lunes, 26 de agosto de 2013

CAPÍTULO 14

CAPÍTULO 14
Eunhyuk necesitaba un poco de tiempo para reagruparse antes de enfrentarse con Hyesung y el resto de los Amaterasu con la noticia de la muerte de Yong Ha. Las malas noticias podían esperar. Al menos eso se dijo a sí mismo como medio para justificar la postergación.
En otras tres horas conduciría al recinto, pero había una casa Centinela a menos de diez minutos, justo a las afueras de  Ashizuri, Shikoku. Tenía que llevar a Donghae ahí y darle una oportunidad de descansar, también. Había estado despierto toda la noche, la fatiga y la tensión por usar la magia había hecho que los ojos se le inyectaran en sangre y se le hundieran los hombros.
No debería haberlo presionado tanto. Se dio cuenta ahora, pero era demasiado tarde para hacer nada excepto darle tiempo para dormir. De todas maneras, apenas se contenía. No era bueno para nadie así, rabioso en su interior hasta el punto de que quería gritar y arremeter contra el mundo por haber apartado a Yong Ha  de él.


Sus emociones eran casi abrumadoras y necesitaba algo de tiempo para meditar e ir a la tierra. Necesitaba empujar su dolor y cólera  en la tierra,  dejarlos ser absorbidos profundamente en las piedras para que así no pudieran dañar a nadie. Era una herramienta que todos los Amaterasu aprendían desde que eran jóvenes como medio para tratar con el dolor de su creciente poder. Aquellos hombres que no pudieran dominar la técnica no pasaban más allá de su centésimo cumpleaños.
Eunhyuk pensaba que cuando encontrara a su caballerito ya no necesitaría esa habilidad, pero ahora podía ver lo equivocado que había estado.
Ingresó en el camino de entrada de la pequeña casa de ladrillos. Estaba asentada en unas pocas hectáreas de tierra que habían sido segadas recientemente. Nadie vivía ahí, pero uno de los deberes de los Pami -los humanos de sangre pura que ayudaban a los Caballeros de la Luz en la guerra- era mantener esos lugares como refugio seguro. Eso significaba darles la apariencia de estar habitadas así los humanos les dejarían solos. Muchos Pami pasaban sus vidas estando unos pocos días en casas por todo el país, asegurándose de que sus vecinos sabían que viajaban por negocios, o estaban disfrutando de sus jubilaciones viendo el país. Cualquier historia que usaran, se asegurarían de bloquearlos y que los vecinos circundantes no se entrometieran demasiado en los negocios de los Caballeros de la Luz. La última cosa que los Caballeros de la Luz necesitaban era atención extra.
Eunhyuk había estado en esa casa en particular antes. Había estado limpia, bien surtida de productos frescos y carne, en lugar de las típicas comidas no perecederas que normalmente se encontraban en las casas Caballeros de la Luz. Había pasado mucho tiempo desde su última comida y esperaba que aquel que cuidara de este lugar todavía fuera tan concienzudo como antes. A pesar del dolor y la tristeza, su cuerpo no podía seguir adelante sin combustible, y tenía que seguir adelante.
—Vamos a descansar un poco aquí —le dijo a Donghae, forzando la voz para que saliera estable y calmada—. Entonces te llevaré a mi casa.
Donghae hizo un gesto cansado y se deslizó fuera de la camioneta. Eunhyuk encontró la llave pegada en la parte posterior de la lámpara del porche y abrió la puerta. Más que al olor rancio por el desuso, la casa olía a flores silvestres y pan recién horneado. Su estómago retumbó de apreciación.
— ¿Estás hambriento? —Le preguntó a Donghae.
Él asintió.
—No realmente. Estoy a punto de caerme.
—Vamos a ver si hay algo rápido aquí.
Eunhyuk abrió la nevera, encontró un recipiente gigante de ensalada y una cazuela con una nota pegada en la tapa que daba instrucciones de cómo calentar la lasaña. Quien surtiera esa casa merecía un aumento de sueldo y una promoción.
Dejó la ensalada en el mostrador y deslizó la lasaña en el horno, siguiendo las instrucciones cuidadosamente escritas. No tardó mucho en encontrar los platos, cubiertos y la hogaza de pan aún caliente situada en el mostrador.
—Me siento como si estuviera invadiendo la casa de alguien —dijo Donghae.
—No lo haces. Los Caballeros de la Luz son los dueños de la propiedad y pagan a gente para mantenerla. Así aquí tenemos un lugar seguro para descansar.
—Buena política —podía oír el cansancio en su voz.
Donghae se lavó las manos y sirvió algo de ensalada para los dos.
—Hemos tenido un montón de años para hacerlo bien. Todavía recuerdo cuando las únicas comodidades que teníamos eran las que podían llevar nuestros caballos.
Donghae se detuvo en el proceso de llenarle el plato de lechuga.
— ¿Qué edad tienes?
—Viejo —dijo—. Realmente viejo.
—Estás empezando a impresionarme de mala manera.
—Por eso no te voy a decir exactamente cuán viejo. Estás agotado. Vamos a comer ahora y responderé a las preguntas después de que hayas dormido.
El hecho de que no discutiera demostraba lo cansado que estaba.
El sol del amanecer se colaba a través de las ventanas de la cocina y pudo ver claramente las líneas de tensión alrededor de su boca. Sus ropas prestadas estaban sucias y le colgaban. Se sentaba dejándose caer, se veía frágil. Y al final de sus fuerzas. Derrotado.


Sabía lo que era y le daba ganas de tirar de él a sus brazos y hacer que todas las cosas malas desaparecieran. Quería encontrar una manera de mostrarle las partes buenas de su vida. Convencerlo de que no todo era lucha, sangre y muerte. Quería enseñarle que podían estar juntos, con una poderosa fuerza para hacer retroceder a los Yokai a su propio mundo negro y salvar a la raza humana de la destrucción. Pero temía que una vez que se enterara que había otros hombres que podía elegir, miraría el tiempo que habían pasado juntos como perdido. Querría empezar de nuevo con un hombre que fuera más cuidadoso. Uno que podría introducirlo fácilmente en su mundo y mostrarle la alegría de ser un Amaterasu.
Cuando se enterara de que podría tener algún otro hombre, podría perderlo. La idea hizo que se le enroscaran las manos en puños y sabía que evitaría que eso ocurriera con cada aliento de su cuerpo. Era suyo y lo iba a retener. Encontraría la manera de compensar el dolor y el terror que había sufrido esa noche. Había tiempo para prepararlo para que confiara en su poder. Con un poco de suerte en todo, nunca encontrarían la espada de Eli y estaría atado a él para siempre.
Eunhyuk se detuvo cuando la idea entró en su mente, enraizándose. No podía hacerle eso. No podía hacerle eso a Eli. Tomaba su juramento de proteger a los humanos en serio, y permitir que la espada de Eli vagara libremente en las manos de los Yokai era una directa violación de ese juramento. Ninguno de los Yokai que habían visto en la mina tenían manos para manejar la espada, pero finalmente, uno podría reclamarla como suya. O peor aún, uno de los Yokai suficientemente poderoso para usar la magia podría encontrarla, usando su poder para alimentar su magia. Un demonio fuerte podría liberar todas las almas oscuras que habían sido asesinadas por la hoja de Eli y un sinfín de humanos moriría cuando esas almas poseyeran sus cuerpos.
Eunhyuk no podía dejar que eso sucediera. Ni siquiera si eso significaba una vida libre de dolor y Donghae a su lado. La idea era tentadora, pero no valía lo que traicionar su juramento le costaría.


Apartó los sombríos pensamientos y miró a Donghae. Tenía la cabeza apoyada contra su brazo extendido y estaba dormido.
La había presionado demasiado. Era hora de compensarle por su mala conducta.
—Donghae —dijo en voz baja, y esperó que abriera los ojos antes de cogerle. No quería asustarlo más. Quería que el lindo muchacho estuviera feliz y tranquilo para que pudiera dormir. Entonces podrían hablar.
Él le dirigió una mirada sorprendida, pero luego se calmó y dejó caer la cabeza contra su pecho. Sostenerlo se sentía tan bien que no quería bajarlo. No sabía cómo iba a encontrar la fuerza para contarle todo. Los secretos que le guardaba podrían apartarle de él una vez que supiera la verdad.
— ¿Quieres comer antes de dormir? —Le preguntó.
Él negó con la cabeza, y la sedosa trenza se frotó contra su brazo.
—Demasiado cansado.
Eunhyuk le llevó a uno de los dormitorios y lo dejó en la cama tamaño gigante. La mayoría de las casas Caballeros de la Luz tenían grandes camas porque los Caballeros de la Luz tendían a ser hombres grandes. Esta tenía colgaduras de un rico azul real, y hacía juego con las cortinas que cubrían las ventanas para permitir dormir tranquilo durante el día.
Donghae se frotó los ojos y bostezó.
—El armario y las cajoneras están llenos de ropa limpia etiquetada por tallas y el baño debería estar abastecido con champú, cepillos de dientes nuevos, pasta de dientes, ese tipo de cosas. Si necesitas algo, házmelo saber.
— ¿Dónde vas a estar?
Eunhyuk señaló la puerta al otro lado del pasillo.
—Ahí.
A menos que quieras que me quede aquí. Apenas se contenía de decir las palabras. Quería tenerlo cerca, darle consuelo y tomar el suyo de paso. Tenía suficiente confianza en su hombría como para admitir que necesitaba una buena dosis de consuelo ahora mismo. Las cosas estaban todas hechas un lio.
Yong Ha estaba muerto.
Le dolía el pecho por su amigo perdido y la carga que su muerte traería a todos aquellos que le habían amado. Tanta gente le había amado.
Donghae se levantó y  rodeó su cuerpo con los brazos. Hasta entonces, había olvidado su vínculo. Todavía no estaba acostumbrado a él. Había dejado sus sentimientos sin control, él había sentido su necesidad de consuelo.
Apoyó la mejilla contra su pecho y le pasó los dedos por la espalda con un movimiento suave. No decía palabras mundanas de consuelo o palabras vacías de simpatía. Simplemente le abrazó y le hizo saber que no estaba solo. Era más de lo que se merecía, pero no iba a dejar que se detuviera.
Le sostuvo contra él y aspiró el aroma de su pelo. Lavanda. De su baño la última noche.
El recuerdo de él desnudo en la bañera -desnudo en sus brazos- llegó hasta él de nuevo en todo su esplendor. Sintió a su cuerpo endurecerse y le apartó para protegerlo de su inoportuna lujuria, mientras al mismo tiempo, protegía sus pensamientos de ello también. No tenía nada que pensar sobre lo que quería su cuerpo en un momento como este. E incluso si lo hiciera, Donghae estaba demasiado cansado para el tipo de amor que quería darle.


Eunhyuk se apartó, sintiendo que estaba dejando un pedazo de alma detrás con el esfuerzo que le tomó.
—Dúchate si quieres. Trata de dormir si es posible. Tengo que hacer algunas llamadas, así que estaré despierto por un tiempo si necesitas algo. 
— ¿Estamos seguros aquí?
Una pregunta tan inocente, pero que hizo que su corazón se rompiera un poco. Había puesto en sus pensamientos demasiado temor y dolor, sabía que sólo había más por venir.
—Sí. Estaremos a salvo durante el día. Vamos a estar en casa antes del anochecer y mi casa es una fortaleza. De todas formas mientras yo esté aquí no podrá entrar nada que no queramos que entre.
— ¿Lo prometes?
—Lo prometo.

Donghae despertó horas más tarde con la sensación de que algo iba mal. Abrió los ojos, pero se quedó quieto, escuchando. Le tomó un minuto recordar su entorno. Le tomó al menos el doble de tiempo recordar por qué estaba allí y los acontecimientos que la condujeron a ese punto.
Todo le llegó de vuelta rápidamente, y Donghae tuvo que ahogar un gemido. Tanto dolor, sangre y muerte. No sabía cómo Eunhyuk podía soportar vivir una vida como ésa.
El parpadeo de inquietud que la había despertado aumentó e intentó averiguar qué era. Algo iba mal y necesitaba arreglarlo.
La habitación estaba en penumbra por las cortinas oscuras y todo estaba lavado con una luz de color azul real. Aún tenía el pelo húmedo de la ducha rápida que había tomado y las suaves sábanas se deslizaban sobre sus hombros cuando respiraba. No había tenido la energía para vestirse después de usar sus últimas fuerzas para ducharse, así que había cerrado la puerta del dormitorio, ni se molesto en vestirse y se metió en la cama desnudo, luego se desmayó.
No podía oír ningún ruido, pero todavía sentía la misma inquietud picándole en la mente. Se puso la gran bata de franela que había encontrado colgando en el baño y silenciosamente abrió la puerta.
Al otro lado del pasillo, la puerta de la habitación de Eunhyuk estaba abierta. Le vio arrodillado en el suelo. Su pecho y sus pies estaban desnudos y podía ver que el árbol que cubría el lado izquierdo de su cuerpo había cambiado de algún modo. Incluso más hojas nuevas y brillantes habían surgido de las ramas y estaba seguro de que podía verlas meciéndose con algún viento invisible. No había señal alguna de que se hubiera cortado jamás, ni siquiera había una costra. A su lado estaban su cinturón y su vaina, la cual podía ver ahora que no estaba pegada a su cuerpo. En frente de él yacía la espada, brillando en la penumbra de la habitación. Las cortinas eran de un profundo carmesí y arrojaban una luz de color rojo sangre a lo largo de la hoja desnuda.
Sus ojos estaban cerrados y se mantenía en una posición casi de oración. Tal vez estaba rezando. No estaba seguro. Por lo que sabía, podía ser así como dormía.
De lo que estaba seguro era que había encontrado la fuente de su inquietud. Era un dolor moderado con la aceptación y venía de Eunhyuk, goteando dentro de sí a través de la luceria que rodeaba su cuello. Se dolía por la pérdida de su amigo, y podía sentir la cruda y palpitante herida que dejó en su interior. Ahora mismo quería más que nada encontrar una manera de aliviar su dolor.
Donghae se acercó y acarició la banda flexible, maravillándose de lo que la magia había creado. En la mina, había estado seguro de que había creado ampollas en su garganta, pero se había mirado en el espejo y su piel estaba bien. Debería haber imaginado las quemaduras o exagerado lo que pensaba había sentido.
Todavía no estaba seguro de cuanto le gustaba la idea de saber que podía sentir sus emociones a través de la cosa, pero ahora estaba agradecido de la conexión. Sin esa conexión, nunca habría sido capaz de sentir la profundidad de su dolor. Nada de eso le llegaba a través de su expresión e instintivamente supo que iba a intentar ocultarle esa parte de sí mismo.
Apenas le conocía, pero la necesidad de darle consuelo era abrumadora. Había sufrido tanto a lo largo de su vida, que no quería que sufriera más. Necesitaba sostenerle y darle el consuelo animal básico del contacto humano. Hacerle saber que no estaba solo.


—Estás despierto —dijo sin abrir los ojos. Su profunda voz le envolvió e hizo que el aire en sus pulmones resonara en respuesta.
Donghae sintió un pequeño escalofrío recorriéndole la piel.
—Yo… te sentí. Sentí tu dolor.
—Lo siento. No quería compartirlo contigo. Estaba intentando bloquearme hacia ti.
Él podía ver una sutil tensión atravesándole los miembros como si se estuviera esforzando contra un gran peso. No podía entender por qué se esforzaba, pero podía sentir cuan firmemente sostenía su control. No estaba seguro de por qué lo estaba apartando, pero lo que quiera que fuera, era lo suficientemente poderoso como para hacer temblar su fuerte cuerpo.   
No podía soportar su sufrimiento, pero no estaba seguro de cómo ayudarlo. No estaba incluso seguro de que pudiera ayudarlo.
—Tal vez deberías compartirlo.
—No esto, Donghae. Las buenas cosas, sí, pero no esto. No soy muy experto en el bloqueo de la conexión que tenemos todavía, pero estoy mejorando.
No estaba seguro de si estaba más preocupado por esa noticia o agradecido.
—No he intentado bloquearlo, ni siquiera sé cómo podría.
Todavía no había abierto los ojos y estaba comenzando a preguntarse si había interrumpido algo, tal vez algún ritual. Estaba a punto de excusarse y dejarle con lo que quiera que estuviera haciendo cuando él habló.
—Realmente no deberías intentar mantenerme fuera.
—Así que está bien que tú lo hagas, ¿pero no yo?
Intentó no sonar indignado, pero no podía evitarlo.
—Precisamente.
—Suena un poco machista para mí.
—No machista. Práctico. Ese vínculo está ahí por una razón. 
— ¿Qué razón podría existir para una conexión mental entre nosotros que sólo va en un camino? Suena como algún tipo de monitor para bebés y no soy un bebé.
Abrió los ojos y le miró. Realmente le miró. Su mirada fue desde su cabeza a sus pies desnudos y de vuelta, para el momento en que terminó con su paseo, sus dorados ojos se habían oscurecido a un rico marrón.
—No. Eres todo un hombre, Donghae. No creas que no lo noto.
No iba a responder a eso con nada que no la avergonzara más, así que se quedó en silencio.
Eunhyuk continuó.
—Se supone que debo ser capaz de leer tus pensamientos en batalla así podré posicionarme más efectivamente, anticipando tus actos. Si no conozco tu mente, ¿cómo podría saber donde quieres que vaya?
— ¿Crees que voy a ser capaz de decirte donde ir? ¿En una batalla? Que idea más ridícula.
—Sí. Tal vez no todavía, pero un día lo harás.
—Tienes demasiada fe en mí.
Y estaba hablando sobre un día, lo que lo hacía sonar como si fueran a estar juntos mucho tiempo, el tiempo suficiente para convertirse en un genio militar, al parecer. Se suponía que sólo iban a estar juntos lo suficiente para encontrar la espada, pero él parecía dar a entender algo más… duradero. La idea le emocionaba más de lo que debería. 
Y Eunhyuk sentía esa emoción. Lo vio en su cara, en la forma en que sus angulosos pómulos se elevaron en una sonrisa de satisfacción.
—No, tú eres el único con un montón de fe caminando alrededor cubierta con nada más que un pedazo de tela endeble. Seguramente sabes cuánto te deseo. No es exactamente un gran secreto.
De repente, sintió una parte de lo que había estado reteniendo, una caliente ola de lujuria. Se estrelló contra sí, casi lo tira de rodillas. Al instante su cuerpo comenzó a calentarse y suavizarse, preparándolo para que lo tomara.
Donghae contuvo con la boca cerrada un suave gemido de necesidad.
Eunhyuk se puso en pie, viéndose más grande de lo que recordaba. Más poderoso. Tal vez era porque su pecho estaba desnudo y podía ver fácilmente los pesados bloques de músculo deslizándose bajo su piel. Sus brazos eran gruesos y duros, especialmente los antebrazos, que se habían desarrollado en apretados cordones de músculos que la mayoría de los hombres no tenían. Músculos de manejar espadas.
Sólo verlo tan gloriosamente desnudo como estaba le daba ganas de sentir cada centímetro de su torso descubierto bajo sus dedos.
—Lo oí —dijo Eunhyuk. Una seductora sonrisa se amplió en su boca y dio un largo paso hacia él.
Donghae sintió sus pezones apretarse contra la suave franela y un lento calor se expandió por su vientre, podía sentir su propia erección palpitar. Apenas lo conocía, pero eso no parecía detener a su cuerpo de querer acercarse más. Desnudo y más cerca.
En su lugar, hizo lo más cobarde, dio un paso atrás y chocó contra el marco de la puerta.
— ¿Por qué corres? —Preguntó—. Sé que quieres esto tanto como yo.
—He venido aquí para abrazarte. Consolarte.
Elevó sus oscuras cejas.
— ¿Es así?
Él asintió
—Si me abrazas, no seré capaz de contenerme de tomar más de ti. Nos dejaré a ambos desnudos y nos haré olvidar por qué estamos aquí. Ese es el tipo de consuelo que quiero, Donghae.
Y él también lo quería. Tan loco como era.
—No te conozco. —Pero lo quería. Tanto.
—Sabes más de mí que casi cualquier persona viva. Has visto dentro de mi cabeza y puedes sentir lo que siento. ¿Tengo alguna intención malvada hacia ti?
Tenía un tanto. 
—No.
Dio otro paso, lo cual le llevó justo enfrente de él. Podía oler el champú que había usado y ver el brillo de su mandíbula recién afeitada. Frotó la parte posterior de sus dedos contra su mejilla en una caricia insoportablemente tierna.
—Tan suave —ronroneó—.  Me encanta lo suave que eres. Me hace querer tocar más de ti. Saborearte.


Donghae se estremeció y no pudo dejar de inclinarse hacia su caricia. Se sentía demasiado bien como para no hacerlo. Le hizo tener hambre de más caricias, pero aún se contuvo, negándose a dejarle ir en la dirección que sabía él quería. La dirección que sí mismo también quería. Sólo quería ofrecer consuelo, aliviar el dolor con su presencia. Nada más. No podía llegar a intimar con un hombre que había conocido menos de veinticuatro horas antes. 
¿O sí?
Que insidiosa pregunta tentadora. Se quedó atrapado en su cerebro, circulando a través de un bucle una y otra vez.
— ¿Crees que quiero hacerte daño? —Le preguntó en un sedoso tono profundo.
Se deslizó por sus sentidos, retumbando en su interior, convirtiéndose en parte de sí.
Abrió su mente para Donghae, dejándole sentir lo que él sentía. Otra embriagadora explosión de lujuria se estrelló en su contra a través de su vínculo, haciendo a Donghae gemir y apretar los muslos. Lo había hecho con un propósito. Lo sentía, también. Quería que supiera cuanto le deseaba. Como si su erección elevando el frente de sus vaqueros no fuera prueba suficiente.
— ¿Bien? —Preguntó, dejando que las puntas de sus dedos le rozaran suavemente la boca—. ¿Crees que quiero hacerte daño?
—Nunca.
Lo supo a un instintivo profundo nivel en los huesos. No sólo no le dañaría, sino que mataría a cualquiera que lo intentara. Lo había visto, también -un breve vistazo de su honor- un caballero ligado que le había dado su voto.
—Entonces, ¿qué más necesitas saber, amor? ¿Qué más puedo decirte o mostrarte para conseguir que creas en mí? ¿Abrirte a mí?
Su mano continuó su descenso por la línea de su mandíbula hasta la palma de su mano que estaba abierta contra su garganta. Podía sentir cuan cerca estaba su anillo del collar. Ambas partes de la luceria vibraban con la necesidad de unirse.
—Confío en ti —acertó a decir.
Era verdad. Lo hacía. No le había conocido durante un día completo, pero confiaba en él como no lo hacía en otra persona. Había arriesgado su vida para protegerlo. Había protegido a la señorita Boa. Se había asegurado que sus amigos mayores fueran alimentados cuando Donghae no estuviera allí para hacerlo. Era prueba suficiente de que era un buen hombre.
— ¿Entonces por qué retrocedes? Puedo sentir que me deseas.
Le deseaba, de acuerdo. Más de lo que nunca hubiera deseado a ningún hombre en su vida. Eso sólo era una idea aterradora.
—No tienes que preocuparte —le dijo con una voz oscura como el pecado—. Voy a cuidar bien de ti.
Forzó una imagen mental a través de la luceria, no dándole otra opción que verla. Se vio a sí mismo extendido desnudo en la cama, cubierto con una fina capa de sudor. Sus piernas estaban abiertas obscenamente, sus grandes manos sosteniendo sus muslos separados. La cabeza oscura se movía entre ellos y podía casi sentir su boca sobre su erección, su lengua caliente deslizándose lentamente, casi como una danza, absorbiéndolo todo.
Una oleada de vertiginosa lujuria se apoderó de sí y se acercó para mantener el equilibrio. Las manos se presionaron contra su pecho, lo único estable en su mundo giratorio.
Cada hoja de su tatuaje se estremeció al contacto de piel sobre piel y Eunhyuk tomó un áspero aliento.
—Si sigues tocándome, no voy a darte más elección. 
Sí. Eso era lo que quería. Sin elecciones. Sin decisiones. Sin responsabilidades. Sólo el placer de un hombre que sabía darlo, suficiente placer para lavar todas las cosas malas de su vida durante un pequeño lapso. Sin muerte o sangre o sufrimiento. Sin fuego. Sólo placer.
—Tus deseos son mis órdenes.
Cambió la mano para que el anillo y el collar finalmente conectaran, bloqueándose entre ellos como imanes.
Una chispeante corriente de electricidad zigzagueó a través de sí, haciéndole arquearse. Las imágenes se estrellaban en su mente, una tras otra, haciendo un rápido collage de fuego de todas las cosas que él quería hacerle. Cosas que nunca había considerado, que nunca había creído posibles, perversas cosas salvajes que le dejaron temblando con una mezcla de excitación y aprensión. Era demasiado. Quería muchas cosas de Donghae, cosas que lo quemarían vivo.
Antes de que pudiera expresar su preocupación, su boca cubrió la propia en un beso que robaba el aliento y ya no le importó si quería demasiado. Quería ser el que se lo diera. El único.
Acogió con agrado su lengua en la boca, recibió con beneplácito el resbaladizo avance y retroceso que le obligó a pensar en lo que estaba por venir. Su mano todavía rodeaba su garganta y supo que podía sentir cada gemido desesperado de necesidad que emitió, cada frenético latido golpeando contra su palma.
El cinturón de su bata no era más que una molestia pasajera. Un rápido tirón y las solapas se abrieron para él. Se apartó de su boca, lo sujetó por el cuello contra el marco de la puerta cuando se le abrió la bata y miró su cuerpo. Su agarre era cuidadoso, pero irrompible, y no podía hacer nada para detener su escrutinio.
Normalmente, bajo tan estrecho control, habría pensado en todas sus zonas problemáticas y todos los defectos físicos que eran demasiados para nombrarlos. Pero esto estaba lejos de ser normal. Su mirada caliente, la forma en que se agitaban las aletas de su nariz, y el profundo tinte de lujuria pintado en lo alto de sus mejillas eran suficientes para apartar cualquier duda de sí mismo de su mente. Lo miraba como si fuera la cosa más sexy que jamás hubiera visto, como si pudiera morir si tuviera que apartar la vista.
—Tan hermoso —gruñó con una voz que le hizo enroscar los dedos de los pies contra la alfombra—. Casi no puedo esperar por verte correrte.
Un gemido salió de sus labios.
Lo sostuvo inmóvil mientras bajaba la boca por su cuello besando delicadamente la clavícula. La punta de la lengua se acercó y lamió el endurecido pezón.
Donghae jadeó y su cuerpo se arqueó hacia él.
—Justo así, amor. Enséñame como te gusta.
Lo hizo. Utilizó su ejemplo y empujó una imagen a través de su vínculo, mostrándole lo que quería.
Eunhyuk gimió, haciendo un sonido casi animal de necesidad.
—Lo que quiera que desees, Donghae. Todo lo que quieras.


El calor húmedo de su boca se aferró a él, mordiendo su pezón… lamiéndolo. Un rayó atravesó sus nervios, haciendo que su vientre se apretara y su cuerpo se humedeciera más.
Su mano derecha se deslizó debajo de la bata suelta y abarcó su trasero. Sus dedos lo apretaron posesivamente, moldeando la carne a su gusto. Donghae se sintió inestable y débil, se aferró a su gruesa muñeca para mantener el equilibrio. Quiso una cama bajo él y a Eunhyuk encima rozando su bonito pecho desnudo contra el suyo.
Su mundo giró y cuando el vértigo se asentó, estaba justo donde quería estar sobre la gran cama. Eunhyuk estaba sobre él, sosteniendo su peso para no aplastarlo. Su cara estaba tensa por la lujuria, una hambrienta mirada depredadora que lo hizo sentir vulnerable y seguro al mismo tiempo. No pudo entender cómo lo hizo, ni tenía intención de gastar preciosos segundos en preocuparse. No cuando era finalmente libre para tener lo que deseaba.
Presionó las manos contra su pecho, cerró los ojos, y dejó que se deslizaran alrededor, bebiendo la sensación de él. Suave piel sobre duro músculo. Una fina capa de pelo. Sudor frio que atestiguaba su autocontrol.
Estaba refrenándose con él. Manteniendo su control para no asustarlo. Lo notó en las rígidas líneas de su cuerpo, lo sintió fluyendo a través de la conexión que tenían entre ellos. Era dulce, pero no era todo lo que quería. No quería que se retuviera. Lo quería todo de él. Crudo, potente y lo suficientemente caliente para quemar su alma.
Uno de sus gruesos muslos presionaba entre sus piernas, y elevó las caderas, frotándose contra los suaves pantalones que cubría el duro músculo.
Eunhyuk siseó y cayó pesadamente sobre él, tomando su boca en un fiero beso. Le forzó a abrir los labios y le clavó la lengua. Su mano se deslizó bajo su culo y le ayudó a encontrar su ritmo mientras montaba su pierna. La fricción de la tela vaquera contra su propia erección hizo que su cuerpo se contrajera y sus nervios chisporrotearan. Nunca había estado tan cerca de llegar al orgasmo con tanta rapidez en su vida.
Trató de frenar, pero Eunhyuk tenía otras ideas. Su boca se perdía en calientes besos húmedos sobre su mandíbula, bajando por su cuello. Se detuvo para jugar un momento con la luceria antes de moverse hacia abajo. Le mordisqueó la clavícula, dejando el escozor de los pequeños mordiscos en su estela, cada uno haciendo a Donghae estremecerse y frotar su erección más fuerte contra su muslo.
—Vamos, mi amor —susurró contra su piel—. Dame lo que quiero.
Los labios encontraron su pezón y se arqueó tratando de hacerle ir a donde quería. Le deseaba mordisqueando su pezón de nuevo, sabiendo que la sensación añadida le enviaría por el borde. Su lengua se arremolinaba sobre su pezón izquierdo, le ardía absolutamente todo, dejando un frío camino a lo largo de su piel caliente. Trató de moverse de nuevo, pero le evadió y dejó escapar una oscura risita burlona.
Donghae no estaba por encima de la guerra sucia para conseguir lo que quería. Deslizó las manos hacia abajo entre ellos hasta que pudo sentir el largo abultamiento de su erección bajo los dedos. El ligero roce le hizo aspirar una bocanada de aire y ponerse rígido. Le gustó tanto su respuesta, que lo hizo de nuevo, sólo que esta vez, presionó más firmemente. Su profundo gemido fue la recompensa y repercutió en su interior, haciéndolo estremecerse de satisfacción.
Eunhyuk dejó que más de su peso le presionara. No sólo lo hizo atrapando sus caprichosas manos, también bajo sus manos hasta su erección y la frotaba delicadamente. Su boca se cerró sobre el pezón, chupando profunda y fuertemente. No podía contenerse de chocar contra su separación. Ni siquiera lo intentó.
Su orgasmo le arrasó en olas de luminosa sensación. Cada músculo tenso en respuesta de las poderosas demandas de su cuerpo. Donghae existía sólo en el placer y nada más podía penetrar en él. No había nada aquí excepto luz, calor y brillante gozo abrasador.
Cuando el placer retrocedió, se desplomó y Eunhyuk se apartó lentamente, dándole suaves toques cálidos con la lengua sobre su piel. Estaba demasiado flojo para hacer otra cosa que dejarle hacer lo que quisiera, su mente demasiado nebulosa para incluso considerar hacer lo contrario.
—Eso fue hermoso —le dijo él. Podía sentir su aliento barriendo a lo largo de su estómago, que aún temblaba por las réplicas de su orgasmo—. Creo que me gustaría verlo de nuevo.
Oh, no. No tan pronto. Estaba demasiado sensible y agotado del orgasmo para incluso comenzar a considerar otro.
Y entonces sintió la lengua aleteando sobre la carne demasiado sensible del glande y supo que se había equivocado. No era demasiado pronto. No para lo que Eunhyuk le estaba haciendo. Su cuerpo se unió con el fugaz toque con hambre. Necesidad voraz.
—Mmm. Así es, amor.
Su aliento sobre sus muslos le excitó y le hizo mover las caderas. Eunhyuk las cubrió, sosteniéndolas apretadamente con sus grandes manos.
—Vas a quedarte quieto mientras te saboreo.
No quería quedarse quieto, podía sentir como el pre seminal empezaba a resbalarse y a él succionando. Quería tocarle, y sabía que no debía dejarle dirigirle así, pero al siguiente instante, su lengua estaba lisa y caliente contra él y no pudo pensar en nada más excepto en lo bien que se sentía. Podía hacerle lo que quisiera siempre y cuando continuara haciendo eso.

Eunhyuk no iba a durar mucho más tiempo. No con Donghae haciendo todos esos pequeños gemidos de necesidad. Se estaba volviendo loco con el ruido. Su sabor. Podía sentir su dulce sabor en el pre seminal. Siempre había disfrutado de darle placer a sus parejas con la boca, pero con Donghae, iba más allá del disfrute, era la perfección.
Su lengua continuaba atormentando su marca de nacimiento, que se encontraba en el escroto, el anillo de color rojo profundo que le identificaba como un Amaterasu. Cada vez que lo lamía, absorbía un sorprendido aliento como si el placer le sobresaltara. Su reacción lo impulsaba salvajemente. Logro levanta sus dos piernas por encima de sus hombros y siguió el camino desde el escroto, más abajo, a aquel punto rosa, que latía desesperando, esperándolo.
Su anillo hacía mucho tiempo que se había puesto caliente por la tensión que ponía sobre su vínculo, manteniendo el control sobre su placer. Donghae estaba cegado por ello, desesperado por lo que él quisiera hacerle.
Y quería hacerle tantas cosas.
Le había mostrado sólo unas pocas de ellas. Las cosas más dóciles que pensó que podía manejar. Sus necesidades más bajas las mantuvo para sí mismo, guardándoselas para cuando hubiera establecido un reclamo permanente sobre Hae.
Y lo haría. No había elección sobre esa parte ahora. No podía dejarlo ir sabiendo cuan perfectamente se adaptaba a él. Tanto que Hae necesitaba lo que sólo él podía darle y viceversa.
La erección de Eunhyuk latía dolorosamente. Necesitaba estar dentro de él, necesitaba introducirse profundamente hasta que no hubiera ningún espacio entre ellos. Ya se había deslizado en su mente. Era el momento de que su cuerpo siguiera su ejemplo.
Estaba resbaladizo y caliente bajo su lengua, facilitando deslizar un dedo en el interior, tan estrecho. Jadeó ante la pequeña penetración y sus manos se convirtieron en puños sobre la colcha. El sexy gemido que realizó le hizo temblar de necesidad, pero se contuvo. Solo un momento más era todo lo que necesitaba para estar listo para él.
Empujó dos dedos en su interior, sondeándolo, extendiéndolo. Estaba húmedo y perfecto, lo suficientemente relajado de su clímax que estaba seguro que no le haría daño.
Eunhyuk se sacó los vaqueros y estaba de nuevo sobre ella antes de que hubiera tenido tiempo de preguntarse a donde había ido. Sus pechos y cara estaban rosados con el deseo, sus ojos estaban cerrados de gozo, y estaba caprichosamente extendida, toda curvas femeninas y piel suave. Nunca lo miraría lo suficiente, tan hermoso y brillante y hecho sólo para él. Estaba convencido de ello ahora. Había sido hecho para tentarle, complacerle y llevarle a la locura con la lujuria. Y amaba cada segundo de ello.
Sus ojos se abrieron y pudo ver dorados fragmentos de pasión brillando en ellos. Le dio una lenta y sexy sonrisa y un segundo más tarde estuvo cegado por burbujeantes olas de deseo. Suyo. Se mezclaba con su propia necesidad rasgada, cortando los bordes hasta que no pudo soportarlo.
Durante un momento, Eunhyuk no pudo tomar aliento. Nunca había sentido nada parecido antes y no estaba seguro de que fuera a sobrevivir. No a menos que pudiera introducirse en él. Completamente. Ahora.
Tomó su boca en un beso con la intención de distraerlo, cautivarlo. No estaba seguro de que pudiera ser amable más tiempo y a una parte de él ni siquiera le importaba. Estaba para que lo tomara, abierto y dispuesto. Así que lo tomó. Presionó su erección contra su ano y deslizó dentro su punta roma.
Donghae gritó y se quedó rígido, pudo sentir su conmoción ante la invasión. Eunhyuk debería haber parado, apartarse, y dejarle acostumbrarse a él, pero no podía. No ahora. La desenfrenada necesidad de ser parte de Hae le golpeó a través de su cuerpo. Estaba temblando por la fuerza de ello, incapaz de detenerse de presionar adelante, deslizándose más profundo, haciéndole tomar más de él.
Donghae dejó escapar un irregular gemido. Fuera de placer o dolor, Eunhyuk no lo sabía. Su mente estaba yendo sin sentido por la sensación de su resbaladizo calor apretándose alrededor de él lentamente centímetro a centímetro, succionándolo e impulsándolo a seguir. Le quedaban suficientes restos de honor para abrir un camino a lo largo de la conexión llena de lujuria entre ellos y forzar una orden para que Hae se relajara. Suavizándolo. Dejándole entrar.
Eunhyuk lo sintió pasar. Ambos, su mente y su cuerpo abiertos a él con una aceptación voluntaria. No quería esperar para tomar ventaja de él. Se apartó apenas un mero centímetro y se deslizó hacia el interior en un lento y poderoso empuje que le introdujo hasta la empuñadura.
Donghae suspiró en su boca mientras Eunhyuk se estremecía con la sensación del apretón contra su erección.
Encontró suficiente cordura para preguntar:
— ¿Estás bien?
Le dio una relajada casi adormilada mirada. Sin dolor o malestar. Gracias a Dios.
—Sólo si te mueves.
Eunhyuk no necesitaba mayor estimulo. Se movió. Fuertes y profundos embates que hicieron que su cabello callera sobre sus ojos, su boca se abriera gimiendo quedamente y su aliento se precipitara fuera de su cuerpo. Sus dedos se aferraron a su pelo y forzó su boca hasta su cuello.
Le encantó que no fuera tímido mostrándole lo que quería. Le encantaba la forma en que gemía cuando chupaba sus pezones fuertemente y los sexys jadeos que  daba cuando usaba los dientes.
Eunhyuk sabía que no iba a ser capaz de resistirse mucho más, pero quería que Hae se corriera con él. Quería sentir las sedosas contracciones de su cuerpo cuando explotara. Quería escuchar sus desesperados gritos de culminación resonando en sus oídos mientras se derramaba en su interior.
Sus uñas se clavaban en su espalda y arqueó las caderas para recibir sus hambrientos embates. Cada vez que se hundían, soltaba un desesperado grito, cada uno más fuerte que el anterior. Acompasó la succión de su boca con el golpeo de sus caderas, sintiéndose ambos centímetros más cerca del borde de la liberación.
Su mano rodeó su garganta y su anillo se aferró a su collar con un apretón irrompible. La conexión entre ellos ardía y se ampliaba, pudo de repente sentir lo que era para Hae tomarle en el interior de su cuerpo. Podía sentir el modo en que su erección le estiraba, como el ángulo de su eje afectaba justo en los puntos correctos de su interior. Podía sentir la corriente de calor abrasador fluyendo a través de su vientre cada vez que sus manos se movían más rápido alrededor del glande. Era increíble.
Las sensaciones de Hae se acumularon sobre las suyas propias hasta que fueron demasiado para soportarlas. Sus pelotas se apretaron contra su cuerpo justo cuando la primera contracción le recorrió el vientre a él. Sintió el orgasmo golpearlo un momento antes del suyo, su mano estaba manchada de semen, de su semen. Se enterró en su interior y dejó escapar un desgarrado gemido mientras su semilla bombeaba en fuertes chorros, llenándolo. Se contrajo alrededor de él con cada uno, ordeñándolo, haciendo la sensación más intensa de lo que nunca había sentido antes. Sentimientos, emociones, necesidad y satisfacción. Pudo sentirlo todo a la vez. Su cuerpo y el de Hae, su orgasmo y el de él, su mente y la Donghae. Le obstruyó el cerebro con placer hasta que no pudo aguantar nada más.
Debía haberse desvanecido durante un segundo, lo cual no era exactamente la cosa más viril que podía haber hecho. Solo que no le importó una mierda. Su cuerpo completo estaba pulsando y zumbando con un gozo alegre, un brillante placer que era parte de ambos. Sólo se dejó flotar en él. Se dejó empapar con él. Podía sentir a Donghae haciendo lo mismo, solo que tenía problemas para respirar. Estaba aplastándolo.
Eunhyuk rodó hasta que le puso sobre él. Estaba débil y saciado, se quedó allí donde lo puso. Hae se elevaba y caía con su respiración entrecortada, su cabeza era un peso caliente justo encima de su corazón.
Un sentido de satisfacción se movió conmoviéndole y no podía decir si era de Donghae, suyo o una combinación de ambos. Pero le gustaba. No era normalmente un hombre sentimental, especialmente después de un alucinante sexo, pero hizo una excepción. Lo que había compartido no había sido solo sexo. Ni siquiera había sido hacer el amor. Era más allá de cualquier cosa que jamás hubiera conocido. Durante unos pocos segundos, habían compartido el espacio, los sentimientos y las emociones. Habían sido tan profundamente parte el uno del otro que no podía decir donde terminaba él y comenzaba Donghae.
Algo de eso había sido desconcertante, pero incluso así, la experiencia había sido increíble. De las que cambian la vida.
Eunhyuk finalmente supo lo que Eric quería decir cuando le dijo que él y Hyesung eran verdaderamente uno. No eran físicamente la misma persona, pero si lo que experimentaban era algo como lo que Donghae y él habían sentido, era como compartir el alma.
Le había encantado. Quería hacerlo de nuevo, pero todavía podía sentir el placer de Donghae desvaneciéndose y a su mente reaccionando. Había sentido lo que él y a pesar que a Hae le había encantado en su momento, no le estaba encantando ahora.
Se cerraba a él, bloqueándole.
Aumentó su abrazo sobre él.
—Lo que acabamos de compartir cambia las cosas entre nosotros. No te dejaré mantenerme fuera.
—No te voy a dar ninguna opción —dijo—. Necesito algo de tiempo a solas para pensar. Mi cabeza ya está bastante llena sin ti hurgando por allí, también.
—No te tomó demasiado tiempo averiguar cómo sacarme fuera.
—Soy un rápido aprendiz—respondió.

Eunhyuk suspiró. Nada era fácil cuando se trataba de la persona a la que amas.



Este fic es una adaptación, no es mío, yo sólo lo adapto. OJO NO ES MÍO YO SÓLO LO ADAPTO.
ORIGINAL: ARIDIENDO VIVA - SHANNON K. BUTCHER
PAREJA PRINCIPAL: EUNHAE

2 comentarios:

  1. Tiempo sin verte.
    La cosa se puso buena ¿eh?...
    buen lemmon. Ese Hyuk es HOT!
    espero leerte pronto, gracias por actualizar.

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    1. que bueno que te gusto... ahora subo el siguiente capi... Gracias... si ese Hyuk es hot... y eso que más adelante se pone peor!! ajjajajaa.. pero Donghae no se queda atrás... ese es un pillín!!

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