CAPÍTULO 18
Repentinamente, Donghae ya no estaba tan deseoso de ver lo que
Hyesung tenía que mostrarle. Basado en la sonrisa astuta que tenía, Donghae
estaba seguro de que no le iba a gustar.
El brazo de Eunhyuk se apretó alrededor de su cintura y tiró
de él hacia su costado.
—Aguanta —le murmuró al oído.
Donghae no ni tenía idea de lo que quería decir, pero un
momento más tarde, Hyesung levantó sus manos y un anillo gigante de fuego brotó
de la tierra, encerrándolos adentro.
Donghae no se había preparado para resistir algo parecido, y
dejó escapar un chillido de terror. El fuego estaba a pocos centímetros de
distancia de ellos. Tenía fácilmente tres metros de altura y rugía con un
sonido casi ensordecedor. Un sonido hambriento.
—Estás bien. Sólo respira.
Oyó la voz tranquilizadora de Eunhyuk en su mente, pero no
ayudó. Su corazón estaba palpitando y estaba paralizado de terror. No había
ningún lugar hacia donde pudiera haber corrido, de cualquier manera. Estaba
rodeado de fuego por todos lados. Fuego hambriento y rugiente que quería
devorarlo vivo.
Sintió a Eunhyuk forzar su camino dentro de su mente. No supo
cómo se empujó a través de sus pensamientos frenéticos, pero estuvo allí. Podía
sentir su tranquila presencia reconfortante desvaneciendo los bordes de su
terror.
—No dejaré que te lastimes —susurró directamente en sus
pensamientos.
No tuvo opción sino escucharlo e intentar creerle.
Capturó su cara en sus grandes manos y le obligó a mirar sus
ojos. Con sus manos actuando como anteojeras y su cara llenando el resto de su
visión, ya no podía ver el fuego. Lo podía oír, podía sentir su ávida presencia
a sólo centímetros de distancia, pero el resto de sus sentidos fueron llenados
con Eunhyuk. Podía oler su piel y eso provocó un recuerdo de su cuerpo moviéndose
sobre el de él, llenándolo y conduciéndolo fuera de su mente con placer.
Estaba confundido por el recuerdo tan intensamente positivo en
medio de tanto miedo, y esa confusión puso de nuevo a funcionar a su cerebro.
Inspiró profundamente en sus pulmones y lo dejó salir de
nuevo.
—Así. Simplemente respira. Te tengo.
El pánico se retiró lo suficiente para que pudiera enfocar la
atención en permanecer tranquilo. Sus dedos estaban apretados alrededor de sus
muñecas y se obligó a aflojar su agarre.
—Estoy bien —le dijo.
Estaba muy lejos de la verdad, pero no tanto como para que no
pudiera pretender que lo creía.
—Bueno. Lo estás haciendo fenomenal, Donghae —le dirigió una
sonrisa orgullosa.
Era ridículo. Era un chiflado completo y él se enorgullecía de
ello.
—Voy a bajar mis manos ahora, ¿está bien?
Asintió.
—El fuego sigue en marcha, pero no te puede herir. ¿Comprendes
eso?
No realmente, pero asintió de cualquier manera.
Lentamente, Eunhyuk bajó sus manos y pudo ver el fuego en su
visión periférica. Su respiración se aceleró, pero logró mantenerse de una sola
pieza. Iba a hacer esto, maldita sea. No iba a permitir que el miedo al fuego
le ganara. Especialmente, no delante de Hyesung. Eso era lo que Hyesung quería que
Donghae admitiera la derrota antes de que ni siquiera hubiera tenido la
posibilidad de intentarlo.
Eunhyuk se enderezó, así que clavó los ojos en su pecho.
Enfocó la atención en la banda más pálida de piel alrededor de su garganta
donde la luceria había estado durante años. El resto de su piel estaba
ligeramente bronceada. Podía ver las puntas de las ramas frondosas de su árbol
asomando desde debajo de su cuello abierto.
Donghae no quiso apartar la mirada. Eunhyuk era una visión
mucho más atrayente que el fuego, pero tenía que ser más duro que eso. Así que
lo fue. Apretó los dientes y giró la cabeza para que no tuviera más opción que
ver la pared de fuego a sólo centímetros detrás de ellos.
Pero no emanaba ningún calor. Eso era extraño y sacó su mente
del montón errático de pánico que amenazaba con abrumarlo. Se aferró en ese
pánico y lo controló con pura fuerza de voluntad.
— ¿Está bien tu caballero? —Hyesung preguntó con un rastro de
orgullo en su tono.
— ¿Quieres que haga que se detengan? —Le preguntó Eunhyuk a
Donghae con una voz pretendida sólo para él.
—No. Vamos a terminar con esto.
Eunhyuk alzó su voz y se dirigió a Hyesung.
—Está preparado, Caballero Gris.
Donghae estaba a punto de preguntarle por qué la había llamado
eso cuando vio a Hyesung alzar los brazos sobre su cabeza. Esta vez, Donghae se
preparó para aguantar lo peor, pero ningún otro fuego fluyó desde el suelo. En
lugar de eso, al otro lado del círculo, donde los hombres protegían la espada,
les vio comenzar a cambiar. El hombre más cercano a ellos... un rubio grande
con una cara llena de cicatrices... brilló tenuemente, como había visto a la
espada de Eunhyuk hacer cuando estaba a punto de sacarla. Cuando la fluctuación
se detuvo, ya no parecía humano. Se parecía a uno de esos monstruos mosquito.
Donghae agarró el brazo de Eunhyuk, listo para alejarle, pero
él cubrió su mano.
—Es sólo una ilusión de una reminiscencia. Ese es todavía Baekho.
Donghae intentó relajarse haciendo frente a esa noticia, pero
no podía. El siguiente hombre en la línea estaba ya haciendo esa cosa de
fluctuar, y cuando se detuvo, era un monstruo de fango.
— ¿Como se llama eso? —Le preguntó a Eunhyuk en un chillido
patético.
—Un Seiryū. Probablemente, arrojará un orochi o dos también.
No te preocupes, son todos sólo efectos especiales. Hyesung esta luciéndose ante
ti.
Donghae dudó que un hombre tan poderoso como Hyesung se
preocupara de alardear ante alguien. Seguramente, no ante Donghae, quien
parecía temer a su sombra.
El siguiente hombre en la fila se convirtió en una mezcla
peluda de chimpancé y lobo, con encendidos ojos verdes que la asustaron hasta
los dedos de los pies.
— ¿Eso es un orochi?
Una vez que el último hombre se había convertido en un
monstruo horrendo, Hyesung bajó sus manos y le dijo a Donghae:
—Esto es lo que se supone que debes hacer, niño. Juzga bien si
eres o no capaz.
Eric desenvainó su espada, lo que era aparentemente la señal
para que los monstruos debieran atacar. El orochi peludo se lanzó a la carga
sobre sus cuatro patas, dirigiéndose directamente hacia Hyesung.
Eric dio un paso hacia el lado derecho de Hyesung, plantó los
pies y cuadró los hombros con su espada levantada. Esta reflejaba llamas
anaranjadas y Donghae tuvo que luchar por permanecer tranquilo. Las llamas no
estaban calientes, así que tal vez, eran simplemente una ilusión, también.
Donghae se aferró a ese pensamiento y se convenció de creer
eso. Lentamente, algo del pánico residual comenzó a desvanecerse y pudo
respirar más fácilmente.
La expresión de Eric era serena, pero su cuerpo estaba en
posición de golpear.
—Va a matarlos —dijo.
Eunhyuk todavía lo abrazaba y su mano de deslizó por su cadera
en una caricia tierna.
—La magia de Hyesung los protege. No te preocupes. Ninguno
será herido.
Tres de los orochi brincaron hacia Hyesung. Agitó su mano una
vez, como si sacudiera agua de esta. Los orochi se estrellaron contra una
barrera invisible y rebotaron.
Había cuatro inugami y cubrieron la distancia más
cautelosamente. Se dispersaron, haciendo extraños chasquidos. Dos se dirigieron
hacia Eric mientras uno más se movió hacia Hyesung. Eric intentó inclinar su
cuerpo para ponerlo entre el inugami y Hyesung, pero las dos cosas se lanzaron
sobre él con esos colmillos largos y transparentes y no le quedó nada más que
defenderse. Su espada se balanceó en un arco mortífero que cercenó treinta
centímetros de los cuatro colmillos.
Los inugami emitieron chasquidos frenéticos, pero no cedieron.
Le presionaron más duramente, abalanzándose con sus cabezas de insecto,
manteniendo su espada ocupada esquivando sus intentos.
El inugami que se acercaba a Hyesung golpeó otra barrera
invisible y azotó contra esta. Chispas fluyeron de la pared mientras la cosa
avanzaba.
Los pies de Hyesung se deslizaron sobre el suelo mientras el inugami
empujaba de nuevo la barrera hacia el anillo de fuego.
Donghae se tensó ante la idea de Hyesung quemado, pero Eunhyuk
acarició su espalda, diciéndole con su lenguaje corporal relajado que todo
estaba bien
Hyesung sonrió, y un segundo más tarde, pinchos se dispararon
desde el suelo, atravesando al inugami que le atacaba. Este, agitó sus largas
piernas en el aire, pero no consiguió nada. La cosa quedó atrapada en los
aguijones de piedra.
Estaba tan ocupado con ese monstruo que no había notado al inugami
que se había levantado tras de él.
Donghae tomó aliento para gritar una advertencia pero fue muy
tarde. Los largos colmillos se lanzaron hacia la espalda de Hyesung. Una
fracción de segundo antes de que pudiera alcanzarle, la cosa saltó en el aire y
aterrizó rodando a unos seis metros de distancia. Los colmillos del inugami estaban
hundidos en el suelo y tiraba de ellos en un esfuerzo por desenterrarlos.
Antes de que pudiera liberarse, otra elevación repentina de
picos de piedra brotó del suelo y lo empaló.
Para ese momento, uno de los Seiryū había consumido la espada
en un esfuerzo por protegerlo y el otro estaba fluyendo sobre la tierra hacia Eric.
Había matado a uno de los inugami, y el otro estaba retrocediendo de su ataque
cruelmente agresivo.
Retrocedió directamente hacia el Seiryū, el cual lo absorbió y
aumentó de tamaño.
Eric no le prestó atención. Estaba al lado de Hyesung y lo
ayudaba a ponerse de pie. Él se sacudió el polvo de su túnica mientras Eric
deslizaba su mano sobre su nuca.
El aire repiqueteó de poder. Donghae podía sentirlo rodeándolo,
sentía vibrar las piedras debajo de sus pies. Hyesung inclinó la cabeza y su
pelo largo cayó para escudar su cara.
Los Seiryū estaban dirigiéndose hacia la pareja, acercándose
más y más por momentos.
El aire a su alrededor se enfrió y cuando Hyesung levantó la
cabeza, Donghae pudo ver fuego ardiendo en sus ojos. Fuego real. Hyesung abrió
la boca y una columna de llamas explotó de sus labios. Levantó la mano hacia la
Seiryū y resplandecientes gotas de lava cayeron de las puntas de sus dedos y se
agruparon en el suelo.
La cara de Eric se retorció en un gruñido de dolor y el cuerpo
de Hyesung se estremeció un instante antes de que un pilar de fuego tan grueso
como el tronco de un árbol saliera disparado de su mano y engullera al Seiryū.
Un horrible siseo agudo hizo erupción del monstruo, pero continuó avanzando,
esparciendo fuego en su caída.
Hyesung se desplomó, pero Eric envolvió un brazo alrededor de
su cintura y le ayudó a bajar al suelo. Dejó caer su espada y extendió su mano
desnuda sobre el suelo.
Donghae sintió la tierra debajo de sus pies enfriarse.
— ¡Ahora! —Gritó Eric.
Hyesung débilmente levantó su mano y otra explosión de llamas
salió a chorros, golpeando al segundo Seiryū.
Ese seseante grito se duplicó y Donghae cubrió sus oídos para
bloquearlo. No le importaba si nada de esto era real. Se veía real. Sonaba
real.
Uno de los orochi se había vuelto a poner de pie y rodeó a Eric
y Hyesung.
Donghae intentó recordarse a sí mismo que era sólo práctica.
Una ilusión pretendida para asustarlo. Bueno, funcionaba
perfectamente bien. Quería gritar una advertencia.
La mano de Eunhyuk le cubrió la boca.
—Déjalo pasar.
Como si tuviera elección.
Los orochi no fueron a la carga esta vez, se movieron
furtivamente, manteniéndose fuera de la vista del Amaterasu. Los Seiryū estaban
ardiendo, empequeñeciéndose por segundos, pero aún avanzando.
Eric se empujó sobre sus pies y levantó a Hyesung con él. Se
colocaron espalda con espalda en el centro del círculo llameante usando la
gigante piedra esculpida para proteger un flanco. Hyesung se balanceaba sobre
sus pies, pero la mirada en su cara era de determinación. Las llamas en sus
ojos ardieron más brillantes y lágrimas de fuego se derramaron por su suave
mejilla.
Eric vio al orochi y preparó su espada para matarlo mientras Hyesung
miraba hacia los dos Seiryū ardiendo. Todos, los tres monstruos, atacaron de
inmediato. El orochi fue más rápido y Eric lanzó una cuchillada, fallando.
Sus ojos resplandecieron verdes de triunfo mientras iba por el
flanco desprotegido de Hyesung.
Como si leyera la mente de Eric, Hyesung giró en el último
segundo, escasamente evitando las garras negras del orochi, que asestó tres
cuchilladas filosas como navajas en su túnica larga.
Hyesung se agachó. La espada de Eric cercenó donde su cuello
hubiera estado y se clavó en el pecho del orochi.
Los Seiryū estaban ahora lo suficientemente cerca como para
alcanzarlo con los negros tentáculos aceitosos. Uno salió disparado hacia Eric.
Hyesung dejó escapar un grito de furia y lo bombardeó con un puñado de fuego.
Eric liberó su espada del orochi derrotado y alzó a Hyesung
encima de la roca esculpida con un brazo. Su mano se cerró alrededor de su
tobillo desnudo y Donghae pudo sentir la conexión entre ellos fortalecerse. Esa
retumbante energía extraña reverberó en el aire con el poder de la magia que
fluyó entre ellos.
Hyesung estaba fieramente bello, de pie allí, con su pelo
oscuro y su túnica pálida flotando detrás de él, sus ojos resplandeciendo con
fuego y una sonrisa victoriosa en sus labios. Donghae nunca antes había visto
nada tan notable en su vida.
Hyesung alzó ambas manos hacia los Seiryū y soltó otra fuente
de llamas hacia ellos. El fuego fluyó de las puntas de sus dedos, retorciéndose
e hirviendo como si estuviera vivo. Los Seiryū emitieron más agudos gritos
seseantes, pero no cedió. Su cuerpo tembló por el esfuerzo, pero el fuego
continuó, encogiendo a los Seiryū hasta que quedaron sólo planos charcos
grasientos.
En el centro de uno de esos charcos estaba la espada.
El fuego fue disminuyendo y Hyesung colapsó encima de la gran
roca redonda. Eric lo atrapó fácilmente y lo mantuvo muy cerca de su pecho.
El círculo de llamas alrededor del campo de batalla
desapareció y la ilusión de los monstruos lo hizo también. Los hombres yacían
en el suelo, magullados y gimiendo, pero ninguno estaba sangrando o quemado. Se
pusieron de pie y fueron junto a Hyesung.
Eunhyuk tomó la mano de Donghae y lo guió a través del espacio
abierto.
Eric estaba sentado sobre el suelo, en la base de la gran roca
redonda, y situó a Hyesung en su regazo. Estaba inconsciente y pálido. Su mano
izquierda rodeó su garganta y su expresión fue una de concentración profunda.
— ¿Qué está haciendo? —Preguntó Donghae.
—Reviviéndolo. Se excedió en el uso del poder manteniendo en
funcionamiento todas las ilusiones así como protegiendo a los hombres y
combatiendo en la batalla.
Donghae sólo podía aturdirse ante cuánta energía tenía que
llevarse esa clase de magia. Donghae ni siquiera había logrado hacer una chispa
y estaba exhausto hasta el punto de caerse. ¿Cuánto poder de fuego poseía Hyesung?
Fue un pensamiento atemorizante.
—Eric extrae más energía de la tierra y le alimenta a través
de su luceria.
Lo que fuera que estuviera haciendo estaba funcionando. Ya
listo, Hyesung estaba moviéndose y abriendo los ojos. Tenía un poco de
congestión ocular, pero los ojos brillaban negros otra vez, lo cual fue un
enorme alivio para Donghae. No creía que pudiera mirar de frente a aquel hombre
si todo ese fuego estuviera allí.
Hyesung luchó por sentarse derecho y Eric lo ayudó.
—Estoy bien. Dejadnos —les dijo a los hombres reunidos allí.
—Sí, mi señor —llegó la respuesta masiva. Esta vez, Eunhyuk no
se integró al grupo. Se quedó y sujetó a Donghae junto a él.
Parecía extraño que un montón de grandes tipos recibieran
órdenes de un pequeño hombrecito. Por supuesto, aquel hombrecito probablemente
podría asar cualquiera de sus culos incluso en su peor día, pero aún así
parecía extraño.
Cuando los hombres se hubieron ido, Hyesung miró a Donghae
impacientemente.
—Eso fue asombroso —dijo.
Eric gruñó. No se veía complacido. De hecho, le dirigió a Hyesung
una mirada que prometía que escucharía lo disgustado que estaba más tarde.
—Habría sido mucho más asombroso si no hubiéramos pasado las
dos semanas anteriores asesinando Yokais cada noche, manteniéndolos a raya,
para que nuestros hombres pudieran encontrar la espada de Eli. Estabas
demasiado cansado como para haber hecho esto esta noche.
Tenía una voz ronca que hacía juego con su cara áspera. Líneas
profundas estaban esculpidas alrededor de sus ojos y su boca. Todo en él era
duro, excepto el color de sus ojos. Eran de un suave azul cielo que parecía tan
fuera de lugar que no pudo evitar mirarlos fijamente.
Hyesung palmeó a Eric en la rodilla.
—Tenía que hacerse, Eric. Estoy bien —se giró hacia Donghae—.
¿Ves ahora lo que se espera de ti?
—No hay forma de que alguna vez pueda hacer lo que tú has
hecho. Aunque no tuviera un miedo mortal al fuego, no podría ejercer tanto
poder.
—Quizás todavía no, pero un día lo harás. La pregunta es si
deberías o no intentarlo. Adentrarse en la batalla sin fuego sería como si uno
de nuestros guerreros entrara sin su espada. Podrías hacerlo, pero sería tonto
y peligroso para todo el mundo a tu alrededor.
La visión de Donghae relampagueó en su mente. El fuego le
rodeaba, y a través de las llamas oscilantes, podía ver esa media sonrisa
orgullosa ladeando la boca de Eunhyuk. Sólo que, a diferencia de las de Hyesung,
las llamas lo quemaban –produciendo ampollas en su piel. Eran reales y dolían
como el demonio.
Cuanto más conseguía conocer a Eunhyuk, cuanto más unido
estaba a él, más le dolía su visión. ¿Por qué simplemente estaba allí y lo
observaba sin tratar de ayudarlo? ¿Era toda su nobleza desinteresada algún tipo
de actuación? ¿O era algo más? Tal vez estaba mirándolo con orgullo porque
estaba haciendo algo digno de eso. ¿Estaría dispuesto a ser quemado vivo si
fuera por una buena causa? ¿Si salvara la vida de otro? Quería creer que lo
haría, pero en verdad, sabía que era una verdadera cobarde. Tal vez, podría
aceptar algún otro destino si fuera a salvar la vida de otro, pero no aquél. Lo
había temido durante mucho tiempo. Ser quemado vivo era su peor pesadilla.
—No quiero usar fuego —le dijo a Hyesung con una voz llena de
vergüenza—. Jamás.
Hyesung volvió su mirada negra sobre Eunhyuk. Tan precioso
como era, había algo atemorizante en él -alguna cualidad casi extraña que
exigía respeto y obediencia.
—Lo que sé es que no quiero colgar tu espada en la Sala de los
Caídos. También sé que si llevas a este niño dañado a combatir contigo, acabaré
haciendo justo eso.
—No es tu decisión —dijo Eunhyuk.
— ¿No? Podría matarlo ahora mismo y acabar de una vez con
esto. No me preocupa nada y felizmente le vería morir en tu lugar.
Donghae no dudó ni por un segundo que Hyesung decía la verdad.
La mano de Eunhyuk fue a su espada y Eric hizo a un lado a Hyesung
y se puso de pie en un movimiento tan rápido que fue difícil creer que había
ocurrido.
—Desiste, hijo. No me hagas herirte.
La mandíbula de Eunhyuk se apretó con fuerza, pero soltó su
espada y aspiró profundamente. Donghae podía sentir la tensión vibrando en su
cuerpo, le podía sentir vibrante entre ellos. Ese control le había costado
mucho esfuerzo.
—No hables así, Hyesung. Sabes que lo necesitamos. Lo
necesito.
— ¿A quién más debería escuchar él si no a mí? No hay otra pareja
Amaterasu alrededor.
—Eso no significa que tengas razón —insistió Eunhyuk.
Hyesung suspiró.
—Comprendo la clase de sentimientos que tienes hacia Donghae,
pero Kyuhyun ha mirado dentro de su mente y no hay esperanza para él. Está
dañado. Nunca será lo que quieres que sea.
Donghae no estaba seguro de qué la conmocionó más, el hecho de
que Kyuhyun hubiera podido extraer algo parecido de su mente, o que pudiera tener razón.
—Ni siquiera le has otorgado el beneficio de la duda, ¿pero
estás dispuesto a creerle a un Susano? ¿Sabes siquiera lo qué le hizo a Hae?
—Demandó Eunhyuk.
Hyesung recorrió con la mirada a Donghae, quien estaba muy
confundido. Sabía que Kyuhyun se había paseado por sus recuerdos y había tomado
algo de su sangre, pero por la forma en la que Eunhyuk lo dijo, sonó como si
hubiera violado sus derechos civiles o algo por el estilo.
Una presión llenó sus oídos y los sonidos de la noche -los
grillos cantando y el viento a través de los árboles- desaparecieron
completamente. Donghae se frotó los oídos e intentó bostezar para hacerlos
abrirse. Un momento más tarde la sensación se fue, pero se había perdido
cualquier cosa que Hyesung hubiera dicho.
Lo que sea que dijera, enfureció a Eunhyuk. Su cara se
oscureció con ira y sus dedos se
clavaron en su cadera.
— ¿Está Kyuhyun todavía aquí? Me gustaría tener… unas palabras
con él.
—Deberías estar más preocupado por lo que tu señor va a hacer
y menos acerca de lo que Kyuhyun está haciendo.
—El Susano se trae algo entre manos —dijo Eric.
Hyesung agitó su mano en un gesto cansado.
—El Susano se trae siempre algo entre manos. Es su naturaleza.
Eric atrajo a Hyesung a su lado.
—Y es mi naturaleza hacerte descansar. Has dado al chico
alimento para pensar. Dale tiempo de digerirlo.
¿Digerirlo? Más bien tragarlo y rezar para que no se pusiera
enfermo.
—Prometí que ayudaría a Eunhyuk a encontrar la espada de Eli
—dijo Donghae—. No faltaré a mi palabra.
—Niño tonto —Hyesung murmuró—. Al menos, habla con Victoria
antes de que intentes algo tan tonto.
—Ya he pedido una audiencia con ella —dijo Eunhyuk.
Los ojos negros de Hyesung se estrecharon.
— ¿Le recibirá?
—No lo sé aún. Junjin dijo que me diría por la mañana si verá
a Donghae.
—Victoria lo verá. Me aseguraré de eso.
—Gracias, mi señor —dijo Eunhyuk, inclinando la cabeza
formalmente.
—No me lo agradezcas hasta después de que Donghae haya hablado
con Victoria —dijo.
—Ya basta —Eric recogió a Hyesung en sus brazos—. La cama está
preparada para ti, hombre.
Donghae les observó ir, sintiendo su mundo girar fuera de
control debajo de sus pies. Había tanto que no comprendía. Parte de eso era
cómo podría ser Hyesung un feroz guerrero exhalando fuego en un minuto y
pudiera acurrucarse en los brazos de Eric al siguiente. Parecía totalmente
fuera de su carácter, de alguna manera.
—Necesitas descansar, también —dijo Eunhyuk.
Donghae asintió. Estaba cansado hasta los huesos y dolorido
por todas partes, por sus anteriores intentos de crear fuego mágico.
— ¿Quién es Victoria y por qué necesito verla?
Eunhyuk vaciló como si no quisiera decírselo, pero finalmente
dijo:
—Sabe cómo funcionan las visiones del futuro.
— ¿Cómo?
—Porque las tiene ella misma.
Este
fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO
ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA
PRINCIPAL: EUNHAE
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