miércoles, 28 de agosto de 2013

CAPÍTULO 16

CAPÍTULO 16

No fue bonito en absoluto. La ceremonia fue una combinación de hombres medio desnudos, sangre y culpa.
—Te voy a matar por esto —susurró Donghae en voz baja a Eunhyuk.
Él se limitó a sonreír, exhibiéndose orgulloso por haber tenido la oportunidad de mostrarlo frente a su improvisada -provisional- familia
Sin embargo, otro hombre sin camisa y con un árbol tatuado se adelantó hacia la parte en donde estaba junto a Eunhyuk. Sacó su espada, se arrodilló a sus pies y la deslizó cortando su pecho, prometiendo…
—Mi vida por la tuya.
… en un tono reverente.


Había cerca de una docena de Amaterasu allí y cada uno de ellos pasó por el mismo proceso. Cada vez que pronunciaban esas palabras, sentía que le agobiaban. La promesa de cada hombre de dar su vida en defensa de la de Donghae no era en vano.
Yong Ha le había demostrado que estaba más allá de toda duda. Esos hombres morirían por salvarlo y lo odiaba. Quería gritarles que dejaran de ser estúpidos. Su vida estaba a punto de terminar y no valía la pena salvarlo. Incluso si no estuviera destinado a morir pronto, todavía habría odiado sus violentas promesas. Eran mucho más fuertes que él. Más valientes. Más capaces de luchar contra los Yokai. El mundo les necesitaba mucho más de lo que le necesitaban a él.
Eunhyuk se inclinó y le susurró al oído:
—Eres más valioso de lo que te puedas imaginar. Te lo voy a demostrar.
Sí, justo después de enseñar a los cerdos a volar.
Otro hombre se adelantó. Era más delgado que Eunhyuk, pero todavía agradablemente musculoso. Tenía el pelo oscuro y resplandecientes ojos verdes que brillaban con inteligencia. Como la mayoría de los hombres allí, sólo unas pocas hojas colgaban de su árbol, su marca de vida le estaba llamando como la marca de Eunhyuk.
A diferencia de los otros hombres, le sonrió.
—Gracias por elegir unirte a nosotros —dijo.


— ¿Elegir?
Donghae puso los ojos en blanco. No había tenido más elección que asistir a la ceremonia, pero no se lo iba a decir.
El hombre frunció el ceño hacia Eunhyuk.
— ¿Le obligaste?
Eunhyuk se tensó y Donghae pudo sentir un único pulso vibrante de ira empujarlo antes de que él bloqueara su vínculo.
—La decisión final de llevar mi luceria fue de Donghae.
— ¿Y sabe lo que significa? ¿Tanto para él como para ti?
La mandíbula de Eunhyuk se apretó y permaneció en silencio.
— ¿De qué está hablando, Eunhyuk?
El hombre se giró hacia él y sus ojos se deslizaron hacia la luceria. Se dio cuenta de que un montón de hombres miraban hacia allí y no estaba seguro de cómo sentirse al respecto. Estaba acostumbrado a que los hombres le miraran muy pero muy de vez en cuando, pero esos hombres parecían más que interesados en su collar. Estaba tratando de no sentirse insultado.
— ¿Te explicó Eunhyuk qué significa llevar la luceria? ¿No sólo para él, sino para todos nosotros?
—Uh. De algún modo.
Pudo oír a Eunhyuk apretando los dientes.
— ¿Te dijo lo que le pasaría si te lo quitas?
La cabeza de Donghae se movió a tiempo de captar el enrojecimiento furioso de Eunhyuk. Estaba más que enfadado, estaba colérico.
— ¡Basta! —Ladró—. Este no es tu lugar, Yunho.
—Infiernos si no lo es. Alguien tiene que decirle qué está pasando. Debería haberlo sabido antes de hacer su compromiso.
—No había tiempo.
—Siempre hay tiempo para permitirle a alguien el libre albedrío. Lo violaste —dijo Yunho.
Donghae no se sentía violado. ¿Asustado? Seguro. ¿Confuso? Absolutamente. Pero no violado.
—Realmente no creo que este sea ni el momento ni el lugar para tener esta discusión —les dijo—. Todavía hay tres hombres más esperando su momento para sangrar y verdaderamente me gustaría terminar con esto.
Yunho volvió a mírale y bajó la cabeza.


—Por supuesto, mi señor.
¿Señor? ¿De dónde había salido eso?
Antes de que pudiera preguntarlo, Yunho sacó su espada, se arrodilló y le hizo su juramento de morir por él. De todas las promesas que le habían sido dadas hoy, era la de más peso. No tenía ni idea de por qué.
Entonces levantó su mano hacia Donghae. El anillo de su mano izquierda vibraba visiblemente y comenzaba a arremolinarse con más color rojo que cualquier otro color.
—Podría reclamarlo también, Eunhyuk. Recuérdelo cuando le digas el resto de la verdad. Puede decidir elegir un hombre que nunca le mentiría.
—Nunca he mentido a Donghae —espetó Eunhyuk.
—No le has dado la verdad completa. Es lo mismo.
Donghae estaba sintiéndose rápidamente incómodo. Agarró el brazo de Eunhyuk.
— ¿De qué está hablando?
Eunhyuk le miró con algo parecido al miedo en sus ojos dorados.
—Te prometo que te lo diré todo, pero ahora no es el momento.
Yunho le lanzó a Eunhyuk una sonrisa burlona.
—No. Estoy seguro que no piensas hacerlo.
—Déjanos —ordenó Eunhyuk.
Yunho miró a Donghae con sus bondadosos ojos y sintió un pequeño tirón extraño.
—Me iré, pero no muy lejos. Todo lo que tienes que hacer es decir mi nombre y te escucharé, Donghae. Te oiré y vendré por ti.
Yunho salió corriendo de la habitación mientras todavía podía caminar. Una vez fuera en el pasillo -fuera de la vista- se dejó caer contra la pared para apoyarse y presionó el talón de su mano contra su pecho. El sudor brotaba de su piel y sus rodillas ya no quisieron sostener su peso. El dolor le golpeaba contra las costillas con cada latido de su corazón hasta que incluso la respiración le era difícil.


Donghae podría haber sido suyo. Podría haberle salvado a él. Pero Eunhyuk le había encontrado primero.
Después de vidas de dolor y soledad, su gente había encontrado una pareja Amaterasu que podía poner fin a su sufrimiento y él había elegido a otro hombre.
No era que Eunhyuk le hubiera dado demasiadas opciones, aparentemente. Por otra parte, era difícil culpar a Eunhyuk por sus acciones cuando una parte de Yunho quería precipitarse de nuevo a la ceremonia y reducir a Eunhyuk donde estaba. Entonces Donghae sería libre para unirse a él. Terminar con su dolor.
Una aguda y punzante sensación en su pecho se llevó el aliento de su cuerpo. Cayó sobre una rodilla y se miró el pecho todavía desnudo, medio esperado ver una hoja saliendo de sus costillas. En cambio, vio como una hoja de su marca de vida cayó y aterrizó sobre el siempre creciente montón en la base de su árbol.
Su alma estaba muriendo. Se estaba quedando sin tiempo.
—Puedo ayudarte —una voz profunda le llegó desde el oscuro umbral a través del pasillo.
Yunho levantó la mirada y encontró a Kyuhyun acechando a no más de tres metros de distancia. Los plateados ojos azules del Susano brillaban con un hambre depredadora y la mano de Yunho se desplazó hasta su espada. Había estado evitando a Kyuhyun durante días, desde que Victoria -que tenía visiones del futuro- le había dicho que debía aceptar la oferta del Susano cuando llegara. No quería nada que Kyuhyun tuviera para ofrecer. No se fiaba de ninguno de los Susano’s, especialmente de Kyuhyun. En lo que a él concernía, los Susano’s venderían a cada uno de los Amaterasu si les convenía. 
Kyuhyun levantó las manos en señal de rendición.
—No hay necesidad de violencia. Pareces un poco indispuesto. Simplemente quería ofrecerte mi ayuda.
Tan débil como estaba, Yunho encontró la fuerza para burlarse de la sanguijuela. Los del tipo de Kyuhyun estaban más desesperados cada día y a pesar de que muchos Caballeros de la Luz estaban convencidos que una raza tan hermosa y encantadora nunca les haría daño, Yunho no se dejaba engañar. Los Susano’s eran tan peligrosos como astutos. La paz que sus pueblos disfrutaban ahora no sería una paz duradera.
—No necesito nada de ti, sanguijuela.
Kyuhyun ni se inmutó ante el insulto, continuamente lo había oído antes.
— ¿Estás seguro? —Sus ojos se deslizaron a la marca de vida de Yunho y de vuelta a su rostro—. Parece lo contrario. Si mi suposición es correcta, después del breve contacto que has tenido con Donghae probablemente va a acelerar la velocidad en la que tu marca de vida se está desprendiendo de sus hojas. Según mis cuentas, te quedan seis. Eso no te deja mucho tiempo.
Una punzada de pánico le revolvió el estomago a Yunho. ¿Y si estaba en lo correcto? Los rumores decían que Kyuhyun en realidad había mirado en la mente de Donghae. ¿Qué había visto ahí? ¿Era tan hermoso en su interior como en su exterior? ¿Se interesaba Donghae realmente por Eunhyuk o tenía Yunho una oportunidad? Por primera vez en su vida, Yunho envidió a uno de los Susano’s.
—Tan dotado como puedas ser como sanador, ni siquiera tú puedes cambiar eso.
—No. Pero puedo ser capaz de ayudarte de todos modos.
— ¿Cómo?
—Soy un Cazador de sangre.
Yunho se puso de pie, intentando ocultar su asombro. Aunque todos sabían que los Susano’s tenían Cazadores de sangre entre sus filas -hombres que rastreaban líneas de sangre sólo por el aroma- nadie sabía quiénes eran. Era un secreto cuidadosamente guardado.
— ¿Y? ¿Por qué debería importarme?
—Porque bebí la sangre de Donghae.
Esa admisión enfadó a Yunho y de nuevo buscó su espada. No quería a nadie tocando la sangre de Donghae. Era demasiado preciosa.
Yunho empujó a Kyuhyun contra la pared y puso el borde de su espada contra la garganta del Susano.
—Nunca vuelvas a hacer eso.
Kyuhyun sólo sonrió como si Yunho fuera un niño haciendo algo bonito.
—Deberías darme las gracias, Amaterasu. Ahora que he probado su sangre, si hay más parejas como él ahí afuera relacionadas con él, puedo encontrarlos.
La esperanza estalló brillante en el interior de Yunho, haciéndole detenerse mientras intentaba absorber completamente las importantes palabras de Kyuhyun.
—¿Me ayudarías a buscar a otro como Donghae? ¿Una pareja que pudiera ser mío?
—Sí.
¿Era algún tipo de truco? Yunho buscó señales de trampas, pero su entusiasmo le estaba distrayendo. El atractivo de su propia pareja era potente.
—Incluso si encontramos otra pareja Amaterasu, eso no garantiza que sea capaz de unirse a mí.
—No, pero si Donghae es compatible contigo y tu poder, entonces es lógico pensar que otro joven de su línea de sangre podría serlo también.
—Nadie parece saber de dónde viene. ¿Sabemos incluso si hay otras ahí fuera como él?
La voz de Kyuhyun cayó a un seductor tono oscuro.
—No, ¿pero no preferirías ser tu quien le encontrara en primer lugar en lugar de uno de los otros hombres?
Todos sus hermanos buscarían una pareja para sí. No había ninguna duda sobre eso. Lo único que apartaba a Yunho de planear hacer lo mismo era Donghae. Quería estar cerca de él. Sólo en el caso de que le necesitara.
Yunho se empujó lejos de Kyuhyun y guardó su espada. Tenía que pensar, averiguar por qué el Susano quería ayudarle.
—Nunca harías algo por nada. ¿Qué hay en esto para ti?


Kyuhyun se encogió de hombros como si se preparara para no pedir nada más que una bagatela.
—Mi pueblo muere de hambre. Me muero de hambre. Sólo pido tu sangre, tanta como puedas dar con seguridad cada vez que tenga necesidad.
— ¿Un juramento de sangre? Ese tipo de vínculo te daría demasiado poder sobre mí. Serías capaz de obligarme a hacer cosas que de otro modo no haría.
—Es cierto, pero no soy una especie de monstruo. No tengo ninguna intención de usar tus servicios de maneras nefastas. Y no olvides que tu marca de vida está desnuda y tu alma se marchita, no necesitarás que nadie te obligue a hacer cosas que ahora encuentras… de mal gusto. Harás cualquier cosa que te haga sentir bien. Los dos lo hemos visto antes.
Y a menudo era feo. Hombres que una vez fueron nobles y generosos se convirtieron en algo irreconocible. Fueron imprudentes con las vidas de otros, interesados sólo en sus propios deseos y dispuestos a hacer todo lo necesario para conseguir lo que querían. No importaba a quién dañaran.
Yunho quería creer que era más fuerte que esos hombres, pero sabía que era una mentira. Se convertiría en lo que muchos de sus hermanos fueron si se permitía vivir tanto tiempo.
Los ojos de Kyuhyun se encendieron con una hambrienta y brillante luz.
—Es un intercambio justo, Amaterasu. Salvo tu vida ayudándote a encontrar a tu pareja, y a cambio, tú salvas la mía —sus ojos se movieron deliberadamente hacia la marca de vida de Yunho—. Por el aspecto de tu marca, si fallo en ayudarte, nuestro juramento de sangre será uno de corta vida.
Kyuhyun tenía un tanto.
— ¿Qué tienes que perder? —Preguntó Kyuhyun.
No mucho.
Podría ser duro apartarse de Donghae, pero estaba vinculado a Eunhyuk, y no le había mentido cuando le dijo que le oiría si le llamaba. Sabía que lo haría.
¿Pero qué pasaba si nunca le llamaba?
Su mano frotó su marca de vida. Kyuhyun tenía razón. Podía sentirlo, sus hojas marchitándose. Se le estaba acabando el tiempo más rápido que antes. Donghae, sin querer, había acelerado la muerte de su alma con su mera presencia.
¿Qué opción tenia Yunho? Estaba sobreviviendo sin esperanza y Kyuhyun le ofrecía una rica fuente. Todo lo que tenía que hacer era sangrar un poco. No era gran cosa. Sucedía todo el tiempo con un hombre que luchaba contra los Yokai.
—Bien —dijo Yunho—. Voy a aceptar tu trato si le añades una estipulación: si nos encontramos con mi señor, prométeme que no le harás nada que pueda poner en peligro su seguridad. Nuestro juramento de sangre no puede impedirme hacer mis deberes.
—Por supuesto —acordó Kyuhyun. Su sonrisa era un brillante destello de dientes blancos que revelaba sus afilados colmillos gemelos—. Nunca podría pensar en hacer daño a una de nuestras parejas.
—Tomaste la sangre de Donghae.
— ¿Parece enfermo? ¿Herido?
—No.
—Eso es porque no lo está. Incluso si concibes la idea de que sólo estoy en busca de tu sangre, debes darte cuenta que eso no me sirve para perjudicar a aquellos de los que me alimento. Estoy cansado del disgusto de tu gente por nuestra existencia. No es mi culpa que deba beber sangre más de lo que es la tuya que debas tener una salida para tu poder. Somos como fuimos creados para ser, no importa lo mucho que deseemos ser de otra manera.
Yunho sintió el rubor de culpabilidad subirle hasta la parte posterior del cuello.
—Sé que no es tu culpa que necesites alimentarte. Eso no significa que quiera ser el que te alimente.
Kyuhyun ondeó una elegante mano como si lo despreciara.
— ¿Tenemos un acuerdo, Amaterasu? ¿Tu sangre a cambio de mi ayuda y que ninguna de mis acciones dañe a tu señor?
—Es un pacto.
Yunho se preparó para el peso de su voto, pero se estableció suavemente a su alrededor, convirtiéndose en parte de él fácilmente. No tenía ni idea de si Kyuhyun había sentido lo mismo, pero sí lo hizo, no le había sorprendido.
— ¿Cuándo nos vamos? —Preguntó Yunho.
Kyuhyun le dio una sonrisa victoriosa que le mostró los colmillos.
—Tan pronto como me haya alimentado.



 Eunhyuk quería matar a Yunho. Sólo el hecho de que Yunho tuviera razón detenía su mano.
Podía sentir el silencio preocupado de Donghae mientras hacían su recorrido por los pasillos. Había dejado la espada de Yong Ha con Baekho con la esperanza de que sería capaz de usar la sangre en ella para encontrar un nuevo camino a la espada de Eli.
El camino de la libertad de Donghae de su lado.
Eunhyuk sufrió un brote de desesperación y apretó más fuerte su mano. No podía dejar de tocarlo, ni siquiera el tiempo suficiente para llegar a sus habitaciones. Necesitaba saber que todavía estaba a su lado. Que no había decidido dejarlo por Yunho. Todavía.
El jodido bastardo.
No tenía derecho a meter su nariz en los asuntos de Donghae. No importaba cuánto le había fallado por mantenerlo en la oscuridad.
—Tienes que decirme lo que está pasando, Eunhyuk —su voz era dura, pero podía sentir el murmullo de inquietud acechando en su interior, goteando a través de su vínculo.
Eunhyuk abrió la puerta y le llevó adentro. Sus habitaciones eran como la mayoría de las de esa ala. La sala era grande y el resto era pequeño. Por un corto pasillo, había dos habitaciones con baños privados. A lo largo de la pared interior había una eficiente cocina en miniatura, apenas lo suficientemente grande para que dos personas pudieran comer cómodamente, pero Eunhyuk raramente la usaba. Prefería tomar sus comidas en la zona común con todos los otros cuando estaba en casa.
El salón tenía dos ventanas mirando al este y una puerta corrediza de cristal que llevaba al patio. Todo el vidrio estaba tratado con una capa reflectante para que pudieran tener al Susano visitándolos cuando el sol estaba alto si era necesario. Durante el día, la vista del lago era hermosa, pero ahora mismo no podía ver más allá del jardín a menos que utilizara su visión nocturna. Estaba completamente oscuro en sus habitaciones, por lo que encendió algunas luces para hacerlas más cómodas para Donghae. Podía ver en la oscuridad también, si quisiera, pero no parecía que fuera un buen momento para recordárselo.


— ¿Quieres algo de comer? —Le preguntó.
—Sí. Me muero de hambre. También quiero algunas respuestas.
Respuestas. Tenía un montón, sólo que no quería dárselas.
Eunhyuk no tenía demasiado en su frigorífico, así que decidió llamar a los Pami de turno en la cocina principal.
—Cocina —respondió una joven mujer al otro lado de la línea. No reconoció la voz.
—Me gustaría que me enviaran dos comidas, por favor.
—Sí, señor. Tenemos pollo asado y ha quedado bistec de la cena. ¿Qué prefiere?
—Uno de cada uno estará bien. Gracias.
— ¿Número de la habitación?
—Uno-cero-cuatro.
—Estará en unos pocos minutos, señor.
—Gracias.
Donghae le estaba mirando cuando colgó el teléfono.
—Me estás evitando. Eso me pone nervioso.
—No te estoy evitando. Simplemente creo que algunas cosas se manejan mejor con el estómago lleno.
Donghae le miró fijamente durante un buen rato y tuvo que luchar contra el deseo de cruzar el espacio que los separaba y atraerlo hacia sus brazos. Podía distraerlo con sus manos, su boca. Podía llevarlo de regreso a su habitación y alejar los pensamientos de cualquier cosa más allá del calor de sus cuerpos unidos. Podía amarlo lentamente y hacerle olvidar todas las preguntas que veía acechando en sus ojos. 
Por supuesto, cuando todo hubiera terminado, las preguntas todavía estarían allí, y cuanto más esperara para responderlas, más traicionado se sentiría. No podía soportar ese pensamiento.
Así que se quedó en su lado de la habitación y le miró mientras caminaba alrededor, mirando su colección de muebles y chucherías. Tomó una daga especialmente hermosa que le había sido entregada por un príncipe ruso décadas antes de que él naciera. Sus delgados dedos vagaban delicadamente por la empuñadura de piedras preciosas y Eunhyuk tuvo que apretar los dientes para evitar rogarle que le tocara a él así.
El aire frío le golpeó los tobillos y se dio cuenta de que todavía tenía abierta la puerta del frigorífico en busca de bebidas frías.
Con una maldición silenciosa, arrancó los ojos de Donghae y sacó dos latas de cola. En el momento en que llenó los vasos con hielo y cola y los puso sobre la mesa, llamaron a la puerta.
Le abrió a una mujer joven que no conocía. Tenía el pelo negro rizado cayendo desordenadamente alrededor de un rostro dulce y angelical. Ella sonrió, lo que hizo que sus rotundas mejillas se redondearan, y levantó la bandeja de comida.
—Buenas noches, señor.
—Eres nueva aquí. ¿Cómo te llamas?
—Grace, señor.
Eunhyuk sintió el cuerpo de Donghae acercarse. El anillo en su mano zumbaba, exigiendo que le tocara, pero se contuvo. Si comenzaba a tocarlo, no se detendría hasta que la comida estuviera fría y el abismo de secretos entre ellos creciera demasiado para cruzarlo. Tenía que mantener su enfoque y protegerlo, incluso si eso significaba protegerlo de sí mismo.
Le ofreció una sonrisa a Grace que estaba seguro que no le tocó los ojos.
—Soy Lee Eunhyuk y este es mi señor, Lee Donghae.
Los ojos de Grace se salieron de las orbitas ante la mención de Donghae como un señor.
—Pensé que el Caballero Gris era el único aquí.
Eunhyuk tomó la bandeja de sus manos. Tan pronto como sus manos se movieron hacia ella, dio un respingo, pero cubrió su reacción rápidamente.
—Encontré a Donghae ayer —dijo mirándola mientras salía del alcance de su mano.
Grace se ruborizó, dio un pequeño paso atrás, y miró hacia abajo a la entrada de azulejos.
—Lo siento, señor. Siempre pregunto demasiado. Por favor, perdóname.
Eunhyuk miró su anillo de nuevo. Era radiante y brillante sin un atisbo de arañazos o de estar deslustrado. Podría ser un Pami, pero no lo había sido durante mucho tiempo.
Hizo que su voz sonara suave.
—No hay nada que perdonar, Grace. Todos estamos un poco sorprendidos por la llegada de Donghae.
Grace asintió, pero no levantó la mirada. En su lugar, se escabulló de la forma en la que alguien busca un lugar para esconderse.


— ¿Está bien? —Preguntó Donghae.
—Lo supongo. Un poco tímida, tal vez, pero es nueva. Se acostumbrará a nosotros después de que esté aquí un tiempo.
Le dio una patada a la puerta para cerrarla y puso la bandeja de comida sobre la mesa de la cocina.
— ¿Viste las contusiones?
Eunhyuk sintió una fría quietud asentarse por su cuerpo, del tipo que sentía antes de asesinar.
—No. No lo hice.
—Los brazos y la parte trasera de sus muslos estaban cubiertos de ellas. La mayoría estaban desvanecidas, así que no eran nuevas.
—Mierda. No me extraña que se estremeciera. Continúa y comienza a comer. Voy a hacer una llamada telefónica.
Donghae asintió con la cabeza y Eunhyuk fue al dormitorio y cerró la puerta. No quería que oyera la conversación que iba a tener con Young Woon sobre si la persona que le había hecho eso a Grace había sido castigada o iba a tener el placer de hacerlo él mismo.
Donghae no pudo sentir nada viniendo de Eunhyuk en su dormitorio. Había bloqueado fuertemente su vínculo y nada le llegaba a través de él. No es que necesitara demasiada ayuda para determinar cómo se había enfadado cuando le había hablado de las contusiones de Grace. Era evidente en su cara. Estaba bastante seguro de que iba a necesitar un buen dentista después de apretar tanto los dientes como lo hizo.
Estaba a la mitad de la comida cuando salió de la habitación. Parecía más relajado, todavía estaba esa ira cociéndose a fuego lento en él que hacía que sintiera compasión por a quien decidiera apuntarla.
Se sentó y excavó en la comida con eficiencia mecánica.
— ¿Todo bien? —Preguntó.
—Bien.
— ¿Quieres hablar de ello?
Miró su plato.
—No es una buena conversación para la cena. Tal vez en otro momento.
Donghae no le presionó. No estaba seguro de que realmente quisiera saber quién -o qué- había hecho esas contusiones, de todos modos. Era bastante bueno suponiendo y ninguna de sus suposiciones era agradable.
—Hacen una carne formidable —ofreció Donghae, esperando aliviar su estado de ánimo.
Eunhyuk se detuvo a medio masticar un bocado, como si tuviera que detenerse a pensar en probar la comida en lugar de simplemente consumirla.
—Sí. Está bueno.
—Como el resto —Donghae no sabía qué le gustaba a Eunhyuk, así que puso un poco de todo en un plato para ambos—. Y hay pastel de chocolate.
Eunhyuk asintió, pero su mirada estaba muy lejos. Distraída.
Donghae terminó de comer y se echó hacia atrás en la silla, bebiendo el refresco.
—Estoy listo cuando tú lo estés.
—Lo sé.
Se limpió la boca con una servilleta y se levantó. El parche quemado en el dorso de su mano estaba casi curado, y sólo habían pasado un par de horas. Estaba a punto de hacerle preguntas al respecto cuando él dijo:
—He estado buscando excusas el tiempo suficiente. Vamos.
Le tendió sus amplias manos callosas y Donghae no pudo dejar de cogerlas. Ni siquiera lo intentó.
Eunhyuk le llevó al sofá de felpa y se sentó a su lado. Orientó su cuerpo hacia él y no le soltó la mano.
—Necesito saber que intentarás entender por qué no te dije todo esto antes.
Donghae le frunció el ceño con confusión.
— ¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, debería haberte dicho todo antes de vincularte a mí. Pero no lo hice. Estaba demasiado desesperado. Era demasiado dolor. Te necesitaba a cualquier precio y ahora es el momento de comenzar a pagar.
— ¿Crees que me voy a enfadar?
—Sé que te vas a enfadar. Puedo manejar eso. No quiero que te sientas herido. Usado.
Todo lo que sentía ahora mismo era temor. En realidad, no estaba totalmente seguro de querer saber qué estaba pasando.
— ¿Por qué simplemente no me dices todo y yo decidiré cómo me siento?
Eunhyuk suspiró profundamente y eso hizo que su estrecha camisa de punto se apretara sobre los músculos que Donghae no podría olvidar jamás. Ahora era él la que estaba sintiéndose distraído.
—Sabes que tienes que quedarte conmigo hasta que encontremos la espada de Eli, ¿correcto?
—Sí.
Le había estado mirando a los ojos, pero ahora, con el sentimiento de culpabilidad, los deslizó hacia la alfombra.
— ¿También te das cuenta de que si nunca la encontramos, nunca estarás libre de mi?
—Hasta que me muera —le recordó a él.
Tal vez eso sería un gran asunto para otras personas, pero Donghae sabía que sus días estaban contados. Mientras hubiera hecho algo bueno con ellos, estaba contento.
—Lo que crees que será pronto. No me extraña que no estés histérico por esa parte —su mano se deslizó por su pelo en una caricia consoladora—. No te preocupes. He solicitado que Victoria te vea. Si alguien puede averiguar qué significa realmente tu visión, esa es ella.
No tenía ni idea de quién era Victoria, pero en realidad no le importaba. Si le hacía sentirse mejor que viera a la mujer, lo haría.
—Eunhyuk, no quiero morir, pero he aprendido que es mejor no hacerse ilusiones con este tipo de cosas. La aceptación es más fácil.
—No voy a aceptar que vayas a morir. Acabo de encontrarte. ¿Por qué te encontraría ahora sólo para perderte? No tiene ningún sentido.
—El hecho de que tenga esta visión no tiene ningún sentido del todo. No es exactamente normal. Mi madre trató de convencerme de que era un regalo, una manera de recordarme que cada día era precioso. Cuando era joven, solía pensar que estaba loca, pero ahora me doy cuenta que tenía razón. Cada día es un regalo.
Los ojos de él brillaron dorados con determinación.
—No voy a perderte.


No iba a ir a ninguna parte con él a este ritmo.
—Sólo dime el resto, Eunhyuk. Dime por qué Yunho estaba tan enloquecido.
Tardó unos pocos segundos en relajar su cuerpo y soltar el agarre mortal que tenía sobre su mano. Como si se diera cuenta de que había estado sosteniéndolo demasiado fuerte le masajeó la mano como disculpa.
—Estamos en guerra contra los Yokai. Lo hemos estado durante milenios. Estamos perdiendo terreno cada día y si algo no cambia, vamos a fracasar.
Eso no sonaba bien.
— ¿Qué pasa si falláis?
—Los Yokai convertirán la tierra en una colección gigante de corrales de ganado y usarán a los seres humanos como comida mientras comienzan a preparar el camino hacia otro mundo llamado Kami no michi.
— ¿Kami no michi? Necesitas reducir la velocidad. ¿Los Yokai quieren comernos?
—Sí. Sobre todo, quieren a los humanos de sangre pura -que son descendientes de los Izanami’s- para alimentar su magia, pero los humanos normales son tan buena fuente de alimento como cualquier otra.
Lo cual era demasiado bruto para pensarlo.
— ¿Qué significa eso? ¿Sangre pura?
Eunhyuk se pasó una mano por la cara con frustración.
—Deberían haberte enseñado todo esto desde que eras un bebé. Hay demasiado que contar.
—Sólo dame los aspectos más destacados.
—Básicamente, los Caballeros de la Luz -que son de varias razas, incluidos nosotros los Amaterasu- fuimos creados para proteger otro mundo llamado Kami no michi. La tierra es el único lugar con la puerta de entrada a ese mundo, y los Yokai quieren llegar allí. Están dispuestos a hacer cualquier cosa para llegar allí.
— ¿Por qué?
—Porque los que viven allí son antiguos y poderosos. Su sangre es como magia líquida. Si los Yokai llegan allí, serán imparables.
—Lo cual sería malo.
—Extremadamente.
—Así que, lo de sangre pura, ¿dónde entra?
—Hace miles de años, algunos de los Izanami se entremezclaron con los humanos y tuvieron hijos. Esos hijos tuvieron hijos y así sucesivamente, y ahora los rastros de sangre antigua en ellos son diminutos, pero están ahí. Eso es lo que queremos decir cuando decimos sangre pura. Sólo los seres humanos que descienden de uno de los Izanami son sangre pura.
— ¿Por qué los Yokai quieren esa sangre?
—Esa antigua sangre es la fuente de su magia. Los Yokai la necesitan para sobrevivir.
Todo eso sonaba un poco exagerado para ser verdad, pero entonces de nuevo, la mayoría de lo que había visto en el pasado día apoyaba ese algo un poco exagerado.
—De acuerdo, así que los Yokai quieren los humanos sangre pura porque son la única fuente disponible de magia para ellos. Lo tengo. ¿Cómo juego yo en esto? ¿Crees que soy uno de esos humanos sangre pura?
—Sé que lo eres. De hecho, la única forma en la que podrías tener suficiente sangre antigua para vincularte conmigo es por algún extraño accidente genético, o si, como yo, tus padres fueran Amaterasu, lo cual es dudoso. Incluso más dudoso es que puedas ser un descendiente directo de uno de los antiguos.
El mundo de Donghae se inclinó torcido y su piel se enfrió cuando las piezas del rompecabezas se unieron en su cabeza. Su padre había sido una aventura de una noche. La madre de Donghae nunca le había visto de nuevo.
— ¿Mi padre podría ser algún tipo de alienígena?
—No. No un alienígena. Izanami.
— ¿Cuál es la diferencia?
Eunhyuk le miró perplejo. Abrió la boca y la volvió a cerrar, pero no salió nada durante un buen rato.
—Tu padre no pudo haber sido un cualquiera. El Izanagi está enfadado con los Caballeros de la Luz, así que, como castigo, cerró el paso entre los dos mundos de modo que nadie pudiera pasar, y prohibió a su gente salir de su mundo para ayudarnos. Básicamente, hemos estado exiliados en la tierra.
— ¿Qué es un Izanagi?
Eunhyuk ondeó una mano y sacudió la cabeza.
—El rey de Kami no michi. Es un tirano megalómano que controla a su gente con puño de acero. Se niega a ayudar en nuestra guerra contra los Yokai porque se siente insultado por algo que hicieron mis antepasados. Está convencido que la puerta cerrada es suficiente para contener un ataque Yokai.
— ¿Lo es?
Eunhyuk se encogió de hombros.
—Tal vez. Reza para que nunca tengamos que averiguarlo.
No era exactamente una idea reconfortante.
—Así que, ¿no sabes cómo tengo tanta sangre antigua en mí, pero la tengo, y es por eso que tú y yo tenemos esta… conexión?
Parecía aliviado de que lo entendiera.
—Eso es correcto.
—Todavía no veo por qué Yunho estaba tan molesto contigo. No es tu culpa que yo sea algún tipo de caso extraño de la genética.
—Eso no es sobre lo que estaba hablando Yunho.
—De acuerdo, así que, ¿sobre qué estaba hablando? ¿Por qué estaba tan enfadado contigo? —Preguntó.
—Cuando tocaste la luceria alrededor de tu cuello… cambiaste.
Una helada ola de miedo hizo que la comida en su estómago se helara en una masa.
— ¿Me cambio cómo?
—Despertó la parte de ti que te hace Amaterasu.
Eso no sonaba horrible, pero su expresión le dijo que tal vez lo era.
— ¿Qué significa? ¿Exactamente?
—Has vivido una vida bastante normal, ¿verdad? Sin contar tus visiones. Sin monstruos cazándote por tu sangre.
—Correcto.
—Eso es porque la sangre antigua en ti estaba enmascarada. Escondida como un medio de protección. Ese es el motivo de por qué los Yokai no te cazaban cada vez que te rasguñabas las rodillas o sangrabas por cualquier motivo.
Por alguna estúpida razón, su franca discusión sobre algo tan personal le hizo enrojecer.
— ¿Cómo estaba oculto?
—Es algo que los Izanami hicieron a sus hijos recién nacidos para protegerlos, para permitirles esconderse de la vista entre los humanos. Cualquiera que sea la magia que usaron para enmascarar el aroma se convirtió en un rasgo genético que se transmite a través de generaciones.
—Así que heredé ese mecanismo de supervivencia de mis ancestros, están escondidos. Hasta que te conocí —supuso.
—Sí —era un susurro culpable.
—Por favor, dime que no significa lo que creo que significa.
—Ojalá pudiera. Lo siento —acercó la mano, pero él se apartó.
—No me toques. Dime exactamente qué me has hecho.
Él dejó caer la mano.
—Durante el resto de tu vida, los Yokai te cazarán por tu sangre. Sabrán que estás a la vista e intentarán matarte. O peor. Nunca serás capaz de esconderte cómo has estado haciendo toda tu vida.
Oh, sí. Eso era definitivamente lo que estaba esperando que no dijera.
— ¿Me has convertido en un cartel de “Todo lo que puedas comer”?
Eunhyuk asintió tristemente.
—Y eso no es todo.
El estómago de Donghae se tensó ante la idea de más malas noticias.
—No estoy seguro de querer oírlo.
—Estoy seguro de que no quieres, pero lo necesitas.
Donghae cerró los ojos, preparándose.
—Para todos los intentos y propósitos, te he alistado en nuestra guerra. Te verás obligado a ir a la batalla a mi lado y luchar contra los Yokai.
—Quienes quieren comerme.
—Sí.
Nunca había escuchado la voz de él tan llena de odio hacia sí mismo. Al menos, le quedaba un montón de conciencia.
—No puedes obligarme a luchar.
—No voy a hacerlo. Los Yokai lo harán con o sin tu cooperación. Sin nada más, tendrás que luchar para sobrevivir.
Donghae se sintió de pronto enjaulado. Atrapado. Todo sobre su vida anterior se había ido. No iba a ser capaz de ver a sus amigos por temor a atraer a esos monstruos hacia ellos. Infiernos, había dejado de ser capaz de estar rodeada de personas, y punto. Cualquier persona que estuviera cerca de él estaría en peligro. Eunhyuk le había robado su vida y le daba una nueva con la que no quería tener nada que ver. No quería pasar lo que le quedaba de vida luchando. Quería paz y el consuelo de sus amigos y vecinos llenando los días que le quedaban.
— ¿Cómo pudiste? —Preguntó con la voz temblorosa de ira—. ¿Cómo pudiste quitarme mis elecciones de esta manera?
—Estaba desesperado.
—Eso no es una excusa para arruinar el resto de mi vida, por corta que pueda ser.
—Deja de hablar así. No voy a dejarte morir.
—No serás capaz de detenerlo. Estabas allí, ¿recuerdas? Me viste arder hasta morir.
—Nunca haría eso.
—Casi había comenzado a creerte, pero entonces me dices todo esto. Ya me has puesto en peligro, ¿por qué debería creer que no me dejarás morir?
—Debido a mi juramento. Estoy obligado a protegerte.
— ¿Tomando mi protección natural? Eso no tiene ningún sentido.
—Eres un Amaterasu. Uno de nosotros. Es tu deber luchar como lo es el mío.
Donghae alzó las manos en señal de derrota. No iba a entender sus complicados pensamientos y no iba a perder el tiempo intentándolo.
— ¿Hay alguna cosa más que no me hayas dicho?
—Tantas cosas. Te llevará años aprenderlo.
Donghae no tenía años. Lo podía sentir en su corazón. Su visión iba a pasar pronto.
— ¿Hay algo que no me hayas dicho que me afecte directamente a mí y a mi futuro inmediato?
Hizo una pausa como si fuera a decir algo y después cambiara de idea.
—Lo siento, Donghae. Debería haberme tomado más tiempo en explicarte todo antes de vincularte, pero me dolía mucho y lo hiciste desaparecer. Después de décadas de agonía, me hiciste sentir bien. No podía dejarte ir.
¿Qué debía haber sido eso para él? ¿Qué desesperado le hacía ese tipo de agonía? Donghae había sentido sólo una fracción de su poder cuando había puesto un escudo alrededor del monstruo de lodo y había pensado que la presión le mataría. Había estado viviendo con mucho más que eso durante más tiempo del que había estado vivo. No podía incluso comenzar a imaginarse lo que era.
Eunhyuk apartó la mirada. Podía ver su frustración en las tensas líneas de su cuerpo, escuchar la forma en que su voz temblaba con pesar.
—No puedo cambiar lo que hice, pero dame una oportunidad de ayudarte a entender por qué lo hice.
—Lo entiendo perfectamente. Incluso mi visión tiene sentido ahora. Dices que nunca me verás morir, pero la verdad es que cuando pusiste esta cosa alrededor de mi cuello, firmaste mi certificado de muerte tú mismo. Ya estoy muerta. Es sólo cuestión de que el monstruo llegue hasta mí primero.
—No es así. Mi trabajo es mantenerte a salvo.
— ¿Como mantuviste a Yong Ha  a salvo?


Se arrepintió de sus palabras al momento que salieron de su boca, incluso antes de que sintiera el dolor que le golpeaba por su comentario sarcástico.
Su voz fue frágil y fría.
—Tienes razón. Debería haber salvado a Yong Ha, pero sólo había una manera en la que hubiera podido hacerlo. Debería haber estado más cerca del Seiryū de lo que estaba así habría muerto en su lugar. Ninguno de nosotros te dejará morir, Donghae. Es el momento de que veas por qué.
Le tomó por la muñeca y lo condujo fuera de las habitaciones al pasillo. Pensó en tratar de resistirse, pero no era una batalla que pudiera ganar. Que le enseñara lo que quería que viera. No importaría al final.
—No hay nada que me puedas enseñar que vaya a cambiar lo que pienso —dijo.
Pasaron media docena de habitaciones antes de llegar a una intersección. Eunhyuk fue directo y le siguió los pasos, incapaz de apartarse de su firme agarre.
—Bien. Si deseas mantener un fuerte dominio en tu justa indignación, yo te invito, pero es mi deber mostrarte por qué te necesitamos. Esto no es un juego.
—Debería haber tenido opción de si quería o no formar parte de tu mundo, parte de tu lucha.
Eunhyuk nunca frenó y Donghae se negó a lanzar un ataque. Miraría lo que tenía que mostrarle y a continuación le daría una bofetada en la cara por maltratarlo. No cambiaría nada, pero podría hacerle sentir mejor.
Su voz era baja, pero pudo oírlo bien en el silencioso pasillo.
—A ninguno de nosotros nos fue dada elección, pero puedes pensarlo si eso te ayuda a dormir por la noche, pero te guste o no, formas parte de esta guerra ahora y vas a necesitar toda la ayuda que puedas obtener en ese departamento.
— ¿Estás intentando asustarme?
Se detuvo frente a un par de grandes puertas de doble hoja. A diferencia de las puertas de hotel, de estilo sencillo del resto de las habitaciones que habían pasado, éstas estaban cada una intricadamente talladas con un árbol como el que se veía cubriendo el pecho de Eunhyuk. Había un poder sutil tallado en la madera. Podía sentirlo calentando el aire a su alrededor hasta que brilló. El impulso de pasar los dedos sobre las suaves curvas de las hojas era casi abrumador.
Cuando Eunhyuk habló, tuvo que parpadear un par de veces antes de ser capaz de apartar la vista de las tablas.
—No, Donghae. No estoy intentando asustarte. Estoy intentando demostrarte que hay un montón de cosas en este mundo que son más grandes que lo que tú o yo queremos. Siento haber tomado tu libertad de elegir este modo de vida, pero a ninguno de nosotros se le dio una elección. Nacimos en esta guerra. Hemos estado luchando durante siglos para mantener a la gente como tú a salvo y eres el primer bocado de esperanza que cualquiera de nosotros haya encontrado desde que mi madre fuera asesinada y luego la mayoría de los Caballeros de la Luz que eran capaces de dar vida fueron asesinados. No podía dejar que te fueras.
 Tiró de las puertas para abrirlas y le empujó al interior. La habitación estaba en penumbra, hecha en oscuros y ricos tonos de borgoña, caoba y negro. Dos sillas gemelas de cuero estaban delante de una chimenea de piedra tallada, y aunque era verano, un fuego ardía bajo tras las puertas de vidrio.
Donghae apartó la vista de las llamas antes de que el pánico le invadiera. Se concentró en otros detalles en un esfuerzo para frenar su corazón que latía con fuerza. Sus pies se hundían en una alfombra. El aire olía un poco a vainilla. La habitación estaba completamente en silencio. Ni siquiera el fuego se atrevía a crujir y perturbar la calma reverente.
Las paredes negras estaban cubiertas con espadas colgando de soportes de plata finamente labrados formando intrincadas formas.
Había montones de espadas. Docenas de ellas. Cubrían cada pequeño espacio vacío disponible en la pared.
—Estas son las espadas de los hombres que han muerto luchando contra los Yokai —dijo Eunhyuk. No había ira en su voz ahora, sólo un silencioso dolor por la pérdida y respeto—. Cada uno de ellos dio su vida para que otra persona pudiera vivir. Ninguno de nosotros puede usar nuestra magia efectivamente, y sin ella, sólo tenemos fuerza bruta. No es suficiente, no contra un ejército que crece más fuerte cada día.
—Esta es la Sala de los Caídos —dijo con asombro. Había oído a Yong Ha  mencionarlo, pero nunca sospechó nada como esto. Se había imaginado algunas lápidas talladas o tal vez una placa de bronce con el nombre de cada hombre grabado sobre ella. No esta oscura y cómoda habitación donde uno podría venir y ser rodeado por las espadas de los muertos. Así que tantos habían muerto y no podía evitar preguntarse cuántos de ellos habían sido personas que Eunhyuk había querido.
Eunhyuk agitó la cabeza tristemente.
—No. Este es un lugar de recuerdos. Un lugar donde podemos venir, sentarnos y recordar a aquellos que han caído recientemente —empujó para abrir otro par de puertas opuestas a las que habían llegado y le indicó que entrara—. Esta es la Sala de los Caídos.
Donghae entró y el eco de sus pasos resonó en sus oídos. La habitación era enorme, fácilmente de quince metros de ancho con un techo de cristal que se elevaba diez metros sobre ellos. Como en la otra habitación, las paredes eran negras y cubiertas de espadas. Más de esa fina plata las colgaba desde el techo. Cientos de ellas. Tal vez miles. Algunas tenían la inconfundible banda de una luceria rodeando las empuñaduras, pero la mayoría no. La mayoría de esos hombres habían muerto solos.
Donghae tuvo que luchar para respirar. Había demasiadas espadas para contarlas. Demasiada muerte para enfrentar. Todos esos hombres habían muerto luchando para salvar humanos que ni siquiera sabían que existían los Amaterasu.
Era demasiado triste, demasiado abrumador para intentar entender el tipo de fuerza que suponía vivir con este recordatorio de la muerte siempre cerca. No sabía cómo Eunhyuk y sus amigos podían aguantarlo, cómo podían seguir cuando había tan poca esperanza.
Sintió el calor del cuerpo de Eunhyuk en su espalda y se recostó contra su viva calidez, necesitándolo. Él envolvió los brazos en su cintura y no intentó detenerle. Su ira anterior parecía pequeña e insignificante frente a lo que su pueblo había sufrido. Lo que habían perdido.
—Por esto es por qué te necesitamos, por qué estaba dispuesto a unirte a mí sin darte la oportunidad de rechazarme. Parte de mi motivación era egoísta porque te quería para detener el dolor, pero también quería dar a nuestro pueblo esperanza, una razón para seguir adelante a pesar del dolor y el pesar que está con nosotros todos los días. Más de nosotros mueren cada año y no hay más Amaterasu que estén naciendo. Todos hemos vivido con un intenso dolor, intentando aguantar el tiempo suficiente para tener un rayo de esperanza —su boca pasó por su pelo—. Tienes que ser esa esperanza, Donghae. No podemos aguantar más tiempo sin ti.
Donghae había pasado toda su vida adulta intentando encontrar una manera de dejar un legado de bien. Había donado la mayor parte de su herencia a obras benéficas, ofreciendo su tiempo, pasando incontables horas sólo estando con esa gente que necesitaba alguien con quién hablar. Ninguna de esas cosas era grande y siempre había deseado poder hacer más.
Ahora podía. Tal vez esto era a lo que debía dedicar su vida. O tal vez ese deseo que siempre había tenido de servir a los demás era algo en sus genes. De cualquier manera, no podía alejarse de Eunhyuk y su gente. Su gente ahora.
Sus opciones eran pocas. Podía mantenerse contra las decisiones de Eunhyuk y pasar todo el tiempo que le quedaba estando enfadado con el hombre al que estaba ligado, o podía perdonarlo por hacer lo que creía correcto y aceptar lo que el destino le había llevado. Al final, mirando las pruebas de tantas vidas sacrificadas, no era una decisión difícil.
Dijo:
—No me queda demasiado tiempo —cuando él comenzó a discutir, le cubrió la boca con la mano—. No. Sólo escucha. Quiero que encontremos la espada de Eli.
Sus brazos cayeron a los lados y dio un paso atrás. El aire frío dio en su espalda y echó de menos la comodidad de su calor.
—Así podrás liberarte de mí.
Donghae se volvió y le miró a los ojos. Le había lastimado y no había tenido esa intención. Tenía que saber que estaba diciéndole la verdad.
—No. Quiero encontrar la espada de Eli para que pueda colgar aquí con el resto.
El alivio relajó la tensión de su anguloso rostro.
—La espada de Eli fue tragada por ua Seiryū. El único modo de recuperarlo es matar a la cosa y el único modo de matarla es con fuego. Fuego mágico.
Sólo oír la palabra la hizo estremecerse, y su estomago ardió.
— ¿Estás seguro?
—Hemos estado luchando contra ellos durante siglos. Estoy seguro.
Donghae no estaba seguro de poder hacerlo, pero tenía que intentarlo. Tal vez era hacia donde su visión la conduciría inevitablemente. Su destino. Se llevaría al Seiryū en llamas con él, y la espada de Eli sería recuperada. De alguna manera, parecía mejor que morir por ninguna razón en absoluto.
Enderezó los hombros y rezó por valor.

—Está bien. Vamos a jugar con fuego.


Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE

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