jueves, 29 de agosto de 2013

CAPÍTULO 17

CAPÍTULO 17
Kyuhyun permaneció en las sombras, donde Eunhyuk no pudiera verle observar a Donghae. Le daría a Eunhyuk unos cuantos días para enfriarse antes de acercarse a Donghae a por más sangre. Ya había utilizado el poder de la sangre que le había dado. Las heridas de Eunhyuk habían tomado mucho de ello y el Proyecto E.L.F. había requerido el resto. Sólo horas después de alimentarse, su garganta estaba de nuevo retorciéndose de hambre.


Buena cosa que hubiese pasado años aprendiendo a vivir con ello.
—Tienes razón. Es un fraude —dijo Hyesung cuando vio a Donghae esforzarse por llamar incluso la más pequeña llama a su mano.
Hyesung era tan hermoso como mortal, de largo pelo que flotaba en ricas olas negras terminando en sus caderas. Su piel era lisa e impoluta por el paso de los años. Sólo algunas hebras plateadas, del mismo color que su tunica de seda, brillaban en su pelo descubriendo su avanzada edad.


El cuerpo de Donghae tembló por el esfuerzo mientras intentaba hacer aparecer fuego del aire. Eunhyuk permanecía a su lado sobre el muelle de madera del lago. Kyuhyun estaba seguro de que Eunhyuk había elegido la localización solamente para borrar los temores de Donghae. ¿Cómo podía ser el fuego una amenaza con tanta agua literalmente bajo sus pies? Eunhyuk mantenía su mano contra el dorso de su cuello en un esfuerzo para facilitar el flujo de poder entre ellos. No parecía estar haciendo ningún bien.
—No dije que fuera un fraude. Dije que nunca será capaz de llamar al fuego. Esa parte suya está rota y nunca podrá arreglarse.
—Eres uno de los más dotados sanadores sobre la faz de este planeta y, con todo, no pudiste salvarlo.
—No. Lo que quiera que esté roto en su interior ha estado así desde antes de que naciera. Lo crearon con ese defecto.
— ¿Por qué? —Exigió el Caballero Gris.
Él le llegaba a Kyuhyun al hombro, pero sabía que su diminuta forma era engañosa. El poder de los Amaterasu crecía con los años y Hyesung era casi la pareja viva Amaterasu más poderoso. No es que tuviera mucha competencia.
—No sé por qué —le dijo honestamente.
—Descúbrelo —no era una petición—. Si no puede ser curado, entonces matará a Eunhyuk como hizo con Yong Ha.
— ¿Que mató a Yong Ha? ¿Quién ha dicho tal cosa? —Eunhyuk nunca le habría dicho eso a Hyesung, incluso si fuera verdad. El protegía a Donghae del escrutinio también como del peligro.
Un toque de tristeza brilló en los ojos negros de Hyesung.
—Tomé el recuerdo de la espada de Yong Ha. Vi lo que sucedió. Si hubiese sido capaz de hacer su trabajo, esos dos Seiryū habrían estallado en llamas en cuestión de segundos. Yong Ha intervino para salvarle y le costó la vida.
—Fue su elección. Donghae nunca se lo pidió —Kyuhyun había leído mucho de su verdadero carácter cuando se había paseado por sus recuerdos.
El Caballero Gris se volvió y le agarró por el frente de la camisa. Su cara era inexpresiva, pero Kyuhyun podía ver una furiosa y peligrosa rabia colgando en sus ojos demasiado oscuros.
Él no se equiparaba a su fuerza física, pero Kyuhyun no se atrevió a soltarse. Incluso aunque Kyuhyun no podía verle, Eric estaría cerca -a distancia de un golpe- y mataría a Kyuhyun si tan sólo le revolvía el pelo.
—Debería haber matado al Seiryū él mismo, no dejar que nos quitara a Yong Ha —dijo Hyesung.
Kyuhyun no lucharía con él, pero no dejaría que Donghae fuera culpado de algo de lo que no era responsable.
—No hay manera de que pudiera haber sabido qué hacer. Su ignorancia es culpa de Eunhyuk. No suya.
— ¿Me harías matarle por su error y vincularlo a Yunho?
—No. Por supuesto que no.
—Entonces, ¿qué sugieres, sanguijuela?
Sanguijuela. Kyuhyun no pudo evitar que sus manos se curvaran en puños ante su insulto. Apretó los dientes para evitar gritarle.
—No sugiero nada. Salí aquí fuera porque pensé que te gustaría saber qué he descubierto. La paz entre nuestras razas es frágil y yo, por una vez, creo que es importante que fomentemos esa paz.
Hyesung liberó su camiseta y volvió a mirar a Donghae como si nada hubiese sucedido entre ellos. No le ofreció una disculpa por su conducta o su insulto.
—Es una responsabilidad —dijo Hyesung.
—Es un milagro. La primera pareja Amaterasu nacida después de doscientos años. Quizás hay más como él.
— ¿Has descubierto su linaje?
—No. Gordon está trabajando en ello. Le di una muestra de su sangre y no puede recordar haber probado nada igual a eso.
—Si descubres algo, me lo dirás inmediatamente —ordenó Hyesung.
Kyuhyun no dijo nada. No le prometería nada a menos que estuviera obligado a ello. La experiencia le había enseñado esa incómoda lección.
Afortunadamente, estaba demasiado concentrado en el esfuerzo de Donghae que no se dio cuenta de que no había accedido.
Kyuhyun volvió a deslizarse en la oscuridad sin un sonido. Tenía demasiado trabajo que hacer esa noche para pasar más tiempo con los Amaterasu. Tenía gente propia de la que preocuparse. Por primera vez en siglos, los Susano tenían esperanzas y la sangre de Donghae era la clave.

Eunhyuk no iba a dejar que Donghae se esforzase más esa noche. Habían estado trabajando durante más de una hora y no había conseguido hacer aparecer más que una simple chispa. Se estaba matando a sí mismo intentando vencer su temor al fuego, y nada bueno estaba saliendo de eso. Su desesperada frustración lo estaba matando.
—Basta —le dijo mientras alejaba su mano del cuello para romper la conexión.
Su anillo zumbó con irritación ante la pérdida del enlace directo, pero lo ignoró.
—Sólo un poco más —jadeó.
Sus mejillas estaban coloradas, sus ojos inyectados en sangre, la camiseta se pegaba a sus curvas con el sudor y todo su cuerpo temblaba de fatiga.
Eunhyuk quería meterlo en una agradable y suave cama y dejarle dormir unas diez horas. Justo después de que lo hiciera correrse por él otra vez. Se estaba muriendo por oír sus dulces gemidos de liberación y ver su cuerpo arquearse del placer que le daba. Quería sostenerlo en sus brazos mientras su cuerpo se calmaba y se deslizaba al sueño. Quería esa sensación de alegría que venía con el conocimiento de que había cuidado de Hae de todas las formas posibles. Quizás fuera egoísta, pero lo quería de todas formas.


—No más —le dijo suavemente. La última cosa que necesitaba era que se obstinara con él, negándose a escuchar a razones—. Ya te has exigido mucho esta noche. Hoy sólo has dormido unas pocas horas y necesitas descansar antes de intentarlo otra vez.
—No hay tiempo —le dijo. Su respiración todavía no se había calmado, pero encontró la energía para dedicarle una fiera mirada—. Dijiste que si Baekho encontraba alguna pista de hacia dónde se había ido ese Seiryū, tendríamos que movernos enseguida. Dijiste que esas cosas se mueven a un lugar nuevo cada noche y que nuestra única oportunidad para encontrarle sería movernos tan rápido como podamos.
—También dije que al Seiryū sólo se la puede matar con fuego, y tú estás a un largo camino de hacer que eso suceda. Llevarte hasta el límite de esta manera no sirve de nada.
—Hay otra manera de matarlo. ¿Alguien lo ha intentado con dinamita?
—Estás bromeando, ¿verdad?
—No. Volemos esa cosa al infierno.
—Eso no la mataría. Sería un desastre y tendríamos docenas más pequeñas con las que luchar. Tenemos que usar fuego. Lo siento, amor.
— ¿Y si no puedo? —Le preguntó en voz baja.
La suave voz de Hyesung se filtró desde la oscuridad.
—Entonces serás de poca utilidad para nosotros más allá de borrar el dolor de nuestros guerreros.
Hyesung, el Caballero Gris, salió de las sombras. Su pequeña forma estaba moldeada en una larga y vaporosa túnica de seda gris. Algunas hebras plateadas se esparcían en su todavía negro pelo, el cual llevaba suelto alrededor de los hombros. El viento jugó con él, pero no lo enredó. Ni si quiera el viento se atrevía a enfadar a alguien tan poderoso como el Caballero Gris.
Eunhyuk no tenía idea de lo viejo que era, pero tanto como sabía, junto a Eric eran los más viejos Amaterasu con vida sobre la tierra. Los abuelos de Eunhyuk se habían puesto de rodillas ante ellos -tanto mágicamente como con temor.
Eunhyuk siempre había respetado a Hyesung como su más anciano y formidable aliado, pero no dejaría que se ensañara con Donghae.
—Sabes que eso no es verdad —le dijo en un tono tan respetuoso como podía manejar.
Las oscuras cejas de Hyesung se arquearon ampliamente.


—No sé tal cosa. El fuego es lo más básico entre los hechizos. Muchos de los Yokai lo temen. Los mata a todos, quitando a algunos de los de su clase. Si no puede ni si quiera dominar ese pequeño conjuro, entonces nos servirá mejor quedándose aquí y atendiendo a nuestros heridos.
—Tenemos docenas de Susano haciendo de enfermeros. Necesitamos a Donghae en el campo de batalla.
— ¿Realmente crees eso? —Le preguntó a Eunhyuk. Entonces se volvió a Donghae—. ¿Crees que tu lugar es el campo de batalla, niño?
Donghae miró a Eunhyuk como si buscase ayuda. No se la dio, pero enlazó sus dedos con los suyos, recordándole que estaba de su lado.
Donghae le dedicó un pequeño encogimiento de hombros.
—Todo mi mundo ha cambiado en las pasadas veinticuatro horas. Ya no sé cuál es mi lugar.
Hyesung asintió con la cabeza en reconocimiento y sus ojos negros brillaron en la escasa luz.
—Bien dicho. Déjame darte un ejemplo de lo que se esperará de ti, entonces estarás mejor educado y serás capaz de decidir cuál es la mejor manera en la que puedes servir a nuestra causa.
Eunhyuk conocía a Hyesung lo bastante bien como para suponer que no estaba planeando una sesión educacional en beneficio de Donghae. Estaba intentando probar su teoría de que Donghae no tenía lugar a su lado.
Eunhyuk no podía dejar que Hyesung sacudiese la tenue confianza de Donghae de esa manera.
—No lo hagas, Hyesung. No está listo para esto.
Hyesung inclinó la cabeza como si estuviese confuso cuando él sabía que estaba cualquier cosa menos eso.
—Pensé que planeabas llevarlo a la batalla. ¿No debería ver cuál será su papel? ¿Preferirías simplemente lanzarlo en medio del caos y rogar que aprenda por el camino? Habría pensado que la muerte de Yong Ha te había demostrado lo pobremente que funcionó eso.
Eunhyuk apretó los dientes y tuvo que luchar con una ola de pena y culpa antes de poder hablar.
—Estaba intentando enseñarle.
— ¿Y estaba funcionando? —Preguntó como si ya supiera la respuesta.
Los dedos de Donghae apretaron los suyos.
—Deja que me lo muestre. Necesito aprender esto o nunca seré capaz de ayudarte.
—Hay maneras más fáciles de aprender —le dijo Hyesung.
— ¿Pero son las más rápidas? —Preguntó Donghae.
La bella boca de Hyesung se curvó en una satisfecha sonrisa.
—No. No lo son —tendió la mano a Donghae en un común saludo humano—. Soy Hyesung y te enseñaré lo que debes saber. Vamos.
Donghae siguió a Hyesung a la sección de tierra que había sido despejada de cualquier suciedad.
El cálido aire veraniego se encrespaba alrededor de él, secando el sudor de su piel. Allí no había luces de seguridad y tuvo que utilizar el poder de Eunhyuk para permitirse ver en la oscuridad.
Ya estaba exhausto, y usar incluso la más pequeña pizca de magia le estaba pasando rápidamente factura. Tenía que arreglárselas para dar cada paso, y si no fuera por el fuerte brazo de Eunhyuk que le sujetaba, no estaba seguro de que hubiera podido arreglárselas para hacer siquiera eso.
Como si hubieran sido convocados, aparecieron media docena de hombres -todos excepto uno le habían dado a Donghae su juramento de morir por él. El único que no lo había hecho era más viejo que el resto, con una cara escarpada y un absoluto silencio en él. Se quedó junto a Hyesung, manteniendo la mirada sobre él. La pálida banda alrededor de su garganta hacía juego con el anillo de su mano. No había movimiento en los colores como había en el collar de Donghae, y se preguntó el por qué de la diferencia.
Eunhyuk se quedó junto a Donghae, ayudándolo a mantenerse en pie y dejándolo descansar contra él. Sus piernas estaban débiles y temblaba como si apenas hubiese terminado un maratón y no confiaba en sostenerse en pie. Pero confiaba en Eunhyuk y se apoyó en él en busca de soporte. Él se sentía sólido y capaz y él empezaba a preguntarse si nunca se agotaría su fuerza. Los duros contornos de los músculos que discurrían por su columna bajo su mano le tentaban y no pudo hacer nada excepto deslizar los dedos sobre ellos, disfrutando de la sensación.
Él se inclinó más cerca de su oído mientras indicaba al hombre de la cara escarpada.


—Ese es Eric, el compañero y esposo de Hyesung.
— ¿Sabes qué están haciendo esos hombres aquí? —Le preguntó.
Hyesung estiró la mano y los tocó a cada uno en la frente y les susurró algo en voz baja. Cada hombre asintió y fueron a ponerse en el borde del claro como si esperaran órdenes.
—Hyesung está creando un simulacro de batalla para ti. Les está dando a esos hombres sus puestos y poniéndoles una protección sobre cada uno para que su magia no los mate.
Wow. Había más de todo aquello de lo que podía empezar a imaginar. Lo encontró fascinante, y sí, un poco inquietante. Era extraño pensar que todo eso había estado bajo su nariz toda su vida y nunca había tenido una pista.
— ¿Has hecho esto antes?
—Muchas veces. Es como practicamos sin matarnos unos a otros, aunque imagino que Hyesung pondrá más empeño en el show para tu beneficio.
— ¿Qué quieres decir con un show?
—Va a intentar asustarte o sorprenderte para que creas que no eres lo bastante bueno para lo que se espera de ti.
— ¿Por qué? Pensé que toda tu gente quería que les ayudara en vuestra guerra. ¿Por qué intentaría convencerme de otra cosa?
Le mostró una triste sonrisa.
—Hyesung nos ha visto crecer a todos y nos ve como sus hijos. Es protector. Está preocupado de que tu inexperiencia haga que me maten a mí o a otro de los hombres.
—Sabes que tiene razón. Si hubiese sabido cómo salvar a Yong Ha  y hubiese sido capaz de hacerlo, quizás no habría muerto.
Había intentado no pensar en eso demasiado porque le preocupaba que la culpa pudiera hacer mella en él, pero no podía ignorar lo obvio. Había fallado y ahora Yong Ha  estaba muerto.
Eunhyuk le cubrió la barbilla en la mano y le hizo mirarle. Su expresión era dura y las ascuas de oro en sus ojos brillaban con una fiera luz.
—Eso no es verdad, y si piensas de esa manera -vacilando entre los “y sí” y los “debería haber”- nunca serás capaz de superar tus propias inseguridades. Entonces realmente serás un peligro para aquellos que estén a tu alrededor.
—No quiero que mi falta de habilidad consiga matar a nadie más.
—Somos hombres adultos. Hemos estado haciendo esto mucho tiempo y conocemos los riesgos. Mira a esos hombres y dime si piensas que te ven como una amenaza o una debilidad.
Donghae miró hacia la línea de hombres con los que Hyesung había terminado de hablar. Le miraban con especulación y algo que no podía nombrar. No era exactamente esperanza, aunque era parte de ello. Era más anhelo -si esos enormes y melancólicos hombres podían ser llamados anhelantes. No estaba seguro de qué pensar sobre ello.
—Cada uno de ellos desearía ser yo ahora mismo. Cada uno de ellos ve en ti un signo de que sus vidas puede que no tengan que ser una constante batalla de dolor. Les has dado esperanza y es más de lo que han tenido en mucho, mucho tiempo —su pulgar se deslizó sobre su labio inferior y Donghae tuvo que sofocar un temblor de anhelo. Tan cansado como estaba, todavía quería que le besara. Nada de todo aquello le preocupaba cuando le besaba.
—Una persona puede hacer cosas increíbles si tienen la suficiente esperanza. Deberías recordarlo.
Donghae sabía lo que quería decir. Quería que tuviera bastante confianza para superar su visión -su temor al fuego. Él también lo quería, pero aceptarlo no era tan fácil. Especialmente cuando creía que estaba casi sin tiempo. Le había llevado un montón de años ganar esa aceptación y no quería volver y hacerlo otra vez. No era tan fuerte.
—Estamos listos para empezar —dijo Hyesung desde el lado más alejado del claro.
Estaban a treinta metros de ellos y en el centro había una enorme piedra en la que se habían grabado una serie de símbolos.
Eric le tendió una espada que parecía como si hubiese sido bien usada, y Hyesung la sostuvo a la vista de todos.
—La meta es recuperar esta arma de prácticas. Los Amaterasu la guardarán e intentarán mantenerla alejada de mí. Eunhyuk y Donghae permanecerán en el interior del círculo pero no participarán. ¿Entendido?
—Sí, mi señor —dijeron cada uno de los hombres al unísono. Incluyendo a Eunhyuk.
Donghae retrocedió ante el inesperado sonido de tantas voces profundas. Hyesung le había estado observando y una ligera sonrisa se curvó en su boca cuando vio la asustada reacción de Donghae.
Hyesung abrió las manos y la espada flotó sobre las cabezas de todos los hombres y se clavó en un punto en la tierra detrás de ellos.

—Entonces, comencemos.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE

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