CAPÍTULO 11
Eunhyuk no podía apartar los ojos de Donghae. Se quedó mirando
la luceria alrededor de su garganta y quiso gritar de alegría. Era suyo. Le
había salvado. Ya podía sentir algo sucediendo a lo largo de las ramas de su
marca de vida. Una sensación chispeante pinchando sobre su piel, igual que
millones de burbujas que estallaban.
Se sacó la camiseta, necesitando ver la prueba de que la unión
había funcionado. Ante sus ojos, nuevos brotes se formaban sobre las ramas,
entonces se abrían en hojas recién nacidas. El pálido color verde del nuevo
crecimiento era hermoso, y el perfecto brillo de cada diminuta hoja era
testimonio del milagro que Donghae le había dado.
—Wow. —Jadeó, pasando un dedo delicadamente sobre las
intrincadas líneas del árbol. El cuerpo de Eunhyuk se apretó con anhelo.
— ¿Qué es eso?
—Se llama marca de vida. Es un poco como un calibrador visual
de la salud de mi alma. Nací con ello, cuando sólo era una semilla. Cuando
crecí, también lo hizo el árbol, hasta que llegué a los ochenta y el poder en
mi interior se hizo demasiado fuerte. El árbol empezó a morir y las hojas a
caer y han estado cayendo desde entonces. Hasta ahora.
— ¿Qué poder?
—Soy igual que un imán, atrayendo los deshechos de energía
perdidos a mí alrededor. Minúsculas chispas en el aire, calor de la tierra, luz
del sol. Todo eso fluye en mí, acumulándose a lo largo de los años. No puedo
detenerlo, y eventualmente, sin un modo de escape, ese poder me mataría. —Podía
ver la confusión en los ojos de Donghae y quería explicárselo todo, pero
primero, tenía que poner en orden su mente. Había visto su visión cuando
estaban vinculados. Eso fue la única cosa de Donghae que la luceria eligió
mostrarle.
Estaba oscuro donde se encontraban. Tan oscuro que no podía
ver nada más allá de la esfera de luz que emitía el fuego. Él estaba vestido
todo de negro a excepción del chapoteo rojo ardiente alrededor de su cuello, la
luceria. El pelo estaba delicadamente peinado. Los brazos extendidos, casi como
si estuviese atado, pero él no podía ver cadenas o cuerdas sujetándolo. Las llamas
la engullían, alcanzándolo desde los pies hasta elevarse en el aire. El rostro
era una máscara de dolor y gritaba, un desesperado y ensordecedor grito que
hizo que cada pelo sobre su cuerpo se erizara en protesta. Con todo en la
visión, él permanecía allí de pie. Sin hacer nada. Observaba como las llamas
ennegrecían las ropas y ampollaban la piel. Le observaba mientras Donghae lo
miraba fijamente con terror y agonía ensanchando los ojos color avellana.
Eunhyuk no quería creer la visión de Donghae. Si no lo hubiese
visto él mismo, no lo habría creído. Simplemente no era capaz de ver morir a una
persona sin hacer algo para detenerlo. ¿Lo era?
Al menos ahora sabía por qué había estado tan asustado desde
el momento en que lo vio. Odiaba eso, pero al menos ahora tenía sentido. Ahuecó
su rostro en las manos, recreándose en la sensación de la suave piel contra sus
callosas palmas.
—Tu visión no va a suceder, Donghae. Nunca me quedaré parado y
te veré morir. Nunca.
—Quiero creerte.
—Entonces hazlo. Conozco gente, gente poderosa, que pueden
ayudarnos a arreglar esto. Te llevaré a ellos esta noche.
Yong Ha había empujado
la puerta de la cocina a tiempo para oír el último comentario.
—No, no lo harás. Vamos a ir tras la espada de Eli. Ahora
mismo.
Ji Hyun irrumpió en la cocina y se dirigió directamente hacia
el baño. Los ojos estaban rojos como si hubiese estado llorando.
Eunhyuk frunció el ceño ante Yong Ha, luchando con la urgencia
de preguntar qué había sucedido. No era de su incumbencia, pero lo que fuese,
había trastornado a Yong Ha. Se veía diferente. Más duro.
Los ojos de Yong Ha cayeron sobre la luceria alrededor de la
garganta de Donghae y apretó la mandíbula. El desenfundó la espada,
arrodillándose, y se abrió una delgada línea sobre el corazón sin preocuparse
de quitarse la camiseta. Pronunció el acostumbrado “Mi vida es tuya”, antes de
levantarse. La sangre goteaba bajando por su pecho, empapando la delgada
camiseta de algodón que llevaba, pero Yong Ha
no le prestó ninguna atención.
—Desearía que no hiciera eso —dijo Donghae.
—Lo siento. —Dijo Eunhyuk—. Es nuestra costumbre.
—Es una costumbre violenta.
—Somos gente violenta —dijo Yong Ha mientras limpiaba la
sangre de su espada con una toalla de papel.
— ¿No es sangre lo que atrae a los monstruos?
—Sí —gruñó Yong Ha —. Lo es.
— ¿Entonces por qué lo hicisteis? Parece algo estúpido sangrar
cuando sabes que eso hará que vengan los monstruos.
Eunhyuk tomó su mano.
—Esto es prueba de nuestra dedicación. Nuestro coraje. No sólo
estamos dispuestos a sangrar por ti; también estamos listos y somos capaces de
luchar cualquiera que sea el peligro que pueda venir sin temor. Es simbólico de
nuestra dedicación a ti y nuestra voluntad de arriesgar nuestras vidas en tu
nombre.
—Supongo que Hallmark no hizo una tarjeta de felicitación para
eso, ¿huh?
Yong Ha frunció el
ceño.
—Será mejor que nos movamos.
— ¿Adónde vamos? —Preguntó Donghae.
—Te llevaré a ver a Victoria.
—El infierno que lo harás. —Dijo Yong Ha —. Va a venir con
nosotros a buscar la espada de Eli.
La idea de arrastrar a Donghae a la batalla hizo que las manos
de Eunhyuk temblaran. Sabía que era una estupidez, que era ahora más capaz de
protegerse a sí mismo en batalla de lo que lo era él, pero eso no quería decir
que lo supiese.
—No está listo. Ni siquiera sabe cómo utilizar todavía mi
poder.
—No tenemos tiempo para esperar. El rastro se disipará al
amanecer.
— ¿Qué rastro? —Preguntó Donghae. Los dedos estaban firmemente
agarrados alrededor de su brazo e incluso sin la ayuda de la luceria
vinculándolos, había sido capaz de sentir su miedo. Había pasado por demasiado
esta noche y empezaba a pasarle factura.
Yong Ha se acercó más y
pudo ver la diferencia en Yong Ha más claramente ahora. No quedaba calidez en
los brillantes ojos azules. Ni humor. Todo lo que quedaba era frío, y mortal
intención.
— ¿Yong Ha? ¿Estás bien, hombre?
Yong Ha le dio la
espalda, dirigiéndose por el corredor sin volver la mirada.
—Me iré a buscar la espada de Eli en diez minutos. Con o sin
ti.
Eso no era bueno. Sin Yoochun alrededor, iría por sí mismo, y
tan resistente como era Yong Ha, no era rival para todo un nido de demonios.
—Muchas cosas. —Una de las cuales era que se estaba muriendo.
No se había sacado la camiseta cuando le ofreció a Donghae su juramento. Eso
era mala señal. Uno de los primeros signos de que un Amaterasu estaba
acercándose a su fin. Eunhyuk se preguntaba cuántas hojas le quedarían.
No muchas si no quería que Eunhyuk las viese.
— ¿Qué podemos hacer?
Eunhyuk había tragado con fuerza para aligerar la tirantez en
la garganta. Él y Yong Ha habían sido amigos durante décadas. De hecho, eran
más hermanos que amigos. Todos los Amaterasu morían lentamente, pero si la
marca de vida de Yong Ha estaba casi desnuda, entonces el proceso se
aceleraría. Y no había manera de saber cuánto. Cada hombre era diferente.
Eunhyuk sólo podía esperar que Yong Ha
fuera uno de los afortunados y tuviera al menos unos pocos años más.
—Nada. No hay nada que cualquiera de nosotros pueda hacer por
él ahora.
Donghae jadeó y presionó la mano contra su pecho.
—Oh, Dios. Se está muriendo. Puedo sentir tu aflicción por él.
Eunhyuk maldijo. Había olvidado que el vínculo que compartía
permitía que se filtraran las emociones. Iba a tener que tener más cuidado y
asegurarse que mantenía las emociones bajo un estricto control.
Respiró profundamente y se centró en aclararse la mente.
—Lo siento. ¿Mejor?
Asintió, pero todavía podía ver la pena rondando su rostro.
—Tengo un montón de cosas que enseñarte y no mucho tiempo para
hacerlo. ¿Estás listo para eso?
— ¿Tengo elección?
—Si quieres, te llevaré a mi casa. Allí tendremos todo el
tiempo que necesitamos.
—Y Yong Ha estaría solo.
Eunhyuk asintió.
Estaba asustado. Podía sentirlo proviniendo de su vínculo,
podía verlo en la forma en que los ojos cambiaban de color, inclinándose hacia
el verde como hacían cada vez que se
asustaban. Estaba asustado por lo que estaba sucediéndole, tenía miedo por la
señorita Boa, temía lo desconocido, pero también estaba asustado por Yong Ha.
—No podemos dejarle ir solo, Eunhyuk. No podemos dejarle
morir.
No podía resistir la urgencia de tirar de él, envolverlo en
sus brazos y sostenerlo cerca. Se sentía tan bien allí. Perfecto. Todavía no
podía creer lo afortunado que era por haberlo encontrado. Su capacidad para
importarle lo que le sucediera a otros lo humillaba y hacía que quisiera
protegerlo. En vez de eso, debía lanzarlo de cabeza en su mundo y enseñarle a
utilizar su verdadero potencial.
Mantuvo un firme agarre sobre sus pensamientos de modo que Donghae
no pudiera sentirlos. No quería que supiera que aún si fueran con Yong Ha, no
había nada que pudiera hacer para salvarlo. La única persona que podría hacerlo
sería otra pareja como Donghae. Asumiendo que existiera.
Tenía que creer que era verdad. El pensamiento de ver morir a
sus amigos en horrible dolor uno por uno no era algo que pudiera soportar.
Tanto como lo odiaba, los Susano ya tenía una muestra de su sangre.
Probablemente ya estarían analizando su ascendencia para descubrir de donde
venía.
Si había más como él, los Susano’s probablemente serían los
primeros en encontrarlos.
Un aterrador pensamiento. Eran corderos para la matanza.
Donghae se quedó rígido en los brazos. El control sobre sus
pensamientos se estaba deslizando y la cerró de golpe en su lugar. Tendrían
bastante tiempo para severos pensamientos como ese después de que encontraran
la espada de Eli.
—Debemos ponernos en movimiento —dijo él.
Los dedos se deslizaron a través de su sedoso pelo y deseó que
tuviese más tiempo para llevarlo a una de las habitaciones vacías en el piso de
arriba y besarlo hasta que ambos estuvieran demasiado desbocados para detenerse
y olvidarse de todos los Yokai. Infiernos, se habría conformado con tener
suficiente tiempo para compartir una conversación de modo que pudiera
explicarle cómo funcionaba su unión.
— ¿Estás seguro de que quieres ir con Yong Ha? —Le preguntó.
—Sí. Nos necesita.
—De acuerdo entonces. Iremos, pero vas a tener que confiar en
mí. Si hubiéramos sabido que eras un Amaterasu, habrías estado aprendiendo
sobre tus habilidades y lo que podías hacer con ellas desde el momento en que
aprendiste a hablar. No tienes ningún entrenamiento y todo el tiempo que tenemos
es el que le lleve a Yong Ha rastrear el nido de los Yokai.
— ¿De qué estás hablando? ¿Qué poder?
Infiernos, le iba a llevar una eternidad explicárselo. ¿Cómo
podía llevarle si ni siquiera sabía que la magia era real y que era muy capaz
de manejar todo eso en una sola tarde? No parecía posible.
Le tomó la mano.
—Ven conmigo. Va a ser más fácil, más rápido, mostrártelo que
decírtelo.
Eunhyuk le condujo al exterior, bien alejados de los vehículos
y la casa.
—De acuerdo, ¿ves ese tocón de allí? —Le preguntó, señalando a
través del campo.
—No. Está demasiado oscuro.
Cierto. Lo olvidó. Ni siquiera sabía cómo sacar el suficiente
poder de él para ver en la oscuridad.
—De acuerdo, lo primero es lo primero. Así es como funciona.
En mi interior está éste depósito de energía, pero yo no puedo hacer mucho con
ello. Todo lo que puedo hacer es almacenarlo. Tú, por otro lado, eres capaz de
sacar esa energía de mí y utilizarla, pero no puedes almacenarla como propia.
Es como un sistema de controles y balance de modo que ninguna persona esgrima
demasiado poder.
— ¿Poder para hacer qué?
—Lo que quieras. Puedo decirte que he visto lo que han hecho
antes las parejas, pero sólo te predispondría contra tus propios instintos y
posibilidades. Cada pareja tiene su propia y única habilidad —cosas en las que
sería mejor que las otras.
—Entonces, puede que necesites predisponerme, porque no tengo
ni idea de a qué te refieres.
Eunhyuk se negó a frustrarse. Donghae le había salvado la
vida, lo menos que podía hacer era darle su paciencia.
—Comenzaremos con algo pequeño. Dime algo que puedes ver.
Le indicó una roca a unos veinte pies de distancia. Demasiado
cerca para su comodidad, pero tendría que valer.
—De acuerdo, quiero que te imagines la roca elevándose del
suelo. Voy a tocar con mi anillo tu collar para fortalecer el vínculo y
asegurar que sea más fácil para ti el extraer el poder de mí.
—Ni siquiera sé por dónde empezar a hacer algo como eso.
—Eunhyuk podía sentir la confusión e incertidumbre. Le estaba empujando
demasiado deprisa. Esperando demasiado.
Maldición. No se suponía que fuese así. El vínculo se suponía
que sería fácil. Natural. Quizás fuera mejor si le llevase al complejo y fuese
él mismo con Yong Ha.
—No. No te dejaré ir solo.
Eunhyuk sintió una pequeña explosión de entusiasmo
atravesándole.
— ¿Oíste ese pensamiento?
Él frunció el ceño.
—No sé si “oír” es la palabra correcta, pero sí. Sabía lo que
estabas pensando.
—Eso es bueno. Intenta hacerlo de nuevo, sólo que esta vez,
voy a mostrarte lo que necesito que hagas, ¿vale?
Él asintió y Eunhyuk cerró los ojos, intentando formar la
imagen de lo que necesitaba de Donghae en la mente. Formó la imagen de su poder
como un ligero, brillante charco de energía en su interior. Colocó la mano
sobre su garganta de modo que el anillo hiciera firme contacto con el collar.
Inmediatamente, sintió el flujo de energía saliendo de él. Esa
luz se vertió en Donghae a través de la luceria hasta que la piel brilló con la
fuerza de esta.
Le oyó hacer un sonido de asombro, pero no abrió los ojos. En
vez de eso, visualizó la imagen de su mano cogiendo la de él y extendiéndola
hacia la roca. Envió la luz irradiando de su mano hasta que ésta engullese la
roca; entonces lentamente, levantó la mano, haciendo que la roca flotara hacia
arriba en el interior de la luz.
Eunhyuk abrió los ojos para ver si entendía. No sólo lo había
entendido, si no que lo estaba haciendo.
No había luz brillante, pero la mano estaba extendida y la
roca asomaba a tres pies por encima del suelo.
—Lo hiciste —murmuró, no queriendo romper su concentración. Su
labio inferior estaba atrapado entre los dientes y temblaba por el esfuerzo.
Una línea de sudor brotaba a lo largo de la raya del pelo, y su pecho estaba
subiendo y bajando en rápida sucesión, haciendo estragos con su concentración.
El brazo bajó hasta que la roca volvió al suelo, y aunque
estaba sin respiración, lo miró con una luz de excitación en los ojos. La boca
se curvó en una orgullosa sonrisa y dejó escapar una risueña risa.
— ¡Puedo utilizar la magia!
Entre la felicidad que brillaba en sus facciones y el calor de
su alegría llenándolo a través de su vínculo, no pudo sino reír junto a él.
—Claro que puedes.
—Es la cosa más guay que haya hecho. —Gritó en un círculo y
por primera vez desde que le había encontrado, la separación física no lo
hirió. Ya no tenía que tocarlo para liberarlo de su dolor. El vínculo de su
luceria era aparentemente suficiente conexión.
No estaba seguro si estaba aliviado por que era mucho más convincente, o
extrañaba tener la excusa para tocarlo.
Tenía que encontrar otra excusa porque no estaba seguro de que
fuera a dejar de tocarlo.
—Quiero intentar algo —dijo.
— ¿Algo como qué?
—No lo sé. ¿Qué puedo hacer?
—Honestamente no tengo idea. Vas a tener que descubrirlo por
ti mismo. Cada uno es diferente y tiene su propia fuerza y debilidad.
— ¿Cuántas parejas más hay como yo?
—No muchas.
— ¿Puedo conocerlos?
—Conocerás a Hyesung tan pronto como volvamos a mi hogar.
Esa hermosa sonrisa suya hizo que se le quedara atascada la
respiración en la garganta. Donghae era tan precioso regalo y no tenía idea de
lo agradecido que estaba por salvarle.
—Lo sé —le dijo, como si respondiera a sus pensamientos.
Deslizó las manos sobre sus hombros y tiró su cabeza hacia abajo, hacia él. La
boca se cerró sobre la suya en un tierno beso, y el gentil toque de los suaves
labios apartó todos los otros pensamientos de su cabeza.
La ternura no era suficiente para él. Ni remotamente. Quería
más. Envolvió los brazos a su alrededor y le acercó de modo que no hubiese
espacio entre ellos. El aroma del jabón de baño de lilas le llenó la nariz, y
debajo de ese calmante olor estaba una mucho más excitante esencia de deseo. Él
acarició sus labios abiertos con la lengua hasta que le permitió acceder a su
boca. No perdió tiempo en reclamar el lugar como suyo, aprendiendo cada liso
contorno y agudo borde. Saboreó el suspiro de placer y le ofreció uno propio.
Su piel ardía tanto que hasta el sol del verano se sentía
fresco deslizándose contra él. La sangre golpeaba a través de su cuerpo,
caliente y lista por más de él. Le dejó sentir su lujuria, forzándolo a través
del enlace de modo de no tuvo elección si no sentirlo. Quería que supiese
cuánto le deseaba. Quería dejar que su propia necesidad magnificase la suya. Le
quería desesperado por él. Lo anhelaba.
Donghae dejó escapar un gemido de necesidad y todo su cuerpo
se suavizó en sus brazos.
Una embriagadora acometida de victoria se cerró de golpe sobre
él, haciendo que le sujetara con más fuerza para soportar la potencia de ésta.
Perderse a sí mismo en aquel hermoso muchacho era tan fácil, se sentía tan
bien. Estaba caliente, anhelante, hambriento y era suyo para tomarlo. Y tomarlo
era exactamente lo que tenía en mente.
Quería sentirlo nuevamente desnudo en sus brazos, sólo esta
vez, quería terminar de explorar su cuerpo y darle placer. Quería saborear cada
lisa pulgada hasta que estuviera temblando en sus brazos, rogándole por
terminar. La suave piel contra su pecho lo acaricio y la sensación del trasero
llenando sus manos lo volvía loco.
Estaba duro, y él también podía sentir el bulto frotándose
contra su muslo, arqueándose de modo que pudiera sentir lo duro que lo ponía.
Estaba listo para tomarlo allí en el césped, bajo las estrellas. Donghae
también le dejaría, pero una astilla de cordura lo detuvo.
Se apartó del beso y aspiró profundamente el aire de la media
noche. Los grillos cantaban a su alrededor, despreocupados de la batalla que
emprendía consigo mismo para contenerse. La boca se movió a un nuevo
territorio, dejando una línea de calientes besos bajando por su cuello. Los
dedos se enredaron en su pelo y si no tenía cuidado, se iba a quedar calvo al
separarlos.
Tanto como le quería, no había tiempo para el cuidadoso amor
que tenía en mente, e incluso si lo había, él y Yong Ha habían sangrado dándole su juramento. La
esencia de sus sangres no dudaba que atraerían a los Yokai de cualquier oscuro
agujero en el que se ocultaran.
—Tenemos que detenernos antes de que no podamos —le dijo. Su respiración
era pesada y su cuerpo temblaba en resentimiento por tener que dejarle ir.
Donghae estaba todavía ido y se dio cuenta demasiado tarde de
que había dejado que muchos de sus pensamientos fluyeran a través del vínculo.
Sabía que los Yokai vendrían por ellos y no se había
preocupado en ocultarle ese conocimiento. Él había sentido su ansiedad y esto
se había vuelto en su interior, borrando todos los rastros de lujuria.
Donghae se apartó, pero no encontró su mirada.
—No puedo creer que esté haciendo esto. Besarte mientras
esperamos a que los monstruos aparezcan. Deseando que hiciéramos mucho más que
besarnos mientras hay una casa llena de gente a ni siquiera veinte yardas de
distancia. ¿En qué estaba pensando?
—Ninguno de los dos estaba pensando demasiado.
—Sí, bueno, al menos tuviste bastante sentido común para
detenerte —se apartó el pelo de la cara con una temblorosa mano—. Siento
haberme dejado llevar.
Estaba avergonzado. No necesitaba el vínculo entre ellos para
imaginárselo. Las manchas de rubor en las mejillas era suficiente evidencia.
—Nunca lo sientas por eso. Me encanta que te dejes llevar. Me
hace sentir completamente masculino.
Un indicio de sonrisa jugó en la esquina de su boca y bajó la
mirada a su ingle, donde la erección apretaba la cremallera de los pantalones
vaqueros.
—Si fueras más masculino, me asustarías.
—Si no dejas de hablar de esto, no se irá.
— ¿Y eso sería malo porque…?
Sólo había un camino donde podía conducir esa conversación y
era al césped con ambos desnudos y amándose.
—Debemos volver a la furgoneta. No me extrañaría que Yong
Ha intentara irse sin nosotros.
— ¿A dónde vamos a ir?
—Encontramos un rastro que conduce al nido donde pensamos que
los Yokai llevaron la espada de Eli. Está a las afueras de Kochi, no muy lejos
de aquí.
—Y vamos a seguirlos y recuperar la espada, ¿verdad?
—Exactamente. Si tenemos suerte, los Yokai estarán de caza y
no tendremos que luchar con todo el nido para recuperar la espada.
—Dijiste que era invisible. ¿Cómo vamos a encontrarla?
—Sólo es invisible cuando está enfundada. Hyesung infundió
todas nuestras espadas con ese poder de modo que pudiéramos llevarlas sin la
interferencia de las autoridades humanas.
— ¿Eso es por lo que tu espada aparece justamente de ningún
lado? —le preguntó.
—Yeah. ¿Quieres sentirla?
Ella arqueó una oscura ceja.
—Por favor dime que no acabas de decirme que sienta tu espada.
Eunhyuk dejó escapar una carcajada. Le hacía sentirse bien el
reírse y no podía recordar la última vez que había disfrutado de tan simple
placer. Meses, quizás años.
Cogió su mano y enlazó los dedos con los de él mientras
caminaban sobre el césped hacia la furgoneta.
Yong Ha estaba ayudando
a colocar a la señorita Boa en la camioneta de Han Kang mientras Ji Hyun estaba
hablando en voz baja con Yi Soo. Él no parecía feliz, pero le dio un duro
abrazo y le observó cuando se alejó en su propio desvencijado vehículo.
—Voy a decirle adiós a la señorita Boa —dijo Donghae.
Casi iba a decirle que lo hiciera rápidamente, pero se
contuvo. No les haría daño esperar un minuto más para que Donghae se asegurara
que todo iba a estar bien con la anciana. Iba a necesitar tener la mente libre
de distracciones durante las próximas pocas horas.
Eunhyuk siguió a Yong Ha
al interior del rancho, donde reunió una brazada de herramientas que
habían sacado de la furgoneta de Kyuhyun. Su amigo ni siquiera encontró su
mirada cuando le dijo:
—Cámbiate de camiseta antes de que consigas que nos maten a
todos.
Vaaale. Así que no había mucho de duros sentimientos.
—No te rindas todavía, Yong Ha. Todavía hay tiempo para que
encontremos otra pareja como Donghae. No puede ser el único.
—Sé lo mucho que te gusta jugar a la animadora, pero no voy a
comprar tu mierda. Así que déjalo.
—Así que… ¿Qué? ¿He tenido suerte y ya ni siquiera puedes ser
mi amigo? ¿Es eso?
Yong Ha se detuvo en seco en sus tareas y dejó que todo lo que
llevaba en los brazos cayera al suelo. Y llevaba mucho.
Se volvió lentamente, llevando una mirada que Eunhyuk nunca
había visto en su rostro. Sin esperanza. Desesperación.
—Quisiera estar feliz por ti, Eunhyuk, pero es demasiado tarde
para eso.
—El infierno que lo es. Somos como hermanos. Tan pronto
encontremos la espada de Eli, Donghae y yo te ayudaremos a encontrar otra
hembra Amaterasu, Sé qué querrá hacerlo por ti.
— ¿Qué parte de “es demasiado tarde” no captas? —Yong Ha apretó los dientes en un obvio esfuerzo por
controlarse y cuando habló de nuevo, vio un vislumbre del hombre que recordaba.
Gentil. Amable. Paciente. La voz era un bajo susurro de derrota y presionó la
mano sobre su marca de vida como si le doliese—. Estoy fuera de tiempo. Ya
puedo sentir el cambio viniendo por mí. Está sucediendo más rápido de lo que
pensaba y no puedo controlarlo.
—No —dijo Eunhyuk, negándose a creer que fuera verdad—. No
puedes darte todavía por vencido. Donghae lo cambia todo.
—Para ti, sí. No para mí.
—Prométeme que aguantarás hasta que encontremos a tu Donghae.
—No.
— ¡Maldición! ¡Prométemelo!
Yong Ha no dijo nada.
Recogió las cosas que había dejado caer y siguió hacia el rancho en silencio.
Con cada enojado paso, podía ver más del amable hombre que
había sido Yong Ha desvaneciéndose
lentamente.
Yong Ha estaba fuera de
tiempo y no había nada que pudiera hacer para detenerlo.
Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO
NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO
VIVA - SHANNON K. BUTCHE
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE
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