CAPÍTULO 14
Eunhyuk necesitaba un poco de tiempo para reagruparse antes de
enfrentarse con Hyesung y el resto de los Amaterasu con la noticia de la muerte
de Yong Ha. Las malas noticias podían esperar. Al menos eso se dijo a sí mismo
como medio para justificar la postergación.
En otras tres horas conduciría al recinto, pero había una casa
Centinela a menos de diez minutos, justo a las afueras de Ashizuri, Shikoku. Tenía que llevar a Donghae
ahí y darle una oportunidad de descansar, también. Había estado despierto toda
la noche, la fatiga y la tensión por usar la magia había hecho que los ojos se
le inyectaran en sangre y se le hundieran los hombros.
No debería haberlo presionado tanto. Se dio cuenta ahora, pero
era demasiado tarde para hacer nada excepto darle tiempo para dormir. De todas
maneras, apenas se contenía. No era bueno para nadie así, rabioso en su
interior hasta el punto de que quería gritar y arremeter contra el mundo por
haber apartado a Yong Ha de él.
Sus emociones eran casi abrumadoras y necesitaba algo de
tiempo para meditar e ir a la tierra. Necesitaba empujar su dolor y cólera en la tierra,
dejarlos ser absorbidos profundamente en las piedras para que así no
pudieran dañar a nadie. Era una herramienta que todos los Amaterasu aprendían
desde que eran jóvenes como medio para tratar con el dolor de su creciente
poder. Aquellos hombres que no pudieran dominar la técnica no pasaban más allá
de su centésimo cumpleaños.
Eunhyuk pensaba que cuando encontrara a su caballerito ya no
necesitaría esa habilidad, pero ahora podía ver lo equivocado que había estado.
Ingresó en el camino de entrada de la pequeña casa de
ladrillos. Estaba asentada en unas pocas hectáreas de tierra que habían sido
segadas recientemente. Nadie vivía ahí, pero uno de los deberes de los Pami
-los humanos de sangre pura que ayudaban a los Caballeros de la Luz en la
guerra- era mantener esos lugares como refugio seguro. Eso significaba darles
la apariencia de estar habitadas así los humanos les dejarían solos. Muchos Pami
pasaban sus vidas estando unos pocos días en casas por todo el país,
asegurándose de que sus vecinos sabían que viajaban por negocios, o estaban
disfrutando de sus jubilaciones viendo el país. Cualquier historia que usaran,
se asegurarían de bloquearlos y que los vecinos circundantes no se
entrometieran demasiado en los negocios de los Caballeros de la Luz. La última
cosa que los Caballeros de la Luz necesitaban era atención extra.
Eunhyuk había estado en esa casa en particular antes. Había estado
limpia, bien surtida de productos frescos y carne, en lugar de las típicas
comidas no perecederas que normalmente se encontraban en las casas Caballeros
de la Luz. Había pasado mucho tiempo desde su última comida y esperaba que
aquel que cuidara de este lugar todavía fuera tan concienzudo como antes. A
pesar del dolor y la tristeza, su cuerpo no podía seguir adelante sin
combustible, y tenía que seguir adelante.
—Vamos a descansar un poco aquí —le dijo a Donghae, forzando
la voz para que saliera estable y calmada—. Entonces te llevaré a mi casa.
Donghae hizo un gesto cansado y se deslizó fuera de la
camioneta. Eunhyuk encontró la llave pegada en la parte posterior de la lámpara
del porche y abrió la puerta. Más que al olor rancio por el desuso, la casa
olía a flores silvestres y pan recién horneado. Su estómago retumbó de
apreciación.
— ¿Estás hambriento? —Le preguntó a Donghae.
Él asintió.
—No realmente. Estoy a punto de caerme.
—Vamos a ver si hay algo rápido aquí.
Eunhyuk abrió la nevera, encontró un recipiente gigante de
ensalada y una cazuela con una nota pegada en la tapa que daba instrucciones de
cómo calentar la lasaña. Quien surtiera esa casa merecía un aumento de sueldo y
una promoción.
Dejó la ensalada en el mostrador y deslizó la lasaña en el
horno, siguiendo las instrucciones cuidadosamente escritas. No tardó mucho en
encontrar los platos, cubiertos y la hogaza de pan aún caliente situada en el
mostrador.
—Me siento como si estuviera invadiendo la casa de alguien
—dijo Donghae.
—No lo haces. Los Caballeros de la Luz son los dueños de la
propiedad y pagan a gente para mantenerla. Así aquí tenemos un lugar seguro
para descansar.
—Buena política —podía oír el cansancio en su voz.
Donghae se lavó las manos y sirvió algo de ensalada para los
dos.
—Hemos tenido un montón de años para hacerlo bien. Todavía
recuerdo cuando las únicas comodidades que teníamos eran las que podían llevar
nuestros caballos.
Donghae se detuvo en el proceso de llenarle el plato de
lechuga.
— ¿Qué edad tienes?
—Viejo —dijo—. Realmente viejo.
—Estás empezando a impresionarme de mala manera.
—Por eso no te voy a decir exactamente cuán viejo. Estás
agotado. Vamos a comer ahora y responderé a las preguntas después de que hayas
dormido.
El hecho de que no discutiera demostraba lo cansado que
estaba.
El sol del amanecer se colaba a través de las ventanas de la
cocina y pudo ver claramente las líneas de tensión alrededor de su boca. Sus
ropas prestadas estaban sucias y le colgaban. Se sentaba dejándose caer, se
veía frágil. Y al final de sus fuerzas. Derrotado.
Sabía lo que era y le daba ganas de tirar de él a sus brazos y
hacer que todas las cosas malas desaparecieran. Quería encontrar una manera de
mostrarle las partes buenas de su vida. Convencerlo de que no todo era lucha,
sangre y muerte. Quería enseñarle que podían estar juntos, con una poderosa
fuerza para hacer retroceder a los Yokai a su propio mundo negro y salvar a la
raza humana de la destrucción. Pero temía que una vez que se enterara que había
otros hombres que podía elegir, miraría el tiempo que habían pasado juntos como
perdido. Querría empezar de nuevo con un hombre que fuera más cuidadoso. Uno
que podría introducirlo fácilmente en su mundo y mostrarle la alegría de ser un
Amaterasu.
Cuando se enterara de que podría tener algún otro hombre,
podría perderlo. La idea hizo que se le enroscaran las manos en puños y sabía
que evitaría que eso ocurriera con cada aliento de su cuerpo. Era suyo y lo iba
a retener. Encontraría la manera de compensar el dolor y el terror que había
sufrido esa noche. Había tiempo para prepararlo para que confiara en su poder.
Con un poco de suerte en todo, nunca encontrarían la espada de Eli y estaría
atado a él para siempre.
Eunhyuk se detuvo cuando la idea entró en su mente,
enraizándose. No podía hacerle eso. No podía hacerle eso a Eli. Tomaba su
juramento de proteger a los humanos en serio, y permitir que la espada de Eli
vagara libremente en las manos de los Yokai era una directa violación de ese
juramento. Ninguno de los Yokai que habían visto en la mina tenían manos para
manejar la espada, pero finalmente, uno podría reclamarla como suya. O peor
aún, uno de los Yokai suficientemente poderoso para usar la magia podría
encontrarla, usando su poder para alimentar su magia. Un demonio fuerte podría
liberar todas las almas oscuras que habían sido asesinadas por la hoja de Eli y
un sinfín de humanos moriría cuando esas almas poseyeran sus cuerpos.
Eunhyuk no podía dejar que eso sucediera. Ni siquiera si eso
significaba una vida libre de dolor y Donghae a su lado. La idea era tentadora,
pero no valía lo que traicionar su juramento le costaría.
Apartó los sombríos pensamientos y miró a Donghae. Tenía la
cabeza apoyada contra su brazo extendido y estaba dormido.
La había presionado demasiado. Era hora de compensarle por su
mala conducta.
—Donghae —dijo en voz baja, y esperó que abriera los ojos
antes de cogerle. No quería asustarlo más. Quería que el lindo muchacho
estuviera feliz y tranquilo para que pudiera dormir. Entonces podrían hablar.
Él le dirigió una mirada sorprendida, pero luego se calmó y
dejó caer la cabeza contra su pecho. Sostenerlo se sentía tan bien que no
quería bajarlo. No sabía cómo iba a encontrar la fuerza para contarle todo. Los
secretos que le guardaba podrían apartarle de él una vez que supiera la verdad.
— ¿Quieres comer antes de dormir? —Le preguntó.
Él negó con la cabeza, y la sedosa trenza se frotó contra su
brazo.
—Demasiado cansado.
Eunhyuk le llevó a uno de los dormitorios y lo dejó en la cama
tamaño gigante. La mayoría de las casas Caballeros de la Luz tenían grandes
camas porque los Caballeros de la Luz tendían a ser hombres grandes. Esta tenía
colgaduras de un rico azul real, y hacía juego con las cortinas que cubrían las
ventanas para permitir dormir tranquilo durante el día.
Donghae se frotó los ojos y bostezó.
—El armario y las cajoneras están llenos de ropa limpia
etiquetada por tallas y el baño debería estar abastecido con champú, cepillos
de dientes nuevos, pasta de dientes, ese tipo de cosas. Si necesitas algo, házmelo
saber.
— ¿Dónde vas a estar?
Eunhyuk señaló la puerta al otro lado del pasillo.
—Ahí.
A menos que quieras que me quede aquí. Apenas se contenía de
decir las palabras. Quería tenerlo cerca, darle consuelo y tomar el suyo de
paso. Tenía suficiente confianza en su hombría como para admitir que necesitaba
una buena dosis de consuelo ahora mismo. Las cosas estaban todas hechas un lio.
Yong Ha estaba muerto.
Le dolía el pecho por su amigo perdido y la carga que su
muerte traería a todos aquellos que le habían amado. Tanta gente le había
amado.
Donghae se levantó y
rodeó su cuerpo con los brazos. Hasta entonces, había olvidado su
vínculo. Todavía no estaba acostumbrado a él. Había dejado sus sentimientos sin
control, él había sentido su necesidad de consuelo.
Apoyó la mejilla contra su pecho y le pasó los dedos por la
espalda con un movimiento suave. No decía palabras mundanas de consuelo o
palabras vacías de simpatía. Simplemente le abrazó y le hizo saber que no
estaba solo. Era más de lo que se merecía, pero no iba a dejar que se
detuviera.
Le sostuvo contra él y aspiró el aroma de su pelo. Lavanda. De
su baño la última noche.
El recuerdo de él desnudo en la bañera -desnudo en sus brazos-
llegó hasta él de nuevo en todo su esplendor. Sintió a su cuerpo endurecerse y
le apartó para protegerlo de su inoportuna lujuria, mientras al mismo tiempo,
protegía sus pensamientos de ello también. No tenía nada que pensar sobre lo
que quería su cuerpo en un momento como este. E incluso si lo hiciera, Donghae
estaba demasiado cansado para el tipo de amor que quería darle.
Eunhyuk se apartó, sintiendo que estaba dejando un pedazo de
alma detrás con el esfuerzo que le tomó.
—Dúchate si quieres. Trata de dormir si es posible. Tengo que
hacer algunas llamadas, así que estaré despierto por un tiempo si necesitas
algo.
— ¿Estamos seguros aquí?
Una pregunta tan inocente, pero que hizo que su corazón se
rompiera un poco. Había puesto en sus pensamientos demasiado temor y dolor,
sabía que sólo había más por venir.
—Sí. Estaremos a salvo durante el día. Vamos a estar en casa
antes del anochecer y mi casa es una fortaleza. De todas formas mientras yo
esté aquí no podrá entrar nada que no queramos que entre.
— ¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Donghae despertó horas más tarde con la sensación de que algo
iba mal. Abrió los ojos, pero se quedó quieto, escuchando. Le tomó un minuto
recordar su entorno. Le tomó al menos el doble de tiempo recordar por qué
estaba allí y los acontecimientos que la condujeron a ese punto.
Todo le llegó de vuelta rápidamente, y Donghae tuvo que ahogar
un gemido. Tanto dolor, sangre y muerte. No sabía cómo Eunhyuk podía soportar
vivir una vida como ésa.
El parpadeo de inquietud que la había despertado aumentó e
intentó averiguar qué era. Algo iba mal y necesitaba arreglarlo.
La habitación estaba en penumbra por las cortinas oscuras y
todo estaba lavado con una luz de color azul real. Aún tenía el pelo húmedo de
la ducha rápida que había tomado y las suaves sábanas se deslizaban sobre sus hombros
cuando respiraba. No había tenido la energía para vestirse después de usar sus
últimas fuerzas para ducharse, así que había cerrado la puerta del dormitorio,
ni se molesto en vestirse y se metió en la cama desnudo, luego se desmayó.
No podía oír ningún ruido, pero todavía sentía la misma
inquietud picándole en la mente. Se puso la gran bata de franela que había
encontrado colgando en el baño y silenciosamente abrió la puerta.
Al otro lado del pasillo, la puerta de la habitación de
Eunhyuk estaba abierta. Le vio arrodillado en el suelo. Su pecho y sus pies
estaban desnudos y podía ver que el árbol que cubría el lado izquierdo de su
cuerpo había cambiado de algún modo. Incluso más hojas nuevas y brillantes
habían surgido de las ramas y estaba seguro de que podía verlas meciéndose con
algún viento invisible. No había señal alguna de que se hubiera cortado jamás,
ni siquiera había una costra. A su lado estaban su cinturón y su vaina, la cual
podía ver ahora que no estaba pegada a su cuerpo. En frente de él yacía la
espada, brillando en la penumbra de la habitación. Las cortinas eran de un
profundo carmesí y arrojaban una luz de color rojo sangre a lo largo de la hoja
desnuda.
Sus ojos estaban cerrados y se mantenía en una posición casi
de oración. Tal vez estaba rezando. No estaba seguro. Por lo que sabía, podía
ser así como dormía.
De lo que estaba seguro era que había encontrado la fuente de
su inquietud. Era un dolor moderado con la aceptación y venía de Eunhyuk,
goteando dentro de sí a través de la luceria que rodeaba su cuello. Se dolía
por la pérdida de su amigo, y podía sentir la cruda y palpitante herida que
dejó en su interior. Ahora mismo quería más que nada encontrar una manera de
aliviar su dolor.
Donghae se acercó y acarició la banda flexible, maravillándose
de lo que la magia había creado. En la mina, había estado seguro de que había
creado ampollas en su garganta, pero se había mirado en el espejo y su piel
estaba bien. Debería haber imaginado las quemaduras o exagerado lo que pensaba
había sentido.
Todavía no estaba seguro de cuanto le gustaba la idea de saber
que podía sentir sus emociones a través de la cosa, pero ahora estaba agradecido
de la conexión. Sin esa conexión, nunca habría sido capaz de sentir la
profundidad de su dolor. Nada de eso le llegaba a través de su expresión e
instintivamente supo que iba a intentar ocultarle esa parte de sí mismo.
Apenas le conocía, pero la necesidad de darle consuelo era
abrumadora. Había sufrido tanto a lo largo de su vida, que no quería que
sufriera más. Necesitaba sostenerle y darle el consuelo animal básico del
contacto humano. Hacerle saber que no estaba solo.
—Estás despierto —dijo sin abrir los ojos. Su profunda voz le
envolvió e hizo que el aire en sus pulmones resonara en respuesta.
Donghae sintió un pequeño escalofrío recorriéndole la piel.
—Yo… te sentí. Sentí tu dolor.
—Lo siento. No quería compartirlo contigo. Estaba intentando
bloquearme hacia ti.
Él podía ver una sutil tensión atravesándole los miembros como
si se estuviera esforzando contra un gran peso. No podía entender por qué se
esforzaba, pero podía sentir cuan firmemente sostenía su control. No estaba
seguro de por qué lo estaba apartando, pero lo que quiera que fuera, era lo
suficientemente poderoso como para hacer temblar su fuerte cuerpo.
No podía soportar su sufrimiento, pero no estaba seguro de
cómo ayudarlo. No estaba incluso seguro de que pudiera ayudarlo.
—Tal vez deberías compartirlo.
—No esto, Donghae. Las buenas cosas, sí, pero no esto. No soy
muy experto en el bloqueo de la conexión que tenemos todavía, pero estoy
mejorando.
No estaba seguro de si estaba más preocupado por esa noticia o
agradecido.
—No he intentado bloquearlo, ni siquiera sé cómo podría.
Todavía no había abierto los ojos y estaba comenzando a
preguntarse si había interrumpido algo, tal vez algún ritual. Estaba a punto de
excusarse y dejarle con lo que quiera que estuviera haciendo cuando él habló.
—Realmente no deberías intentar mantenerme fuera.
—Así que está bien que tú lo hagas, ¿pero no yo?
Intentó no sonar indignado, pero no podía evitarlo.
—Precisamente.
—Suena un poco machista para mí.
—No machista. Práctico. Ese vínculo está ahí por una
razón.
— ¿Qué razón podría existir para una conexión mental entre
nosotros que sólo va en un camino? Suena como algún tipo de monitor para bebés
y no soy un bebé.
Abrió los ojos y le miró. Realmente le miró. Su mirada fue
desde su cabeza a sus pies desnudos y de vuelta, para el momento en que terminó
con su paseo, sus dorados ojos se habían oscurecido a un rico marrón.
—No. Eres todo un hombre, Donghae. No creas que no lo noto.
No iba a responder a eso con nada que no la avergonzara más,
así que se quedó en silencio.
Eunhyuk continuó.
—Se supone que debo ser capaz de leer tus pensamientos en
batalla así podré posicionarme más efectivamente, anticipando tus actos. Si no
conozco tu mente, ¿cómo podría saber donde quieres que vaya?
— ¿Crees que voy a ser capaz de decirte donde ir? ¿En una
batalla? Que idea más ridícula.
—Sí. Tal vez no todavía, pero un día lo harás.
—Tienes demasiada fe en mí.
Y estaba hablando sobre un día, lo que lo hacía sonar como si
fueran a estar juntos mucho tiempo, el tiempo suficiente para convertirse en un
genio militar, al parecer. Se suponía que sólo iban a estar juntos lo
suficiente para encontrar la espada, pero él parecía dar a entender algo más…
duradero. La idea le emocionaba más de lo que debería.
Y Eunhyuk sentía esa emoción. Lo vio en su cara, en la forma
en que sus angulosos pómulos se elevaron en una sonrisa de satisfacción.
—No, tú eres el único con un montón de fe caminando alrededor
cubierta con nada más que un pedazo de tela endeble. Seguramente sabes cuánto
te deseo. No es exactamente un gran secreto.
De repente, sintió una parte de lo que había estado
reteniendo, una caliente ola de lujuria. Se estrelló contra sí, casi lo tira de
rodillas. Al instante su cuerpo comenzó a calentarse y suavizarse, preparándolo
para que lo tomara.
Donghae contuvo con la boca cerrada un suave gemido de
necesidad.
Eunhyuk se puso en pie, viéndose más grande de lo que
recordaba. Más poderoso. Tal vez era porque su pecho estaba desnudo y podía ver
fácilmente los pesados bloques de músculo deslizándose bajo su piel. Sus brazos
eran gruesos y duros, especialmente los antebrazos, que se habían desarrollado
en apretados cordones de músculos que la mayoría de los hombres no tenían.
Músculos de manejar espadas.
Sólo verlo tan gloriosamente desnudo como estaba le daba ganas
de sentir cada centímetro de su torso descubierto bajo sus dedos.
—Lo oí —dijo Eunhyuk. Una seductora sonrisa se amplió en su
boca y dio un largo paso hacia él.
Donghae sintió sus pezones apretarse contra la suave franela y
un lento calor se expandió por su vientre, podía sentir su propia erección
palpitar. Apenas lo conocía, pero eso no parecía detener a su cuerpo de querer
acercarse más. Desnudo y más cerca.
En su lugar, hizo lo más cobarde, dio un paso atrás y chocó
contra el marco de la puerta.
— ¿Por qué corres? —Preguntó—. Sé que quieres esto tanto como
yo.
—He venido aquí para abrazarte. Consolarte.
Elevó sus oscuras cejas.
— ¿Es así?
Él asintió
—Si me abrazas, no seré capaz de contenerme de tomar más de
ti. Nos dejaré a ambos desnudos y nos haré olvidar por qué estamos aquí. Ese es
el tipo de consuelo que quiero, Donghae.
Y él también lo quería. Tan loco como era.
—No te conozco. —Pero lo quería. Tanto.
—Sabes más de mí que casi cualquier persona viva. Has visto
dentro de mi cabeza y puedes sentir lo que siento. ¿Tengo alguna intención
malvada hacia ti?
Tenía un tanto.
—No.
Dio otro paso, lo cual le llevó justo enfrente de él. Podía
oler el champú que había usado y ver el brillo de su mandíbula recién afeitada.
Frotó la parte posterior de sus dedos contra su mejilla en una caricia
insoportablemente tierna.
—Tan suave —ronroneó—.
Me encanta lo suave que eres. Me hace querer tocar más de ti.
Saborearte.
Donghae se estremeció y no pudo dejar de inclinarse hacia su
caricia. Se sentía demasiado bien como para no hacerlo. Le hizo tener hambre de
más caricias, pero aún se contuvo, negándose a dejarle ir en la dirección que
sabía él quería. La dirección que sí mismo también quería. Sólo quería ofrecer
consuelo, aliviar el dolor con su presencia. Nada más. No podía llegar a
intimar con un hombre que había conocido menos de veinticuatro horas
antes.
¿O sí?
Que insidiosa pregunta tentadora. Se quedó atrapado en su
cerebro, circulando a través de un bucle una y otra vez.
— ¿Crees que quiero hacerte daño? —Le preguntó en un sedoso
tono profundo.
Se deslizó por sus sentidos, retumbando en su interior,
convirtiéndose en parte de sí.
Abrió su mente para Donghae, dejándole sentir lo que él
sentía. Otra embriagadora explosión de lujuria se estrelló en su contra a
través de su vínculo, haciendo a Donghae gemir y apretar los muslos. Lo había
hecho con un propósito. Lo sentía, también. Quería que supiera cuanto le
deseaba. Como si su erección elevando el frente de sus vaqueros no fuera prueba
suficiente.
— ¿Bien? —Preguntó, dejando que las puntas de sus dedos le
rozaran suavemente la boca—. ¿Crees que quiero hacerte daño?
—Nunca.
Lo supo a un instintivo profundo nivel en los huesos. No sólo
no le dañaría, sino que mataría a cualquiera que lo intentara. Lo había visto,
también -un breve vistazo de su honor- un caballero ligado que le había dado su
voto.
—Entonces, ¿qué más necesitas saber, amor? ¿Qué más puedo
decirte o mostrarte para conseguir que creas en mí? ¿Abrirte a mí?
Su mano continuó su descenso por la línea de su mandíbula
hasta la palma de su mano que estaba abierta contra su garganta. Podía sentir
cuan cerca estaba su anillo del collar. Ambas partes de la luceria vibraban con
la necesidad de unirse.
—Confío en ti —acertó a decir.
Era verdad. Lo hacía. No le había conocido durante un día
completo, pero confiaba en él como no lo hacía en otra persona. Había
arriesgado su vida para protegerlo. Había protegido a la señorita Boa. Se había
asegurado que sus amigos mayores fueran alimentados cuando Donghae no estuviera
allí para hacerlo. Era prueba suficiente de que era un buen hombre.
— ¿Entonces por qué retrocedes? Puedo sentir que me deseas.
Le deseaba, de acuerdo. Más de lo que nunca hubiera deseado a
ningún hombre en su vida. Eso sólo era una idea aterradora.
—No tienes que preocuparte —le dijo con una voz oscura como el
pecado—. Voy a cuidar bien de ti.
Forzó una imagen mental a través de la luceria, no dándole
otra opción que verla. Se vio a sí mismo extendido desnudo en la cama, cubierto
con una fina capa de sudor. Sus piernas estaban abiertas obscenamente, sus
grandes manos sosteniendo sus muslos separados. La cabeza oscura se movía entre
ellos y podía casi sentir su boca sobre su erección, su lengua caliente deslizándose
lentamente, casi como una danza, absorbiéndolo todo.
Una oleada de vertiginosa lujuria se apoderó de sí y se acercó
para mantener el equilibrio. Las manos se presionaron contra su pecho, lo único
estable en su mundo giratorio.
Cada hoja de su tatuaje se estremeció al contacto de piel
sobre piel y Eunhyuk tomó un áspero aliento.
—Si sigues tocándome, no voy a darte más elección.
Sí. Eso era lo que quería. Sin elecciones. Sin decisiones. Sin
responsabilidades. Sólo el placer de un hombre que sabía darlo, suficiente
placer para lavar todas las cosas malas de su vida durante un pequeño lapso.
Sin muerte o sangre o sufrimiento. Sin fuego. Sólo placer.
—Tus deseos son mis órdenes.
Cambió la mano para que el anillo y el collar finalmente
conectaran, bloqueándose entre ellos como imanes.
Una chispeante corriente de electricidad zigzagueó a través de
sí, haciéndole arquearse. Las imágenes se estrellaban en su mente, una tras
otra, haciendo un rápido collage de fuego de todas las cosas que él quería
hacerle. Cosas que nunca había considerado, que nunca había creído posibles,
perversas cosas salvajes que le dejaron temblando con una mezcla de excitación
y aprensión. Era demasiado. Quería muchas cosas de Donghae, cosas que lo
quemarían vivo.
Antes de que pudiera expresar su preocupación, su boca cubrió
la propia en un beso que robaba el aliento y ya no le importó si quería
demasiado. Quería ser el que se lo diera. El único.
Acogió con agrado su lengua en la boca, recibió con
beneplácito el resbaladizo avance y retroceso que le obligó a pensar en lo que
estaba por venir. Su mano todavía rodeaba su garganta y supo que podía sentir
cada gemido desesperado de necesidad que emitió, cada frenético latido
golpeando contra su palma.
El cinturón de su bata no era más que una molestia pasajera.
Un rápido tirón y las solapas se abrieron para él. Se apartó de su boca, lo
sujetó por el cuello contra el marco de la puerta cuando se le abrió la bata y
miró su cuerpo. Su agarre era cuidadoso, pero irrompible, y no podía hacer nada
para detener su escrutinio.
Normalmente, bajo tan estrecho control, habría pensado en
todas sus zonas problemáticas y todos los defectos físicos que eran demasiados
para nombrarlos. Pero esto estaba lejos de ser normal. Su mirada caliente, la
forma en que se agitaban las aletas de su nariz, y el profundo tinte de lujuria
pintado en lo alto de sus mejillas eran suficientes para apartar cualquier duda
de sí mismo de su mente. Lo miraba como si fuera la cosa más sexy que jamás
hubiera visto, como si pudiera morir si tuviera que apartar la vista.
—Tan hermoso —gruñó con una voz que le hizo enroscar los dedos
de los pies contra la alfombra—. Casi no puedo esperar por verte correrte.
Un gemido salió de sus labios.
Lo sostuvo inmóvil mientras bajaba la boca por su cuello
besando delicadamente la clavícula. La punta de la lengua se acercó y lamió el
endurecido pezón.
Donghae jadeó y su cuerpo se arqueó hacia él.
—Justo así, amor. Enséñame como te gusta.
Lo hizo. Utilizó su ejemplo y empujó una imagen a través de su
vínculo, mostrándole lo que quería.
Eunhyuk gimió, haciendo un sonido casi animal de necesidad.
—Lo que quiera que desees, Donghae. Todo lo que quieras.
El calor húmedo de su boca se aferró a él, mordiendo su pezón…
lamiéndolo. Un rayó atravesó sus nervios, haciendo que su vientre se apretara y
su cuerpo se humedeciera más.
Su mano derecha se deslizó debajo de la bata suelta y abarcó
su trasero. Sus dedos lo apretaron posesivamente, moldeando la carne a su
gusto. Donghae se sintió inestable y débil, se aferró a su gruesa muñeca para
mantener el equilibrio. Quiso una cama bajo él y a Eunhyuk encima rozando su
bonito pecho desnudo contra el suyo.
Su mundo giró y cuando el vértigo se asentó, estaba justo
donde quería estar sobre la gran cama. Eunhyuk estaba sobre él, sosteniendo su
peso para no aplastarlo. Su cara estaba tensa por la lujuria, una hambrienta
mirada depredadora que lo hizo sentir vulnerable y seguro al mismo tiempo. No
pudo entender cómo lo hizo, ni tenía intención de gastar preciosos segundos en
preocuparse. No cuando era finalmente libre para tener lo que deseaba.
Presionó las manos contra su pecho, cerró los ojos, y dejó que
se deslizaran alrededor, bebiendo la sensación de él. Suave piel sobre duro
músculo. Una fina capa de pelo. Sudor frio que atestiguaba su autocontrol.
Estaba refrenándose con él. Manteniendo su control para no
asustarlo. Lo notó en las rígidas líneas de su cuerpo, lo sintió fluyendo a
través de la conexión que tenían entre ellos. Era dulce, pero no era todo lo
que quería. No quería que se retuviera. Lo quería todo de él. Crudo, potente y
lo suficientemente caliente para quemar su alma.
Uno de sus gruesos muslos presionaba entre sus piernas, y
elevó las caderas, frotándose contra los suaves pantalones que cubría el duro
músculo.
Eunhyuk siseó y cayó pesadamente sobre él, tomando su boca en
un fiero beso. Le forzó a abrir los labios y le clavó la lengua. Su mano se
deslizó bajo su culo y le ayudó a encontrar su ritmo mientras montaba su
pierna. La fricción de la tela vaquera contra su propia erección hizo que su
cuerpo se contrajera y sus nervios chisporrotearan. Nunca había estado tan
cerca de llegar al orgasmo con tanta rapidez en su vida.
Trató de frenar, pero Eunhyuk tenía otras ideas. Su boca se
perdía en calientes besos húmedos sobre su mandíbula, bajando por su cuello. Se
detuvo para jugar un momento con la luceria antes de moverse hacia abajo. Le
mordisqueó la clavícula, dejando el escozor de los pequeños mordiscos en su
estela, cada uno haciendo a Donghae estremecerse y frotar su erección más
fuerte contra su muslo.
—Vamos, mi amor —susurró contra su piel—. Dame lo que quiero.
Los labios encontraron su pezón y se arqueó tratando de
hacerle ir a donde quería. Le deseaba mordisqueando su pezón de nuevo, sabiendo
que la sensación añadida le enviaría por el borde. Su lengua se arremolinaba sobre
su pezón izquierdo, le ardía absolutamente todo, dejando un frío camino a lo
largo de su piel caliente. Trató de moverse de nuevo, pero le evadió y dejó
escapar una oscura risita burlona.
Donghae no estaba por encima de la guerra sucia para conseguir
lo que quería. Deslizó las manos hacia abajo entre ellos hasta que pudo sentir
el largo abultamiento de su erección bajo los dedos. El ligero roce le hizo
aspirar una bocanada de aire y ponerse rígido. Le gustó tanto su respuesta, que
lo hizo de nuevo, sólo que esta vez, presionó más firmemente. Su profundo
gemido fue la recompensa y repercutió en su interior, haciéndolo estremecerse
de satisfacción.
Eunhyuk dejó que más de su peso le presionara. No sólo lo hizo
atrapando sus caprichosas manos, también bajo sus manos hasta su erección y la
frotaba delicadamente. Su boca se cerró sobre el pezón, chupando profunda y
fuertemente. No podía contenerse de chocar contra su separación. Ni siquiera lo
intentó.
Su orgasmo le arrasó en olas de luminosa sensación. Cada
músculo tenso en respuesta de las poderosas demandas de su cuerpo. Donghae existía
sólo en el placer y nada más podía penetrar en él. No había nada aquí excepto
luz, calor y brillante gozo abrasador.
Cuando el placer retrocedió, se desplomó y Eunhyuk se apartó
lentamente, dándole suaves toques cálidos con la lengua sobre su piel. Estaba
demasiado flojo para hacer otra cosa que dejarle hacer lo que quisiera, su
mente demasiado nebulosa para incluso considerar hacer lo contrario.
—Eso fue hermoso —le dijo él. Podía sentir su aliento
barriendo a lo largo de su estómago, que aún temblaba por las réplicas de su
orgasmo—. Creo que me gustaría verlo de nuevo.
Oh, no. No tan pronto. Estaba demasiado sensible y agotado del
orgasmo para incluso comenzar a considerar otro.
Y entonces sintió la lengua aleteando sobre la carne demasiado
sensible del glande y supo que se había equivocado. No era demasiado pronto. No
para lo que Eunhyuk le estaba haciendo. Su cuerpo se unió con el fugaz toque
con hambre. Necesidad voraz.
—Mmm. Así es, amor.
Su aliento sobre sus muslos le excitó y le hizo mover las
caderas. Eunhyuk las cubrió, sosteniéndolas apretadamente con sus grandes
manos.
—Vas a quedarte quieto mientras te saboreo.
No quería quedarse quieto, podía sentir como el pre seminal
empezaba a resbalarse y a él succionando. Quería tocarle, y sabía que no debía
dejarle dirigirle así, pero al siguiente instante, su lengua estaba lisa y
caliente contra él y no pudo pensar en nada más excepto en lo bien que se
sentía. Podía hacerle lo que quisiera siempre y cuando continuara haciendo eso.
Eunhyuk no iba a durar mucho más tiempo. No con Donghae
haciendo todos esos pequeños gemidos de necesidad. Se estaba volviendo loco con
el ruido. Su sabor. Podía sentir su dulce sabor en el pre seminal. Siempre
había disfrutado de darle placer a sus parejas con la boca, pero con Donghae,
iba más allá del disfrute, era la perfección.
Su lengua continuaba atormentando su marca de nacimiento, que
se encontraba en el escroto, el anillo de color rojo profundo que le
identificaba como un Amaterasu. Cada vez que lo lamía, absorbía un sorprendido
aliento como si el placer le sobresaltara. Su reacción lo impulsaba
salvajemente. Logro levanta sus dos piernas por encima de sus hombros y siguió
el camino desde el escroto, más abajo, a aquel punto rosa, que latía
desesperando, esperándolo.
Su anillo hacía mucho tiempo que se había puesto caliente por
la tensión que ponía sobre su vínculo, manteniendo el control sobre su placer.
Donghae estaba cegado por ello, desesperado por lo que él quisiera hacerle.
Y quería hacerle tantas cosas.
Le había mostrado sólo unas pocas de ellas. Las cosas más
dóciles que pensó que podía manejar. Sus necesidades más bajas las mantuvo para
sí mismo, guardándoselas para cuando hubiera establecido un reclamo permanente
sobre Hae.
Y lo haría. No había elección sobre esa parte ahora. No podía
dejarlo ir sabiendo cuan perfectamente se adaptaba a él. Tanto que Hae
necesitaba lo que sólo él podía darle y viceversa.
La erección de Eunhyuk latía dolorosamente. Necesitaba estar
dentro de él, necesitaba introducirse profundamente hasta que no hubiera ningún
espacio entre ellos. Ya se había deslizado en su mente. Era el momento de que
su cuerpo siguiera su ejemplo.
Estaba resbaladizo y caliente bajo su lengua, facilitando
deslizar un dedo en el interior, tan estrecho. Jadeó ante la pequeña
penetración y sus manos se convirtieron en puños sobre la colcha. El sexy
gemido que realizó le hizo temblar de necesidad, pero se contuvo. Solo un
momento más era todo lo que necesitaba para estar listo para él.
Empujó dos dedos en su interior, sondeándolo, extendiéndolo.
Estaba húmedo y perfecto, lo suficientemente relajado de su clímax que estaba
seguro que no le haría daño.
Eunhyuk se sacó los vaqueros y estaba de nuevo sobre ella
antes de que hubiera tenido tiempo de preguntarse a donde había ido. Sus pechos
y cara estaban rosados con el deseo, sus ojos estaban cerrados de gozo, y
estaba caprichosamente extendida, toda curvas femeninas y piel suave. Nunca lo
miraría lo suficiente, tan hermoso y brillante y hecho sólo para él. Estaba
convencido de ello ahora. Había sido hecho para tentarle, complacerle y
llevarle a la locura con la lujuria. Y amaba cada segundo de ello.
Sus ojos se abrieron y pudo ver dorados fragmentos de pasión
brillando en ellos. Le dio una lenta y sexy sonrisa y un segundo más tarde
estuvo cegado por burbujeantes olas de deseo. Suyo. Se mezclaba con su propia
necesidad rasgada, cortando los bordes hasta que no pudo soportarlo.
Durante un momento, Eunhyuk no pudo tomar aliento. Nunca había
sentido nada parecido antes y no estaba seguro de que fuera a sobrevivir. No a
menos que pudiera introducirse en él. Completamente. Ahora.
Tomó su boca en un beso con la intención de distraerlo,
cautivarlo. No estaba seguro de que pudiera ser amable más tiempo y a una parte
de él ni siquiera le importaba. Estaba para que lo tomara, abierto y dispuesto.
Así que lo tomó. Presionó su erección contra su ano y deslizó dentro su punta
roma.
Donghae gritó y se quedó rígido, pudo sentir su conmoción ante
la invasión. Eunhyuk debería haber parado, apartarse, y dejarle acostumbrarse a
él, pero no podía. No ahora. La desenfrenada necesidad de ser parte de Hae le
golpeó a través de su cuerpo. Estaba temblando por la fuerza de ello, incapaz
de detenerse de presionar adelante, deslizándose más profundo, haciéndole tomar
más de él.
Donghae dejó escapar un irregular gemido. Fuera de placer o
dolor, Eunhyuk no lo sabía. Su mente estaba yendo sin sentido por la sensación
de su resbaladizo calor apretándose alrededor de él lentamente centímetro a
centímetro, succionándolo e impulsándolo a seguir. Le quedaban suficientes
restos de honor para abrir un camino a lo largo de la conexión llena de lujuria
entre ellos y forzar una orden para que Hae se relajara. Suavizándolo.
Dejándole entrar.
Eunhyuk lo sintió pasar. Ambos, su mente y su cuerpo abiertos
a él con una aceptación voluntaria. No quería esperar para tomar ventaja de él.
Se apartó apenas un mero centímetro y se deslizó hacia el interior en un lento
y poderoso empuje que le introdujo hasta la empuñadura.
Donghae suspiró en su boca mientras Eunhyuk se estremecía con
la sensación del apretón contra su erección.
Encontró suficiente cordura para preguntar:
— ¿Estás bien?
Le dio una relajada casi adormilada mirada. Sin dolor o malestar.
Gracias a Dios.
—Sólo si te mueves.
Eunhyuk no necesitaba mayor estimulo. Se movió. Fuertes y
profundos embates que hicieron que su cabello callera sobre sus ojos, su boca
se abriera gimiendo quedamente y su aliento se precipitara fuera de su cuerpo.
Sus dedos se aferraron a su pelo y forzó su boca hasta su cuello.
Le encantó que no fuera tímido mostrándole lo que quería. Le
encantaba la forma en que gemía cuando chupaba sus pezones fuertemente y los
sexys jadeos que daba cuando usaba los
dientes.
Eunhyuk sabía que no iba a ser capaz de resistirse mucho más,
pero quería que Hae se corriera con él. Quería sentir las sedosas contracciones
de su cuerpo cuando explotara. Quería escuchar sus desesperados gritos de
culminación resonando en sus oídos mientras se derramaba en su interior.
Sus uñas se clavaban en su espalda y arqueó las caderas para
recibir sus hambrientos embates. Cada vez que se hundían, soltaba un
desesperado grito, cada uno más fuerte que el anterior. Acompasó la succión de
su boca con el golpeo de sus caderas, sintiéndose ambos centímetros más cerca
del borde de la liberación.
Su mano rodeó su garganta y su anillo se aferró a su collar
con un apretón irrompible. La conexión entre ellos ardía y se ampliaba, pudo de
repente sentir lo que era para Hae tomarle en el interior de su cuerpo. Podía
sentir el modo en que su erección le estiraba, como el ángulo de su eje
afectaba justo en los puntos correctos de su interior. Podía sentir la
corriente de calor abrasador fluyendo a través de su vientre cada vez que sus
manos se movían más rápido alrededor del glande. Era increíble.
Las sensaciones de Hae se acumularon sobre las suyas propias
hasta que fueron demasiado para soportarlas. Sus pelotas se apretaron contra su
cuerpo justo cuando la primera contracción le recorrió el vientre a él. Sintió
el orgasmo golpearlo un momento antes del suyo, su mano estaba manchada de
semen, de su semen. Se enterró en su interior y dejó escapar un desgarrado
gemido mientras su semilla bombeaba en fuertes chorros, llenándolo. Se contrajo
alrededor de él con cada uno, ordeñándolo, haciendo la sensación más intensa de
lo que nunca había sentido antes. Sentimientos, emociones, necesidad y
satisfacción. Pudo sentirlo todo a la vez. Su cuerpo y el de Hae, su orgasmo y
el de él, su mente y la Donghae. Le obstruyó el cerebro con placer hasta que no
pudo aguantar nada más.
Debía haberse desvanecido durante un segundo, lo cual no era
exactamente la cosa más viril que podía haber hecho. Solo que no le importó una
mierda. Su cuerpo completo estaba pulsando y zumbando con un gozo alegre, un
brillante placer que era parte de ambos. Sólo se dejó flotar en él. Se dejó
empapar con él. Podía sentir a Donghae haciendo lo mismo, solo que tenía
problemas para respirar. Estaba aplastándolo.
Eunhyuk rodó hasta que le puso sobre él. Estaba débil y saciado,
se quedó allí donde lo puso. Hae se elevaba y caía con su respiración
entrecortada, su cabeza era un peso caliente justo encima de su corazón.
Un sentido de satisfacción se movió conmoviéndole y no podía
decir si era de Donghae, suyo o una combinación de ambos. Pero le gustaba. No
era normalmente un hombre sentimental, especialmente después de un alucinante
sexo, pero hizo una excepción. Lo que había compartido no había sido solo sexo.
Ni siquiera había sido hacer el amor. Era más allá de cualquier cosa que jamás
hubiera conocido. Durante unos pocos segundos, habían compartido el espacio,
los sentimientos y las emociones. Habían sido tan profundamente parte el uno
del otro que no podía decir donde terminaba él y comenzaba Donghae.
Algo de eso había sido desconcertante, pero incluso así, la
experiencia había sido increíble. De las que cambian la vida.
Eunhyuk finalmente supo lo que Eric quería decir cuando le
dijo que él y Hyesung eran verdaderamente uno. No eran físicamente la misma
persona, pero si lo que experimentaban era algo como lo que Donghae y él habían
sentido, era como compartir el alma.
Le había encantado. Quería hacerlo de nuevo, pero todavía
podía sentir el placer de Donghae desvaneciéndose y a su mente reaccionando.
Había sentido lo que él y a pesar que a Hae le había encantado en su momento,
no le estaba encantando ahora.
Se cerraba a él, bloqueándole.
Aumentó su abrazo sobre él.
—Lo que acabamos de compartir cambia las cosas entre nosotros.
No te dejaré mantenerme fuera.
—No te voy a dar ninguna opción —dijo—. Necesito algo de
tiempo a solas para pensar. Mi cabeza ya está bastante llena sin ti hurgando
por allí, también.
—No te tomó demasiado tiempo averiguar cómo sacarme fuera.
—Soy un rápido aprendiz—respondió.
Eunhyuk suspiró. Nada era fácil cuando se trataba de la persona
a la que amas.
Este
fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO
ADAPTO.
ORIGINAL:
ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA
PRINCIPAL: EUNHAE
Tiempo sin verte.
ResponderEliminarLa cosa se puso buena ¿eh?...
buen lemmon. Ese Hyuk es HOT!
espero leerte pronto, gracias por actualizar.
que bueno que te gusto... ahora subo el siguiente capi... Gracias... si ese Hyuk es hot... y eso que más adelante se pone peor!! ajjajajaa.. pero Donghae no se queda atrás... ese es un pillín!!
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