidos, Donghae. Ten algo de piedad.
—Lo siento.
Estaba cubierto del cuello a los dedos de los pies con burbujas, así que dijo:
—Sólo toma asiento y terminaré lo más rápido que pueda.
Eunhyuk se sentó en el suelo con su espalda contra la tina y posó los dedos de ella sobre su hombro desnudo.
—Tienes que mantener un agarre sobre mí por una vez.
Donghae miró fijamente su mano. Sobre su hombro. No era gran cosa, ¿cierta? Era un hombre adulto y había tocado bastantes hombros de hombres en su vida. Incluso algunos desnudos. De acuerdo, nunca uno tan ancho o bien esculpido como el de Eunhyuk, y ciertamente ninguno con ramas intrincadamente tatuadas sobre ellos, pero eso no quería decir que tuviera alguna razón para estar mirando fijamente, incapaz de moverse o incluso parpadear. Era sólo un hombro. Ni siquiera era una parte íntima.
Lo que trajo una completa colección de imágenes a su cabeza. Partes íntimas, de hecho. Partes íntimas de un desnudo Eunhyuk. Yum.
Estoy perdiendo la cordura. Era una afirmación de un hecho a esta altura. O quizás perdido hubiera estado más cerca de la verdad. Tiempo pasado. No volverá de nuevo. Ninguna esperanza.
—No escucho ningún chapoteo allí atrás —dijo él—. ¿Necesitas alguna ayuda?
Mucha ayuda. De la variedad psiquiátrica. Más de la que él podría darle.
—Estoy bien —le salió como un chirrido y Donghae dio un respingo.
—No suenas bien —comenzó a girar la cabeza.
Donghae se asustó y cubrió su pecho lleno de espuma con sus brazos y luego se pateo mentalmente: como si no le hubiera visto hace un segundo, estaba actuando ridículamente.
— ¡No mires!
Eunhyuk dejó salir un doloroso jadeo y se dobló sobre sí mismo.
Mierda. Lo había soltado.
—Lo siento —chilló, y gateó hasta sentarse lo suficientemente cerca para alcanzarlo. El agua se derramó por un costado de la bañera, haciendo un charco en el suelo. Presionó una goteante mano contra la baja espalda de él –lo más cercano a ella- y Eunhyuk inspiró un profundo aliento.
— ¡Hijo de puta!
—Lo siento tanto, Eunhyuk —acarició su espina, esperando aliviar su dolor.
Respiraba con dificultad y una fina capa de sudor había emanado sobre su espalda. Le tomó un par de minutos recuperarse, pero Donghae no trató de apresurarlo. Ya se sentía lo bastante mal por olvidar que él necesitaba que mantuviera el contacto. Después de que pusiera su cuerpo entre él y el monstruo de fuego blandiente, después recordar esa pequeña cosa, era lo mínimo que podía hacer. Se sentía horrible por haberlo olvidado.
—Ya estoy bien —dijo, pero sonaba como una mentira. Aún estaba rígido, sosteniendo sus brazos alrededor de su cintura como si el estómago le doliera.
Se inclinó hacia atrás y Donghae lo acarició durante un minuto, haciendo lentas pasadas sobre su espalda desnuda. Eso parecía ayudar a relajarlo, así que dejó a su mano seguir deslizándose arriba por su espina hasta situarla en la nuca. Su cabello era oscuro, miro hacia su cuello y luego toco la iridiscente gargantilla y pudo sentir la resbaladiza anchura de está. No había ningún cierre que pudiera detectar y se preguntaba cómo se la quitaba.
—Voy a buscar en el agua y sostener tu tobillo, y juro por Dios que si quitas tu mano o te asustas de nuevo voy a entrar en esa tina contigo y asegurarme que bastante de nuestra piel este tocándose así no haya posibilidad de otro error. ¿Entendiste?
Oh, sí. Había entendido esa imagen en todo su húmedo y resbaladizo detalle. Habría un fuerte forcejeo, para hacerlo entrar en la tina junto a él, pero estaba bastante seguro de que podían llegar a ser lo suficientemente creativos como para arreglárselas.
—No me asustaré.
Sin girarse, alzó su mano hacia atrás y encontró su tobillo dentro del agua cálida. Sus dedos se curvaron alrededor de éste y sólo entonces dejó salir un suspiro de alivio.
— ¿Crees que puedes hacerlo rápido? Todo esto de tenerte desnudo es un poco más duro para mí de lo que había pensado.



No iba a preguntar lo duro que era. No. Ni siquiera con una oportunidad como esa. En cambio, se puso en movimiento en el proceso del aseo, frotándose de la cabeza a los pies, y había terminado en menos de tres minutos justos. Su cabello estaba aún goteando sobre su rostro cuando alcanzó la toalla que había dejado al lado de la bañera. Parte de ésta se había empapado con el agua que había derramado fuera de la tina, pero no le importaba. Tampoco tenía idea dónde estaban sus gomas elásticas para el cabello, pero si pudiera encontrar un cepillo, se sentiría afortunado.
Donghae destapó la tina y se elevó un poco torpemente sobre sus pies. Tuvo cuidado de no quitar la mano de Eunhyuk mientras hacía un rápido trabajo secándose. Todo desde las rodillas para abajo aún estaba goteando, pero el resto estaba bien. Cuando la toalla estuvo asegurada alrededor de su cintura, dijo:
—Está bien. Estoy listo.
—Una pena —replicó él.
Le sonrió y le ofreció a Eunhyuk una mano. Él, galantemente le ayudó a salir de la resbaladiza tina, luego entrelazó sus dedos.
— ¿Ahora qué? —Le preguntó—. Además de la parte donde dejo de estar desnudo. Obviamente.
Él se veía como si lo hubiera golpeado en los intestinos.
—No voy a sobrevivirte hombre.
La visión de su muerte apareció durante medio segundo, las llamas y el sonriente rostro de Eunhyuk bloqueando todo lo demás. Un momento después, estaba de nuevo en el baño, húmedo y desnudo, pero a salvo. Sintió un temblor recorrer sus miembros y trató de ofrecerle una juguetona sonrisa a Eunhyuk. Estaba bastante seguro que le salió más parecida a una mueca.
—En realidad, estoy bastante seguro de que me sobrevivirás muy bien.
Él le estaba mirando y su cabeza se inclinó para estar al nivel de sus ojos.
— ¿Qué se supone que significa eso? ¿Y qué era eso que acabo de sentir –esa oleada de miedo?
—Nada. Sólo olvídalo.
—Como el infierno que lo haré. No es la primera vez que la siento, tampoco. ¿Qué fue eso?
—No es realmente gran cosa.
—Cualquier cosa que te dé tanto miedo tan rápido es una gran cosa. Es mi trabajo matar todo lo que te aterrorice de esa manera. Dime qué es y lo mataré por ti.
Hablaba en serio. Realmente, literalmente, quería decir que mataría algo por su bien. No estaba seguro si estar disgustado o halagado. Realmente sabía cómo sorprender a una persona con una afirmación de cavernícola como esa.
— ¿Qué tal si encuentras algo para vestirme, en cambio? —Sugirió.
—Ahora sólo estás tratando de distraerme, recordándome que estás todo húmedo y desnudo debajo de esa toalla.
Oh, sí, como si realmente creyera que un hombre como él podría estar tambaleándose por el pensamiento de su no-tan-caliente cuerpo. Qué ridículo.
— ¿Está funcionando? —Bromeó, dándole la oportunidad de reírse.
No lo hizo. De hecho, le hizo retroceder hasta que se encontró contra la puerta. El cuerpo de él empujó el suyo y mantuvo sus muñecas contra la puerta, justo arriba de su cabeza.
—La distracción funcionaría mejor si te quitaras la toalla.
— ¿Q… qué estás haciendo? —Le preguntó sólo porque no estaba seguro.
—Deseándote. Necesitándote.
—Sí, claro —se burló.
— ¿No me crees? —Le preguntó, sedosamente suave.
Sus caderas presionaron hacia adelante, fuerte contra las de él, y pudo sentir la inconfundible longitud de su dura erección contra su vientre.
Las palabras le fallaron. La respiración le falló, también. Sólo le miró con una mirada de venado-a-medio-morir porque no podía hacer nada más.

Su mirada se dirigió hacia su boca y se mantuvo allí al tiempo que inclinaba su cabeza, acercándose más y más. Donghae sabía que iba a besarle y que no había nada que pudiera hacer para convencerse de detenerlo. 



Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE

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